viernes, 27 de septiembre de 2013

El jardín medicinal: Un misterio en el bosque

Mizards Seta



He corrido lentamente en la brisa primaveral y escuchado las historias de cada uno de los hijos de las tierras de diferentes nombres que forman a este redondo planeta. Historias de sus hijos grandes, pequeños y medianos. Muchos pensando qué habrá más allá, preguntándome, sobre lo que veo a lo largo y ancho de la tierra.     

Esta mañana me recuerda un hecho misterioso ocurrido en los bosques de la región donde se encuentra el Jardín Medicinal, escuchen con atención. 

Un golpeteo desesperado en los vidrios de la ventana de la cocina logró arrancar a Bonachón de sus dulces sueños. Con pereza y sin apuro se dirigió a la ventana y la empujó, abuelita María siempre la dejaba junta.

- ¿Qué ocurre Degiñ? -preguntó bostezando.

- ¡Tany te llama urgente!, ¡pasó algo horrible, horrible! -decía la torcaza mientras volaba a toda velocidad al bosque de los Búhos Sabios. 

Bonachón se desperezó completamente y corrió a toda la velocidad que sus patas cortas y su panza le hacían posible, ese bosque estaba lejos oculto en medio de la cordillera, no podía creer la capacidad de la torcaza, acababa de llegar y se devolvía sin descanso.

El gato corría pensando tener pocas opciones de llegar en menos de una semana, tiempo de ausencia de Tany desde su partida al parque nacional donde habitaban los Búhos Sabios, cuando un peuco lo elevó por los aires.

- Lo siento, esto es urgente y por tus medios no llegarás en un mes.

- Supongo que debo agradecer la ayuda -dijo Bonachón- ¿qué ocurrió?, Degiñ no me dio detalles.

- Cuando lleguemos, Tany te pondrá al tanto.

Aquella espesura era un lugar oscuro, incluso en medio de un día de primavera los rayos del sol no lograban  ingresar con libertad, la luz en su interior permanecía tenue, el aire era aromático y siempre húmedo, al menos para el gusto del gato se trataba de un ambiente demasiado frío. Bonachón no abrió los ojos hasta sentir tierra bajo sus patas, o su estomago se vaciaría completamente, a pesar de no haber desayunado.

- Gracias por venir tan pronto –escuchó la voz de Tany.

- De nada, no lo habría conseguido sin la ayuda de…

- Parabuteo… pero prefiero...Teo...capitán Teo.

- Totalmente de acuerdo –respondió Bonachón recibiendo la pesada pata de Tany sobre su cola– ¡auch!... ha pasado mucho tiempo desde la última vez, está más helado que de costumbre, ¿se murió alguien?  –dijo Bonachón acariciando su colita.

- Es cierto el comentario sobre los gatos –dijo Teo– tienen un ojo en este mundo y uno en el otro.

- Y este más que cualquier otro de los suyos, a pesar de no tomarse con la seriedad del caso su don –habló una gigantesca búho desde una rama.

- Sabia Machi –dijeron todos los presentes con reverencia. 

- Dejen de lado las  formalidades, basta con que nos llamen por nuestros nombres a todos. Bonachón, estás más gordo y más grande que la última vez que te vi. El viento cuenta el buen meico que eres ya.

- Gracias, aprendo todos los días algo nuevo con abuelita María -respondió con humildad el gato.

- Eso es bueno, debes aprovechar el tiempo, el paso de María por este mundo se acorta… ve con Tany, necesitamos de tus otras habilidades, la cuales no te gusta ocupar.

Bonachón respetaba a esa búho, como no, si era la guía espiritual de la región comprendida entre el río Mapocho y el río Cachapoal, pero la forma como decía las cosas y miraba todo le ponían los pelos de punta. 

