viernes, 18 de febrero de 2011

El Discurso

Oscar Pastor

La plaza Bolognesi, llena de enflorecidos arbustos que crecen bajo la sombra de palmeras y árboles pequeños como la cascarilla, le dan una imagen irreal al puerto de Mollendo, ubicado en pleno desierto costero. Dos entrañables amigos escucharon decir que el presidente de la república rendirá cuentas al país la noche del doce de febrero, desde la mismísima plaza  Bolognesi. Faltaban menos de treinta horas para el cabildo abierto.
- La plaza no tiene más de mil metros cuadrados y la mitad son áreas verdes. No habrá sitio para muchos. ¿Por qué el doce de febrero y en la noche?, ¿Por qué anuncian el cabildo con un día de anticipación? -Perico preguntaba a su compadre que impávido lo escuchaba.
El alcalde sabía muy poco de la organización del cabildo abierto, a la pregunta de los periodistas, contestó que la municipalidad no había sido comunicada al respecto. El Yuyo, periodista de punzante verbo no dejó pasar la oportunidad para hacerse oír.
- Otra vez la mecida, amables oyentes, oyentes amables -gritaba al micrófono de la radio-, el presidente no va a llegar a Mollendo -hizo una pausa y gritó malcriadamente-, alcalde organice la protesta o ya se vendió al gobierno de turno.
En la playa las ventas de bebidas heladas están en su punto máximo, las ventas de platos de pescado y mariscos están en su punto más alto, los jóvenes como pingüinos caminan por las playas buscando llamar la atención de alguna ilusa joven, Marcelito aún no termina su juego de paletas que empezó en la primera playa hace algunos años, las familias esperan las empanadas que saben bien a media tarde, el inmenso barco petrolero en la tercera playa ya no llama la atención a nadie, una bandada de Pelícanos es seguida por un grupo de jóvenes que llegan a la playa por primera vez, para los mollendinos todo sigue exactamente igual.
Al día siguiente, muy temprano llegaron varias camionetas 4x4 a la casa de los Pérez Gil, de ellas descendieron funcionarios con ternos y lentes oscuros, jóvenes y adultos de ambos sexos portando maletines de cuero negro, los curiosos llegaron a contar más de treinta personas y comentaron en voz baja que dentro del grupo estaba el presidente.
Antes del descanso de medio día, los trabajadores de la obra del  estadio municipal acomodaban maderas en las tribunas que lucían espectaculares aún sin haber sido pintadas, fueron interrumpidos por un oficial de policía que llamó al capataz, y en voz baja y sin perder la autoridad le pidió convocar a todo el personal, a quienes les ordenó abandonar inmediatamente el estadio. La orden fue cumplida en silencio, sin alegría.
Tres kilómetros al sur de Mollendo, a unos metros de la orilla del mar y sin más construcción que un cuarto de cemento descuidado y una bandera que muestra la dirección del viento está el Koralaque, campo de aterrizaje usado como centro de operaciones por avionetas de avistamiento marino. Tres kilómetros al norte está la base naval de Catarindo ubicada tras una lomada que esconde todas sus actividades. El estadio municipal, el Koralaque y Catarindo estaban preparados para recibir el helicóptero presidencial.
Más o menos a la misma hora del desalojó del estadio, el oficial de turno de la base naval llamó a formación de emergencia, luego de las rutinas de rigor comunicó a los marineros que después del rancho de medio día se dará seguridad al presidente, momentos después los marineros salieron en dos ómnibus en medio de una alegría preocupante, en el trayecto dejaron atrás la quebrada de Catarindo y llegaron a la Iglesia San Martín, las calles estaban desiertas, en su camino a la plaza Bolognesi observaron a gente abanicándose. El Yuyo no dejaba de lanzar rumores en la radio.
- Amables oyentes, oyentes amables, la llegada del presidente no es más que una cortina de humo, se viene un golpe de estado y Fujimori saldrá libre, esa es la verdad, el resto son cuentos. Sigan con el Yuyo, el único que está con el pueblo.
Grupos de policías se desplazaban estratégicamente hacia las entradas de la plaza Bolognesi, tenían la orden de no dejar entrar o salir sin autorización. Los marineros recibieron otra orden: desalojar a los curiosos y a los vendedores ambulantes, retirar los carros de la plaza y cerrar los comercios; tenían hasta las cinco de la tarde para cumplir con el mandato. Con el tiempo en contra no se podía esperar trato amable, la gente recibió algunos golpes y muchos gritos, el encargo fue cumplido. El discurso era inminente.
