martes, 14 de junio de 2011

Cuando sólo deseas una luz y una copa de vino

 Ricardo Ormeño
                  

            

          Hay días muy especiales, hay días que se añoran, que se desean, Jorge Frías no tenía uno de esos días desde hace mucho tiempo, había podido regresar a su casa a almorzar, y para él aquello era verdaderamente importante, la intervención quirúrgica había tardado cerca de cinco horas y el estar en contacto con el agua caliente, era parte del programa hogareño. Bastaba una hora y media a dos horas para sentir que su alma se encontraba en condiciones óptimas para volar por jardines, prados, bosques y demás escenarios imaginables sólo en grandes pinturas, pero Jorge no tendría esa satisfacción, la discusión con su esposa hace tres días creaba un ambiente tenso y absurdo que lo incomodaba hasta llegar casi a la desesperación, sin embargo el sólo pensar en el descanso lo llenaba de valentía para enfrentar a aquel monstruo de hielo sin comunicación alguna con el que había contraído matrimonio hace más de una década. Jorge entra a la ducha y empieza a sentir el placer del agua en su cuerpo una mezcla de relajación y placer sexual, el doctor Frías era todo un sibarita, sin embargo el contacto con el jabón y el especial masaje que provocaba el fuerte chorro del cristalino elemento no duraba nunca más de treinta minutos. Terminado su relajante ritual queda envuelto en la enorme toalla cayendo con ella por unos segundos en su cómoda cama y cerrando los ojos siente que su alma desea pasear. ! No ahora no, tengo que volver al consultorio! –se decía así mismo Jorge.


           El descanso y la pequeña siesta de veinte minutos hizo que el estado de ánimo del doctor se estabilizará sin llegar a dibujar una pequeña sonrisa como en otras ocasiones, pero bastó como para intentar salir rápidamente, pasar al lado del temible mounstro de hielo y correr a refugiarse en el trabajo. Unos metros antes de arribar a su clínica el doctor Frías observa como se desliza sutilmente la puerta del garaje dándole la bienvenida, Jorge siente una extraña pero gratificante sensación eran las tres de la tarde y sus pacientes habían sido citados a partir de las cuatro y media , lo que le daba unos minutos glorificantes para leer, escribir, responder mails, o simplemente levantar las piernas sobre su escritorio y prepararse psicológicamente para trabajar intensamente durante unas tres horas, Jorge ya no era obeso como cuando era joven y tampoco llevaba los gruesos bigotes que acariciaba cuando tenía que realizar un diagnóstico cual detallista e inteligente detective extraído de alguna novela o película, no ya no era así , el deporte y el querer dar el ejemplo a sus pacientes había realizado casi el milagro de convertirlo en una persona lo suficientemente atlética como para soportar la tensión de su profesión y la de prevenir una hipertensión arterial como sufrió su padre. El doctor ingresa su automóvil al garaje privado, ahora sí sonriente, saluda a la simpática secretaria cuando de pronto observa que los muebles de la sala de recepción se encuentran totalmente llenos de seres humanos, sin embargo saluda a todos con cortesía y se dirige de prisa al consultorio.
-¡Jessica, me puedes decir que pasó! – pregunta el cirujano a su secretaria.
-Doctor todos decidieron venir antes ya que el tráfico en la ciudad está insoportable.-respondió la simpática secretaria.
-¡Todo hace pensar que se pusieran de acuerdo, en fin déjame que me siente un minuto por favor! –casi suplicaba el doctor Frías sin pensar que sus suplicas no serían escuchadas por nadie y que sus horas de trabajo ya no serían tres esa tarde sino cuatro.



