Armando
Janssen
Capítulo uno
Vixxen
alzó su dispositivo y dijo:
—Entrenadora…
—Sí,
Vixxen
—¿Dónde
voy?
—Dirígete
al centro, en unos minutos identificarás una zona más iluminada, camina por la
rampa de subida que te conduce al edificio más grande, en el segundo piso.
Vixxen,
guardó su identificador, pronto accedió hasta el lugar indicado, llegó al
restaurante y se sentó a esperar.
Mientras,
Helena, ya casi llegando y con su identificador de bolsillo en la mano,
preguntó:
—¿Cuál es?
—Está sentado esperando,
cuando llegues te confirmo —dijo su entrenadora—. Es él.
—Hola, soy Helena.
Vixxen se incorporó torpemente tirando los cubiertos al
piso.
—Soy Vixxen, disculpa, estoy nervioso, soy nuevo
en el sistema, ¿nos sentamos?
—También
es mi primera vez, estoy cagada de miedo —aseguró Helena.
—Ya
que lo dices, luces aterrada.
—¿En
serio?
—No
más que yo, ¿comemos algo?
—De
acuerdo, ¿sabés cómo se pide?
—No
lo sé, supongo que será a través del comunicador —comentó
él señalando un pequeño aparato sobre la mesa que al tocarlo se encendió y una
voz grabada dijo: «Su servicio ha sido solicitado».
Pasaron
unos minutos muy silenciosos, se miraban tímidamente, hasta que llegó el
servicio.
—Parece
que me tocó la pasta, dijo Helena.
—Y a mí el pescado —concluyó
Vixxen—. Deben de estar equipados con la última tecnología, tienen
un sistema que detecta al entrar cada persona, qué calorías no debes consumir y
que proteínas y vitaminas te hacen falta, seleccionando la comida por ti. ¿Me dejas probar tu pasta?
—¿Nos
permiten hacer eso?
Vixxen
miraba a ambos lados para identificar a algún guardia, mientras Helena le dijo:
—Que
se vayan a la mierda. —Dándole de probar un
bocado de su pasta.
—Mmm,
está muy buena. Toma, prueba el pescado.
—Así
que nuestra primera vez juntos, ¿miramos nuestra fecha de caducidad?
—De
acuerdo, creo que debemos hacerlo al mismo tiempo. Veamos en información, cada
uno chequeando su identificador, ¿damos ok?
—A
la cuenta de tres, dice Helena. Uno, dos, tres, ya.
Comparando
sus pantallas, ambas indicaban doce horas.
—No
tenemos mucho tiempo.
—Sí,
es poco, ¿no? Empezó la cuenta regresiva, disminuye, es un poco triste.
—Comamos
rápido, así nos queda más tiempo.
Salieron
del edificio, esperaron que otra pareja subiera a un vehículo y el próximo
sería para ellos. Llegó, se subieron, observando que no había conductor.
Pasados unos minutos, en el camino vieron el inmenso muro que los separaba del
siguiente nivel, el vehículo a energía solar se detuvo en una casa moderna
iluminada pero apartada, bajaron y el vehículo se retiró. En el frente junto a
la puerta, se destacaba un sensor con el contorno de dos manos claramente
iluminadas, mirándose depositaron sus manos sobre el sensor y la puerta se
abrió. Su interior era muy cálido y luminoso, un gran sofá y una estufa
encendida se adueñaban del ambiente. Una pared divisoria daba a una sugerente
cama y el baño en suite. Helena y Vixxen se miraron con complicidad. Helena se
dirigió al baño y tomando su identificador, preguntó:
—Entrenadora,
¿qué tenemos que hacer?
—Depende
de la situación, ¿a qué te refieres?
—Me
refiero, a que si debemos ir al grano, solo disponemos de doce horas.
—Define
“ir al grano”, dijo la entrenadora.
—Puta
madre.
Mientras,
Vixxen, hacía lo mismo sentado frente a la estufa.
—¿Tenemos
que acostarnos, entrenadora?
—No
exigimos ninguna acción definida a los participantes.
—¿Qué
hace la gente regularmente cuando dispone de poco tiempo?
Eso
tienen que decidirlo ustedes.
—¿Depende
de nosotros?
—Exacto.
Vixxen
guardó el dispositivo y Helena salió del baño.
—Yo
puedo dormir acá, dijo Vixxen señalando el sofá.
—No
seas tonto, estarás incómodo, la cama es suficientemente grande.
Se
recostaron en silencio, hasta que Helena dijo:
—Debió
ser una locura antes del sistema, ¿no?
—¿Qué quieres decir? —dijo
Vixxen.
—No
sé, la gente a comienzos del siglo XXI tenía que encargarse por su cuenta de la
relación. La parálisis de la elección, no saber que opción tomar, y si salía
algo mal tenían que decidir ellos mismos el terminar o no. Romper con alguien
era un infierno, me contaron una vez mis padres, ahora treinta años después en
cambio, te indican que tiempo dura la relación y listo. Esperando que un día
llegue la relación definitiva y poder pasar el muro para subir al siguiente
nivel. ¿Qué sabes del siguiente nivel?
