viernes, 1 de abril de 2011

Martínez

Oscar Pastor


El sol aún no se apropiaba del día, y como todas las mañanas Martínez se levantó pensando en su paseo por la playa, pasó por la ducha, se vistió con el pantalón caqui, una polera descolorida y un gorro de lana, luego se fue a la cocina para prepararse un té a medio endulzar que acompañó con un pan; a su perro le tiro otro pan del día anterior. Después de terminar de desayunar le colocó la correa al pescuezo, recorrió con la vista toda la habitación, se acomodó el gorro y  salió a la calle. Esa mañana estaba preocupado, quería desahogarse, contar algo que nunca pensó hacer; los primeros minutos de su paseo matinal pasaron inadvertidos, miro al perro y le preguntó si quería escuchar una historia reciente, el canino le contestó con un par de ladridos, movió la cola y saltó sobre la arena, la respuesta fue positiva.
Ayer en la noche -empezó el flaco- hice algo que de seguro me voy a arrepentir toda la vida, tú no sabes de sufrimiento Perro -hizo una pausa para seguir-, estaba convencido que no se darían cuenta de mi presencia, entré a la casa de un viejo amigo y caminé agazapado hasta encontrarla, me acerqué sin hacer ruido y le puse un trapo negro sobre la cabeza, lo apreté con fuerza para que no despertará a las demás y salí con el mismo cuidado con el que ingresé. Perro, ¿te parece bien? --el mejor amigo prefirió la indiferencia- he cometido este delito empujado por la sociedad que abusa de los que no hemos tenido la suerte de nacer en cuna de oro, o mejor dicho: con alguna vara. El sistema nos ahoga, nos hace trabajar como mulas y nos paga una miseria. Perro, tú vives conmigo, te doy de comer todas las mañanas, te doy abrigo y paseamos por la playa, tú naciste en cuna de oro; en cambio yo tengo como único trabajo, buscar trabajo.
El flaco Martínez perdía su mirada donde el color del cielo y del mar se funden, donde el estado líquido y gaseoso tienen una separación sutil, allí puso su atención y luego de inhalar aire puro, templó la correa del Perro y preguntó airado. ¿Me estas escuchando carajo?, el perro le entregó una mirada triste y suplicante. La historia debía seguir, así lo hizo.
Luego del secuestro llegue a la casa, tú estabas durmiendo, busque un lugar lejos de la calle para que no se escuche los gritos, debía mantener mi fechoría en silencio, ¡Perro escucha!, te estoy hablando -gritó-, busqué un cuchillo filudo y un lugar donde pueda dar fin a una vida, ¡Perro estaba a punto de matar!, más podía mi odio a la sociedad que mi promesa de no delinquir; me pregunto: ¿Por qué si tengo todas las condiciones para triunfar, si soy mejor que muchos, no me toman en cuenta?, ¿por qué tengo que empezar todos los días paseando a un Perro?, preguntas que el canino respondía con una mirada entre triste y preocupada.
El perro, ya sin la correa, se tomo todo el tiempo del mundo para corretear gaviotas y cangrejos, o perseguir la juguetona orilla del mar, era su momento de libertad. El flaco se quitó el gorro que cubría su escasa cabellera, miró al canino con algo de rabia y le repitió un grito familiar ¡Me estas escuchando carajo!, el Perro colocó el rabo entre sus patas y lanzó un gemido que espantó a las gaviotas que se encontraban cerca.