            Cuando el sonido de un teléfono es melodioso, inmediatamente nos ofrece  una grata sensación a nuestro cerebro, ese dulce sonido entonces es codificado como un placer al atender la llamada, pero cuando un teléfono que emite angelicales armonías es destinado para el trabajo la situación cambia un poco y si nos referimos al trabajo del doctor Jorge Frías la situación realmente podría desquiciar a cualquiera, ahora si a ése teléfono le agregamos dos más y encima lo decoramos con dos celulares muy simpáticos y muy a la moda, pues logramos aparte de una torta de compleja telefonía, entender que si las bellas armonías y melodías de orquestas sinfónicas o grupos populares no se ponen de acuerdo, las cuerdas se superponen a la teclas, los vientos entran en batalla con las percusiones y las guitarras contra las trompetas luchando por sobresalir todos a la vez creando una atmósfera de verdadero caos y destrucción no sólo para nuestros oídos sino para nuestro cerebro que en instantes empieza a querer defenderse tratando, no de fungir de director de orquesta corriendo de un lado a otro o girando la cabeza de derecha a izquierda para lograr orientar a tan virtuosos músicos sino de radar de última generación, para saber cual o cuales son los que deben atendidos  primero, es en esos desesperantes momentos en que aparece dentro de nosotros  el sublime gusto de coger algunos de esos tecnológicos, bellos, simpáticos y hasta envidiables aparatitos y estrellarlos contra la pared. Jorge necesitas un descanso urgente en muy buena compañía lejos, muy lejos de allí.


        La tarde transcurre sin darle un respiro al doctor Frías, los pacientes impacientes desean ser atendidos con prontitud y los teléfonos con resonante algarabía se ponen de acuerdo para entonar sus melodías uno detrás del otro.
-¡Doctor, disculpe que lo interrumpa, tecno medical desea pasar a cobrar ahora! –comunica la secretaria por el teléfono interno.
-¡Pero…ahora, no entiendo ellos siempre se demoran en cobrar y estoy atendiendo las consultas, diles que si puede ser mañana, total recién hemos utilizado sus insumos hace unas horas! –respondió el doctor disculpándose ante su paciente por la interrupción.
-¡Muy bien doctor, pero también han llamado la señora Vergara, quiere que se comunique urgente, su hermano desea lo mismo con usted, y la señorita Carbajal piensa operarse cuanto antes porque empiezan sus clases! –informaba la dulce secretaria.
-¡Muy bien los llamaré luego, diles que estoy en consulta y no puedo atenderlos! –respondía el cirujano con incomodidad.


                Los minutos transcurrían y el agotado doctor Frías sólo pensaba en llegar a su casa, tomarse una copa de vino y buscar aquella enigmática luz blanca e intensa como la nieve que se le cruzaba de vez en cuando en algún sueño, eso bastaba para sentir las  fuerzas necesarias para seguir adelante. Los pacientes salían y entraban de su consultorio, consultas nuevas, controles, curaciones y de vez en cuando salía casi corriendo hacia el área de hospitalización para observar la evolución del paciente recientemente operado.
-¡Doctor, tengo en la línea a la señora Gonzáles, dice que le duele la mama izquierda y se encuentra asustada, quiere que la llame urgente, bueno también ha llamado la señora León, dice que el tarot le aconseja que la opere el próximo viernes pero no en el horario de costumbre sino a las tres de la mañana! –interrumpía la aturdida secretaria.
-¡Bien tienes mis celulares y todos los teléfonos, diles que los llamaré a la brevedad posible, pero ayúdame que ya estoy realmente mareado! – expresaba el doctor Frías casi desesperado.


                  Conforme las horas pasaban el doctor Frías empezaba a sentir que su copa de vino y la extraña luz de sus sueños se encontraban cada vez más cerca, cuando de pronto el bendito teléfono interno suena otra vez.
-¡Doctor, disculpe pero ha venido la paciente Krauss y su esposo quiere entrar a su consultorio urgente, no entiende que debe esperar y se encuentra muy agresivo! –informaba muy nerviosa la secretaria.
-¡Pues que esperen, no puedo hacer más y que pase de una vez la siguiente paciente! –ordenaba el doctor. Cuando de pronto se oye el fuerte sonido de la puerta del consultorio, no era necesario convertirse en Sherlock Holmes para suponer que la persona que emitía ese brusco y fuerte sonido se encontraba cargado de agresividad; el doctor se levanta y se dirige a abrir la puerta encontrando una persona de mediana estatura, corpulento, vestido con un saco muy ajustado, de rasgos oscuros y toscos que le traen a la memoria del doctor aquellos boxeadores de la liga americana que tanto disfrutaba con su padre por la televisión; al lado de él, Josefina Krauss una mujer de la misma estatura que su pareja que escondía la belleza de sus ojos verdes, cabello rubio y finos rasgos faciales, en su gruesa contextura que la había llevado a someterse a una liposucción hacía más de un año y a una abdominoplastia hacía dos meses.
-¡Doctor he venido para hablar con usted y quiero decirle que necesito saber la verdad, soy muy agresivo y no tengo paciencia! –expresó enérgicamente el intimidante sujeto.
-¡Tomen asiento y ante todo quisiera saber quien es usted! –respondía el doctor Frías.
-¡Soy esposo de Josefina y tengo las pruebas! –afirmaba con seguridad el símil de un famoso boxeador mientras, a su lado, Josefina sollozaba sin consuelo.


