martes, 9 de noviembre de 2010

El comienzo del nuevo orden

 Ana Alemán Carmona


Bernardus Vlassov nunca pensó que entre las cinco jovencitas que con tanta pasión entrenaba e iniciaba en las artes de la guerra y de la magia ancestral estarían las futuras heroínas de todo Piro, las que cambiarían de muchas formas la historia de esta ciudad. Cinco niñas que de repente un día serían las más temidas guerreras, leyendas en su propio tiempo, parecía poco probable al principio, nadie estuvo de acuerdo con él cuando decidió reclutarlas.

Serían criadas como hermanas, lo cual era casi obligatorio en el clan Vlassov, todos formaban una gran familia, con la salvedad que en realidad si habían lazos de sangre entre ellos. Sin embargo estas niñas no eran Vlassov de sangre ni tampoco descendían de familias nobles. Eran hijas del pueblo, huérfanas y extranjeras cuya suerte hubiera sido la muerte temprana, al menos conmigo morirán de manera gloriosa -decía Bernardus cuando justificaba su experimento.

Gina, Leila, Anjou y Zarina fueron traídas una mañana a la casa por Vlassov, quien desde que las vio percibió que eran fuertes, todas estarían entre los ocho y los diez años de edad, habían sido sobrevivientes de trágicos desenlaces familiares, sus padres pudieron haber sido criminales o ladrones de poca monta eso le traía sin cuidado al buen Dr.  -lo importante es la esencia y yo siento algo poderoso en ellas, el fuego en la mirada de los que ya sobrevivieron la muerte, además no tienen nada más que perder, serán buenas ya verás -Balthazar Vlassov, el hermano menor de Bernardus no estaba muy de acuerdo con la idea -perviertes la pureza del clan con tus aventuras, ahora eres ¡Pigmalión!, quieres crear a tus guerreras míticas, quieres tener otra Leonor, la sangre pesa, ya veras de lo que hablo cuando ellas te fallen  -Lina, la nieta de Bernardus, y la única Vlassov se unió al grupo, y desde ese día nunca tuvo el clan guerreras tan enfocadas en cumplir con la misión de la casa Vlassov.

Ahora sentado en lo alto de las Montañas Azules Balthazar estaba seguro que Anjou y sus hermanas estaban planificando las estrategias y preparándolo todo para regresar a Piro y tomar el trono y acabar así con toda esta sangrienta historia. Hermano cumpliste tu tarea demasiado bien –encendía un cigarrillo y mientras veía las volutas de humo subir por el aire se iba quedando dormido, aún los inmortales se cansan, el alma envejece después de todo.

Torunelle es un país tranquilo y pacífico, cualquier lugar lo es comparado con Piro, eso era lo que sentían las Vlassov, habían decidido que aquel era el mejor espacio para proteger  a las niñas y preparar todo, el único temor que tenían es que Lina, adivinará sus intenciones y las persiguiera. Lina había permanecido fiel a la causa de su abuelo y las consideraba a todas ellas unas traidoras –muerden la mano que les dio de comer, que les salvó la vida, no las entiendo, ¿cómo es posible tanta traición? –Los demás generales Vlassov estaban de acuerdo con ella, la guerra había sido declarada –acabaremos con ellas y con Santino, esta será solo una anécdota que cantaremos el próximo año –intentaba sonar segura pero en el fondo sabía que sus hermanas eran fuertes y estaban unidas, sentía miedo, no de morir sino de tener que matarlas, las amaba y las odiaba con la misma intensidad, pero debía ser fría y consecuente, ahora era  la jefa de clan Vlassov y no iba a dejar que se extinguiera.

Gina se levantó a las cinco de la mañana como siempre, había cortado sus cabellos negros la semana pasada, este era una especie de ritual de antes de la guerra: los cabellos cortos, las espadas afiladas, la mente enfocada en la victoria y el corazón tranquilo. Todavía recordaba sus días de entrenamiento con el Dr. Vlassov, estaba haciendo su rutina de ejercicios diaria en el jardín de la casa cuando Zarina llegó con un sobre abierto y el rostro desencajado.