El viejo Martínez empezó a desandar lo andado, la confesión no había terminado, -con voz más pausada continuó- estuvo frente a mí con la cabeza cubierta más de dos horas, el trapo negro no le dejaba ni cantar, me comí todas mis uñas, estuve a punto de pedir ayuda, de regresarla a su casa, por un momento pensé que no podía matarla, cogí el cuchillo varias veces, nunca había transpirado tanto, decidí hacerlo, antes me acerque a la puerta de calle para comprobar que no había nadie, encendí la radio a todo volumen, luego la apagué, prendí un cigarro y salí a fumar afuera, aproveche para reflexionar las consecuencias de mi futuro acto. Tenía la necesidad de vengar toda la indiferencia de la sociedad. Por qué unos tienen más que otros, ¡Perro!, tienes alguna respuesta, -le gritó- ¿tienes?, -la respuesta fue algunos ladridos y la cola nuevamente en movimiento-. Tú no sabes nada -le gritó nuevamente-, fuera de aquí. El perro volvió a mirar la arena y meter el rabo entres sus patas. Martínez se puso de rodillas y le acarició el hocico y luego la cabeza completa, el perro le respondió con varios ladridos fuertes y algunas piruetas, volvió a congraciarse con su dueño.
Creo que estás de buen humor nuevamente, si pudieras me ayudarías a explicar que no se puede mantener la desigualdad, la falta de oportunidades, no soy socialista, tampoco imperialista, solo soy Martínez, aquel que ayer mató por hambre, y lo hice también pensando en tu hambre perro de mierda, ahora entiendes que mi cariño para ti es sincero, ahora entiendes de donde he conseguido la cena de hoy, Perro sé que me entiendes, la próxima vez matas tú -terminó su discurso y apresuró el paso.
El perro subió al techo de la casa y se sentó en una esquina que de tanto ocuparla había adquirido un color negro, Martínez extendió la ropa húmeda sobre el cordel, semidesnudo entró al baño y en menos de tres minutos salió chorreando agua, cogió la gallina que había matado el día anterior y con destreza la descuartizo, separó en un plato la cabeza, patas y menudencias, después preparó un guiso simple que se quedó en la olla esperando hasta medio día, sus olores llegaban hasta el techo de la casa y provocaba los ladridos del comensal desesperado.
Una mañana como tantas Martínez terminó de vestirse frente al espejo, centró su mirada en sus largas orejas, recordó que ese fue por muchos años el motivo de la burla de sus amigos, ahora no llaman la atención a nadie, en realidad él tampoco llama la atención a nadie, colocó la correa al cuadrúpedo ladrador como lo llamaba a veces y salió hacia la playa. Perro estoy recordando lo viejo y achacoso que esta el sordo Vergara, ¿me quieres escuchar verdad? -preguntó-  cada vez lo veo más doblado y tose como él solo, ayer lo vi caminando despacio y con una de las manos en el bolsillo del pantalón, ojalá que no se muera este fin de semana, hace mucho calor para ir a velorios, eso de la salud es una joda Perro, con la salud no se juega, el trago y los cigarros se demoran en pasar la factura pero un día llega, y parece que al sordo le llegó con intereses. El perro saltó varias veces hasta que logró que le suelten la correa y salió corriendo hacia la orilla, unas gaviotas combinaron el canto y el vuelo, dieron una pequeña vuelta sobre el encrispado mar y regresaron a la arena.