Caminó siguiendo a Tany hasta uno de los alerces más viejos ubicado en el corazón del bosque donde tenían sus moradas los tres búhos sabios y sus familias.  Trepó hasta el centro del alto árbol guiado por su  olfato, el cual lo llevo al cadáver de una búho hembra, bien conservado por la baja temperatura reinante en el lugar, esta yacía en el piso del nido tendida pico abajo. Bonachón calculó el tiempo de muerte en algo de siete días en esas condiciones ambientales. Había un sentido propio de los gatos que a Bonachón no le gustaba usar, como decía Machi, este le permitía ver la vida cuando se iba, dejando un rastro cada día menos notorio mientras se apagaba y aun cuando los huesos se convertían en polvo se podía ver algunos rastros casi imperceptibles, pero solo para ojos agudos como los de él. Y era cierto veía más de una vida alejándose y con poco espacio de tiempo entre ellas.
Tany lo esperaba al pie del alerce para relatarle sus averiguaciones hasta entonces y no era mucho. Hacía una semana había sido llamada por Machi y con la ayuda de un cóndor de buena voluntad logró llegar al atardecer del mismo día, quien también la ayudó a llegar al nido permitiéndole observarlo de cerca. De acuerdo a lo informado por los peucos guardianes habían resguardado la zona desde que recibieron la noticia y todo estaba exactamente como cuando encontraron a la víctima Centella.

A Bonachón siempre le impresionaba la cantidad de guardianes existentes en aquel bosque, y como eran escasos en tantos lugares donde realmente eran necesarios, siempre miraban en menos a aquellos que se iban a servir lejos para proteger a los inocentes, tal como decía el juramento hecho por todos ellos ante la madre Tierra y el padre Sol y, sin embargo, aquí estaban: tenían un búho muerto, perteneciente al Consejo de Sabios, no tenían grandes luces de lo ocurrido y debieron llamar a Tany una guardiana de los necesitados, eso debió dolerles en lo más profundo de su orgullo.

- ¿Me estás escuchando? –preguntó Tany al ver a Bonachón con la vista perdida en el follaje.

- Sí, encontraron a Centella y no tocaron nada… y, o no tienen idea de lo sucedido o tienen algunas hipótesis muy disparatadas, por eso te llamaron, aún así no entiendo qué hago yo aquí, solo soy un meico.

- La primera hipótesis del capitán de los peucos es que fue una mala caída, la segunda hipótesis de uno de los sargentos es un ataque de un cazador furtivo humano durante el día, y la tercera hipótesis es de Machi cuya opinión es "algo huele muy, mal y no es el cadáver", por eso me mandó buscar.

- Y tu hipótesis ¿cuál es? -pregunto Bonachón.

- Murió de un golpe en la cabeza -respondió Tany- En la comisaria los guarda-parques informaron haber encontrado rastros de cazadores furtivos este mes en el parque nacional, los persiguieron por toda la zona, pero ya llevaban unos días sin encontrar pistas antes de mi viaje, tal vez ya se fueron. Este pudo ser su último ataque de la temporada y calcularon mal el golpe. Interrogué a los búhos sabios y sus familias con el permiso del consejero Taita, con el reparo del capitán de los guardianes del bosque, al observar el nido puedo decir que fue robado y eso no es obra de un cazador furtivo, a los humanos no les interesan plumas, ni semillas de adorno aunque sean difíciles de encontrar o herencia de rancias generaciones, el asesino vive en el viejo alerce, esa es mi hipótesis.

- Un búho de cualquier clase es más valioso vivo para un cazador furtivo, en eso no hay duda.

- Exacto, Bonachón, aunque los peucos quieran echar la culpa a los humanos y dejar esto sin resolver, este fue un asesinato y el culpable vive en el viejo alerce, por eso estás aquí, te necesito para encontrar al culpable, la ley es la ley y todos somos iguales ante ella, el asesino debe pagar por su crimen y tus ojos son muy agudos cuando quieres.

- En ese caso cuéntame ¿Cuáles son los actores de esta tragedia? –preguntó resignado el gato– cuéntame lo interesante de la naturaleza de sus espíritus.

- Son los Búhos del Consejo de Sabios: Taita es un tucúquere, vive junto a su familia en la rama más alta del alerce, es el presidente del Concilio.  Es reservado y de pocas palabras, amante hasta la exageración de las tradiciones. Su esposa es Machi, es la guía espiritual de la región, tiene grandes conocimientos curativos, sus ojos al igual que los tuyos son agudos, es a quien mejor conoces, ella te reconoció como único meico animal nacido en las ultimas cien generaciones, es de buen carácter, sensata, de una gran inteligencia, una mejor conversadora y conocedora de la naturaleza de los espíritus de los hijos de la tierra,  sus descendientes están desperdigados en los bosques de sur a norte y su ultima nidada aún no empolla. Centella,  la víctima, era una búho del tipo cocón, heredó el puesto en el Consejo hace un año tras la abdicación de su madre, pero aún no tenía acceso a todo el poder del cargo, era de carácter caprichoso, vanidosa y a muchos le era muy antipática, la mayoría de los habitantes del alerce piensan que fue una mala elección para el Consejo. Los rumores dicen que su hermano mayor era el mejor para el cargo en reemplazo de su madre, el padre de ambos comparte esta opinión. La víctima  se casó con un búho tipo nuco proveniente de las lagunas del valle, hasta ahora parece un esposo muy doliente, se casaron al poco tiempo de la muerte de la ex consejera sin respetar el tiempo de luto tradicional, su nido como es de esperarse en la unión de tipos diferentes sigue vacío.

