lunes, 11 de abril de 2016

Un espía enamorado

Héctor Luna


69th Regiment Armory, Nueva York, noviembre dos mil quince.

In the night de The weekend se escuchaba en la sala.

Iniciaba la etapa final del show, “Fireworks”, luces, bullicio, flashes, música todo al mismo tiempo mientras salía al escenario la top model brasileña Luana Ribeiro luciendo impresionante el “Fantasy Bra 2015”.

El 69th Regiment Armory es considerado un edificio histórico dentro de la ciudad de Nueva York.

Luana caminaba por la pasarela, su sonrisa provocativa y su cuerpo realmente sexy atraían la atención de todos los asistentes al evento. Desde pequeña fue muy coqueta y le gustaba presumir su ropa. Su mamá siempre le decía que modelara. Al avanzar recordaba aquella época.

La exclusiva modelo nació en Brasil en mil novecientos noventa. Mide un metro con ochenta centímetros, de tez morena, ojos cafés, cabello negro a media espalda y de medidas ochenta y ocho de busto, sesenta de cintura y ochenta y nueve de cadera. Gracias a su belleza y atributos ha logrado destacar en el mundo del modelaje. Ha sido fotografiada para la revista Vogue de varias partes del globo terráqueo y ha participado en campañas de Dior, Gap, Ralph Lauren y Victoria Secret´s entre otras.

Luana se encontraba emocionada por haber sido elegida para portar el “Fantasy Bra 2015”. Lucía un sensual calzón rojo con un cinturón de diamantes que hacía juego con el sujetador.

La costosa prenda tiene un valor de dos millones de dólares y está confeccionada de diamantes, un topacio azul y zafiros amarillos sobre oro de dieciocho quilates.

Al frente en la pasarela desfilaba Luana, luciendo en su escultural cuerpo el sostén más caro de la colección.

Entre los aplausos de los invitados y los flashes de las cámaras de los reporteros, como parte del espectáculo, las luces se apagaron, la música disminuyó y un sonido de juegos pirotécnicos empezó a escucharse…

Hotel Four Seasons de Nueva York, diciembre dos mil quince.

Las cuatro estaciones de Vivaldi sonaban sutilmente por los pasillos.

Nikolay Petrov, mide un metro con noventa centímetros, tez blanca, ojos verdes y cuerpo atlético, dueño de una de las agencias de publicidad más importantes en Europa del Este entraba caminando con seguridad y aplomo a una sala de estar del hotel, uno de los mejores de la ciudad. Por los pasillos del lugar y en sus salas se percibe un ligero olor a lavanda, el preferido de María, mamá de Nikolay que trabajaba con esencias. Por eso le gustaba hospedarse ahí en sus viajes, le traía gratos recuerdos.

Nikolay vestía un traje azul marino del diseñador Alexander Amosu valuado en ciento diez mil dólares. Cuenta con nueve botones de diamantes montados sobre oro de dieciocho quilates y tiene puntadas de hilo del mismo material y de platino. Camisa blanca y una corbata de seda rosa claro.

Entró a la sala de estar que había reservado para relajarse con aquel olor que abastecían en ese espacio a través del aire acondicionado. Era como hacer un viaje al pasado, recordaba toda su infancia, los buenos ratos con su mamá cuando le ayudaba a preparar las esencias. Después de unos minutos de relajación y con los ojos cerrados, decidió abrirlos para ponerse a leer el libro en turno.

De fondo en la sala se escuchaba la parte de invierno de la melodía de Vivaldi.

—Señor Petrov, le traigo su té… —dijo uno de los camareros del prestigioso hotel a su huésped entrando en la salita.

Londres, noviembre dos mil catorce.

—Quiero una “cuppa” de té de menta por favor —ordenaba Nikolay a la vendedora de Twinings, una tienda en Londres con más de trescientos años de historia.

Le entregaron su vaso grande con té y al darse vuelta golpeó la bolsa de una bella dama que pasaba detrás de él.

—¡Sorry mam! —expresó Niko sonrojado al ver que había manchado la bolsa Carolina Herrera que llevaba aquella mujer.