Las nubes se oponían a los deseos del sol, la sensación de frio era alta, el flaco se acomodó el gorro y gritó a su fiel amigo, ¡deja de jugar carajo! ven aquí, necesito que me escuches, el perro regreso con la lengua afuera y se sentó cerca a su dueño, momento que aprovechó para sacudirse la arena, Martínez le puso la correa, quería contarle una conversación reciente y no sabía si alegrarse o sentir indignación. Perro, te acuerdas de Nandito, el mecánico, ayer lo mande a la mierda, escúchame con atención y dime si tenía o no razón. El perro empezó a caminar muy cerca al flaco, despacio, tratando de no distraerlo, el viejo continuó, sabes que el enano trabaja hace más de cuarenta años, no sale a la calle ni para comprar pan, eso es malo, uno debe salir y conversar con los amigos, bueno le pregunté que cuando se iba a jubilar y me dijo que se va a morir trabajando, es un cojudo, eso no es posible. El perro sabía que si no corría en ese momento tendría que esperar un día más para hacerlo, salió raudo hasta el borde de la playa, ladró mientras trataba de coger una botella de plástico que ya es parte del paisaje playero, Martínez se tomó la cabeza y volvió a pensar lo mismo, eso del mejor amigo es un cuento, cuando lo necesitas se va. Fíjate que le dije que se consiga un perro para salir a caminar a la playa, el muy pendejo me dijo que no necesitaba más perros que los que lo venían a visitar, lo mande a la mierda y lo amenacé con no volver a verlo, me despidió diciéndome que no ladre cuando cierre la puerta, te imaginas Perro, el cree que ahora ladro, no sabe de lo que soy capaz le dijo frotándose la cara con ambas manos. El paseo llegaba a su fin, cerca a la casa el flaco se acercó a la oreja de su fiel amigo y le dijo en voz baja, Perro te cuento que estoy tramando algo grande, estos días he estado conversando con algunas personas y creo que ha llegado el momento de dar el gran salto, uno de estos días te voy a dar una sorpresa.
Llegaron a la casa, la ducha, la ropa, la azotea, lo mismo de siempre, hasta el día siguiente que empezaba la rutina de la nueva caminata. Como dice la canción, todo tiene su final, o todo tiene un día para empezar. El día siguiente fue totalmente distinto, el viejo, flaco y orejón Martínez se subió a la azotea de la casa y trató de convivir con el silencio, ha hablar con el mismo, sin intermediarios, sin un destinatario real de sus devaneos.
Cuantos días estoy fingiendo que todo está bien criando un perro de mierda que lo único que sabe hacer es ladrar y cagar si no hago algo voy a volverme loco cualquier cosa no importa debo hacer algo rápido hasta ahora mi única preocupación es joder comer y el perro eso no está bien no puedo mantener una conversación con mis amigos todo es pelea lo único que tengo es mi preocupación por regresar a la casa a comer y ver al perro esto debe terminar ya me lo han dicho debo hacer algo tengo experiencia estoy demorando la decisión tengo que comenzar o me voy a morir con la pena de no haber empezado a cambiar la historia de mi pueblo me duele la cabeza pero no importa si no hago algo me muero.
Los siguientes días no salió a pasear con el perro, la comida la dejaba en un plato cerca a la puerta de la azotea que permanecía cerrada, el animal prefería el ayuno para llamar la atención de su dueño, que usaba su tiempo para pensar como ingresar a la política, trató de recordar uno a uno a los políticos y a sus partidos y se confundía, podía identificar a las personas pero no a sus partidos, o recordaba a los partidos pero no sabía quienes lo dirigían actualmente. Luego de reflexionar concluyó que las ideas ya no le pertenecían a los partidos, si es que alguna vez las tuvieron, ahora eran propiedad de sus ocasionales líderes. Se le vino a la memoria la imagen del cangrejo Ramírez, viejo político curtido en mil batallas, él podía tener una mejor visión de las cosas. Decidió visitarlo.
Antes de tocar la puerta, el viejo Martínez revisó las hojas de preguntas y respuestas que preparó muy temprano, ingresó a la casa y se sorprendió al ver sobre una mesa de vidrio un crucifijo de madera que dominaba toda la sala, los muebles eran austeros, los adornos no eran abundantes, había bastante espacio, tanto como para ver en el comedor algunas fotos de Ramírez con importantes figuras políticas del país. El visitado ingresó a la sala con un vaso de agua en la mano, saludó al visitante con un apretón de manos y tomo asiento en una silla de madera con amplias coderas acolchadas en tela verde.
- Como estás flaco, viejo y orejón Martínez -fue el saludo que recibió del político.
- Bien jefe, bien, he venido a decirle que ya no soporto más la indiferencia de las autoridades, claro eso no lo incluye a usted. Todo está mal y empeora y nadie hace nada, solo promesas. ¿Dígame que puedo hacer yo para acabar con esto?