              El amable doctor Frías no entendía nada, miraba a Josefina Krauss y ella se limitaba a llorar, realmente no entendía nada, había conocido a Josefina hace unos meses acompañada de Raúl Montes su esposo que vivía en Japón y que se había sometido a una rinoplastia justo el mismo día y en turno seguido a la intervención de Josefina; venía a su memoria los abrazos y besos apasionados de la pareja de esposos en la recepción de la clínica no importando la presencia de las demás personas, escogiendo siempre el mueble de un cuerpo para depositarse enroscados como dos alocados adolescentes.
-¿Pruebas de qué? –preguntó sorprendido el doctor.
-¡De la infidelidad doctor, ella lleva la prueba, el corazón, usted le ha hecho un corazón y dígalo de una vez que soy muy agresivo! -respondió la copia fiel de un ex boxeador.
-¿Corazón dónde por favor? Sea más explícito –preguntaba Jorge Frías.
-¡Cómo se le ocurre hacerme esto doctor! , ¿Le gustaría que le hagan esto a su esposa? –preguntaba Josefina llorando sin control.
-¡El ombligo doctor, usted le ha hecho un ombligo en forma de corazón y esa es la prueba de la infidelidad y como le he dicho soy muy agresivo! –expresaba enérgicamente el supuesto esposo de Josefina Krauss. El siempre amable y cortes doctor Jorge Frías siente que la calma, paciencia y ecuanimidad comienzan a convertirse en palabras extrañas, casi nunca oídas o escritas y después no de un día complicado por la tensión del trabajo sino de varias semanas plenos de días complicados, se pone de pie.
-¡Bueno ya basta, a usted señor no lo conozco, viene, interrumpe en mi consultorio y me habla de un corazón en el ombligo de su esposa y que encima es usted muy agresivo, pues le diré que yo también soy muy agresivo y no va a venir nadie a decir o hacer lo que le plazca y contigo Josefina no puedes escudarte en que guarde los secretos e información de mis pacientes porque para todo hay un límite, tengo todas las consultas y operación incluidas filmadas y grabadas, así que o me dicen la verdad de sus intenciones o hablo y cuento todo sin importar las consecuencias –amenazó el doctor de manera determinante y sin mostrar signo alguno de vacilación a pesar de no tener realmente nada grabado o filmado.
-¡Lo privado no doctor, es privado usted no puede decirlo! –acotó Josefina
- ¡Pues bien ante todo veamos ese ombligo de una buena vez! – ordenó el doctor, que muy molesto se limito a examinar con detenimiento la prueba de la infidelidad.
-¡Pues bien esto es una mala cicatrización, se llama cicatriz hipertrófica, muy similar al queloide que deben haber oído alguna vez, Josefina ha debido acudir a sus controles y no desaparecerse por casi mes y medio y esta cicatrización antojadiza en forma de corazón no hubiera existido, así que si desean corregirla, a partir de mañana mismo vienen a los controles pertinentes y me firmaran la asistencia en cada una de las citas para no tener problemas con ustedes a no ser que deseen irse a otro sitio pero aquí se debe hacer esto y punto! –explicó el doctor dispuesto a enfrentarse ante cualquier demonio o monstruo que se le apareciera en el camino.
-¡Doctor es usted un profesional le aseguró que vendremos a las citas, es más lo recomendaré con mi hermana que también tiene una cicatriz similar pero en la pierna, la traeré se lo aseguró! –finalizó el símil de pugilista levantándose y despidiéndose con un fuerte apretón de manos.


