miércoles, 6 de junio de 2018

Un pueblo que añora la paz


Luz Hernández


Lucía, una pelirroja de ojos miel, mirada tierna, piel canela, de catorce años, ha salido a jugar con varios niños, como siempre lo hacen, en la tarde, por el vasto campo, salpicado de verde, con el suspiro del aire en una suave brisa, el silbar de los árboles. Ellos son atraídos por el sonido de los trinos de  pájaros, las parlanchinas cigarras, los hipnotizadores grillos, unas refulgentes luciérnagas y los sapos saltarines con su destemplado croar.

A lo lejos ven como los rayos del sol resplandecen sobre los techos carmesí de sus viviendas y muros multicolores naranja, amarillo, rojo, verde, azul, lila.

De pronto se sienten cansados de tanto caminar y deciden reunirse para regresar y  silban, solo falta uno de ellos; la buscan, pero ya es muy tarde y necesitan retornar a sus casas.

Lucía ha corrido mucho, se perdió del camino; es la primera vez que esto le sucede. Va circulando por el mismo lugar varias veces. El cielo empieza a encapotarse, al volver la vista atrás se da cuenta que está sola. Al bajar la noche, tropieza y cae al riachuelo con su melodía adormecedora.

Se deja arrastrar por el agua helada, hasta que sale a la otra orilla y puede ver la luminiscencia de la luna extendida sobre un lago, una montaña verde azulada, los árboles congelados del frío. Después de varios chapoteos, logra salir del río, se sacude, camina lentamente tiritando y se adentra hacia una cueva muy oscura. El silencio absoluto inunda el espacio y se suspende todo movimiento y sonido.

Su corazón palpita precipitadamente, un estremecimiento recorre cada milímetro de su cuerpo y queda inmóvil. De pronto escucha algunas voces. Recobra la serenidad. Respira lentamente y piensa: «Estoy soñando, voy a despertar».

Ahora en la conmoción de la noche quiere ingresar sin ser descubierta; va avanzando lentamente hacia el fondo de la cueva. Allí ve que hay un laboratorio de forma circular de cristal y varios niños y niñas inertes sobre unas camillas. Se esconde tras una columna. Al lado, cerca de una puerta de azófar, ve una mesa de vidrio con varios tubos de ensayo, jeringas, frascos de colores, gasas, bisturí, tijeras, entre otros; y un suave olor a algo parecido al alcohol.

En el centro de esta antecámara rocosa hay algunos ancianos: de rostros y cuerpos translúcidos, vestidos con túnicas azules, brillantes, sentados en círculo con unas piedras de cuarzo de colores en sus manos.

Una de las mujeres con gran parsimonia se levanta y dice:

Somos los ancianos de La alianza galáctica. Venimos por el llamado de los niños y jóvenes de esta Tierra, que buscan la paz.

«Pedimos permiso a la fuente universal divina, para realizar las curaciones necesarias a estos niños enfermos de cáncer y otras enfermedades producidas por la contaminación ambiental, la irrigación aérea de elementos químicos venenosos producidas por los humanoides: Seres híbridos, mecanizados y dormidos por las sustancias que consumen y alteran su conciencia; por el uso inadecuado de la tecnología, principalmente de la celular, se han convertido en seres manipuladores, fríos, calculadores, violentos, depredadores.» Enuncia Luir.  

Ahora, yo, Liz, solicito a cada uno de los compañeros que complementen nuestra misión de sanar a estos niños y a los demás jóvenes de este pueblo. A continuación les pido que cada uno manifieste sus anhelos respecto a los infantes:

El siguiente anciano, Enc, con prudencia expresa: Renacerán estos chiquillos con dones especiales: clarividencia. Podrán percibir el futuro.

Podrán intuir la verdad expone Aní.

−Su poder de auto curación, capacidad para ayudar a otros y realizar curaciones a distancia. Explica Mor.

Se rebelarán de sus normas y establecerán un nuevo orden: cada vez que se reconozcan podrán unirse y centrar su conciencia en un propósito afín –dice Rad.

–Estos niños cuidarán la naturaleza. –manifiesta Teri con gran carisma.

También podrán trascender en el tiempo −indica Unja con voz melodiosa.

Interactuar en el espacio e ir a otros mundos en sus sueños lúcidos. Serán viajeros interdimensionales. Continúa Hardy.

Se llamarán: Índigo, Arcoíris, Diamante, Cristal. Luego se reconocerán y se agruparán para apoyarse, recuperando la hipercomunicación o conciencia grupal. Completa Marc.