- Nada, nada, ese no es tu problema. Tú eres el problema, date cuenta si no existieras no habría problema, así que deja esas cosas como están.
- Me está diciendo que muerto soy de más ayuda.
- No dramatices flaco, pero eso que acabas de decir es filosófico, debería tomarse en cuenta.
- Pero jefe, yo quiero ayudar, no quiero ser el problema, quiero ser la solución
- Bueno, creo que no nos vamos a entender, la solución a tus problemas no la tienes tú.
- Jefe, -se levantó de su silla- si los políticos no tienen los huevos para cambiar las cosas, por qué no se van.
- No te voy a permitir que me hables en ese tono y en mi casa -gritó el cangrejo Ramírez, se levantó como impulsado por un resorte-, ¡retírate!, ¡retírate! -le volvió a gritar.
La reunión terminó de manera abrupta, de regreso el flaco Martínez pensó que la única forma de cambiar las cosas era tomando el poder, algunas cuadras más de caminar en silencio y con la cabeza gacha, decidió poner en marcha una idea que le quitó el sueño los últimos tiempos, formar su partido político, un grupo que defienda a todos los que son ignorados por los políticos tradicionales. El nombre lo había pensado hace un buen tiempo “Basta Ya”. Antes de llegar a su casa ya tenía una propuesta de los cargos y algunas ideas para financiar el partido, los años de sindicalista le sirvieron para planear su incursión en la política, se imaginó dando discursos en la plaza de los pájaros muertos llena de gente.
Toda la tarde se la pasó escribiendo, sobre la mesa tenía varios fólderes con títulos como: Temas importantes, Reglas y castigos, Financiamiento, Padrón, Otros partidos, Ideas sueltas, folders que estaban acumulados uno sobre otro. El sol hacía varias horas que había escondido sus encantos, subió con cuidado a la azotea, el Perro estaba inmóvil en una esquina, como tratando de no gastar las pocas energías que le quedaban, el flaco reconoció su silueta en la oscuridad, pensó que estaba durmiendo, y le lanzó unas palabras que rompieron el silencio.
- Así como estas, no creo que puedas matar para comer, Perro recuerda el compromiso, una vez yo y otra tú.
Inmediatamente levantó los brazos en señal de triunfo, ese era el lema que estaba buscando para el partido, bajó con prisa y escribió en letras grandes varias propuestas: “Ahora te toca a ti”, otro decía “Todo lo hago por ti”, finalmente repitió la idea inicial “Una vez yo y otra tú”, se alejó para leerla con calma, la tarjó con una cruz, suena muy erótica pensó mientras se sonreía. Esa noche durmió de una sola pieza, tenía un plan de vida.
Los días siguientes se las pasó visitando a sus amigos, primero a los de su época, viejos todos y con pocas fuerzas para interesarse en un proyecto político, luego los más jóvenes, que incrédulos escuchaban la propuesta animados por la idea de ser autoridades del pueblo y tal vez, más adelante, del país, luego empezó a hablar en las plazas, mercados, paraderos, finalmente se animó a recorrer el pueblo casa por casa, en estas últimas recibió opiniones y expresiones de apoyo, rechazo, indiferencia, sonrisas, y demás. Todas las experiencias y sugerencias positivas o negativas las escribía y guardaba en el folder Otras ideas, fueron días intensos, sin Perro y con nuevos amigos que empezaban a visitarlo con frecuencia, las tertulias no tardaron en llegar, la noche y el día se abrazaban en medio de interminables conversaciones.
Varios meses fueron necesarios para difundir sus ideas, el rechazo natural a los viejos políticos jugaba a su favor, sin darse cuenta cientos de ciudadanos se habían inscrito en el partido y junto con ellos había realizado varias actividades deportivas para generar ingresos al partido “Basta Ya”.