En la cabina de radio Las Playas, el Yuyo se abría la camisa, se abanicaba el pecho con un periódico, tomaba sorbos de agua, cogía el micro y se levantaba de la silla, se volvía a sentar, no podía creer. Hacía unas horas había dado una noticia que en los hechos estaba siendo desmentida. Se armó de valor, tomo el micrófono con ambas manos y empezó.
- Amables oyentes, oyentes amables, ante los hechos recientes como el acordonamiento de la casa de la familia Pérez Gil y el cerco implacable de la plaza Bolognesi debo decirles que nos han engañado. Me he comunicado con unos colegas de palacio de gobierno quienes me han confirmado la realización del cabildo, esperemos que no sea un engaña muchachos -dijo.
El presidente había llegado muy temprano el doce de febrero a la casa de la familia Pérez Gil, lo atrajo la oferta del adobo en la mañana y una corvina frita a medio día, también las conversaciones con dos reconocidos narradores de cuentos, que había invitado a almorzar ese mismo día: Manuelciño y el Maestro Santos.
El presidente mostró su asombro ante cada historia contada con el particular dejo al hablar, casi cantando. La de los cholloncos fue la primera, luego el castillo de Forga, el condenado, las caminatas a la cruz de fierro, el pavipollo, los ahogados en la playa, las chanchas de los estibadores, el urbanito, las antiguas kermeses,  las fiestas en la playa, las conquistas amorosas de los pescadores a las prostitutas, los chismes, las chapas, conversaciones amenizadas con chicha morada helada, hecha con maíz del Valle de Tambo, inigualable como las aceitunas y el queso que también se servían.
Mientras la tertulia avanzaba el comité de asesores revisaba el discurso del presidente, a quien interrumpían con frecuencia para tomarle el parecer de alguna frase o cifra, la respuesta era un silencio inspirador. Mientras el comité se preparaba para entregar al presidente Garbo Noriega algo más de cincuenta hojas perfectamente compaginadas, dos humildes personas hacían esfuerzos para no aburrirlo, estaban viviendo una experiencia que no podían acreditar porqué no tenían ninguna foto como prueba de su tarde con el presidente, eso los desesperaba, eso los apenaba y no se atrevían a pedirla.
La casa de los Pérez Gil estaba rodeada de personal militar vestidos de civil, cerca o lejos de ellos cientos de curiosos, desde allí un reportero anunciaba el pronto desplazamiento del presidente hacia la plaza Bolognesi. El Yuyo terminó una reunión de emergencia con sus reporteros, despidió en la puerta de la radio al que llevaba una mochila en el hombro, y le dijo en voz baja.
- Prepara todo para no perder este momento, debes estar preparados por si es necesario llevar adelante nuestro plan de alta sintonía.
- No ser preocupe jefe
Cerca a las seis de la tarde la plaza Bolognesi estaba repleta de partidarios y de curiosos que querían escuchar al presidente. Los ambulantes y los niños brillaron por su ausencia, algunos partidarios de gobierno aplaudían para saludar el acontecimiento y reconocerse entre ellos.
En la casa de los Pérez Gil el presidente fue interrumpido por el primer asesor.
- Presidente ya está listo el discurso, ¿Lo quiere revisar?, o aplicamos el código 2B.
El silencio inspirador hizo mover al personal de seguridad, el presidente se levantó de su cómodo sillón de madera, llamó a los Pérez Gil y les agradeció su hospitalidad con un fuerte abrazo, lo mismo hizo con sus ocasionales cuenteros, tomó entre sus manos el discurso y salió a su camioneta con lunas negras, iguales que los lentes de su chofer y le ordenó dirigirse primero al castillo de Forga, según sus cálculos llegaría a la plaza Bolognesi exactamente a las seis de la tarde para iniciar su discurso, ningún cabildo, sólo un gran discurso.