Con cara de enojo, seguida de una mirada y sonrisa pícara Luana le dijo:

—Si me invitas un té de menta y te quedas conmigo platicando hasta que se seque mi bolsa te perdonaré.  Ella sospechaba quién era él pero fingió no saberlo.  Se le hacía un tipo muy atractivo, un hombre de mundo.

—¿En serio? —preguntó sorprendido Nikolay pero por dentro era su deseo tomar una taza de té con la mujer más guapa del lugar. —Sí, claro.

—Soy Luana, ¿y tú?

—Me llamo Nikolay —respondió con una sonrisa.

—¿Qué hace una mujer tan bella por aquí?

—Vine a un desfile de modas, soy modelo, pero quería deshacerme un poco de todo lo que eso implica y salir a caminar —contestó sonrojada, a pesar de estar acostumbrada a que siempre la adularan, con Nikolay sentía algo diferente.

—¡Wow! No puedo creer que esté tomando el té con una modelo, seguramente muchos me han de tener envidia en este momento.

Soltó una pequeña sonrisa Luana bajando la mirada apenada.

—¿Tú a qué te dedicas? —preguntó ella.

—Tengo una agencia de publicidad y estoy en Londres atendiendo algunas juntas, me gusta salir a caminar para relajarme y tomar ideas nuevas.

—Mil gracias por la tarde tan agradable que me has hecho pasar, por el delicioso té y bueno ahora tendré que comprar una bolsa nueva —se despedía Luana bromeando con Niko después de dos horas juntos.

—¿Te puedo volver a ver? —preguntó él.

—¡Claro! Márcame —le dijo Luana mientras escribía su número de celular en una servilleta.

Se la entregó, le dio un beso en la mejilla y se fue del lugar.

Al día siguiente

¡Toc! ¡Toc!

—Señorita Ribeiro.

—¿Sí, quién es? —preguntó al levantarse de la cama.

—Soy el conserje, le traigo un regalo que le ha llegado al hotel —se escuchó del otro lado de la puerta.

—¡Wow! ¡Está increíble! ¿De quién es? —expresaba la modelo.

“Gracias por dejarme descubrir esa bella sonrisa, espero verla el resto de mi vida… Nikolay”

La nota fue escrita sobre un vaso que contenía el té favorito de los dos. Atrás de la bebida un enorme arreglo de tulipanes; a partir de ese detalle, empezaron a frecuentarse más, trataban de coincidir ambos en lugares y tiempos.

París, marzo dos mil quince.

Nikolay recibió a su novia a un lado de la pasarela, al terminar el desfile,  como lo hacía siempre, con un tulipán. Se besaron y salieron del recinto.

Decidieron irse al hotel y pedir algo de cenar ahí. Se hospedaban en uno de los hoteles más bellos y famosos de la ciudad: Hôtel Plaza Athénée de París. Su habitación era grande y elegante, tenía una mesa que daba a una vista espectacular de la ciudad que incluía la majestuosa Torre Eiffel. Pidieron el servicio al cuarto y a las luz de las velas, con esa maravillosa vista cenaron un delicioso platillo de la cocina clásica francesa. Después hicieron el amor toda la noche.

En el desayuno

—Me duele decirte esto pero en los próximos tres meses no podremos vernos y tal vez llamarnos tampoco —dijo Niko abrazando a Luana.

—¿Por qué no? —preguntó ella sorprendida y quitándose el abrazo.

—Es por cuestiones de trabajo…

—¿Trabajo? Son tres meses, eso es mucho tiempo. Y no entiendo por qué hablarnos tampoco —respondió enojada.

—Ahora no puedo explicarte mucho, necesito que confíes en mí. Tenme confianza por favor, un día te explicaré. Lo que debes saber es que me gustas, me encanta estar contigo y te quiero. Daría todo por vivir contigo el resto de mi vida, así, juntos. Terminando este proyecto haré todo lo posible para que así sea.

Durante los tres meses siguientes Nikolay estuvo desaparecido, como si la tierra se lo hubiera tragado. Nadie sabía absolutamente nada de él. Lu le mandaba mensajes de voz, escritos y nunca obtenía una respuesta. Se sentía extraña, triste, no sabía qué hacer.