El flaco Martínez dejó de visitar el parque de los pájaros muertos, hasta que una tarde le puso la correa al pescuezo del Perro y enrumbó en busca de sus amigos. Antes de llegar a la tienda de Don Julián, fue abordado por el cangrejo Ramírez, tomó un poco de distancia y lo saludó respetuosamente, se miraron unos segundos y el visitante empezó el diálogo.
- Se que te está yendo bien con tu aventura política, me alegro. ¿Te puedo ayudar en algo?
- Gracias señor, no hace falta.
- Tutéame, ¿tienes unos minutos?
- Podemos caminar al parque, si no le molesta señor.
- Carajo, no seas rencoroso -le dijo en tono paternal-, uno tiene días malos, no hay problema.
- Yo no soy el problema, ahora tú eres el problema.
- Tienes que confiar en los que sabemos manejar los hilos políticos, si vas solo te harán papilla, yo conozco como es la cosa, el partido está creciendo, ahora más que nunca necesitas mi ayuda.
- Te llamaré en unos días.
- Bueno, por ahora tú decides, no te olvides, en política tienes amigos o enemigos, los otros no existen, por ahora espero tu llamada, amigo.
- Mal comienzo cangrejo, mal comienzo -dijo en voz baja.
El viejo Martínez se despidió de Ramírez y siguió su camino saludando sin cesar a conocidos y desconocidos, sus preocupaciones empezaron a crecer, tenía que seguir inscribiendo a nuevos partidarios, conversar con los posibles candidatos para las próximas elecciones locales, ampliar la organización del partido que ya empezó a tener presencia en las localidades aledañas, jamás estuvo en sus planes tomar decisiones por otras personas, pero la situación lo había llevado a intervenir en problemas que hasta hace algunos meses eran totalmente ajenos a él.
Su casa fue remodelada en más de una oportunidad, todo el primer piso se acondicionó para realizar actividades partidarias, se abrieron oficinas de inscripción, salones de discusión, oficinas para los dirigentes. Le construyeron un cuarto en la azotea de su casa, Martínez acepto vivir al lado del Perro, aún así no tenía tiempo para conversar con su vecino. Su cumpleaños lo pasó inadvertido, varios días después, los bastayas se disculparon de tamaño olvido; para remediar la descortesía acordaron que el diez de julio sería el aniversario del partido.
El día de inscripción del partido ante la autoridad electoral fue una fiesta popular inolvidable, una impresionante marea roja y azul invadió las calles del pueblo, cientos, miles de personas se reunieron cerca al estadio para gritar sus alegrías. Luego siguieron intensas jornadas para definir los mecanismos de selección de pre candidatos, en ese proceso recibió sus primeras decepciones, empezaron a aparecer los verdaderos intereses de algunos partidarios.
El Jefe Bastaya Martínez se dedicó a recorrer los pueblos cercanos, estaba convencido que para lograr los cambios debería tener la mayor cantidad de autoridades propuestas por su partido, fue tanto el impacto de su movimiento que se vio obligado a visitar otras ciudades más lejanas, sus ilusiones por mejorar su situación personal las cambió por los ideales del partido. Recibió invitaciones de los partidos de alcance nacional, que empezaron a darse cuenta que los Bastayas eran ya una fuerza electoral que era mejor tenerla de aliada. Ya no viajaba solo, lo hacía en compañía de otros dirigentes, el partido en pocos meses empezó a funcionar como una organización, los jóvenes se involucraron totalmente.