 Para ser cocreadores de una nueva realidad fundamentada en la paz, la armonía, el equilibrio, la justicia. Agrega Jopé.

Emplearán vibración y lenguaje, a través de las palabras, el pensamiento. Una de sus misiones será el autodominio de los egos. Concluye Fil.
−A través de los tiempos tratamos de ver evolucionar a la Tierra, pero faltan avances. Revela Kim. Les hemos enviado muchos mensajeros como Masar Emot. Con la demostración experiencial de la transformación de la estructura de las moléculas del agua por medio de la expresión de emociones, palabras, pensamientos armoniosos: formándose así un agua cristalina diamantina y como esta se descompone y fermenta en el caso contrario; cuando se pronuncian palabras hirientes, groseras hacia ella. Continúa Luk.
También les dimos el Hoponopono, que significa: corregir un error y es un método antiguo de sanación de los Kaunas Hawaianos: Guardianes de los Secretos. Que consiste en emitir, vivenciar un mensaje: «Lo siento, me amo, me perdono, me libero. Gracias.» Como una terapia que sirve para borrar memorias dolorosas, a través del reconocer la responsabilidad que cada uno tiene de su propia vida, aprendiendo a descubrirse y perdonarse, liberándose de culpas. Y del perdonar a los otros para cancelar deudas pendientes. Pero tampoco les ha funcionado, porque su egoísmo los rige. Afirma Nick.

−Les enviamos a un científico como Rodo Lliná. Que ha creado un agua más vital, las nanoburbujas para curar el cáncer, el alzhéimer. Entre otras enfermedades. Se cree que podría tener otras aplicaciones, como la descontaminación de lagos e incluso la creación de nuevos medicamentos. El uso de nanomoléculas del agua que optimizan la función celular podría revolucionar muy pronto el campo de la medicina. Esto permitiría que las células sean más resistentes a enfermedades, que funcionen mejor y que sobrevivan más. Destaca Iza.    

Han recibido enseñanzas de tolerancia, amor a través de grandes seres como: Jesucristo, uno de los más iluminados e importantes. Quien los curó, alimentó, fortaleció, fraternizó, apoyó. Enseñó la cocreación, a través de los milagros: Multiplicación de alimentos, sanación espiritual interconectada a la corporal. Evitar el juzgar. Aun así, lo abandonaron para que la «Raza de víboras» entorpeciera su labor, a través de los sumos sacerdotes y escribas. Afortunadamente logramos teletransportarlo a dimensiones superiores. Para que continuara su misión. Resalta: Alth.

Pero la gran minoría, sigue dominando a la mayoría, a través del miedo, de las sectas, las creencias en ídolos. Del abuso de poder para beneficio propio, han depredado el planeta y lo convirtieron en cemento y tecnología que los ha robotizado. Escogimos a esta comunidad porque hay jóvenes y niños especiales, con un nivel de vibración más alta, consciente y avanzada, conectados a la naturaleza por su gran sensibilidad y potencialidad como Lucía, que nos ha estado escuchando. Ellos serán nuestros mensajeros para transformar la Tierra y evitar que desaparezca. Cuando regrese Lucía a casa, los hombres que asaltaron el pueblo se entregarán ante su mirada, la presencia de ella, de los demás niños y jóvenes transmitirá respeto, así devolverán lo hurtado y prestarán servicio a la comunidad por un tiempo para subsanar el daño causado.

Lucía, con un nudo de alegría en la garganta, su pecho palpitando de dicha y muy sorprendida escucha su nombre y entiende algunas expresiones y recomendaciones de estos maravillosos seres. Recuerda que en varias oportunidades han realizado brigadas en su comunidad: Limpiando el río, recogiendo la basura, cuidando a los animales. En el colegio tienen un grupo de “semilleros de convivencia para resolver conflictos”. Y ayudar a los compañeros que tienen dificultades. Inicialmente fue escogida en la escuela, porque era muy inquieta, peleona, parlanchina, rezongona, gruñona.

Ahora, Lucía, se considera uno de estos niños especiales, para poder seguir apoyando a otros y esto la hace sentir muy feliz.

En este momento cuando sale sigilosamente de allí, siente que una suave mano toca su hombro…

Mientras tanto el pueblo, ha sido asaltado… En esta fría noche se han escuchado ruidos estridentes, gritos, golpes, disparos, porque ingresaron algunos hombres con caras pintadas de bufones a embestir a esta comunidad. La tranquilidad se va al suelo, junto con el apoyo y la fraternidad.

Son seis hombres que duermen a Toni con una sustancia de escopolamina en aerosol. Luego se dedican a cargan todo su material de carpintería. Rápidamente se dirigen donde vive Estela, la señora que tiene la lavandería. Al abrirles la puerta les echan el mismo producto para adormecerlos y una vez logrado depositan la ropa de los canastos en bolsas y las acomodan en el camión de trasteos. Inmediatamente van al restaurante de Charles  y se llevan el menage. Así continúan su trabajo. Sin percibir que han sido observados desde el inicio de su actividad por algunos jóvenes socorristas, que se disponen a alertar a las autoridades.

La lavandería ha estado a cargo de Estela, de estatura media, delgada, de tez morena, cabello rizado muy brillante, de buen humor, le agrada cantar y bailar, mientras remoja la ropa, hasta verla espumosa, antes de llevarlas a las máquinas construidas por su esposo Rubén. Mayor que ella, de pelo cano y barba. Se levantan temprano. Recogen varios canastos llenos de ropa para ser lavados cada día. Todas las prendas quedan impecables. Con aroma a lavanda. Sus dos hijos de siete y nueve años estudian en la escuela.

Pero, algo sucedió la noche anterior. ¡Toda la ropa de los canastos había desaparecido! Estela, pierde la cordura; sale corriendo a gritar desaforadamente, halándose los pelos de la cabeza y dando puños a la pared de la desesperación.

Charles, de ojos cafés, cabello rojizo, de cuarenta años: es el chef que labora en el restaurante con su compañera Hemeli, muy alegre y comunicativa, de tez trigueña, alta, delgada, su hija Lucía y un gran equipo de personas lideradas por él.

Han adaptado diferentes espacios: ampliaron la cocina, el lavaplatos y armaron varios mesones. Hemeli se ha encargado de la decoración, la administración y atención en las ventas. Así como de orientar a su hija Lucía en sus labores escolares.

Charles, es el encargado de  dirigir los menús. Sus grandes cualidades son la serenidad y la prudencia. Inician labores en la madrugada, preparan el desayuno ofreciendo un té o un chocolate espumoso, jugos de diferentes frutos, galletas saladas, mantequilla, huevos revueltos, pan recién horneado, jamón, tostadas, tortillas, café, envueltos. En la tarde ofrecen ensaladas de frutas, verduras, carnes, patatas, arroces. Estilo bufé. Así finaliza a las tres de la tarde la labor del servicio del restaurante.

Al siguiente día, los trabajadores encuentran desocupado el local. Se miran sorprendidos unos a otros, en profundo silencio… Otros diciendo palabrotas y dando patadas a los papeles que dejaron en la huida.

Uno de los clientes más asiduos del restaurante es Toni, un hombre de setenta años, pelo canoso, de carácter fuerte, que se ha ido quebrantando por su cruda soledad. Recuerda que organizó con su esposa el taller de sastrería, costurero y carpintería para el servicio a la comunidad, ubicado en el primer piso de su casa. La vivienda la organizó en el segundo piso. Cada día siente el aroma del sol y el sabor a café recién servido para su esposa Aura y su hija Sari, que se han adelantado en el último viaje; tejió para ella una enredadera colgada a su ventana.

De repente despierta en el suelo, consternado, ve la puerta del taller sin candado. Al acercarse y observar que está vacío se sienta sobre un escalón y lleva sus manos empuñadas al piso para golpearlo, con el corazón arrugado; se siente derrotado y emite un gemido de su seca  garganta.

Algunos muchachos que trabajan como socorristas han recibido la información de sus compañeros que colaboran como guardianes que ayudan a las autoridades y les comentan que han descubierto a los hombres que despojaron al pueblo de sus pertenencias, los cuales al verlos manifestaron su arrepentimiento y disponibilidad de devolver lo hurtado.

Estando reunidos algunos miembros de la comunidad en el teatro, analizando cada situación, entre ellos Charles ven que todos los jóvenes regresan y que falta Lucía. Ellos dicen que ella ha desaparecido. Charles se levanta sobresaltado, su tranquilidad se perturba para dar rienda suelta a su miedo, nostalgia, angustia, ira.

Hemeli, se queda en la reunión con la angustia a flor de piel y las lágrimas rodando por sus mejillas. Mientras Charles se despide, se retira de la reunión y acude de inmediato al grupo de jóvenes socorristas para pedirles ayuda en la búsqueda de Lucía. Salen de inmediato a esta misión.

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