Alcanzó a ver el castillo de Forga con las últimas luces del día, era tan hermoso como se lo contaron. Pidió regresar por el camino alborotado de la playa, ordenó a su equipo de seguridad adelantarse para disfrutar del viaje en soledad. La música de la camioneta presidencial y de los restaurantes ubicados en el boulevard de la playa se mezclaban, los intentos del presidente para revisar el discurso no tenían éxito, sea por la música, por el movimiento de la gente, por las luces, por el silencio inspirador del chofer o porque simplemente no tenía ningún deseo de leerlo. El destino final estaba a tiro de piedra, el chofer cumplió rigurosamente el reglamento y sin voltear la vista se dirigió al presidente.
-Señor presidente estamos a dos minutos de nuestro objetivo, ¿Desea continuar?
-No -le respondió-, detente unos minutos fuera del boulevard.
El presidente prendió las luces interiores de la camioneta y escogió al azar una hoja del discurso, que leyó en voz alta.
- La brecha en inversiones relativas a infraestructura vial supera los nueve mil millones de dólares, para saneamiento básico se requiere más de cuatro mil millones de dólares, inversiones que serán atendidas por los ministerios de Transportes y Vivienda respectivamente. El desafío que nos espera …….
El silencio invadió la camioneta, tiró las hojas del discurso sobre sus piernas, se cubrió la cara con ambas manos y respiró profundamente para exclamar encolerizado
- El maldito Código 2B, aprobar el documento sin leerlo, deberían crear el código cien y fusilar a los que escribieron  esta porquería que no la entiende nadie.
Su fastidio era innegable, el chofer buscaba la fórmula para ser invisible, el ambiente dentro de la camioneta era irrespirable, -el presidente releyó el discurso.
- La brecha de inversiones es el dinero que falta, la infraestructura vial son carreteras, el saneamiento básico es agua y desagüe, ¿Por qué no hablamos igual que el pueblo?  -se preguntó-. Voy a prohibir el uso de términos estúpidos, nunca más se aperturará una carretera, nunca más se monitorearán los resultados, nunca más se profundizarán medidas gubernamentales, el presidente tiene que volver aprender hablar como el pueblo, por eso me están odiando porqué no hablo yo, habla el maldito comité. 
El comité de asesores se auto convocó de emergencia, debían preparar alguna explicación al retraso presidencial, la molestia de la gente que abarrotaba la plaza se traducía en silbidos, insultos y gritos destemplados contra el gobierno. La reunión de emergencia fue interrumpida por los aplausos y gritos provenientes de la plaza, el presidente había decidido ingresar caminando para mezclarse con la gente, darse tiempo para hablar de los cholloncos y del pavipollo, de escuchar algunos apodos que le llovieron como mana del cielo, de palmear la espalda a la gente, a sentirse como ellos, a escuchar otra vez. ¿Es usted es el presidente?, que bueno que esté con nosotros, ¡Fuerza jefe! escuchó durante a su paso.
Ya en el balcón de los Zencini y frente a una multitud pocas veces congregada en la Plaza Bolognesi, el presidente levantó ambas manos y escucho la ovación del pueblo, caminó de un lado a otro en el balcón y empezó.
- Amigos del Puerto Bravo he venido a visitarlos para compartir algunas reflexiones de mi gobierno. Empezaré disculpándome por la demora, -levantó el folder con el discurso, también el tono de voz y continuó-, un grupo de asesores han entregado al presidente este discurso para leerlo sin modificaciones, no es lo que quiero decirle al pueblo. ¡Protesto! en nombre de todos ustedes -gritó con el micrófono en la mano- ¡Protesto! -Reitero en medio de un ensordecedor aplauso.
- Presidente contrólese -se escucho del interior de la casa- contrólese por favor.
- El presidente es el intermediario entre el pueblo y el estado -continuó molesto-, vamos a conversar como amigos. Nuevamente aplausos.
El presidente se pasó la mano sobre su encanecida cabellera y continuó.
- El Perú es un país muy complejo, muy grande, poco comunicado, habitado con gente, idiomas, costumbres, comidas y fiestas diversas. Su geografía y climas son igualmente diferentes, por eso es difícil hacer del Perú un país homogéneo. -El presidente abrió sus enormes brazos-, durante su vida José María Arguedas nos gritó al oído que el Perú era un país heterogéneo, decía que las mezclas y las diferencias se funden en el tiempo para producir la unidad, nos decía que el Perú es un país de diferencias, -enfatizó con el índice derecho apuntando al cielo-. En memoria de éste notable peruano declaro mi respeto a la diversidad, mi respeto a cada uno de ustedes, mi compromiso para integrar a todos bajo una sola bandera.