-¿Qué te pasa?, traes una cara de fantasma –era otoño y las hojas de los árboles habían empezado a caerse, el viento soplaba fuerte arrojando las hojas de un lado para otro todo eso le daba un marco más dramático a la delgada figura de Zar que llegaba apurada, apretando un papel sobre su pecho, realmente parecía un espectro.
-Fantasma dices, tal vez eso seremos todas en los próximos días, toma lee y luego me dices si mi rostro está fuera de lugar –Zar era la más sensible de todas, también sus rubios cabellos estaban cortos y la hacían verse frágil enmarcando una piel pálida y sus ojos azules, toda su fisonomía la delataba como la única rusa dentro del grupo de huérfanas rescatadas por Vlassov, le dio la carta a su hermana y se sentó en el pasto –entiendes el problema que se nos viene.
-Cállate estoy intentado leer, has llorado sobre la carta pedazo de tonta y casi no se distinguen las letras –los enormes ojos violetas de Gina se abrían asustados, lo que estaba leyendo no era más que una amenaza.
-Anjou todavía no la ve, estamos perdidas, Lina no se detendrá lo sabes tan bien como yo, está jugando todas sus cartas, sabe que no nos rediremos que si caemos será muertas, eso lo tolero soy una guerrera y morir no me da miedo, pero meterse con gente inocente, estoy asustada Gina, tanto como cuando supe que Leila había muerto, siempre supe que allí empezaba un destino incierto.
Ya cállate Zar!, ¡ya cállate quieres!, tus lamentos no van a solucionar nada
-Tampoco tu cólera, y no me digas que hacer o sentir  o te juro que –se calló de repente recogió la carta y salió corriendo del jardín, rumbo a su habitación.

Después del almuerzo, cuando Anjou y Santino regresaron del pueblo se sentaron en la sala a leer la carta, para no alterar a las niñas las enviaron a sus habitaciones. No habían podido escoger mejor lugar, lo oscuro de la habitación pintada de gris comulgaba con el ánimo que los embargaba. La chimenea estaba encendida, Zar parecía nerviosa sentada en el piano, jugando con las teclas, Gina miraba por la ventana a la calle, veía a todos los paseantes tan ajenos a sus penas, los envidiaba. Santino y Anjou estaban sentados en el viejo sofá granate.

La carta era terrible, Lina había mandado a decirle a sus hermanas que las había encontrado, fue un trabajo relativamente fácil, el dinero compra muchas cosas, información y conciencias, pero eso no era lo preocupante, les estaba dando la oportunidad de rendirse de regresar a Piro con Althea, Zoe y Santino como prisioneros, estos serían condenados a muerte pero con la benevolencia de su Alteza Real serían perdonados y exiliados –Anjou leía en voz alta. Si rechazaban la oferta que tan magnánimamente les estaba otorgando, en Piro pagarían las consecuencias gente inocente, niños huérfanos como ellas, hijos de criminales como ellas, como medida de seguridad, para evitar que la mala simiente corrompa la estructura de Piro.


-Está demente, intenta decirnos que si no nos rendimos ¡comenzará a matar niños! Es absurdo, no podrá hacer eso, la gente de Piro no lo permitirá –Gina expresaba su malestar con energía.
-Gina es que sí es posible, no lo harán público, cuantos niños mueren a diario sin que a nadie le importe, entiéndelo de una vez ella, como nosotros alguna vez, es una criminal, tú crees que le importa si mata niños inocentes, solo le importa ganar a toda costa. Además se está vengando metafóricamente de ustedes, huérfanas que se revelaron contra la casa que las acogió, matar a esos inocentes será como matarlas a ustedes una y mil veces, siempre dije que los Vlassov estaban mal de la cabeza.
-Tranquilo Santino –Zar lo miraba de reojo, ese era un tema muy delicado para ellas, siempre les habían reprochado sus humildes orígenes.
-Ustedes no son Vlassov, tú Zar eres una rusa judía, Gina  y Leila son árabes, si no fuera suficiente para hablar de mezclas extrañas, está Anjou una francesa, seguramente hija de una ramera y un ladrón. Bernardus las sacó de la calle y a Lina le duele ver el resultado. Esto va a funcionar si de una vez entienden que ya no son parte de esa familia, sus verdaderas familias son esa gente de Piro y esos niños que podrían morir.
-Pero si es un discurso del príncipe de sangre pura, ya me está cansando que me saquen todos en cara lo despreciable de mi linaje, vete al diablo Santino –Zar no contenía la ira y el despecho.
-¿Qué haremos ahora?, ¿la carta dice algo más? -preguntó Santino tratando de calmar el tenso clima de la sala.
-Que Blathazar ha muerto, su cabeza está siendo expuesta en el Palacio, malditas arpías –Anjou nunca pensó sentir tanta lástima por la muerte de alguien que la trató tan mal cuando niña, pero al final resultó ser su aliado, no pudo evitar una lágrima.

