sábado, 16 de diciembre de 2017

El camino

Luz Hernández


Desde los más empinados cerros, se puede apreciar la hermosura del paisaje. Al fondo atravesando el cielo azul, un océano de nubes blancas y suaves como el algodón cubre los dorados rayos solares. En los verdes campos se ven aparecer las primeras flores de las amapolas, margaritas, geranios y aromáticas; entre ellas: la yerbabuena, manzanilla, romero, albahaca que endulzan el ambiente.

Variados árboles resguardan toda la hondonada. En los labrantíos se escuchan las ardillas jugando por entre las ramas de los gruesos robles mientras que una bandada de aves alza su vuelo de forma majestuosa. Allí hay una escuela cerca de un riachuelo de aguas cristalinas con brillantes peces que juguetean alegremente con algunos niños que les arrojan hojas para verlos reflejar en el agua y formarse varias ondas, mientras que un aire fresco roza sus cabellos perfumando el aire.

A lo lejos se levanta una polvareda causada por una camioneta que se va acercando y de la cual bajan algunas personas. El hombre más alto dice:

─Buenas tardes. ¿Nos pueden decir dónde se ubica la escuela?

─Y también queremos saber ─interviene una mujer.

─¿Cómo  construyeron este maravilloso camino? 

Un muchacho levanta la mano y les dice: 

─Presentémonos primero. Nosotros somos estudiantes de la escuela Cañaveral, de décimo grado. Ellos son Andrés, Felipe, Camilo, Andrea, Catalina, Natalia y yo soy Juan. Representamos el gobierno escolar y siempre estamos pendientes de nuestra escuela. Llevando el puño al pecho, inclina levemente la cabeza hacia adelante, sonriendo.

Los dos hombres con vestidos formales y una mujer sudorosa, que se abanica dice:

─Somos del sector educativo y venimos a ver cuáles son las necesidades más apremiantes para apoyarlos. El señor de cabello negro es Efraím, el de corbata gris es Pedro. Y yo me llamo Beatriz, mucho gusto en conocerlos. ─Extendiéndoles la mano. Luego todo se quedó en un profundo silencio. De pronto por unos breves instantes Beatriz recordó cuando tenía nueve años y también a su maestro Juan que les decía: ‹‹Estos alumnos son unos tontos que no leen, ni entienden nada››. Al terminar las clases los niños salían despavoridos. Hasta que un día Néstor, uno de los compañeros más curiosos, se le quedó mirando con el rabillo del ojo. Aproximó una butaca y subiéndose en ella se acerca al maestro. Él quiso alejarlo pero Néstor le dio un gran abrazo, luego bajándose se fue corriendo. Pasaron varios días y él seguía repitiendo este saludo. Hasta que el profesor logró agarrarlo y le indagó por qué lo abrazaba:

‹‹Usted es tan rencoroso porque nadie lo ha querido. Y yo voy a abrazarle para que calme su rabia. Mi papá nos dice que un abrazo sana el alma››. Los demás estudiantes vieron a partir de este momento el cambio del maestro Juan. Beatriz en un suspiro, volvió a la realidad.

Andrés frunció el ceño. A veces se torna un poco receloso porque no confía en nadie.

─En la construcción del camino ─interviene Andrés─ se indagó acerca de cuáles eran los materiales de desecho que mejor se adaptaran al terreno. 

─Se utilizaron elementos naturales como el bahareque. 

Levanta la mano Andrea. Y explica:

 ─La finalidad era comunicar las veredas entre sí. Evitando los accidentes por las trochas tan empedradas, resbalosas y a su vez para facilitar la interconexión con una gran caída de agua que abasteciera a todas las poblaciones. 

Al terminar esconde la cara entre sus manos, porque descubre a Camilo observándola.

Interviene entonces Catalina con mirada penetrante, que susurra: ‹‹¡Qué pereza!››. Luego les dice: 

─La protección de las pendientes se realizó mediante la plantación de vegetales apropiados a crecer en el agua, como el cactus. 

Camilo mirándolos de reojo los invita a entrar al plantel, el cual está pintado de vistosos colores y en cuyas paredes externas crecen las enredaderas por entre las cuales los pájaros entonan sus trinos.

Los techos son de madera y el tejado cubierto de paja entretejida. Las puertas tienen vitrales pintados por los estudiantes.

Ingresan todos. Juliana, caracterizada por su sencillez a pesar de su maestría en educación, de cabello ondulado, acanelado y sus ojos miel, se encuentra en la puerta de la escuela; levanta la mano y los saluda. Los otros compañeros están terminando trabajos en el salón. Luego se acerca y les da la bienvenida diciéndoles:

─Mucho gusto, soy Juliana, directora y maestra titular de grado noveno. Su llegada ha sido sorpresiva para ellos. Tomen asiento, por favor. Voy a recoger los trabajos.

Todos ingresan, se sientan y son presentados al resto de los estudiantes por Natalia. A continuación el señor Efraím, de pelo canoso, se pone de pie y dirigiéndose al grupo les pregunta.

─¿Cómo fue construida la escuela?

Juan, levantando la mano, traga saliva, bosteza y les expresa:

La escuela fue construida con la participación de toda la comunidad hace diez años. Con diversos elementos como el barro, madera, los techos en bahareque fueron elaborados de igual manera con materiales naturales: hojas de palma, de yarumo, cañas.