- Obviamente una unión así hará que el poder de la familia en el Consejo se pierda y sea restaurado a alguna de las familias descendientes de otros consejeros que habitan en el viejo alerce -opinó Bonachón.

- De una pareja de búhos cocón que vive en el alerce descendientes de antiguos consejeros, de carácter alegre, sencillo, franco, amigos de los amigos, si tú me entiendes. Me relataron que  la señora era muy buena amiga de Centella, a pesar de que su hijo mayor estaba comprometido con la víctima y esta lo abandonó públicamente con un escándalo muy vergonzoso. Según me dijeron, la relación de amistad entre ellas continuó, sus otros hijos están desperdigados por los bosques de la región.

Otra de las habitantes del viejo alerce, también descendiente de viejos consejeros, es un búho tipo nuco, joven y hermosa, competían con Centella en vanidad, aún así se declaró amiga de la víctima. Está casada con otro nuco, un padre ejemplar dedicado completamente a su familia, el cual está o estaba en desacuerdo con dicha relación.

El consejero Matusalén es de tipo chuncho, el más anciano del Consejo, quedó viudo antes de que nosotros llegáramos a la región y no volvió a tomar esposa. No es muy amistoso y sí muy gruñón, decidió dejar a su hija mayor Visionaria en su reemplazo, la joven relevara a su padre la próxima primavera, pero no se ve muy entusiasmada con el hecho, también era muy amiga de Centella.

- Vaya fauna, ¿me acompañarías a entrevistar  a los posibles sospechosos?

- Sí, ¿a quienes veremos?

- A todos.

Al pie del más anciano alerce del bosque podían verse reunidos todos sus habitantes ante la atenta vigilancia de los peucos, quienes consideraban aquello una afrenta a los Búhos Sabios, pero Taita accedió a la petición de aquel gato rechoncho y todos estaban presentes sin excepción. 

Las declaraciones de los Búhos Sabios y sus familias fueron las siguientes: 

La joven Visionaria fue la primera en darse cuenta de lo sucedido, declaró haber visto a Centella tendida en el piso del nido pico abajo, le cogió la pata para sentir su pulso, pero estaba fría y rígida. Cubriendo su cabeza, llevaba su adorno de plumas ceremonial favorito y a su costado había una de esas piedras que lanzan con hondas los humanos.  Se observaba un gran desorden haciendo suponer la falta de cosas en el lugar, tal vez sus joyas. El esposo de la víctima, tras ser avisado, llegó gritando como desesperado “¡mi esposa!, ¡mi esposa!”, sin embargo, la joven Visionaria impidió cualquier acercamiento al cuerpo hasta la llegada de los guardianes.

Una de las testigos habló entre sollozos, dijo que se le heló la sangre al ver a Centella tirada en el piso.  En primera instancia la creyó desmayada, pero la joven Visionaria fue quien se dio cuenta de que estaba muerta y le pidió buscara a los  guardianes, así hizo. Centella era una joven tan llena de vida, tan hermosa, pero tan perdida, era difícil pensar que era parte de los Búhos Sabios, ella la quería tanto, dijo otra de las testigos.

El capitán de los guardianes dijo que en la escena del crimen pudo ver una piedra de onda de esas usadas por los humanos, y de acuerdo a declaración del esposo faltaban de algunas joyas valiosas como plumas y semillas pertenecientes a Centella.  Pensaron en primera instancia en un cazador furtivo y luego un robo, pero ¿quién se atrevería a robar a los Búhos Sabios?

- ¿Alguno de sus guardianes alteró la escena del crimen? –preguntó Bonachón. 

- Ninguno,  ¿a qué viene ese insulto? -preguntó airado el capitán de los guardianes.

