miércoles, 14 de marzo de 2012

En familia

Nora Muñoz


Echando una rápida ojeada al modesto departamentito que desde que se casaron habitaban ella, su marido y sus cuatro hijos, nacidos precisamente allí, la joven madre puso manos a la obra para dejar definitivamente su vivienda en el jirón Recuay en Chacra Colorada, hoy conocido más como el distrito de Breña y armar la mudanza hacia una nueva casa.  Todos esos años lograron acomodarse en dos piezas que ella, muy pulcramente y con una creatividad a toda prueba, decoró utilizando cajones de madera como confortables, vistiéndolos tan primorosamente que simulaban perfectamente unos muebles muy cómodos.  Dentro de estos cajones bien revestidos con sendos bobos de cretona, ella se dio maña para acomodar las sábanas, las toallas y la ropa que podía doblarse y entrar en los espacios llenándolos de tal modo que al bajar los vuelos de la cretona no se veía lo que guardaban en su interior.  De esta manera, su ingenio le sacó ventaja al más mínimo espacio.  El entusiasta y trabajador padre, interpretaba acertadamente las ideas de su mujer.  Su pequeña vivienda estaba bien implementada con repisas y detalles que él realizaba con sus propias manos.  Hasta las camas que usaban eran producto de su creación, ya que era habilísimo en trabajar con la madera.  Él se encargaba del mantenimiento de la casa, solucionando los problemas de electricidad y gasfitería.  Ambos se complementaban y consolidaron un alegre hogar.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por la cálida voz de su marido:

-          Mujer, ¿en qué estás pensando? -él sabía la tristeza que a ella le embargaba pero sus palabras siempre le daban mucho ánimo- Debemos apurarnos porque solo tenemos dos días para embalar las cosas para la mudanza.
-          Si, si… en eso estoy, no te preocupes que ya tengo las cajas necesarias y lo que sea frágil lo estoy acomodando con sumo cuidado bien envuelto en periódicos –se refería a las copas y vasos de vidrio.
-          Yo también ya tengo desarmados los estantes y las repisas y mañana me encargaré de las camas, nos mudaremos a eso de las cuatro de la tarde para llegar de día a la otra casa y poder armar lo más urgente allá.  No te olvides que tenemos que priorizar el cuarto de tu mamá y hermano.
-          Está bien, mi amor.

A pesar de su juventud ella manejaba muy bien a los niños, tres varones que vinieron uno tras otro, de tal modo que solo se llevaban un año de diferencia, ellos no se atrevían a tocar un solo adorno de la rústica pero simpática sala improvisada, a ella le bastaba abrir los ojos para que los muchachos se alinearan a sus directivas. Pero afortunadamente ellos revoloteaban por toda la quinta dando rienda suelta a sus toscos entretenimientos y de ese modo gastaban las energías.  Jugaban con el trompo, con las bolitas y la pelota, correteaban empapándose de sudor, quedando después de tanto ejercicio rendidos de cansancio al terminar el día.  La madre era muy organizada y práctica, puntual en sus comidas los mandaba a la cama indefectiblemente a una hora exacta, que le permitía a ella terminar sus quehaceres domésticos sin el barullo de los tres hombrecitos, que además se habían integrado a una escuelita “República de Colombia”, situada a la espalda de la casa y a donde la joven madre se apresuraba a ir a la hora de recreo –previo permiso de la maestra- para llevarles su refrigerio: la cocoa con leche y pan con queso fresco o bien alguna fruta, como si fueran a morir de inanición si es que no les llevaba los alimentos.  Tal era la preocupación y la dedicación que les prodigaba a sus pequeños, a quienes vestía con los trajes idénticos que ella misma les confeccionaba.

-          Señorita Teresa… ¿cómo está usted?
-          Bien gracias, muy bien, pero pase nomás a ver a sus retoños.
-          Gracias señorita.