Marruecos, junio dos mil quince

Luana regresaba a su hotel, después de una fiesta que se realizó con motivo del fashion fest en Marruecos. Subió al piso siete del famoso Marriot, caminó diez pasos a la derecha y abrió la puerta de su habitación. De frente, sobre el escritorio un enorme arreglo de tulipanes y por supuesto un té con algo escrito.
A pesar de su tristeza e inconformidad en la situación con Niko, sonrió al ver el detalle porque sabía de quién era. Tomó el vaso, le dio un trago al exquisito té de menta y leyó el texto...

“No sabes cuánto te he extrañado, no he dejado de pensar en ti ni un minuto, espero que nada haya cambiado y que podamos seguir juntos adelante. Sobre tu cama hay un vestido, paso por ti en media hora, te quiero” Niko.

Olvidó en ese momento lo que había sucedido, corrió a la cama, vio el vestido Carolina Herrera envuelto en una caja de regalos. Era corto, de color blanco con rayas delgadas y pequeñas negras horizontales y verticales, cuello en V escotado y la parte de abajo con un deshilachado con diamantes. Se vistió inmediatamente, se calzó con unos zapatos rojos que también eran parte del regalo y un collar plateado con diamantes y zafiros.

—¡Te ves espectacular! Estás hermosa —expresó Niko mientras la abrazaba.

—¡Gracias! —respondió ella sonrojada.

Fueron a cenar pescado y mariscos  al mejor restaurante de Casa Blanca.

Platicaron varias horas pero cada vez que ella quería saber en dónde había pasado él estos tres meses, Niko cambia el tema, lo que puso un poco tensa la charla.

Después de haber se tomado algunas copas de vino y de champagne regresaron al Marriot en donde se hospedaba Luana, después de un beso la noche romántica se postergó hasta la mañana.

Hotel Four Seasons de Nueva York, diciembre dos mil quince.

La pareja había decidido pasar unos días en Nueva York antes del fashion fest. Varias noches antes del vigésimo aniversario del famoso evento de Victoria´s Secret, Luana y Nikolay decidieron salir a caminar por la quinta avenida.

El empresario, nervioso,  presentía que lo seguían.

—¿Qué te parece si nos vamos al hotel, pedimos algo de cenar y te doy un masaje? —preguntó él para tratar de estar en un lugar más seguro.

—¡Me encanta la idea! Vamos —respondió con una sonrisa pícara Lu.

Cenaron en el cuarto y  terminaron haciendo el amor, como acostumbraban.

—Lu, ¿te gustaría casarte conmigo? —preguntó Niko, sus brazos abarcaban los pechos de ella, tomó su mano y le entregó un majestuoso anillo de compromiso.
Sorprendida, se volteó y le dio un largo beso que terminó con lágrimas.

—¡Por supuesto! ¡Te amo! ¡Soy la mujer más feliz estando a tu lado!

Los días siguientes estuvieron un poco enfermos, sentían náuseas, Niko tenía diarrea y Luana vómito. Pensaban que algo de la cena les había caído pesado y que era una infección estomacal nada más.

El día del evento por la tarde…

Ambos tomaron su té favorito, el de menta, que habían pedido al servicio a la habitación. Todavía no se sentían bien del todo pero era el día del evento, no podían dejarse vencer por una ligera infección.

—Me voy adelantar para todo lo del maquillaje, pruebas, ya sabes cómo esto. Te veo allá mi amor —dijo ella, despidiéndose con un beso romántico.

—¡Claro! Ahí te veo, no me perdería por nada del mundo verte lucir la mejor prenda del evento —respondió con otro beso, pensó en descansar un poco antes de irse, sentía una fatiga considerable.

69th Regiment Armory, Nueva York.

—Luana tienes fiebre, ¿te sientes bien para la pasarela o prefieres que pongamos a alguien más? —preguntó la coordinadora del desfile.

—Creo que tengo una infección estomacal, no pasa nada, ésta es mi gran oportunidad. No puedo renunciar. Terminando el desfile me voy directo al doctor, no te preocupes —respondió la modelo a la que se le notaba un poco deshidratada.

Al frente en la pasarela desfilaba Luana, luciendo en su escultural cuerpo el sostén más caro de la colección.