- Presidente, retome el discurso, -se escuchó de manera reiterada.
- No leeré el maldito discurso -contestó en voz baja.
El Yuyo mantenía constantes comunicaciones con sus reporteros, lejos de la cabina de la radio, quería información fresca para lanzarla al aire. El presidente continuó con su discurso.
- No voy hablarles de cifras, no voy a decirles como ha crecido en estos años el valor del Producto Bruto Interno, tampoco voy a hablar de nuestras Reservas Internacionales Netas que están en los mejores niveles de la historia, ya sabrán que la recaudación de impuestos está sobre la media latinoamericana, que la inversión pública como porcentaje del PBI está alcanzando sus mejores niveles. Quiero decirles que ahora estamos en buena situación económica pero debemos andar con cuidado, -caminó hacia un lado del balcón, junto ambas manos y volvió a elevar la voz- recursos económicos tenemos, lo que nos falta es la voluntad de los burócratas para gastar bien, para alejarse de las tentaciones del poder, para cumplir con sus obligaciones, eso nos falta.
Llegaron largos aplausos y junto con ellos dos preguntas
- ¿Cuánto de dinero ha gastado el estado en los últimos años?, miles de millones, ¿Cuánto de este gasto ha mejorado las condiciones de vida?, ustedes tienen la respuesta que indigna el alma: muy poco. El resto se ha ido a cuentas corrientes del extranjero, a esos pillos los vamos a traer y van a pagar sus culpas, debemos cuidar que no aparezcan nuevos pillos.
El presidente se sentía conectado con el pueblo, sabía que estaba hablando lo que querían escuchar, era necesario seguir, así lo hizo.
- Los recursos provenientes del Canon Minero se han convertido en la niña bonita de los políticos nacionales y locales, todos quieren más. Les pregunto ¿Qué están haciendo para que se incrementen los ingresos?, ¿Cómo los están gastando?, ¿Qué están informando a la población?,  -esperó unos segundos y preguntó esta vez en tono burlón- ¿Muy poco verdad? -hizo una pausa y continuó hablando con el torso ligeramente inclinado hacia la multitud- sesentaicuatro municipalidades que es el 3% de las mil ochocientos treintaitres que existen en el país reciben la mitad de todos los recursos del Canon Minero, curiosamente la mitad de las municipalidades recibe sólo el 3% de todo el Canon, no necesitamos ser sabios para darnos cuentas que algo debemos corregir, esas injusticias generan protestas que son la expresión de un pueblo descontento.
Se tomó un pequeño descanso, caminó de un extremo a otro sin hablar.
- ¿Estamos realmente satisfechos con el trabajo de los ministerios, del poder judicial, de las fuerzas armadas?, ¿Estamos satisfechos con el sector privado?, seguro que sí en algunas cosas y no en otras -hizo una pausa y continuó- sus respuestas reflejan nuestro Perú, no hay unanimidad.
El Yuyo que seguía el discurso trasmitido en cadena nacional, no dejaba de tomar nota, tenía sentimientos encontrados, no tenía claro si debía seguir siendo anti presidente o apoyarlo. No podía salir al aire, estaban en cadena nacional; llamó por teléfono a su reportero.
- ¿Como están las cosas?, quiero información tenemos que parar esta farsa, camina, pregunta, invéntate algo, no podemos estar callados, el pueblo reclama acción, esto es lo que hemos esperado tanto tiempo, no lo puedo perder carajo.
- El Perú ha hecho mil reformas judiciales -seguía el presidente-, se ha dado mucho dinero para mejorar el sistema jurídico; siempre falta, siempre tenemos la esperanza que mañana será mejor y ese mañana no llega nunca. El Poder Judicial no es un país dentro de otro, vamos a reconocer las cosas buenas, pero les vamos a pedir cuentas, a poner plazos, a exigir que hagan las cosas mejor y más rápidas, que tengan el valor de no judicializar todo, de no apelar todo, jueces y fiscales serán controlados por el pueblo.
La indiferencia total de la población lo preocupó, se quito el saco y provocó algunos silbidos y aplausos. Busco reconectarse con los asistentes.
