jueves, 7 de junio de 2018

Veinticuatro horas


Armando Janssen



Capítulo uno



Vixxen alzó su dispositivo y dijo:

Entrenadora…

Sí, Vixxen

¿Dónde voy?

Dirígete al centro, en unos minutos identificarás una zona más iluminada, camina por la rampa de subida que te conduce al edificio más grande, en el segundo piso.

Vixxen, guardó su identificador, pronto accedió hasta el lugar indicado, llegó al restaurante y se sentó a esperar.

Mientras, Helena, ya casi llegando y con su identificador de bolsillo en la mano, preguntó:

—¿Cuál es? 

—Está sentado esperando, cuando llegues te confirmo dijo su entrenadora—. Es él. 

—Hola, soy Helena.

Vixxen se incorporó torpemente tirando los cubiertos al piso. 

—Soy Vixxen, disculpa, estoy nervioso, soy nuevo en el sistema, ¿nos sentamos?

También es mi primera vez, estoy cagada de miedo aseguró Helena.

Ya que lo dices, luces aterrada.

¿En serio?

No más que yo, ¿comemos algo?

De acuerdo, ¿sabés cómo se pide?

No lo sé, supongo que será a través del comunicador comentó él señalando un pequeño aparato sobre la mesa que al tocarlo se encendió y una voz grabada dijo: «Su servicio ha sido solicitado». 

Pasaron unos minutos muy silenciosos, se miraban tímidamente, hasta que llegó el servicio.

Parece que me tocó la pasta, dijo Helena.

—Y a mí el pescado —concluyó Vixxen. Deben de estar equipados con la última tecnología, tienen un sistema que detecta al entrar cada persona, qué calorías no debes consumir y que proteínas y vitaminas te hacen falta, seleccionando la comida por ti. ¿Me dejas probar tu pasta?

¿Nos permiten hacer eso?

Vixxen miraba a ambos lados para identificar a algún guardia, mientras Helena le dijo:

Que se vayan a la mierda. —Dándole de probar un bocado de su pasta.

Mmm, está muy buena. Toma, prueba el pescado.

Así que nuestra primera vez juntos, ¿miramos nuestra fecha de caducidad?

De acuerdo, creo que debemos hacerlo al mismo tiempo. Veamos en información, cada uno chequeando su identificador, ¿damos ok?

A la cuenta de tres, dice Helena. Uno, dos, tres, ya.

Comparando sus pantallas, ambas indicaban doce horas.

No tenemos mucho tiempo.

Sí, es poco, ¿no? Empezó la cuenta regresiva, disminuye, es un poco triste.

Comamos rápido, así nos queda más tiempo.

Salieron del edificio, esperaron que otra pareja subiera a un vehículo y el próximo sería para ellos. Llegó, se subieron, observando que no había conductor. Pasados unos minutos, en el camino vieron el inmenso muro que los separaba del siguiente nivel, el vehículo a energía solar se detuvo en una casa moderna iluminada pero apartada, bajaron y el vehículo se retiró. En el frente junto a la puerta, se destacaba un sensor con el contorno de dos manos claramente iluminadas, mirándose depositaron sus manos sobre el sensor y la puerta se abrió. Su interior era muy cálido y luminoso, un gran sofá y una estufa encendida se adueñaban del ambiente. Una pared divisoria daba a una sugerente cama y el baño en suite. Helena y Vixxen se miraron con complicidad. Helena se dirigió al baño y tomando su identificador, preguntó:

Entrenadora, ¿qué tenemos que hacer?

Depende de la situación, ¿a qué te refieres?

Me refiero, a que si debemos ir al grano, solo disponemos de doce horas.

Define “ir al grano”, dijo la entrenadora.

Puta madre.

Mientras, Vixxen, hacía lo mismo sentado frente a la estufa.

¿Tenemos que acostarnos, entrenadora?

No exigimos ninguna acción definida a los participantes.

¿Qué hace la gente regularmente cuando dispone de poco tiempo?

Eso tienen que decidirlo ustedes.

¿Depende de nosotros?

Exacto.

Vixxen guardó el dispositivo y Helena salió del baño.

Yo puedo dormir acá, dijo Vixxen señalando el sofá.

No seas tonto, estarás incómodo, la cama es suficientemente grande.

Se recostaron en silencio, hasta que Helena dijo:

Debió ser una locura antes del sistema, ¿no?

¿Qué quieres decir? dijo Vixxen.

No sé, la gente a comienzos del siglo XXI tenía que encargarse por su cuenta de la relación. La parálisis de la elección, no saber que opción tomar, y si salía algo mal tenían que decidir ellos mismos el terminar o no. Romper con alguien era un infierno, me contaron una vez mis padres, ahora treinta años después en cambio, te indican que tiempo dura la relación y listo. Esperando que un día llegue la relación definitiva y poder pasar el muro para subir al siguiente nivel. ¿Qué sabes del siguiente nivel?