No era un plan fácil acabar con él, ningún Vlassov quería la misión de matar a Balthazar, luego de muchas discusiones Sasha fue el encargado de hacerlo, su pupilo favorito, y quien conocía más a su maestro, sabía que estaría en las Montañas Azules, en la cueva de las esmeraldas, siempre escapaba allí cuando tenía que recobrar fuerzas, era un lugar de belleza bucólica, calmado y pacífico, parecía sacado de la imaginación de un poeta, solía decir Balthazar. Sasha decidió ir por la mañana, lo encontró meditando, de rodillas sobre las rocas de la montaña, sus ropas azules hacían ver su piel más pálida, sus cabellos blancos caían sobre sus hombros, era una imagen única la paz en el rostro de quien espera que la muerte lo encuentre en cualquier momento. Sasha esperó a que Balthazar se pusiera en pie, lo miro y saludó en silencio.
-Imagino no viniste a hacerme compañía viejo amigo –Balthazar suspiró, estaba agotado, no quería pelear más.
-No maestro, he venido a matarlo –Sasha lo miraba a los ojos sin ánimo de intimidarlo, lo respetaba y amaba, pero era fuerte y seguiría las órdenes de Lina.
-Esta bien Sasha, entiendo. Alcánzame la espada por favor, está en la cueva –mientras su contrincante entraba a la cueva por la espada Balthazar escuchó la voz de Eleazar, no la oía desde la noche que murió Bernardus.
-Es hora de partir, lo sabes muy en el fondo, no temas hijo mío esta noche volverás a descansar, deja que Sasha cumpla su sino, él morirá pronto también si te da consuelo, es el fin de un ciclo, no quedará en pie la casa Vlassov, en el lejano futuro volverá a florecer, como las rosas negras de tu jardín, Balthazar nuestra casa renacerá limpia y libre de las culpas del pasado –Balthazar sonreía, sus ojos estaban llenos de esperanza y cuando regresó Sasha le dio la orden de matarlo.
-No pelearé Sasha, mátame, este es el final perfecto para mí, es un honor morir por tus manos –puso su rodilla derecha en el piso y rezaba por su alma cuando Sasha levantó la espada sobre su cuello, el golpe fue certero, la cabeza de Balthazar cayó al lado de su cuerpo. Sasha llamó a Lina y llevó la prueba al palacio. Lloró todo el camino.

Todavía era muy pronto para regresar a Piro y reclamar el trono, decidieron que lo primero que debía hacerse era vencer al clan Vlassov, pero sin recurrir a los Guillón, era necesario hacer esto solos sin nadie que pueda pervertir otra vez el trono de Piro. Las niñas se quedarían en Tournelle en el orfanato del convento de Santa Ana, estarían mejor allí y además protegidas, Santino las dejaría diciendo que debe partir a buscar empleo. Antes de llevarlas Gina hizo un ritual  muy poderoso, ella había sido enseñada en las artes de la hechicería por Eliezer, tenía el don, lo llevaba en la sangre debido a su madre quien fuera una bruja reconocida en todo el Medio Oriente que murió de manera trágica en la tierra hostil de Piro, como averiguaron luego.

El sortilegio las ataba al lugar sagrado al que estaban a punto de entrar, nadie podría lastimarlas mientras estuvieran dentro del convento o morirían en el acto, las niñas estaban recibiendo la protección de viejas almas de guerreros caídos. Esta era una magia antigua y peligrosa, las consecuencias era difíciles de predecir pero era necesario tomar precauciones mientras estaban lejos, no había en quien más confiar, les daría tiempo. La Madre Superiora sintió simpatía por las niñas desde que las vio, Santino las registró como sus hermanas pequeñas con nombres falsos como otra medida de seguridad, las besó en la frente y eso fue todo.

Partieron a la mañana siguiente de dejar a las niñas en el orfanato, estaban preparados para la batalla que las esperaba, el plan era simple vencer a Lina, no era necesario matarla, si la casa Vlassov quedaba expuesta y vencida ya no contaría con el apoyó de la corona, los Guillón volverían, entonces, a sus tropelías y también sería fácil mantenerlos bajo control con estrategias más políticas que militares, después de todo tenían tres candidatos al trono, podrían negociar una paz momentánea, ya el futuro rey o reina, tendría que hacerse cargo de los Guillon, quienes son su familia de origen después de todo, ahora no tenían tiempo para eso.