- El adorno de plumas no estaba en la cabeza de Centella  como lo señaló la joven Visionaria, estaba a su lado cuando revisé el nido y la piedra "supuesta arma asesina" no estaba en el lugar -respondió con tranquilidad el gato.

- No fue ninguno de los míos, a lo mejor alguno de los otros que estuvieron en la escena del crimen, un perro ahí arriba puede hacer mil desastres –un gruñido poco agradable se sintió, pero la conversación quedó allí.

- No preguntaré donde estaban los cientos de guardianes de este bosque mientras se producía el crimen, ni como ninguno escuchó, ni vio nada -dijo con insidia Bonachón dejando callado al capitán y a todos los guardianes presentes.

El consejero Taita habló pausadamente como era su costumbre. Según su declaración, al escuchar los gritos llegó al lugar de los hechos y pidió a las damas se retiraran quedándose en una rama al costado del lugar en espera de la llegada de los guardianes, le era difícil ver a una consejera tan joven muerta, la verdad le dolía mucho haber perdido dos vidas jóvenes en tan corto periodo.

- ¿Hubo otra muerte? –pregunto Tany sorprendida- ¿por qué no me informaron? 

- Sí, un día antes de Centella, la joven Lluvia, pero solo era nuestra sirvienta, fue alcanzada por la piedra de una onda, su esposo fue capturado unos días antes por cazadores furtivos. Malditos humanos, su nidada completa se perdió, su cuerpo  estaba en su nido como es la tradición esperando al último huevo enfriarse para cerrar el hogar junto a sus hijos.

- ¿Dónde estaba el nido de la joven madre? –preguntó Bonachón.

- En las ramas bajas de este mismo alerce –respondió Taita– esa es la tradición para quienes atienden al Consejo.

Machi dijo que le pidieron dictaminar la hora de defunción. De acuerdo a su experiencia, la temperatura de la pata y la rigidez de las alas, había muerto hacía menos horas de las supuestas. Según le relataron los guardianes, el deceso se produjo poco después del anochecer, pero encontró algo inesperado.

- Algo que nadie esperaba –afirmó Bonachón.

- Cierto pequeño, nadie lo esperaba –respondió con cierta tristeza Machi.

El hermano de la víctima dijo sin tapujos que no hablaba con su hermana desde la muerte de su madre, sin embargo, esperaba se hiciera justicia y definitivamente ese aprovechador de chicas incautas y soñadoras pagará el precio de su perfidia, estaba convencido de que el esposo de su hermana era el culpable.

El esposo de la occisa declaró entre sollozos inconsolables: "jamás le habría hecho daño a mi amada esposa y ni siquiera estaba en las cercanías". Según contó, fue a ver una meica recomendada por su abuela en la cordillera quien los ayudaría a llenar el nido y acabar con las habladurías. Comentario sospechoso para todos los presentes.

El consejero Matusalén dijo sin ningún tapujo: "Centella  era una caprichosa, gustaba de jugar con los sentimientos de los búhos jóvenes y viejos, y disfrutaba de burlarse de las jóvenes y viejas búhas."  Él dudaba que tuviera una verdadera amiga en todo el bosque.

El ex prometido declaró con convicción a toda prueba estar a la espera de casarse con ella: "pobrecilla, no era feliz casada con aquel fuereño y cuando aceptara ese hecho acudiría en su busca y él la cuidaría por siempre".

Después de agradecer la buena disposición de cada uno de los testigos, Bonachón y Tany se retiraron a la orilla de un riachuelo para aprovechar los rayos del sol del medio día, ambos echaban de menos esa calidez. 

- No deja de ser impresionante,  son los grandes Búhos Sabios y tienen las mismas debilidades de a quienes guían y a quienes juzgan, o más agravadas –dijo pensativo Bonachón.

- Calla esa boca – dijo Tany– si un peuco te escucha te hará pasar un mal rato.  

- Está bien, dediquémonos a los hechos -respondió pensativo Bonachón. 

- Bueno, los hechos son: Centella murió hace una semana, un día antes  murió Lluvia, su esposo fue capturado por cazadores furtivos y la nidada de ambos murió a los pocos días -dijo Tany iniciando el recuento.