—No mucho, lo que sabemos todos, creo. Emparejas y pasas al siguiente. Tampoco recordamos el nivel anterior, ¿creés que nos borran la memoria al cambiar de nivel?

Sí, eso creo respondió Helena, tomando la mano de Vixxen.

Quedaron tensos y callados. Al hacerse de día, Helena dijo:

Bueno, nada mal por tratarse de una relación tan corta.

Sonaron ambos dispositivos indicando el último minuto del encuentro.

Que mierda de tiempo.

Estuvo genial, increíble.

Lo mismo digo. Si volviéramos a coincidir, lo haría contigo sin dudarlo.

Que maldita, dijo él.

Disculpa, dijo sonriendo, Helena.

Los equipos volvieron a sonar por última vez, se despidieron soltando sus manos y dirigiéndose cada uno a su vehículo, se alejaron.


Capítulo dos


Al otro día, Helena sale a correr como cada mañana y decide comunicarse con la entrenadora, diciendo:

No entiendo de que sirve una relación tan corta, pactada por doce horas.

Todo tiene un porqué. Tus reacciones proporcionan información muy valiosa al sistema.

Sí, pero no hice nada. El sistema evaluará que soy una tonta.

El sistema no emite juicios morales.

Mientras tanto, Vixxen, hablaba con su entrenadora, diciendo:

Sí, pero ¿cómo sé que no era mi pareja ideal? Ella me gustó.

Todavía no seleccionamos tu pareja definitiva.

Lo sé, pero…

El sistema se va perfeccionando con tus propias experiencias. A medida que avanza y conoces a varias personas, utiliza los datos para elegir a tu pareja definitiva.

Sí, el día del emparejamiento, el sistema elige a la persona ideal, es vuestro eslogan publicitario, ¿no?

Efectivo en el 99,8% de los casos.

Pero debo pasar por un montón de relaciones para encontrarla.

Correcto.

Suena el dispositivo de Helena.

¿Qué es eso?, pregunta.

Otra relación, prepárate.

¿Ya?

Vixxen jugaba a la paleta, sonó su dispositivo.

¿Y esto?, ¿otra?

Correcto, ve a prepararte.

Iré a cambiarme entonces.

Helena, ya sentada, aguardaba a su próxima cita en el restaurante. Ve llegar a un hombre muy atractivo que mira su dispositivo. Helena pregunta a su entrenadora:

Dime que es él.

No puedo confirmar la identidad hasta la presentación en persona, dice la entrenadora.

—Hola, dice él.

—Es él —confirma la entrenadora. 

Hola, responde Helena.

Me agrada tu cabello.

Y a mí el tuyo.

Es natural, dice él.

Ja, ja, ja, que gracioso, dice Helena.

Cuando Vixxen llega a su cita, se presenta ante ella y observa que ya está comiendo.

Hola, le dice, soy Vixxen.

—Nicole responde ella sin demasiada emoción, y levantando la vista de su plato agrega—, hace rato que estoy aquí.

Disculpa, estaba haciendo deporte, me avisaron y tuve que ir a cambiarme. Veo que ya estás comiendo.

Tenía hambre.

Vixxen se sienta. Le traen su plato de comida.

Vamos a sacarnos esto de encima, chequeemos la fecha, dijo Nicole con sarcasmo.

Ambas pantallas indicaban un año.

Tal vez se trate de un error, indica ella. No se trata de un error, dice la entrenadora. Dios mío, agrega Nicole.

Debe de existir un motivo, dice él.

No dicen nada más durante la cena.

Helena y Ross, quedan chequeando su fecha.

Que interesante, indica él. Nueve meses.

Salud, dice ella, alzando su vaso.

Se retiran y llegan a la casa asignada, idéntica a la anterior. Ross alardea de haber tenido cinco relaciones previas y asegura con autoridad:

Como soy un veterano, mi experiencia dice que lo mejor es acostarse desde un principio. Así se rompe el hielo y se tiene una mejor visión de la compatibilidad.

Bueno, dice ella nerviosa.

Yo voy a dar mi consentimiento, dice él tomando su dispositivo. Cuando te sientas cómoda, puedes hacer lo mismo.

De acuerdo, dice ella. Lo haré.

Hacen el amor. Al terminar, Helena, queda despierta recordando el comportamiento de Ross durante el acto: «para él fue un trámite, buscó su placer personal, llegó al orgasmo, no le importó que yo no, y sin decir más nada, se dio media vuelta y se durmió».