Eran concientes de que era posible no sobrevivir a este enfrentamiento, solo una basta para hacer llegar alguna de las niñas al trono, es tiempo de ver nuestras vidas y partir a la batalla en paz con ellas, la muerte es solo la puerta para encontrarnos con nuestro Señor y con los que más amamos. Partamos sin miedo hermanas, a matar o morir –Santino escuchaba la oración de ellas, la voz de Gina era clara y emocionada, imaginaba a Leila diciendo estas palabras, tal vez las pronunció en silencio mientras se enfrentaba a los Guillón, no dejaba de pensar que tal vez ya ella era feliz en dónde fuera que estuviera –si yo tuviera esa fuerza que tenías amor, si yo pudiera como tú sacrificar mi vida por algo más grande que yo, no fui digno de ti, ojala muera hoy y me encuentre contigo  –contenía las lágrimas y apretaba el puño de su espada de rubíes, la espada de ella, de Leila– ya es tiempo, vamos.

Cuando llegaron a Piro era de madrugada, habían conducido durante cinco noches, a través de las montañas y las carreteras auxiliares. Antes de partir le enviaron una carta a Lina, con la esperanza de que su hermana la recibiera a tiempo. La carta llegó a tiempo, Lina, leyó con fría calma en encabezado de la misma, reconoció la letra de Anjou, y las firmas de todas sus hermanas:


Lina,
Hermana nuestra, gracias por tu gesto y la mano que nos ofreces para salvar nuestras vidas y almas, hemos leído detenidamente la oferta de su Excelencia, pues sabemos que es a ella, la reina Elisa, a quien le debemos esta oportunidad.

Pero debemos rechazarla, a pesar de nuestras vidas y también de la tuya, tenemos una misión más grande y valiosa, ya no se trata de proteger a una casa real por tradición, es momento de hacer las cosas bien, si el rey Paolo, y la reina Elisa, ahora, hubieran sabido manejar los asuntos de nuestro país con justicia y honor, si ya no tuviéramos que hablar de familias nobles y de plebeyos insignificantes sino de ciudadanos de un país en el que todos somos iguales, no tendríamos que enfrentarnos así. Nos costó entenderlo pero al final es el único camino. No es traición, le debemos la vida a Bernardus Vlassov, tu abuelo, tal como se la debes tú, pero él se perdió en medio de su arrogancia y sed de poder, no te pierdas tú también.

Adiós hermana, con dolor partimos a tu encuentro, no podemos dejar que mates a un solo inocente por nuestra causa, enfréntate a nosotras, te buscaremos llegando a Piro. Te amamos, no lo dudes, pero en el campo de batalla serás nuestra enemiga. Llegaremos en luna llena.

                 Anjou                   Zarina                       Gina

                                                                                      Tournelle, 23 de octubre del 2010


Lina tomó el papel lo acercó a sus labios para besar cada uno de esos nombres, faltaban dos, el de Leila y el de ella, las cinco estrellas del clan Vlassov. Arrojó la carta al fuego y sacó su espada, hoy era noche de luna llena, eligió esperar por ellas en el jardín de la casa de Bernardus. Llamó a sus genérales y les dio la orden de presentarse, todavía no se abortaría la misión secreta de matar a los huérfanos, pero quería evitar que lo hicieran –soy una guerrera no una asesina, esta bien hermanas será con honor, ustedes y nosotros, a muerte.

Entraron al jardín, no esperaban ver a los generales Vlassov allí, todos ellos, príncipes rusos todos, al fondo Anjou reconoció la sombra de Tatiana –Las esperábamos, traje a lo mejor de mi clan para enfrentarse a las mejores, ¿él es ahora parte de su clan hermanas? –Dijo Lina señalando a Santino –Bienvenido seas, ¿preparado para morir? –A Santino siempre lo sacó de quicio toda la ceremonia y ritos de los Vlassov en general, pero en batalla era peor, el pensaba que si querías atravesarle la espada en el corazón a alguien era bastante hipócrita decirte cuanto lo admirabas –no, en realidad  hoy vine a acabar contigo, lista para morir Lina –Tomó su espada y dio un paso al frente.

Sasha y Eliezer los dos generales más viejos se abalanzaron sobre ellos, así comenzó la batalla de los Vlassov, Gina hirió a Demetrius en el hombro y sin mirar atrás se fue encima de Sasha quien ya estaba sobre Zarina –vamos Sasha es lo mejor que tienes –el golpe fue seco, el cuerpo del ruso yacía en medio de un charco de sangre, Anjou estaba entre Edmund e Irina, eran fuertes, ella los conocía bien, habían compartido muchas batallas, casi con los ojos cerrados golpeaba con su espada lo que se moviera, no podía ver los rostros de sus muertos, no de estos muertos, cuan duro. Lina ahora estaba luchando con Santino, quería matarlo -por ti la Bendecida cayó, por ti infeliz francés mi hermana murió como una traidora ¡morirás!