Camilo un poco molesto por haberse privado de la salida a ecoaldea con el resto de los compañeros. Les indica:

─El bahareque ha sido utilizado para la construcción de las paredes con palos entretejidos con cañas y barro con la finalidad de dar mayor durabilidad a la estructura y además para la protección sísmica. Respira y un poco tenso, murmura entre dientes: ─¿Algo más? ¡Qué mamera! ¿Cuánto tiempo se van a quedar?

Juliana les da una copia del Plan de estudios actualizado.

Beatriz lee rápidamente las observaciones: ‹‹La comunidad reconoce a la escuela como el centro de educación social más importante. Por lo cual se expresan las felicitaciones del gobernador y de la Inspección escolar››.

A continuación los estudiantes los invitan a conocer las dependencias y las necesidades más apremiantes como son: la dotación del laboratorio de ciencias, de la sala de informática, del taller de artes y oficios.

Luego los convidan a almorzar al comedor comunitario escolar para disfrutar de su aroma embriagador con un exquisito sancocho de gallina acompañado de una torta de plátano y salpicón.

La señora Mariana, excelente cocinera les ofrece sus apetitosos manjares cuyos olores deleitan y penetran en los paladares de los presentes.

Beatriz comenta que se les hizo tarde para emprender viaje a la ciudad y que además están cansados por la caminata. Pregunta si es posible que puedan quedarse. Andrés, les dice que sus padres tienen una casa de huéspedes y que allí se pueden albergar.

Por la noche se escuchan los grillos, las luciérnagas iluminando el camino. Y entre susurros Andrés, que paseaba a sus perros, escucha por la ventana que Pedro uno de los funcionarios dirige un cuestionario y les va comentando:

─Evaluación de la Institución «Cañaveral».

¿Tienen plan de estudios actualizado? Riendo ja, ja, ja… Responden Efraím y Beatriz en coro: No ¿Los estudiantes argumentan? ¿La Institución «Cañaveral» es reconocida por la comunidad?: No.

Beatriz continúa. Así que pueden demoler la escuela para construir unas cabañas de vivienda vacacional, que eso sí da plata.

─¡Misión cumplida! 

Andrés, al escuchar la conversación de ellos enrojece, siente ira de haber sido confiados, lanzando una patada al poste, se dirige rápidamente a buscar a sus compañeros para comentarles. Entre algunos de ellos deciden hacerles unas bromas.

Se disfrazan, pintan la cara con hollín, se tiznan el cabello, otros se colocan máscaras y pelucas. Levantan hojas de palma con sombreros. Camilo coloca el puño en sus labios y emite chillidos: los perros ladran y aúllan en coro.

En la pared de la habitación se reflejan solo sombras estiradas por el reflejo de la luna y el movimiento de las linternas. Los tres se abrazan y tiemblan de pánico.

A la mañana siguiente, cuando los funcionarios cautelosamente se disponían a partir, se dan cuenta de que la camioneta no les funciona. Así que buscan pedir ayuda por teléfono. Pero sorpresivamente los teléfonos están desactivados por un problema eléctrico zonal. Con voz temblorosa cuentan lo sucedido en la noche anterior. Doña Carmen una de las personas más veteranas les señala: 

─Seguro fueron los espantos que de vez en cuando los defienden de los fisgones ─¡Vengan pa’entro sus mercedes, dejen la asustadera mejor a desayunar!

El gobernador Julio se hizo presente, les da la bienvenida, agradeciendo su apoyo y les ofrece conducirlos a la ciudad en una buseta. Inmediatamente les comunica:

─He decretado un día cívico para acompañarlos junto con Juliana la maestra, el inspector escolar, algunos padres de familia y estudiantes para que ellos sustenten su proyecto. Y así emprenden camino a la ciudad.

El resto de estudiantes que llegaron esa noche, cerca de seiscientos oprimen el arcoíris con sus diferentes coloridos de ropas, sus risotadas, alboroto, saltos y sus manos que se agitan en señal de despedida.

Beatriz un poco acalorada. Indica:

─Es satisfactoria esta evaluación. Pronto les llegarán los equipos requeridos.

Pedro un poco nervioso, pasa las manos por la cara y también expresa:

─Ha sido muy grata esta experiencia y el acompañamiento que nos han ofrecido. Les vamos a presentar al secretario y a su gabinete para que de una vez firmen el acuerdo.

Unas dos horas más tarde llegan a la Secretaría de Educación de la capital.  Ingresa una representación de la comunidad. Juana les muestra un álbum de fotos de las dependencias y le entrega un video de la escuela Cañaveral al señor secretario: Humberto. Él observa admirado y pide el consejo de los delegados.

Pedro dice que este colegio merece el apoyo necesario. Que se aprecia una gran valoración de la escuela “Cañaveral “por parte de la comunidad. Mirando a sus colegas. Dice:

‹‹¿Verdad?›› Beatriz mueve la cabeza afirmativamente, un poco sonrojada y Efraím comenta que sería importante que su directora Juana diera a conocer este valioso proyecto a otras colectividades.

Ella les agradece y promete colaborar con ellos en lo que requieran. 

Transcurridos seis meses y terminando las ampliaciones locativas nuevamente celebran en comunidad la llegada del secretario de educación con los respectivos equipos.