—No mucho, lo que
sabemos todos, creo. Emparejas y pasas al siguiente. Tampoco recordamos el
nivel anterior, ¿creés que nos borran la memoria al cambiar de nivel?
—Sí,
eso creo —respondió Helena, tomando la mano de Vixxen.
Quedaron
tensos y callados. Al hacerse de día, Helena dijo:
—Bueno,
nada mal por tratarse de una relación tan corta.
Sonaron
ambos dispositivos indicando el último minuto del encuentro.
—Que
mierda de tiempo.
—Estuvo
genial, increíble.
—Lo
mismo digo. Si volviéramos a coincidir, lo haría contigo sin dudarlo.
—Que
maldita, dijo él.
—Disculpa,
dijo sonriendo, Helena.
Los
equipos volvieron a sonar por última vez, se despidieron soltando sus manos y
dirigiéndose cada uno a su vehículo, se alejaron.
Capítulo dos
Al
otro día, Helena sale a correr como cada mañana y decide comunicarse con la
entrenadora, diciendo:
—No
entiendo de que sirve una relación tan corta, pactada por doce horas.
—Todo
tiene un porqué. Tus reacciones proporcionan información muy valiosa al
sistema.
—Sí,
pero no hice nada. El sistema evaluará que soy una tonta.
—El
sistema no emite juicios morales.
Mientras
tanto, Vixxen, hablaba con su entrenadora, diciendo:
—Sí,
pero ¿cómo sé que no era mi pareja ideal? Ella me gustó.
—Todavía
no seleccionamos tu pareja definitiva.
—Lo
sé, pero…
—El
sistema se va perfeccionando con tus propias experiencias. A medida que avanza
y conoces a varias personas, utiliza los datos para elegir a tu pareja
definitiva.
—Sí,
el día del emparejamiento, el sistema elige a la persona ideal, es vuestro
eslogan publicitario, ¿no?
—Efectivo
en el 99,8% de los casos.
—Pero
debo pasar por un montón de relaciones para encontrarla.
—Correcto.
Suena
el dispositivo de Helena.
—¿Qué
es eso?, pregunta.
—Otra
relación, prepárate.
—¿Ya?
Vixxen
jugaba a la paleta, sonó su dispositivo.
—¿Y
esto?, ¿otra?
—Correcto,
ve a prepararte.
—Iré
a cambiarme entonces.
Helena,
ya sentada, aguardaba a su próxima cita en el restaurante. Ve llegar a un
hombre muy atractivo que mira su dispositivo. Helena pregunta a su entrenadora:
—Dime
que es él.
—No
puedo confirmar la identidad hasta la presentación en persona, dice la
entrenadora.
—Hola, dice él.
—Es él —confirma
la entrenadora.
—Hola,
responde Helena.
—Me
agrada tu cabello.
—Y
a mí el tuyo.
—Es
natural, dice él.
—Ja,
ja, ja, que gracioso, dice Helena.
Cuando
Vixxen llega a su cita, se presenta ante ella y observa que ya está comiendo.
—Hola,
le dice, soy Vixxen.
—Nicole —responde
ella sin demasiada emoción, y levantando la vista de su plato agrega—, hace
rato que estoy aquí.
—Disculpa,
estaba haciendo deporte, me avisaron y tuve que ir a cambiarme. Veo que ya
estás comiendo.
—Tenía
hambre.
Vixxen
se sienta. Le traen su plato de comida.
—Vamos
a sacarnos esto de encima, chequeemos la fecha, dijo Nicole con sarcasmo.
Ambas
pantallas indicaban un año.
—Tal
vez se trate de un error, indica ella. —No se trata de un error,
dice la entrenadora. —Dios mío, agrega Nicole.
—Debe
de existir un motivo, dice él.
No
dicen nada más durante la cena.
Helena
y Ross, quedan chequeando su fecha.
—Que
interesante, indica él. Nueve meses.
—Salud,
dice ella, alzando su vaso.
Se
retiran y llegan a la casa asignada, idéntica a la anterior. Ross alardea de
haber tenido cinco relaciones previas y asegura con autoridad:
—Como
soy un veterano, mi experiencia dice que lo mejor es acostarse desde un
principio. Así se rompe el hielo y se tiene una mejor visión de la
compatibilidad.
—Bueno,
dice ella nerviosa.
—Yo
voy a dar mi consentimiento, dice él tomando su dispositivo. Cuando te sientas
cómoda, puedes hacer lo mismo.
—De
acuerdo, dice ella. Lo haré.
Hacen
el amor. Al terminar, Helena, queda despierta recordando el comportamiento de
Ross durante el acto: «para él fue un trámite, buscó su placer
personal, llegó al orgasmo, no le importó que yo no, y sin decir más nada, se
dio media vuelta y se durmió».
Nicole
y Vixxen, en la casa, se encuentran instalados semidesnudos sobre la cama,
intentando ponerse de acuerdo en el arte de hacer el amor, sin conseguirlo.