          Tras la despedida el doctor Frías se comunica con su secretaria para saber si los pacientes que esperaban en la sala percibieron algo ya que la conversación había sido muy intensa y amenazante esperando alguna respuesta misericordiosa por parte de ella, la cual recibió muy delicadamente haciéndolo sentir algo más tranquilo. Jorge no olvides que tu copa de vino te espera. Los pacientes pasaron uno tras otro, los teléfonos cumplieron con su función hasta el último minuto, no dejando en paz a Jorge, pero por fin se terminó el día, era viernes y generalmente Jorge no acudía a ningún sitio ya que siempre terminaba casi destrozado física y mentalmente debido al extenuante trabajo de la semana.
-Mañana haré lo que no hago hace mucho tiempo, me quedaré en la cama y punto, soportaré hasta un cataclismo pero nadie me moverá de allí –pensaba el doctor casi desesperadamente.


              El despertar del doctor al día siguiente fue muy placentero, la copa de vino de la noche anterior se había convertido en una botella, sólo así pudo conciliar el sueño automáticamente sin poder siquiera intentar buscar aquella enigmática luz que a veces lo llevaba a paseos oníricos increíbles, simplemente se sintió desconectado totalmente.
        A pesar de la poca comunicación con su esposa, situación muy habitual que se traducía en recibir una taza de café de parte de ella sin necesariamente llevar consigo una sonrisa, era lo mejor que se podía esperar pero cuando las discusiones se daban era una semana sin hablarse, así que Jorge se estiró totalmente en la cama luego de servirse su café él mismo y ver un poco de televisión poniendo énfasis en los programas de actualidad y así enterarse un poco de lo que acontecía fuera de su clínica. El doctor disfrutaba de su descanso, no quiso en esa ocasión reunirse con sus amigos en el club como todos los sábados, sino descansar, sólo descansar, hasta que al darse cuenta que se había perdido de muchas noticias durante la semana,  es cuando se  dispone a perseguir tenazmente todos los programas noticiosos o similares logrando encontrar uno en el cual daban cuenta, en un extenso reportaje, de la preocupación del ministro del interior por un ex policía que había resultado ser jefe de una banda de secuestradores, quien además se encontraba involucrado en la falsificación de visas para los Estados Unidos, dicha preocupación se debía a que dicho individuo exigía retornar al cuerpo de la policía al que había pertenecido por no haber sido encontrado culpable ante ningún juzgado, Jorge gira su cabeza a la vez que deja su taza de café en una pequeña mesa al lado de su cama quedando estupefacto al ver la fotografía de Ronaldo Medina, personaje intimidante que había visitado su consultorio el día anterior. Jorge salta literalmente de la cama tratando de grabar el reportaje, al no lograrlo corre hacia el teléfono y llama al primer amigo que se le cruza por su mente.
-¡Carlos, habla Jorge! , ¿Estás viendo la televisión en estos momentos? –pregunta con voz entrecortada el doctor.
-¡Sí claro estoy justo viendo un reportaje acerca de un secuestrador¡ -respondió Carlos
-Te llamo por la sencilla razón que ése tipo estuvo en mi consultorio y tuvimos un intercambio de palabras, inclusive me levanté y le dije que yo también era muy agresivo, en fin te contaré luego con paciencia pero ahora hazme un favor corre y grábame el programa, luego te vuelvo a llamar para contarte con lujo de detalles –despidiéndose ansiosamente Jorge.