- Los programas sociales no pueden ser un nido de ratas, ustedes saben que de cada sol que se destina a los pobres en los ochetaidos programas sociales, menos de treinta centavos llegan a su destino, el resto se va en planillas y ustedes saben a dónde más. No son las leyes las que van arreglar las cosas por qué tenemos muchas, son ustedes los que van a mejorar la calidad del gasto, cuando sean oficialmente custodios del dinero del pueblo. Al fin llegaron los aplausos.
- Voy a proponer una Ley que obligue a gastar con prioridad en servicios, luego harán parques a la bicicleta, al camarón o al choclo, -se dejaron escuchar algunas risas y burlas-. Primero agua y desagüe luego pistas, veredas, energía eléctrica, después parques. Vamos a atender la necesidad del pueblo, después la necesidad de sus autoridades.
El asesor principal le dijo al presidente que según una encuesta rápida el pueblo mayoritariamente quería escuchar propuestas sobre educación. El discurso continuó.
- ¿Saben que tenemos más de ocho y medio millones de alumnos?, -preguntó el presidente- y menos de quinientos mil docentes en el sistema educativo peruano.
El asesor principal le entrego el folder abierto en la página de educación, el presidente empezó a leer en voz alta
- A esto debemos sumar quinientos sesentaiocho mil noventaicinco estudiantes universitarios, que estudian en noventaiun universidades, cincuentaiseis de ellas privadas.
El presidente levantó la mirada al cielo, miró a su alrededor y gritó en voz baja
- Que estoy hablando, nadie quiere cifras, nadie quiere análisis, quieren soluciones. ¡Coge esto carajo! -grito a uno de los miembros del comité especial, mientras entregaba el folder con el discurso, para luego continuar-. Sé que los profesores ganan poco, aumentaremos su sueldo y tendrán más capacitación, pondremos más bibliotecas, más laboratorios. Vamos a dejar de construir escuelas, destinaremos quinientos millones de soles para mejorar y equipar colegios, vamos a mejorar lo que tenemos, no vamos a construir elefantes blancos
El presidente era imparable con las ideas de educación, el pueblo respondía con alegría y esperanza, querían más y el presidente no se dejó esperar.
- El estado enseñará dos idiomas y dos habilidades manuales, -esperaba aplausos que no llegaban, la situación le obligó a utilizar su mejor recurso- la educación seguirá siendo gratuita, nadie pagará un centavo, -llegaron los aplausos, pocos pero llegaron.
El Yuyo estaba al borde de la desesperación, se armó de valor y empezó a manipular los equipos de la radio, no había logrado la alta sintonía que esperaba, debía aplicar el plan, mandó a su último reportero a la plaza Bolognesi.
Ya vamos a terminar gritó el presidente.
- Tenemos más de sesenta y cinco mil profesionales en el sector salud, -hizo una pausa, no quería hablar de números- más de la mitad están en Lima, ¡Qué injusticia¡ -elevó el tono de voz-. Destinaremos quinientos millones de soles para reparar y mejorar los hospitales, compraremos instrumental y equipos básicos. Los aplausos brillaron por su ausencia.
El presidente quería terminar, quería unos minutos de descanso, la plaza  también mostraba cansancio, miró hacia el interior de la casa, no le sirvió de mucho, giró el tono del discurso.
- No vamos hablar del futbol que sólo nos trae penas y frustraciones, no puede ser posible que once personas condicionen nuestro cariño al Perú. Ya no tenemos atletas, hemos sido expulsados de la alta competencia, destinaremos ciento cincuenta millones de soles en los próximos tres años para formar atletas con la participación de las fuerzas armadas. -Ni un solo aplauso, el cansancio había llegado también al pueblo.
El cordón humano de la policía y los marinos se había roto hacía un buen rato, la gente transitaba sin restricciones por las calles, las tiendas abrieron sus puertas, ya no trasmitían el mensaje presidencial en exclusividad. El Yuyo salió al aire.
- Amables oyentes, oyentes amables, hemos escuchado con atención el discurso del presidente, una mecida más, sólo palabras y promesas que nunca llegarán. El discurso sólo ha servido para justificar el viaje de un montón de come echados, su alocución fue interrumpida por una llamada telefónica de un radio escucha anónimo.