Anjou a la perra –gritó Zarina mientras corría en dirección de Irina para dejar que llegara Anjou donde Tatiana, quien estaba huyendo –normal cobarde, sucia arpía, siente por fin el frío acero, saluda de mi parte a Bernardus -no la dejó reaccionar, la espada zumbo el aire y la cabeza de Tatiana voló, cayó sin luchar.

Santino había reducido a Lina quitándole la espada verde, la pelea cesó, Zarina gritó con todas sus fuerzas, Gina no se movía su pesada espada estaba inmóvil a su lado, más allá Irina le cerraba los ojos a Demetrius, estaba herida también pero lloraba por su esposo muerto. Sasha había caído junto a las rosas, y Eliezer temblaba herido al lado de Gina, había perdido mucha de su energía combatiendo a su antigua aprendiz de magia.

-Es suficiente, ríndete Lina, acaba con este dolor –la voz de Anjou reprimía sus lágrimas.
-El dolor no lo podré evitar ya, mátame y acaba con esto, no me dejes ver la miseria de mi casa, dame paz –le imploraba a su hermana con los ojos fijos en los de ella.
-¿Los niños?, la orden será cancelada
-Reclámaselo a Estela, te será fácil, ninguno de nosotros hubiera matado a esos niños, pero le dije que era la mejor forma de hacerlas rendirse, me equivoque.

Anjou no pudo matarla, Lina tomó su espada y la apoyó sobre su vientre, miró a Santino y este entendió que debía hacerlo - Proshchaĭ Vlasov[1] –estas fueron sus últimas palabras y durmió en el sueño de sus ancestros. La luna llena lo iluminaba todo, la sangre era más negra esa noche y las lágrimas más saladas. Al día siguiente enterraron a los muertos según la tradición de la casa, con sus espadas. Zar cantó dulcemente durante todo el rito.

Esa tarde fueron Zar y Anjou al palacio real, Santino partió a Tournelle, ya no era necesaria su presencia en Piro por ahora. Estela, la consejera de la reina estaba sola sin guardias en el salón del trono, las guerreras entraron al palacio de manera silenciosa por un escondite secreto que llegaba a esa habitación y solo conocido por los Vlassov y la Familia Real. Estela se sorprendió al verlas, antes de que pudiera decir o hacer algo para llamar la atención de los guardias que estaban fuera del salón, Zar la tomó por el cuello desmayándola y usando la puerta falsa detrás de un viejo cuadro del salón fueron hacia las habitaciones de la ReinaElisa, despierta es hora de hablar de unos asuntos importantes, las cosas están así, la casa Vlassov ya no existe, su última heredera, Lina, murió ayer junto con varios de sus generales, los que quedaron vivos eligieron partir en paz renunciando a sus derechos sobre la casa, eso significa que estás sola, no hay más Vlassov que te protejan las espaldas. Solo vinimos a decir esto y a ponerla sobre aviso, pronto regresaremos con las herederas y tomaremos el trono de Piro. Hasta entonces, sea justa e inteligente su Excelencia y alejé a la zorra Estela de su lado, demás está pedirle que cancele la orden tan nefasta con la que pretendió hacernos rendir, ¡no juegue con nosotras, entiende!  –Anjou no había visto nunca a Zarina tan fuerte y segura como mientras decía esto, la muerte de Gina la golpeó duro, las muertes de todos.

-Santino, ¿crees que esto funcione?, ¿qué tengamos paz algún día? –Zoe lloraba por la muerte Gina, en este corto tiempo fue una gran presencia en sus vidas.
-No lo sé, pero debemos ser fuertes, pronto será el tiempo.
-¿Pero quién de nosotros será el monarca?, ¿cómo saberlo?, es importante, si Balthazar estuviera vivo podría oír otra vez la voz de Eleazar y saber la verdad completa –Althea estaba inquieta.
-Thea, ten paciencia, no sabemos nada más –muy en el fondo de su corazón Zoe intuía  que su hermana es quien sería reina y que tal vez ella y Santino morirían antes de verla coronada, era lo que siempre soñaba desde que salieron de Piro, y estaba confundida, Eleazar le estaba hablando en profecías.

Fin








[1] Adiós Vlassov

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