                 Llegó el lunes y Jorge luego de haber contado su historia no sólo a Carlos sino a sus familiares y algunos amigos más, se encontraba esperando a Josefina Krauss quien acudiría a su consultorio acompañada de tan peligroso sujeto.
-Doctor buenas tardes, le presento a mi tía Laura, vengo como acordamos –saludó Josefina.
- Buenas tardes, tanto gusto conocerla señora –saludó el doctor muy parco a la tía de la señora Krauss.
-¿Vieron el reportaje televisivo de ayer? –preguntó el doctor algo incómodo esperando alguna reacción por parte de ellas.
-Sí doctor, pero todo es mentira, de paso ya que toca el tema quiero disculparme por lo que pasó el viernes, lo que sucede es que como vino mi esposo de Japón después de tanto tiempo y no sólo me acompañó en la operación sino que él también se operó no pude evitar pasar unos buenos momentos con él, pero Ronaldo no debía enterarse –explicaba con mucha soltura y sin preocupación la rubia Krauss.
- No entiendo bien esto así que mejor explícamelo muy bien –casi ordenaba el doctor tuteándola de manera casi desafiante
- Lo que sucede es que la persona que me mantiene económicamente es Ronaldo no mi esposo que vive en Japón y nunca me envió ni dinero ni saludos y justo ahora se apareció y al creer que algo bueno pasaría con él, es que evité que se cruce con Ronaldo, pero ya ve tan sólo tres meses estuvo aquí y ya se fue de nuevo, así que al evitar que Ronaldo pise su consultorio pensó que usted era mi amante, eso es todo doctor –narró Josefina casi sonriendo.
-¡No entiendo lo que dices, me ha podido matar de un balazo y luego hacerme las preguntas! –intervino el doctor totalmente contrariado.
-La verdad es que también lo siguió a usted por casi dos meses e incluso envió a uno de sus amigos para hacerse pasar como paciente para ver si descubría algo y no sucedió nada doctor así que no se preocupe-respondió Josefina.
-¡No me preocupe, ha podido desgraciar a toda mi familia y tú eres cómplice, es más creadora de toda esta peligrosa y desconsiderada situación! –acotó el doctor Frías indignado por tal descaro de Josefina al narrar los hechos.
-¡Bien doctor disculpe que interrumpa pero creo que esto ya pasó y más bien vayamos a lo que queremos – interrumpió Laura la tía de Josefina.
-Bien ¿Qué es lo que desean? – preguntó Jorge imaginándose  ya cualquier cosa y empezando a desear su copa de vino esa misma noche de manera urgente con luz o sin luz onírica incluida.
-¡Doctor, deseo otra liposucción arreglarme las mamas y tal vez algo en la cara – intervino la señora Krauss muy segura de sí misma.
-Lo que sucede es que Ronaldo quiere volver a la policía y como usted sabe, ganan muy poco como para mantener a mi sobrina como se debe, así que Josefina ha tomado la decisión de arreglarse todo lo que pueda porque quiere ser prostituta –explicó la tía Laura casi con un tono de administradora.  


                Jorge se limitó a tratar la cicatriz y no entendió nunca porque razón no volvió a ver a Josefina,  después de tan sólo tres citas desapareció literalmente del mundo. Dos meses después, Laura  tía de Josefina Krauss, se comunica telefónicamente con el doctor Frías solicitándole una atención de emergencia para la guapa sobrina la cual había sido agredida por el explosivo  Ronaldo, quien no pudiendo controlar sus celos, no encontró mejor solución que vaciar el tambor de su revólver a la persona que se encontraba con ella, sin imaginar que no era más que un asiduo cliente. Segundos después enviste cual toro de lidia a la rubia de ojos verdes propinándole una serie de golpes por todos los ángulos posibles, produciendo marcas y fracturas severas en el rostro debido al efecto contuso y cortante de los gruesos anillos con exóticos adornos que llevaba en la casi totalidad de los dedos de ambas manos. Laura suplica al doctor Frías por la atención de su sobrina asegurando que no pasará nada con Ronaldo quien se encontraba detenido. El doctor Frías abandona la sala de operaciones a las dos de la mañana indicando una hospitalización para Josefina no menor a tres días, se dirige automáticamente a su hogar y decide administrarse una tableta de un fuerte sedante y literalmente caer inconsciente antes de colapsar y desgraciar realmente a su familia olvidándose por completo de su ansiada copa de vino y de su enigmática luz brillante que en sus sueños lo transportaba por fantásticos parajes nunca imaginados.

1 comentario:

  1. Me encanta lo bien trabajada que está la psiquis del protagonista. Me extraña que al final acepte atender a Josefina, pues él es cirujano plástico y ella parece que necesita un traumatólogo.

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