- Entiendo las tradiciones, pero deben y pueden ser cambiadas, pobres pequeños –dijo Bonachón disgustado, pensando en su propia historia, casi había muerto siendo un cachorro porque la tradición decía que los gatos negros eran de mala suerte– aún no entienden por qué no nacieron, pasarán generaciones antes que se resignen a que su vida les fue negada sin razón vagaran por este bosque haciéndolo más helado de lo que ya es, las tradiciones arcaicas de los Búhos Sabios lo mantienen así.

- Bonachón, concéntrate. 

- Te escucho.

- En todo el bosque no eran más de cuatro los búhos que apreciaban a Centella.

- Te equivocas, Centella había hecho daño de alguna manera a todos los búhos entrevistados, y no me extrañaría diera más de algún mal rato a guardianes y sirvientes. El único aprecio real lo recibía de su ex prometido, te aseguro, en las alas de esa caprichosa no era más que un cachorro pequeño, simpático y crédulo, es el único sincero al lamentar su muerte. 

- Entonces puede ser cualquiera de los demás.

- No lo creo, este es un cuento mal contado, faltan piezas -dijo Bonachón pensativo. 

- El robo de sus joyas –respondió Tany– el cambio de posición de su adorno de plumas ceremonial.

- La muerte de la joven sirvienta y su nidada, ¿cómo no consideraron importante informar? ¿solo por ser una sirvienta? –continuó Bonachón enfadado– la piedra de honda desaparecida, las dudas de Machi respecto del tiempo de muerte.

- ¿Y lo inesperado? –dijo Tany– ¿puedo saber qué vieron ustedes?

-  Lo obvio, Centella pronto pondría una nidada, aun muerta el rastro de vida floreciente era fuerte.

- Entonces tenemos a nuestro asesino, el doliente esposo, se supo engañado y terminó con la vida de la traidora –dijo Tany levantándose con decisión para ir en busca del criminal.

- No, la víctima y su esposo planearon obtener hijos a cualquier costo, su búsqueda de una meica inexistente no pasó de ser una explicación para la “mágica” aparición de una nidada imposible.

- No entiendo.

- Llama a Taita, Matusalén y Machi, yo tengo algo pendiente y vuelvo.

Cuando Bonachón volvió al anochecer no solo encontró a quienes había llamado, estaban todos los habitantes del viejo alerce, por alguna razón no le pareció extraño, pero sí le era una situación muy difícil.  

- Una de las cosas que he aprendido de abuelita María –dijo Bonachón mientras a orillas del riachuelo se veía levantar la luna– es la imposibilidad de un suceso sin testigos, muchas veces el testigo potencial no da importancia a lo visto, no relaciona lo observado con los hechos acontecidos o simplemente no quiere verse involucrado.

- Nosotros interrogamos a todos los habitantes del gran alerce –reclamó el capitán de los peucos.

- Pero no se entrevistó a ninguno de los otros habitantes del bosque –respondió Tany – sorprendiéndose de que no se realizara algo tan sencillo, obvio y protocolar para la acción policiaca.

- Un conejo, cuyo nombre conservaremos en secreto, vio a Centella alejarse de su nido al caer la noche, poco antes de la llegada de sus "amigas" de los miércoles, seguido de algunos gritos y poco después a los guardianes.  Una degu muy asustada me contó que Centella siempre llegaba después de sus amigas a la reunión de los miércoles, momentos aprovechados por ellas para hablar pestes de su anfitriona -relató el gato.

Las palabras de Bonachón fueron escuchadas y causaron oleadas de murmullos, acallados por Machi.

- Aún no escucho alguna mentira, guardemos la compostura así que escuchemos a Bonachón –dijo con voz fuerte Machi.

- Un chungungo muy despistado me contó de las noches de los miércoles, cuando  veía reunirse en la otra orilla del río a una cocón joven con un Tucúquere de gran tamaño. Le llamaba la atención no solo por las edades, sino también porque dos tipos de búhos diferentes no se relacionan de esa forma y, además, había visto a la misma búho encontrarse en otros días con un cocón y un nuco jóvenes como ella, incluso con un chuncho viejo y con una cocón joven, y un día la vio con tres búhos hembras con quienes sostenía una acalorada discusión. Parecía tener gustos variados y todas sus noches muy ocupadas, de acuerdo al testigo, pero los machos eran los únicos que llegaban con regalos, era algo interesante de ver mientras descansaba del trabajo diario.  Una lora tricahue amablemente me habló de dos cosas interesantes, su bandada fue atacada por cazadores furtivos en esa misma zona y quedaron muchas piedras de hondas desperdigadas.  Los guardianes del bosque no les prestaron ninguna ayuda, solo los guarda parques llegaron al lugar, ahuyentaron a los ladrones y socorrieron a su bandada, pero aun así debieron lamentar el robo de los más jóvenes y la muerte de algunos de los más viejos al intentar defender las nidadas.