Nicole y Vixxen, en la casa, se encuentran instalados semidesnudos sobre la cama, intentando ponerse de acuerdo en el arte de hacer el amor, sin conseguirlo. Ella dice:

Tienes olor a comida.

¿Qué? Disculpa, ¿qué puedo hacer?

Mejor cállate, si hablas es peor.

Perdón.

Mejor házmelo poniéndote tú atrás, no soporto ese olor, dijo ella ya en cuatro patas.

De acuerdo, dijo Vixxen, incrédulo.

Ve un poco más rápido, indica ella. Muévete un poco más, solo la metes y la sacas. No soy un cajón de la cómoda.

Lo siento. Hago lo que puedo.

Es muy aburrido, dice Nicole.

¿Así te gusta? dice él.

La verdad que no, pero ya está, no importa.

Paran y cada uno mira para el otro lado de la cama. Vixxen chequea su dispositivo, indica trescientos sesenta y cuatro días. ¿Qué hará para sostener esta relación durante un año?


Capítulo tres


Ambas parejas hacen lo imposible para ir soportando el tiempo asignado. Un día son invitados a un emparejamiento. Nicole y Vixxen se separan en la fiesta. Vixxen recorre el jardín y ve a Helena, queda observándola un buen rato, hasta que al fin sus miradas se cruzan y ella va hacia él. Es notorio el bienestar que sienten al estar juntos. Se preguntan como va todo y ambos dicen que muy bien, ríen y hablan hasta que pasados unos minutos, Ross, los interrumpe, Helena los presenta, el momento es incómodo. Helena y Ross se retiran. De lejos Helena queda buscando la mirada de Vixxen.

Llega el plazo de caducidad de Helena, está muy contenta de desligarse de Ross, llega a la conclusión de que es un narcisista insoportable. Se despiden y hasta nunca. Después de esa relación se le dan constantes citas cortas, una de doce horas, otra de treinta y seis horas, otras de una semana, dos semanas y de tres semanas, nada importante, solo acumulando experiencias para llenar de información al sistema.

Al fin termina el plazo de Vixxen, ya no podía más, venía contando las horas para separarse de este ser exigente, quejoso y amargado. Se preguntó que había aprendido con esta relación y se dijo: “aprendí a convivir con alguien que odio”. No se despidieron al caducar el plazo, solo se miraron despreciativamente.


Capítulo cuatro


Helena y Vixxen, pasaron casi un mes sin tener nuevas experiencias, hasta que al final sonaron sus dispositivos. Se prepararon y acudieron a sus citas. Cuando Helena llegó, Vixxen aguardaba en la mesa, resplandecientes se tomaron de la mano riendo sin parar. Ambos pactaron de entrada no verificar la fecha, proponiéndose vivir a pleno el tiempo que el sistema les había adjudicado juntos. Pasaron días increíbles, haciendo el amor había entendimiento, vivían el momento, felices. Vixxen comenzó a pensar sin poder parar en que no quería que esa relación terminara, lo que lo llevó a romper el pacto con Helena y sin poder contenerse, miró la fecha de caducidad en su dispositivo, complacido, indicaba cinco años. Pasaron unos pocos segundos y el sistema comenzó a cambiar las fechas siempre en forma regresiva, Vixxen, desesperado, miraba atónito su dispositivo, trataba de detener la acción, pero por más que lo intentó, no pudo hacer nada.

Su dispositivo quedó fijo en veinticuatro horas, al fin habló con su entrenadora y esta le indicó que no podía alterar el resultado, todo había sucedido al chequear la fecha por su cuenta.

En las siguientes horas, mostrándose preocupado, Helena le preguntaba si estaba bien y Vixxen decía que sí, hasta que al final, Helena lo enfrenta y dice:

Bueno, ¿qué está pasando?

No sé como decírtelo.

Dímelo y listo.

No pude controlarme y miré la fecha…

Pero, prometimos no hacerlo, ¿por qué lo hiciste?

Lo siento mucho. No pude controlarlo, es que te quiero.

Me fallaste, no lo entiendo… ¿y qué plazo indicó?

Veinticuatro horas, pero eso fue ayer, quedan dos horas… en realidad al principio indicó cinco años, pero comenzó la cuenta regresiva y se detuvo en veinticuatro horas…

Pero porque tú no respetaste nuestro pacto y decidiste mirar por tu lado…

Lo siento, no quería perderte. Solo tenemos una solución…

¿Cuál?

Abandonar el sistema, subir el muro e intentar pasar al siguiente nivel para continuar juntos.

Hagámoslo, disponemos de muy poco tiempo, dijo Helena.

¿Sabes de alguien que lo haya subido sin el consentimiento del sistema?

Sé de un caso en concreto. El sistema no lo permitió y fueron separados en niveles diferentes. Pero vamos, apúrate…

2 comentarios: