viernes, 1 de julio de 2011

La Cibeles andina

Víctor Mondragón


La alegría era grande entre los hinchas y seguidores del club de fútbol Real Madrid, y no era para menos,  una vez más, dicho club había  campeonado en la liga de fútbol española.
Miguel y Pablo  pedían a su padre que los llevaran a la Plaza de Cibeles en Madrid, de  modo similar su vecino  Francisco, hacía lo propio con su progenitor;  Francisco había nacido en un país andino, hijo de española retornada, de niño había emigrado a finales del  siglo XX; ambos padres trabajaban como profesores de literatura en una prestigiosa universidad.
Era las diez de la noche,  como los padres  también simpatizaban con dicho club, aceptaron ir juntos a la célebre plaza  de la diosa Cibeles;  rápidamente los jóvenes se vistieron con una blanca camiseta y se perfumaron de ilusión para ir a ver a sus ídolos.
Estando aun lejos divisaron la algarabía de la gente y en el  centro, rodeada por la multitud se apreciaba la imponente diosa; los muchachos competían a saber cada cual más que el otro.
-Cibeles es una diosa griega  -dijo Miguel.
-Es romana -contestaron Pablo y Javier.
El padre de los muchachos dijo a los jóvenes que estaban en lo cierto; pero a la vez debía precisarse  que  la adoración a  Cibeles provenía de Anatolia, hoy Turquía y  los minoicos la llamaban Gea o Rea   y los romanos Magna Mater; el padre mencionó también que dicha diosa fue adorada desde la era  paleolítica y  representaba la fertilidad de la tierra, la naturaleza, los animales y añadió que era una deidad de vida, muerte y resurrección.
Los muchachos se acercaron a contemplar la imponente diosa, primero abrieron la puerta de su imaginación para luego aplicar la lima del entendimiento:
-Qué significan los leones de Cibeles -inquirió  Miguel con una tenue pero insaciable voz,  su padre le contestó:
 -La diosa mitológica se representa sobre un carro que simboliza la superioridad de la madre naturaleza y los leones serian Atalanta e Hipómanes quienes fueron castigados por Zeus y convertidos en leones al encontrarlos en un recinto sagrado; más tarde Cibeles, compadecida, los unció a su carro.   
Pasaban las horas y aun no llegaban los futbolistas, fue así que los adolescentes se desplazaron en busca de algún restaurante de la zona; al padre de Francisco  le pareció muy bonita la leyenda de Cibeles y mientras esperaban  sus pedidos, se animó a contarles una leyenda de la cultura Yarowilca de los Andes centrales de sur América.
El progenitor narró:
-Se cuenta de padres a hijos y de generación en generación que en tiempos remotos, los humanos vivieron en un paraíso de abundancia de alimentos pero  muchos se volvieron malos y depredaron la naturaleza; hicieron dispendio y mal uso de los regalos que la pachamama, la madre tierra,  les proveía; así mismo, renegaron de los esfuerzos que implicaba la labor agrícola.
Al ver el pesar de la mama rayhuana, la fecundadora de la tierra; la papa, el maíz, el pimiento, las habas, el camote, entre otras plantas se resintieron y protestaron contra las suficiencias de los hombres;  la lluvia escaseó, los nevados de las altas cumbres se derritieron y los ríos se secaron; seguidamente un sol intenso echó a perder los sembríos y murieron progresivamente las semillas; la antigua abundancia poblaba los recuerdos de los hombres y los teñían de melancolía, escrutaban las entrañas de la naturaleza buscando raíces de ayrampu (1) y otras hierbas para alimentarse; los niños lloraban de hambre sin que sus padres pudiesen evitarlo y sin culpa alguna los animales y las aves también padecieron, la esperanza  prolongaba sus tormentos.
-Es penosa tu narración -dijo  Francisco con inconfesada y tal vez ignorada tristeza.
-La mama rayhuana  sustenta un manantial de creación insaciable, plena de belleza pero frágil ante los embates de los hombres cuyas maldades  piden poco a su imaginación –añadió el padre.
-Un día los animales se reunieron y conformaron una delegación de aves que se entrevistaría con el dios Pachacamac; los pájaros se sintieron empujados a mover sus alas con una presteza alucinante, volaron muchos días hacia la constelación de la copa de coca, Kukaa Manka, aquella es la constelación que cuida y protege las hierbas mágicas; dichas estrellas, a su vez orientaron a las aves hacia la constelación de la copa de maíz, Sara Manka que es la constelación que cuida de los alimentos; en el cielo no había árboles ni  arroyos que las  alegrasen, el primer sol y el último las golpeaban; las intrépidas aves volaron hasta las  orillas de la desesperación suplicando hablar con el dios Pachacamac con la consoladora ilusión de que su intento no sería en vano y así expusieron ante el hacedor del universo, sus padecimientos; el creador se conmovió por el pedido de las aves, perdonó las afrentas de los hombres y seguidamente ordenó a la mama rayhuana que entregase semillas a la delegación de aves; pero con la condición  que esta vez los hombres dejarían de depredarla –añadió el padre.
Lo narrado prolongaba con embeleso la atención de los jóvenes –cada día en la tierra los animales subían a un balcón en lo alto de una montaña para divisar el amanecer y en las tardes miraban el poniente  a la espera del retorno de la delegación, en la cumbre sentían el innumerable corazón del viento  latiendo sobre un silencio esperanzado que conforme pasaban los días, la soledad, la desesperación y la angustia iban tiñendo; el puma vigilaba el horizonte con sus párpados atrozmente levantados a la fuerza, hasta que un día su amigo, el zorro, divisó a las aves que regresaban con un preciado cargamento; el cóndor llevaba en su pico las semillas de papa, el gavilán las semillas del maíz, el picaflor las semillas de la quinua (2)  y así cada ave llevaba semillas según su capacidad; los entusiasmados animales recibieron con gran amor las semillas y las llevaron a los hombres, no sin antes explicarle al zorro la labor complementaria que los humanos debían realizar. Algunas semillas eran algo venenosas, como por ejemplo las papas; pero esta vez los hombres ayudados de los consejos del astuto zorro, procedieron a experimentar cruzando las semillas, aprovechando mejor los microclimas, construyendo andenes y añadiendo abono a la tierra; de este modo los humanos lograron domesticar y conseguir alimentos mejorados, ricos en sabor, fuertes ante las plagas y prolíferos en su abundancia; nuevamente hubo cosechas por doquier gracias a los esfuerzos de los hombres y al amor de la mama rayhuana que ayudaba a nacer, crecer y madurar las plantas; la vida volvió a ser un desasosiego, un entusiasmo; de ese modo el zorro, el puma, el oso, el venado, el cóndor, el waychao (3),  el jirish (4)  y demás animales contaminados de agradecimiento se reunieron  al lado de un río y mientras escuchaban la sonrisa del agua danzaron contentos alrededor de la mama rayhuana, por fin habían dejado de estar atados a la noria de la supervivencia, los hombres recapacitaron y  orientaron sus acciones a preservar la naturaleza -narro el padre.
Los jóvenes escuchaban tal relato con mucha atención, mientras uno de ellos degustaba una pizza, el otro saboreaba pollo con french chips, y los otros una tortilla española, por su parte los padres comían una ensalada  y bebían zumo de piña.
El padre de Francisco continuó contando:
-Con el descubrimiento de América, los europeos llevaron al mundo, productos tales como papa,   maíz,  tomate,  quinua,   pallares,  frijoles,  ajíes,  pimientos,  maní (5),  calabazas y frutas tales como  guayaba, chirimoya,  piña,  papaya,  pacae y  maracuyá entre muchas más.
El padre puso su mano en el mentón  y comentó:
-Sin dicho aporte de los hombres andinos, quizás el mundo actual sería distinto y los platos que en estos momentos consumimos serían diferentes sin el condimento del pimentón, sin las french chips, sin las papas en la tortilla española, sin el maíz tierno en las ensaladas o sin el tomate en las pizzas -Francisco quedó  traspasado de emoción y se precipitó a exclamar -¡yo nací allí…!.
Luego el padre prosiguió:
-En conmemoración de aquel hecho, hasta ahora los pueblos de los Andes centrales sudamericanos en épocas de siembra escenifican la danza de la mama rayhuana, recordando el paso de la hambruna hacia la abundancia.
-¿Como es esa danza? preguntó Miguel.
-Los danzantes suelen representar animales que fungen de labradores mientras otros se alimentan de los productos de la tierra; los animales descienden  como gotas de lluvia hacia la casa de la gastada primavera humana, la mama rayhuana lleva en brazos a su guagua ó hijo, que se representa con una o dos mazorcas de maíz, el venado simula que va abriendo surcos con la chaquitaclla que es un arado de pie, el gorrión va poniendo pétalos en los surcos, mientras el picaflor va buscando el néctar de las flores, el wuaychao (pájaro solitario) agita pañuelos blancos simulando sus alas e imitando los silbidos de dicha ave, el oso suele llamar la atención de los niños y el zorro  se suele mover por todas partes diciendo dichos en lengua quechua y provocando la risa en los asistentes -contestó el padre de Francisco.
-Quiero más pizza –dijo Francisco mientras sus amigos lo secundaban.
-Ya han repetido, ni siquiera han acabado sus platos y están pidiendo más –dijo su padre mientras Francisco respondía con  una mueca disfrazada de sonrisa.
-Aun sois jóvenes y podéis enterrar los gérmenes de la maldad humana,  somos también culpables pues los hemos educado en la sociedad del consumo –dijo el otro padre.
Los progenitores de los jóvenes intercambiaron opiniones respecto a la situación del mundo:
- Las raíces de la noche han crecido nuevamente en el corazón de los hombres, el consumismo excesivo pone en peligro la naturaleza –dijo el padre de Francisco.
-Si no rectificamos, solo quedará naturaleza muerta y polución;  un mundo inhabitable será la pobre limosna que dejaran las horas y los siglos –añadió el otro padre.
-Cuando ustedes crezcan, descubrirán que defendieron  mentiras, se engañaron  a sí mismos o sufrieron  por tonterías; si lo hicieran con convicción no se culparán por ello, pero no deben dejar que sus errores se repitan –dijo el padre de Francisco.
Seguidamente  meditaron acerca de las maravillas de la creación y sus interrelaciones.
-No se rompe una flor sin que se caiga una estrella… –añadió el otro padre.