- Eso es vergonzoso  -gruñó Tany– de qué sirven tantos guardianes para un alerce si olvidan sus obligaciones con el bosque.

- ¡Proteger a los Búhos Sabios es nuestro deber! –gritó el capitán de los peucos lanzándose sobre Tany.

- Nuestro deber es defender al indefenso velando por el cumplimiento de la ley en la región asignada –gruñó Tany devolviendo el ataque del peuco quien quedó con la cabeza clavada en la arenilla de la rivera.

- ¡Basta! –gritó Taita– Tany tiene razón, estos hechos son vergonzosos para todos nosotros.

- Y lo será mucho más –comento Machi con su serenidad característica– dejen de discutir y terminemos con esto luego, cuando el sol salga un juicio deberá llevarse a cabo.

- La lora tricahue conoció a cada uno de los Búhos Sabios cuando participó de la celebración del equinoccio de primavera y ella, como todos los  suyos, tiene excelente memoria. Centella tuvo una dura discusión con otro Búho Sabio en dos oportunidades y  durante  la segunda el macho la amenazó de muerte al conocer su estado, pronto tendría una nidada… y está dispuesta a testificar frente al Consejo.

- Antes de su testimonio, según tus averiguaciones ¿cuáles fueron los hechos de esta historia? –solicitó Matusalén.

- De acuerdo a las investigaciones –dijo Bonachón con una seriedad poco común en él– Centella gustaba de jugar con los sentimientos de los machos jóvenes y viejos. Como usted mismo aseguro, se burlaba en la cara de sus "amigas" contándole sus andanzas, sin embargo, tenía un problema, no podía retener el poder de la familia en el Consejo, necesitaba con desesperación una nidada antes del fin de otra primavera. La joven Lluvia fue testigo de cómo su señor traicionaba a su señora y amenazó a Centella con revelar sus andanzas si no dejaba a su señor haciendo  público en el Consejo esta relación, al menos eso creo. Centella contó a Taita –ante estas palabras los rumores inundaron el lugar– quien consideró que la lealtad de su sirvienta era mayor a su esposa, no tenía como obligarla a callar y aprovechó las circunstancias del ataque a la bandada de tricahues. Tomó una de las piedras, para su envergadura no fue difícil, y la llevó con él. Fue al nido de Lluvia a tratar de convencerla de callar  y ella posiblemente se negó, posiblemente trató de convencerlo de cortar aquella relación contándole de las otras relaciones de Centella, incluso pudo conocer el secreto de la pronta nidada, tal vez el padre fuera el ex prometido.  Taita descargó su rabia con la piedra sobre la cabeza de la desdichada cocón sin importarle que sus huevos morirían, al cabo era solo una sirvienta –las miradas se posaron sobre Taita quien permaneció en silencio.

- Fue a su reunión de los miércoles con Centella al otro lado del rio donde se encontraron para  saber si había “resuelto el problema”. Cuando se encontraron Taita le reclamó y pidió explicaciones, pero ella no daba cuentas y lo amenazó con dejarlo y contarle a Machi.  Esa fue la discusión relatada por la tricahue, entonces pensó en terminar con aquel desliz, quebrantado todas las tradiciones tan apreciadas y seguidas con pasión por décadas. 

Estaba al corriente de la llegada de las “amigas” de su amante a medianoche del miércoles para esa reunión tan particular casi masoquista. Creo que su plan fue hacer pensar a todos que la muerte de Centella se produjo antes de la hora en que usted desaparecía todos los miércoles tomó el cuerpo de la sirvienta muerta, cocón de la misma edad y estatura de Centella, cubrió su cabeza con el adorno de plumas recogió todas las joyas, pruebas que lo podían comprometer. Contó con que el miedo natural frente a tal espectáculo alejaría a las señoras del cuerpo, pero no tuvo suerte, la joven  Visionaria protegió el lugar del homicidio pensando en la investigación del hecho, parece ser una gran conocedora de los protocolos de investigación policiaca.