- Don Yuyo, acaba de producirse un disparo en la calle Comercio con muerto incluido, la gente está llegando de todos lados, sería bueno que venga el Fiscal.
- Manténgase por el interno -el periodista corto la conversación con su informante-, Amables oyentes, oyentes amables, el presidente ha traído muertes, muchas muertes como las que acaban de producirse en la calle Comercio. Seguiremos informando, no cambie de dial, el Yuyo a su servicio -una sonrisa inundó su rostro.
El sueño del periodista se estaba cumpliendo, por primera vez toda la población estaba pendiente de la radio, de su programa que traía las últimas noticias, el pueblo reclamaba más información y el periodista se la entregaba sin demora, para eso estaban sus reporteros.
- Presidente debe ingresar a la casa, la situación es peligrosa -le recomendó el asesor.
- Es de cobardes dejar al pueblo en momentos difíciles -respondió con la voz entrecortada.
No es posible imaginar el caos que se armó, las esquinas parecían grandes úteros pariendo gente, todo el mundo abandonaba la plaza en busca de un lugar más seguro. En la desesperación algunos se cayeron y fueron pisados, los comercios empezaron a cerrar sus puertas. La policía no tenía ningún plan para estos casos, la primera reacción fue hacer sonar la sirena que trajo mayor confusión, inmediatamente fue apagada por uno de los oficiales.
El Profesor repuesto del susto inicial acomodó sus gafas, le tocó el hombro a Perico y le dijo.
- Las cosas no suceden en vano, cuando empezó a llenarnos de promesas más de uno quiso pegarse un tiró, allí está la  respuesta. Debe servirles de lección, al pueblo ya no se le puede engañar, la reunión ha sido un mitin de campaña, lo único que faltó fueron las pancartas y la parafernalia proselitista.
-Vamos a escuchar al Yuyo, que ya debe tener la noticia en el aire.
- ¿Alguien puede dudar que el Yuyo esté detrás de todo esto?
- Será loco pero no cojudo para meterse con el presidente
- En esta vida no se puede descartar nada, todavía no sabemos de lo que es capaz ese fulano
- Solo a ti se te puede ocurrir tamaña idea, cállate -gritó Perico
El presidente sentado en una silla de madera y con el codo apoyado sobre una gran mesa pidió un trago fuerte. Quería responsables, esta vez su discurso estaba dirigido a su comité especial.
- Mañana los titulares serán la balacera o la muerte de algún imbécil. Quiero la cabeza del Jefe de la Policía. Preparen todo, en unos minutos nos vamos, llamen a la base aérea, partimos en este momento. Los responsables deben abandonar el gobierno de una vez, quiero nombres carajo, nombres.
- Presidente -le respondió el segundo asesor- de acuerdo al plan aprobado, a primera hora de la mañana tomaremos desayuno con los oficiales de la base naval de Catarindo, y luego abordaremos el helicóptero a la base área de la Joya y de allí partimos en el avión presidencial a la ciudad capital. La hora aproximada de arribo se estima a las diez de la mañana. Media hora más tarde tiene una reunión con el Presidente de la Cámara de Comercio de Buenos Aires junto con otros empresarios que le propondrán posibilidades de inversión en el Perú, la agenda continúa y la conocerá en Palacio de Gobierno.
- ¡Imbécil! Estoy buscando explicaciones a esta situación crítica y tú con abordar, arribar, estimar, ¡No jodan!, el Perú se empezó a joder cuando gente como ustedes inventó un país de escritorio y discursos, divorciado del país real.
Unas horas en el puerto eran suficientes para conjeturar sobre el motivo de la visita, el presidente, su comité especial, las autoridades, el discurso, el o los asesinatos, la radio, el periodismo, el raiting, los planes del Yuyo, los mollendinos, el verano, tantas cosas para pensar, tantas cosas para olvidar.
Que día, todo junto en unas horas, nunca faltará un motivo para divertirse o preocuparse y como canta Arjona, si no existe lo inventan. 