-El mensaje de la danza de la mama rayhuana muestra que la naturaleza es  más sabia que los hombres, por eso los animales escenificaron dicha danza y  los pueblos andinos comprendieron que la fantasía es más rica que las rutinas diarias, por eso buscaron perdurar  ese baile pues sabían  que si la tradición echaba raíces en la conciencia de la sociedad, la soberbia, el poder, el tiempo y la estupidez no la eclipsarían -dijo el padre de Francisco.
Las reflexiones de los padres animaban a los jóvenes y les  infundían  una especie de compromiso, mientras veían acercarse el autobús con los futbolistas, inesperada y casualmente desde lo alto del bus cayó sobre ellos una camiseta autografiada por los jugadores del equipo madrileño, los muchachos quedaron absortos mientras se  disputaban tan preciada prenda; finalmente optaron por compartirla al igual que la amistad en que participarían por siempre.
Aquella hermosa noche de primavera madrileña sería recordada por  muchos años por los mozalbetes; en aquellas horas compartieron con socios y amigos la pasión que los une, recordaron muchos años el rostro triunfal de  sus ídolos, disfrutaron comentando tanto de la diosa Cibeles como de la mama rayhuana y que algún día  los pájaros anidarían en el pecho de los hombres.


(1)     Ayrampu: Berberis lutea, planta medicinal andina. Febrífuga, laxante y tónico.
(2)     Quinua: Chenopodium quínoa , originaria de los Andes. Alto contenido proteico y nutritivo en general.
(3)     Waychao: Ave solitaria de los Andes.
(4)     Jirish: Picaflor andino
(5)     Maní: cacahuete.

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