Al traer el cuerpo de  Centella olvidó el arma del homicidio en su lugar de encuentro. pero se encontró con que las señoras no había abandonado el lugar y debió ocultarse, al escuchar tanto escándalo aumentado con la llegada del doliente esposo, aprovecho el revuelo para hacer su aparición y solicitar la salida de todos del nido para dejar espacio para que los guardianes hicieran su investigación. Rápidamente devolvió el cuerpo de la sirvienta a su hogar con sus hijos muertos y colocó a Centella en la misma posición, pero olvidó el adorno de plumas dejándolo al lado de su cabeza y no sobre ella.

¿Me he equivocado en algo?

- No se ha equivocado en nada el meico, ni mi querida esposa en llamarlo, todo sucedió de la forma descrita con más o menos detalles. Machi no te mereces lo que te hice y no hay forma de disculparme, tú tenias sospechas y no confiabas en la diligencia de los guardianes de este bosque para buscar la verdad sin importar las consecuencias, por eso llamaste a Tany y a Bonachón, te felicito.

Aunque cueste creerlo no es absurdo en un viejo como yo, preparándose para su abdicación aplazada por los últimos cincuenta años por temor a envejecer, enamorarse de una joven hermosa, halagadora e insinuante. Sucede cada día, no deseaba dejar el poder y el amor que me declaraba me hacía sentir joven otra vez, capaz de ser el jefe del Consejo por cien años más, ella se convirtió en mi obsesión. Casi me volví loco al verla casada, pero saber que yo no era su único amante me superó, saberla lista para colocar una nidada hizo crecer demasiado mis celos, la  preferí muerta antes de escuchar ese invento de una meico de la cordillera logrando lo imposible.

- Lo insoportable para ti fue darte cuenta que eres igual a los demás, ver tan claramente que tu superioridad ética y moral eran inexistentes. Yo no llamé a Tany y a Bonachón porque no confiara en los guardianes, lo hice por mi terror a tener razón y ninguna prueba, o que solo fuera ilusiones producto de mi despecho.

- Ahora este consejo tiene, como bien dijo Tany -habló Matusalén con pesar- un deber y es defender al indefenso y vigilar el cumplimento de la ley en la región asignada a nuestro cuidado. Nosotros nos endiosamos olvidando nuestras responsabilidades y no vimos las necesidades de quienes juramos proteger. Por eso hoy la ley será aplicada con todo su rigor sin importar quién sea el culpable en cuanto el sol nazca tras la cordillera.



Tucúquere, ave nocturna, de plumaje rayado. Vive en Sudamérica, desde Tierra del Fuego hasta el centro de Perú, incluyendo el oeste de Bolivia, Argentina y en la mayor parte del territorio de Chile. Anida en laderas de quebradas o en nidos abandonados de Peuco (Parabuteo unicinctus). Su peso varía entre los 650 g hasta 1 kg.  Su característica principal son las plumas o "penachos" que tiene en la cabeza, los que asemejan orejas o cuernos.

Cocón: se distribuye de Santiago a Tierra del Fuego. Mide 38cm. Cabeza negra, cara con disco facial café bordeado de negro. Dorso negro parduzco con estrías transversales amarillento suave. Garganta blanquecina; collar acanelado en el cuello. Pecho similar al dorso, pero de tono más claro y aclarando más hacia el abdomen en donde la barras son de color blanco sucio. Primarias, flancos sub-alares y cola acaneladas. Patas con clazones ocres. Ojos pardos.

Nuco: rapaz nocturno con mayor actividad diurna. Habita en áreas abiertas, zonas herbáceas sin trabajar, marismas, cultivos, brezales y, sobre todo, en marjales costeros. Se caracteriza por tener mechones en la parte superior de la cabeza muy pequeños y normalmente ocultos, un anillo negro que enmarca cada ojo. Las alas están surcadas por una franja de color crema que parte del tronco del animal (por la cara dorsal), y tienen la punta negra. El vientre es blanco, con menos rayas oscuras que en otros búhos afines.
Habita en todos los continentes excepto en la Antártida y Australia.  Es migradora, desplazándose hacia áreas más templadas en invierno.
Chuncho: Búho de unos 20 cm, que en Chile vive desde Tarapacá hasta la Tierra del Fuego. Aunque su hábitat natural son los bosques y la cordillera hasta los dos mil metros, no desdeña las zonas pobladas en busca de roedores. 

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