Entre los aplausos de los invitados y los flashes de las cámaras de los reporteros, como parte del espectáculo, las luces se apagaron, la música disminuyó y un sonido de juegos pirotécnicos empezó a escucharse…

Se volvieron a encender las luces y la famosa modelo yacía tirada.

Entre gritos y mucho movimiento llegaron personas de seguridad y de emergencias para ver qué había pasado, se la llevaron inmediatamente al hospital.

Hotel Four Seasons de Nueva York

De fondo se escuchaba “El invierno” de la melodía de Vivaldi.

—Señor Petrov, le traigo su té… —dijo uno de los camareros del prestigioso hotel a su huésped mientras entraba en la salita.

Nikolay Petrov estaba sentado, parecía estar dormido.

—¡Señor! ¡Señor! —El camarero repetía y trataba de moverlo. Se dio cuenta que el huésped se hallaba inconsciente, llamó inmediatamente a sus compañeros para que lo ayudaran.

Llegó la ambulancia y fue llevado al hospital para ser atendido.

Bellevue Hospital Center

El ensordecedor ruido de la sirena anunciaba la llegada de la ambulancia que transportaba a la top model Luana Ribeiro al hospital Bellevue.

Fue recibida en el cabina catorce inmediatamente en el área de urgencias en donde le empezaron a hacer todos los estudios necesarios. Ella seguía inconsciente.

Siete minutos después llegaba otro vehículo del hospital sonando la sirena como es acostumbrado en una emergencia.

Bajaron al paciente directamente a urgencias, fue ingresado en el cubículo quince, seguía inconsciente.

El expediente de la convaleciente en la cabina catorce decía que había sido envenenada con polonio radioactivo 210.

Los estudios hechos a Nikolay Petrov del cubículo quince arrojaban como diagnóstico que había sido envenenado con la misma substancia que la de la cama contigua.

Los diferentes doctores de la prestigiada institución no daban crédito, haber recibido a un hombre y a una mujer, de distintas nacionalidades y lugares sin relación aparente, con el mismo problema y que además fuera algo tan grave, no era normal. Hasta que cayeron en cuenta que se trataba de una pareja de famosos.  Haber diagnosticado el problema les llevó mucho tiempo. El polonio radioactivo 210 es un material eficaz utilizado para envenenamiento, se dificulta su detección en el cuerpo a tiempo para que la persona pueda recibir tratamiento adecuado.

Por lo inusual de ambos casos y por lo grave del asunto, el director del hospital, el médico Smith, tuvo que dar parte a las autoridades.

Después de varios días en el hospital, la pareja de enamorados iba empeorando más y más, empezaron a tener fallas orgánicas, caída del cabello, dolores gástricos, daños en los pulmones y riñones y fallo total del sistema inmune.

Tres enero de dos mil dieciséis, Bellevue Hospital Center

La bella modelo comienza a tener complicaciones, los doctores encargados tratan de hacer algo pero todo intento es inútil, fallece.

Siete minutos después, Nikolay Petrov, en la cabina de a lado, deja de respirar y el médico de guardia da como hora oficial de su muerte las trece con trece.
En los medios de comunicación internacionales se empieza a hacer mucho ruido por la muerte del empresario que en realidad era un espía del servicio de inteligencia ruso.

De acuerdo a las investigaciones, en la habitación donde se quedaba con su enamorada fue encontrado en varias partes el material radioactivo, sobretodo en la tetera. Al parecer había sido envenenado y su muerte aprobada por el presidente de Rusia. Los medios impresos y digitales no dejan de hablar de la noticia haciendo sus propias conjeturas pero nada oficialmente aceptado.

“El crimen casi perfecto contra el ex espía ruso Nikolay Petrov en Nueva York”

Estuvo a punto de convertirse en un crimen casi perfecto.

Pero, la investigación pública por la muerte del ex espía ruso en Nueva Yotk  finalmente concluyó con la identificación de varios culpables.

Putin "probablemente aprobó" el asesinato de Nikolay Petrov, el ex espía ruso envenenado con polonio 210.

"Estoy seguro de que el señor Lugovoi y Kovtun colocaron el polonio 210 en la tetera", dijo la policía a cargo de la investigación, refiriéndose a los dos antiguos colegas de Petrov considerados los principales sospechosos por las autoridades estadounidenses”…

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