Con tres hijos varones, la joven pareja parecía haber completado una bonita familia, sin embargo, el papá deseaba –en lo profundo de su corazón- tener una hija mujer.   Él trabajaba arduamente, incluso aceptaba turnos de noche para completar el presupuesto familiar, ella se dedicaba a la costura y como tenía mucha creatividad, vendía los adornos que confeccionaba.  Le encantaba hacer siluetas con tinta china en vidrios así como muñecos de trapo con rostros sólidos que armaba con alguna técnica especial que había perfeccionado.

Cuando el menor de los hijos tenía cuatro años, la joven mamá –que pensaba que tres muchachos eran suficientes- se encuentra esperando un nuevo ser.  El entusiasta papá, que adoraba a las criaturas, no cabía en sí de gozo y esperaba con ansias que fuera mujercita, deseo que se le cumplió porque a los ocho meses de gestación, vino al mundo la princesita que él había deseado con tanto amor.  Él, que ayudaba en todo a su mujer, los fines de semana también se dedicaba a la casa, colaborando en la limpieza, en el lavado de ropa y hasta cocinando, cosa que le gustaba mucho hacer.  Y como no cabía en sí de la felicidad de tener a una nena tan dulce, llevaba muy orondo a la pequeña en sus hombros cuando iba al mercado, o cuando salía de compras, sacando pecho por tan linda prenda.  Más tarde escribiría en el álbum de la niña:

“Al cielo pedí me concediera una ilusión
Y del cielo bajó una estrella,
la más bella, la hija de mi corazón.”

A la par que observaba con cierta mirada perdida la pequeña vivienda que estaba a punto de dejar, la mamá evocaba lo acontecido apenas unos meses atrás cuando, junto a su madre y hermano, se habían preparado con mucha ilusión para emprender toda la familia un viaje a Pacasmayo, su tierra natal.  ¡Cómo iban a disfrutar de esas vacaciones y cuanto se divertirían también los muchachos!  Desde que salió de su tierra la joven madre y su hermano nunca habían regresado.  Se planificó al detalle el viaje.  Las maletas bien equipadas, se habían confeccionado las respectivas listas de lo que había que llevar para que a último momento no se les olvidara algo importante.  Con su boina azul que hacía resaltar sus hermosos ojos azules y el distinguido porte que ostentaba el joven tío parecía un artista  y coincidentemente hacía trabajos para las salas de cine, dueño de una gran habilidad para el dibujo.  En esa época las sinopsis de las películas se hacían previamente en lunitas y durante el intermedio entre la parte documental de noticias y la película en sí se proyectaba el avance de los estrenos así como la propaganda de servicios diversos (sastrerías, zapaterías, casas de novios, bebidas gaseosas, chifas, restaurantes, etc.) mientras se escuchaba un fondo musical.  Todo esto lo sabía diseñar y trabajar muy bien el joven tío empleando láminas pequeñas de vidrio que pintaba con colores de agua y en tinta china, de tal manera que al ser proyectados en el ecran cubrían toda la pantalla del cinema.  Menudo trabajito de precisión y arte que había que desplegar.

-          Mujer, ¡no sabes lo contento que estoy ahora que vamos a vivir todos juntos!   -la franca sonrisa de su marido le daba tanta confianza y seguridad-  ahora ya no tendrás que darte el trote todos los días donde tu mamá.  Ella y tu hermano van a estar también más tranquilos acá.  Y yo voy a tener a mi mujercita contenta.

¡Cuánto tenía que agradecer a Dios por haberle dado un marido tan generoso!  Hasta el mejor cuarto les había destinado a la suegra y al cuñado.