viernes, 4 de febrero de 2011

El Amor

Mónica Rengifo

Le compraré algo, eso le alegrará el día muchísimo. César Martinez cruza la pista, avanza tres pasos y llega a la puerta de una tienda que solamente vende peluches. Espero me alcance el dinero, aunque así le regale un chicle le gustará. El muchacho suelta algunas carcajadas. Da un fuerte suspiro y entra al local. Peluches rosados, morados, verdes. Osos, perros, conejos, animales todos de felpa. Aromas de perfumes suaves se encuentran esparcidos por todo el lugar. Un gato, dónde habrá un gato. César se para en el medio de la tienda, mira hacia todos lados. En un estante, entré un par de almohadas con estampados de corazones  se encuentra lo que estaba buscando. Se acerca, lo coge, mira el precio. Treinta soles… ¡Es perfecto! Este le encantará, Jessica ama a los gatos. Justo es medio anaranjado como su color favorito.  Se acerca hasta el mostrador, saca su billetera del bolsillo trasero de su jean pitillo negro, paga por el peluche, pide que lo envuelvan como para un regalo, da las gracias para después salir contento de la tienda.
César y Jessica son una pareja de enamorados. Tienen muy pocas cosas en común, pero se quieren de una manera extraordinaria. César monta skate, hace bodyboard, es tranquilo, sereno, siempre está feliz, es difícil verlo preocupado. Muy pocas veces esta con los pies en la tierra, es un soñador por excelencia.  Alto, trigueño, ojos marrones claros, cabello lacio y contextura delgada. Jessica, por el contrario, es una persona más realista, no le gustan los deportes, disfruta leer libros de Sartre, es seria, posee un carácter fuerte. Petiza, de cabello ondulado pelirrojo, pecas en su piel pálida, ojos verdes.  Ella siempre fue una de las primeras en su clase; sin embargo, en las últimas semanas, sus notas han bajado drásticamente. Las peleas con su madre han eliminado su autoestima, siente que ahora ya nada importa porque su papá se fue de la casa después de la última disputa. Anda malhumorada, dejó de salir a divertirse y se distanció de César.
Después de varios días de una actitud extraña, Jessica decide salir de su casa para ir a buscar a su enamorado. Para su ominosa suerte tuvo un accidente. Estaba cruzando la autopista a unas cuadras del destino final cuando un carro frenó en seco, un grito de dolor. Muchas personas comenzaron a acercarse hacia donde yacía la muchacha. César se encontraba echado sobre su cama mirando el techo cuando un sentimiento de preocupación se apoderó de él. El teléfono de la casa sonó.
-¿Aló?
-César, espérame en la puerta de la casa. Estoy llegando en menos de cinco minutos.
-Má, ¿te encuentras bien? Suenas preocupada.
-Solo hazme caso, en el camino te cuento qué pasó. Ya estoy a una cuadra, anda bajando.
-Okey- respondió extrañado.
Ambos colgaron el teléfono. César cogió las llaves de su mesa de noche, sacó una casaca del armario y se la puso mientras caminaba hacia la puerta principal de la casa. ¿Habrá peleado con mi papá? No creo. Giró la perilla, el gran rectángulo de madera se movió. Salió de su hogar, su madre estaba esperándolo a unos pasos de donde él se encontraba. Puso llave en la cerradura, se acercó hasta una camioneta azul. Se sentó en el asiento delantero. ¿Qué le sucede? Creo que sí discutió con papá. Su mamá no dijo ninguna palabra, solo lo abrazó muy fuerte.
-Mamá, ¿qué pasa?
-Tenemos que ir al hospital- dijo la señora en un tono seco.
-¿Es papá el que está mal?- preguntó César asustado.
-No, es Jessica- respondió la mujer.
César se paralizó. Su mamá arrancó y se dirigieron hasta el hospital. Llegaron, preguntaron por la muchacha, subieron hasta el quinto piso. El cuarto número 503. La señora se quedó afuera mientras que su hijo entró, Jessica estaba durmiendo. Se acercó hasta ella, no sabía cómo reaccionar. Cogió su mano, unas cuantas lágrimas se deslizaban por el rostro del joven.  Los ojos de la chica se abrieron lentamente, giró la cabeza y vio a su enamorado. Una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos.   
-César… ¿cómo supiste que…?
-Shhh… no hagas mucho esfuerzo. Mi mamá me trajo.
-Ah.
-¿Cómo te sientes? -los ojos de César brillaban al saber que su enamorada estaba con vida.
-Mucho mejor.
César sonríe.
- ¿Cómo pasó?, ¿recuerdas?