Las reuniones con los empresarios en las localidades donde pretendía presentar candidatos se realizaban en medio de sabrosos desayunos, escuchaba los problemas en su opinión groseramente exagerados; luego, algunas palabras de halago y finalmente los pedidos que en un eventual gobierno local bastaya serían resueltos, en medio de los agradecimientos y compromisos mutuos llegaban las ofertas de apoyo económico y después los abrazos que ponían fin a la reunión.  Los encuentros con los representantes de gremios sociales transcurrían con mayor intensidad a medida que se acercaba la fecha de las elecciones, todos exponían sus problemas y ofrecían apoyo al partido, apoyo condicionado a que sus demandas sean integradas al plan de gobierno local, lo mismo sucedía en las diferentes pueblos que visitaba, la gente escuchaba, aplaudía, bailaba y se comprometía con dar su apoyo, siempre y cuando se firme una acta de compromiso que garantice que una vez ganadas las elecciones se realicen determinadas obras. Le costó tiempo y mucha paciencia aceptar que en política nadie ofrece o da algo sin pedir nada a cambio.
Su tiempo ya no le pertenecía, una agenda que era llevada escrupulosamente por un grupo de muchachos le dictaba lo que tenía que hacer los próximos días. Estaba cansado, quería tomarse unos días para retomar a sus antiguas actividades pero le era imposible por ahora, el comité responsable de las actividades del jefe del partido no tenía planes de descanso, más ahora que en algunos medios empezaban a difundir comentarios poco serios del cangrejo Ramírez pero de gran impacto mediático. Siempre da réditos atacar a los que acaparan el mayor interés electoral.
Hacía mucho tiempo que no paseaba por la playa, que no miraba pasar el día en el parque de los pájaros muertos. Faltaban poco menos de cuatro meses para iniciar la campaña electoral, debía seleccionar a sus precandidatos y a los suplentes, nombrar coordinadores y personeros de mesa, aprobar la estrategia y planes de campaña, elegir a los responsables de la publicidad y del manejo de los fondos, darle forma legal a sus actividades electorales; además comprar y distribuir suvenires, regalos utilitarios, buscar vehículos, alquilar locales de campaña, contratar medios, organizar mítines, hacerse cargo de las entrevistas, viajar, comer, dormir y mantener siempre una sonrisa en público.
Las relaciones políticas del cangrejo Ramírez con los partidos tradicionales estaban en el mismo nivel que las que tenía con el jefe bastaya: rotas, él quería participar en las próximas elecciones por el partido que tenía las mejores perspectivas. La desesperación unida a la experiencia lo llevó a profundizar una campaña mediática contra el flaco Martínez, su casa la pinto de azul y rojo y puso un gran cartel anunciando un nuevo local partidario bastaya, con la que dio inicio a una campaña agresiva de captura de cuadros jóvenes para formar una fuerza que le de contrapeso al gran poder que había acumulado el jefe y fundador del partido, los resultados fueron impensados, en poco tiempo ya contaba con un buen número de seguidores, aparentemente el partido realmente iba camino a serlo, se partía en dos.
Los titulares y editoriales de los periódicos, que eran repetidos en radio y televisión, resaltaban la poca trayectoria política de Martínez, su avanzada edad, su precaria salud, la vida en solitario, sus reducidos recursos económicos y la falta de transparencia de los gastos, las noticias reales o inventadas concluían que Martínez era un oportunista que ha estado engañando a ilusos jóvenes y que en realidad no desea llegar al poder para resolver los problema locales, lo único que busca es llenarse los bolsillos de dinero -decían-. La demoledora campaña inicialmente no recibió ninguna importancia de los bastayas, cuando conocieron de denuncias judiciales que le atribuían hijos abandonados y negocios al margen de la ley, la preocupación creció y se volvió en desesperación, las reuniones de emergencia y de control de crisis -como las llamaron- se hicieron frecuentes, fue tal el impacto que se empezó a perder presencia en las localidades cercanas; las recomendaciones del rumbo a seguir cambiaban con la misma velocidad con la que llegaban nuevas denuncias, el jefe Martínez entró en cura de silencio por unos días, silencio que coincidía las fechas para seleccionar a los candidatos por el partido. El cronograma electoral partidario se cambiaba a cada momento.