Sus pensamientos volvieron a situarla en el pasado reciente, recordaba como todos contaban los días para el tan ansiado viaje, así como las tareas que cada cual debía realizar. La abuela y el tío serían los encargados de comprar los pasajes en una línea de ómnibus que hacía el tramo hacia el norte.  Todos tenían una cara radiante de felicidad, la llegada de la nena al hogar también había contribuido a que en esta familia se pudiera decir con alegría cuan bella puede ser la vida.  La víspera del viaje los niños fueron a la cama más temprano que nunca para que los mayores pudieran finiquitar los detalles que podrían estar faltando.  Papá y mamá revisaron el equipaje, pasaron revista al listado que habían previamente confeccionado y confrontaron que todo estaba en perfecto orden.  Saldrían muy temprano al amanecer pues el recorrido era bastante largo y querían llegar el mismo día a Trujillo para luego tomar una conexión a Pacasmayo.  Pero ¿dónde se habrían metido la abuela y el tío que tanto se demoraban?  Claro… uno siempre quiere llevar cositas y regalitos a la familia y se había oído decir que la abuela estaba detrás de un obsequio muy especial para una prima hermana suya que había sido inseparable de ella en su juventud.

La abuela tenía un rostro alegre con unos ojitos vivaces, tarareaba las letras de las zarzuelas y siempre tenía historias muy entretenidas que contar.  Con su yerno se llevaba a las mil maravillas y era muy ameno escucharla narrar los episodios de la guerra con Chile donde su padre fue un héroe.  Amiguera como ella sola, era la mayor de varios hermanos y con sus cuentos animaba las tardes de los nietos, sus historias de los montoneros y los colorados, así como también los poco felices episodios que protagonizaron los chilenos al vencernos en la guerra, arrasando con todo lo que pudieron y sembrando pánico, desdicha y ultrajes eran temas que ella muy bien hacía llegar a quien tenía la suerte de escucharla.

La joven mamá suspiró hondamente y vino a su memoria –como una película- el recuerdo del episodio que hubiera querido olvidar para siempre, hasta pareció sentir ese sonido brusco de la puerta que estrepitosamente a punta de golpes la tiraban abajo y todo lo que se había estructurado, planificado y dado por hecho se redujo a nada.  El joven tío –sin aliento para poder hilvanar una frase completa- daba la triste noticia: un camión, a velocidad excesiva había atropellado a la abuela y amparado en la sombra de la noche el irresponsable chofer había huido dejándola tirada en la pista.

Las lágrimas humedecieron los bellos ojos de la joven mujer, pero inmediatamente una sonrisa se dibujó en su rostro: la abuela había sobrevivido al accidente.  Y aunque perdió la vista lo que jamás la abandonó fue su extraordinario carácter y las ganas de vivir que muy bien sabía alegremente expresar contando sus pícaros cuentos que hacían sonrojar y reír al más serio de los mortales.

8 comentarios:

  1. Gracias Norita por compartir estos intersantes relatos,pero tienes que seguir escribien do por que nos dejas con la miel en los labios.
    Me gustan mucho tus cuentos,al leeelos me hacen senrir parte de la historia.
    Any Guija

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  2. Gracias Norita por compartir estos intersantes relatos,pero tienes que seguir escribien do por que nos dejas con la miel en los labios.
    Me gustan mucho tus cuentos,al leeelos me hacen senrir parte de la historia.
    Any Guija

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  3. Gracias Norita por compartir estos intersantes relatos,pero tienes que seguir escribien do por que nos dejas con la miel en los labios.
    Me gustan mucho tus cuentos,al leeelos me hacen senrir parte de la historia.
    Any Guija

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  4. Gracias Norita por compartir estos intersantes relatos,pero tienes que seguir escribien do por que nos dejas con la miel en los labios.
    Me gustan mucho tus cuentos,al leeelos me hacen senrir parte de la historia.
    Any Guija

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  5. Gracias Norita por compartir estos intersantes relatos,pero tienes que seguir escribien do por que nos dejas con la miel en los labios.
    Me gustan mucho tus cuentos,al leeelos me hacen senrir parte de la historia.
    Any Guija

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  6. Muy interesante cuento pero yo también me he quedado con ganas de más. Sigue escribiend Norita.
    Bendiciones

    Edward García

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  7. Norita:

    Tus cuentos me han dejado, como dice Any, con ganas de mas. Tu estilo es fluido y a la vez interesante. Ojala que en el futuro nos delietes con un cuento sobre las CRA o el CRA.
    abrazos,

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