Ella dice:
—Tienes
olor a comida.
—¿Qué?
Disculpa, ¿qué puedo hacer?
—Mejor
cállate, si hablas es peor.
—Perdón.
—Mejor
házmelo poniéndote tú atrás, no soporto ese olor, dijo ella ya en cuatro patas.
—De
acuerdo, dijo Vixxen, incrédulo.
—Ve
un poco más rápido, indica ella. Muévete un poco más, solo la metes y la sacas.
No soy un cajón de la cómoda.
—Lo
siento. Hago lo que puedo.
—Es
muy aburrido, dice Nicole.
—¿Así
te gusta? —dice él.
—La
verdad que no, pero ya está, no importa.
Paran
y cada uno mira para el otro lado de la cama. Vixxen chequea su dispositivo,
indica trescientos sesenta y cuatro días. ¿Qué hará para sostener esta relación
durante un año?
Capítulo tres
Ambas
parejas hacen lo imposible para ir soportando el tiempo asignado. Un día son
invitados a un emparejamiento. Nicole y Vixxen se separan en la fiesta. Vixxen
recorre el jardín y ve a Helena, queda observándola un buen rato, hasta que al
fin sus miradas se cruzan y ella va hacia él. Es notorio el bienestar que
sienten al estar juntos. Se preguntan como va todo y ambos dicen que muy bien,
ríen y hablan hasta que pasados unos minutos, Ross, los interrumpe, Helena los
presenta, el momento es incómodo. Helena y Ross se retiran. De lejos Helena
queda buscando la mirada de Vixxen.
Llega
el plazo de caducidad de Helena, está muy contenta de desligarse de Ross, llega
a la conclusión de que es un narcisista insoportable. Se despiden y hasta
nunca. Después de esa relación se le dan constantes citas cortas, una de doce
horas, otra de treinta y seis horas, otras de una semana, dos semanas y de tres
semanas, nada importante, solo acumulando experiencias para llenar de
información al sistema.
Al
fin termina el plazo de Vixxen, ya no podía más, venía contando las horas para
separarse de este ser exigente, quejoso y amargado. Se preguntó que había
aprendido con esta relación y se dijo: “aprendí a convivir con alguien que
odio”. No se despidieron al caducar el plazo, solo se miraron
despreciativamente.
Capítulo cuatro
Helena
y Vixxen, pasaron casi un mes sin tener nuevas experiencias, hasta que al final
sonaron sus dispositivos. Se prepararon y acudieron a sus citas. Cuando Helena
llegó, Vixxen aguardaba en la mesa, resplandecientes se tomaron de la mano
riendo sin parar. Ambos pactaron de entrada no verificar la fecha,
proponiéndose vivir a pleno el tiempo que el sistema les había adjudicado
juntos. Pasaron días increíbles, haciendo el amor había entendimiento, vivían
el momento, felices. Vixxen comenzó a pensar sin poder parar en que no quería
que esa relación terminara, lo que lo llevó a romper el pacto con Helena y sin
poder contenerse, miró la fecha de caducidad en su dispositivo, complacido,
indicaba cinco años. Pasaron unos pocos segundos y el sistema comenzó a cambiar
las fechas siempre en forma regresiva, Vixxen, desesperado, miraba atónito su
dispositivo, trataba de detener la acción, pero por más que lo intentó, no pudo
hacer nada.
Su
dispositivo quedó fijo en veinticuatro horas, al fin habló con su entrenadora y
esta le indicó que no podía alterar el resultado, todo había sucedido al
chequear la fecha por su cuenta.
En
las siguientes horas, mostrándose preocupado, Helena le preguntaba si estaba
bien y Vixxen decía que sí, hasta que al final, Helena lo enfrenta y dice:
—Bueno,
¿qué está pasando?
—No
sé como decírtelo.
—Dímelo
y listo.
—No
pude controlarme y miré la fecha…
—Pero,
prometimos no hacerlo, ¿por qué lo hiciste?
—Lo
siento mucho. No pude controlarlo, es que te quiero.
—Me
fallaste, no lo entiendo… ¿y qué plazo indicó?
—Veinticuatro
horas, pero eso fue ayer, quedan dos horas… en realidad al principio indicó
cinco años, pero comenzó la cuenta regresiva y se detuvo en veinticuatro horas…
—Pero
porque tú no respetaste nuestro pacto y decidiste mirar por tu lado…
—Lo
siento, no quería perderte. Solo tenemos una solución…
—¿Cuál?
—Abandonar
el sistema, subir el muro e intentar pasar al siguiente nivel para continuar
juntos.
—Hagámoslo,
disponemos de muy poco tiempo, dijo Helena.
—¿Sabes
de alguien que lo haya subido sin el consentimiento del sistema?
—Sé
de un caso en concreto. El sistema no lo permitió y fueron separados en niveles
diferentes. Pero vamos, apúrate…
Excelente, me encantó! Continuará?
ResponderEliminarInteresante y original.
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