Empezó a ser frecuente ver llegar a la casa del cangrejo Ramírez a jóvenes dirigentes bastayas, a jóvenes rebeldes que cambiaron sus ideales fundacionales por la intención de gobernar la localidad, el viejo político les decía que de nada sirven las ideas si no se pueden llevar a cabo, y mejor si se llega junto con gente de experiencia. La lucha por el poder se daba en varios frentes, en los medios, en el poder judicial, dentro del partido y en las calles con mítines y reuniones que buscaban mostrar a un cangrejo identificado con el pueblo y un viejo que en el final de su vida pretendía en base a engaños llenarse de dinero.
 El flaco no estaba preparado para este tipo de cosas, pidió unos días de descanso para alejarse del fulgor de la campaña, tiempo que aprovechó para retomar sus paseos por la playa, el mudo compañero compartía con su dueño el fastidio y la desilusión por la política, cada cierto trecho se adelantaba para verlo venir, con los ojos entre tristes y preocupados le pedía explicaciones que el viejo Martínez le ofreció después de algunos minutos de silencio.
Perro, todo lo que he hecho es poco para lo que se puede hacer, por primera vez los jóvenes se han interesado en la política, por primera vez han entendido que el pasado y el futuro no se juntan en el presente –tragó un poco de saliva-, un presente que no existe, ¿qué es el presente?, un segundo, un minuto, un hora, un día, el presente es fugaz, pasa tan rápido que no se siente, lo que existe son las ganas de cambiar las cosas, de llenarse de energía, por eso busqué a los jóvenes, lo que existe son sueños y energía para alcanzarlos, cada vez que me sentía cansado, los miraba trabajando y perdía mi fatiga. Sabes que aprendí Perro -lo dijo en un tono  casi clerical-, aprendí a ver el pasado con tranquilidad y el futuro con esperanza, trate de ver lejos, aprendí a soñar por otros, me imaginé cosas, que cojudo fui, no me di cuenta que otros también empezaron a soñar por ellos mismos. Ahora he sido castigado con una ráfaga de energía negativa, los jóvenes con su temor y tal vez pensando en su futuro cercano, no tienen la fuerza para luchar sin doblegarse, -el agua llegó a sus pies descalzos, el ruido de las olas pidió un silencio para ser escuchada- Mira el mar, nunca se rinde, viene y va, cambia de humor y sigue siendo el mismo, puedes jugar, alimentarte de el, pero no puedes dejar de respetarlo, esa era la esencia de Basta Ya, convivir y respetar a todo lo que nos rodea, fuimos puros y tontos también al no darnos cuenta que hay otros intereses, que hay otros que si creen en el presente y están dispuestos a matar sueños ajenos para vivir entre la diversión y el miedo. Perro, nunca te interesó que te llame por tu nombre, si te olvidaste es Uñez, en memoria a un imbécil. Lo peor que le puede ocurrir a una persona no es recibir ataques, es no tener la capacidad para convertirlos en energía para seguir y en esto los jóvenes tienen mucho que aportar, para ellos los ataques son la muerte andando o un payaso que está perdiendo su capacidad de distraer, en ellos no hay medias tintas, se es bueno o se es malo, nunca se es medio malo. A algunos los ataques les llego como la muerte y muy rápido se fueron a lado del payaso, aunque no se diviertan con sus humoradas.
El perro miraba inmutable a su dueño, parecía entender, se percató de las lágrimas que mojaban la cara del viejo Martínez y saltó hacia él para lamerlo como en los buenos tiempos, el aprendiz de político lo recibió en sus brazos con sorpresa, tambaleo un poco luego recupero el equilibrio, el Perro paso incansablemente su lengua por la cara del viejo, la energía llega cuando uno menos lo espera, el flaco Martínez tomó al animal y lo apretó con fuerza contra su pecho, luego decidió volver a su casa, en realidad a su partido, aún tenía sueños, aún tenía que seguir pensando por los otros, aún creía en el futuro.

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