-Más o menos. Sé que iba a cruzar la pista. Estaba a unas cinco cuadras de tu casa, después sentí un dolor muy fuerte. Me levanté aquí, mi mamá estuvo hace un rato. Se fue a comprar medicinas, creo que ella llamó a tu mami.
-Qué doloroso. Lo bueno es que aún respiras –César y Jessica ríen.
-Te quiero sonso –Jessica lo mira tiernamente.
- Yo también te quiero.
César anda demasiado preocupado. Es increíble verlo así, siempre está tenso o nervioso.  Va a visitarla casi todos los días un par de horas para ver cómo se encuentra, su bálsamo  es saber que cada día mejora. Sin embargo, por las noches, imagina que no se recupera. Cada minuto, segundo, hora se hacen eternos para él. Sale a montar skate para distraerse, pero los trucos no le salen y el estrés vuelve a consumirlo.
Un par de días antes que a Jessica le dieran de alta, César vuelve a visitarla.
-Hola amor –saluda Jessica en un tono alegre.
-Hola, veo que hoy estas muy feliz.
Jessica lo mira pícaramente.
-Bueno, es que mi enamorado es muy lindo.
-¿En serio? Tengo que conocerlo ah, seguro es un tonto –ambos ríen.
-César, últimamente has estado raro ¿Te encuentras bien?
Da un largo suspiro.
-No sé por qué, pero últimamente siento como miedo. He estado preocupado, no puedo dormir bien sabiendo que sigues aquí. Además, estuviste tan extraña desde hace semanas.
-Qué lindo –Jessica sonríe- pero ya estoy mucho mejor ¿dónde quedó el chico relajado y despreocupado del que me enamoré?
-Es que no sé, Jessica. Todo fue tan rápido. Me da cólera no haber estado allí. Si hubiera sabido que venías podría haberte dicho que te quedes ahí y yo te daba el encuentro, todo sería distinto. No estarías acá, ya habrías subido tus notas. Debí de haberme preocupado más –César abraza a Jessica.
-¿Te estás escuchando? Normalmente me sonríes y haces un chiste de todas las desgracias que me pasan ¿Tus padres han estado discutiendo de nuevo?
-No… no. Ya te dije Jessica, no sé que tengo.
-Tranquilo. Vuelve a ser el tipo relajado y despreocupado que amo please.
César la mira extrañado.
-¿Cómo es posible que siendo tú la víctima del accidente estés tan tranquila?
- ¿Sabes? El día del accidente tuve un sueño diferente a todos los demás. Una persona vestida de blanco me hablaba cálidamente, dijo que todavía no era mi hora. Me dijo que había personas que me necesitaban. Después abrí los ojos y vi tu rostro.
-Yo te necesito, por eso estoy tan preocupado.
-Te quiero. Pero esa voz no se refería a ti, sino a mi madre. Desde que mi papá se largó su estado de ánimo ha estado peor que el mío. Y yo como bruta le echaba la culpa, dejé de apreciar mi vida, solo peleaba. Sentía que ya nada tenía sentido. Después de ese sueño y de saber que estuve tan cerca de irme al otro mundo entendí todo.
-¿Qué entendiste?
-Entendí mi error. No fue la mejor manera para darme cuenta, pero si este accidente no se daba, yo podría haberme suicidado por lo triste que estaba. Entendí que en lugar de pelear con mi mamá debería de entenderla y ayudarla. Por eso quiero que regreses a ser el de antes. No quiero que termines igual que yo por el estrés y la preocupación y la tristeza.
-Me cambiaste el mundo –ambos ríen- gracias. Te lo prometo, todo será como antes.
Cuando por fin la muchacha regresó a casa, César la esperaba en la puerta de su hogar con un ramo de flores, a su lado estaban tres de sus amigos, cada uno con una caja de sus chocolates favoritos. A Jessica se le cayeron un par de lágrimas de la felicidad. César, sonriendo, fue el primero en acerarse y abrazarla. Jessica lo miró a los ojos, le dio un besito en la boca y, mirándolo de nuevo, le dijo: Eres lo mejor que he podido encontrar.
Esa misma noche, Jessica recibió una inesperada visita. Entendiste la lección, siempre te estaré cuidando. Me llamo Mehiel y soy tu ángel de la guarda. Era esa luz de nuevo.