viernes, 12 de noviembre de 2010

La corona de Zafiros

Ana Alemán Carmona


Todas las miradas estaban puestas en la joven Reina, era hermosa y la túnica verde de terciopelo hacía resaltar sus delicados rasgos, en la calle principal de Piro la muchedumbre se agolpaba para ver su paso y para admirar, como antes a sus predecesoras. Althea sabía que no sería una tarea fácil la que el destino le encomendaba, no se sentía cómoda todavía en el puesto ni con su nueva vida, se sentía sola, lloraba todas las noches, el miedo se apoderaba de su cuerpo.

Zoe despertó de repente, agitada y sudorosa, siempre el mismo sueño, la habitación estaba en silencio, Althea dormía en la cama de al lado en calma, mientras ella se debatía entre  decirle o no a su hermana sobre estos sueños, temía que fueran en realidad profecías, pero si Althea era la elegida por qué aparecía tan triste y desolada, por qué ninguno de ellos aparecía en escena, era extraño, ya no podía con el peso de llevar esa carga  acuestas así que decidió contárselo a Santino.

-¿Solo la ves caminar por la ciudad o escuchas alguna voz? –Santino parecía preocupado por lo que le acababa de contar Zoe, conocía el poder de las profecías y le asustaba el no poder encontrar sentido en lo que estaba oyendo.
-No hay voces, la gente grita y da vivas pero no hay más, solo ella caminando, la tristeza es algo que percibo en el sueño, su mirada parece vacía, sin vida.
-Tal vez no estás viendo a una reina viva sino el cortejo fúnebre de una. Dices que va vestida de verde, ¿verdad?, este es el color con el que se entierra a los reyes en Piro, al menos a los de la casa de San Mauricio –Zar apareció como un fantasma en la sala, había estado escuchando la conversación desde la puerta.
-No tiene sentido, ella camina no la llevan en un ataúd y además no somos San Mauricio –dijo con cierto malestar Zoe.
-Metáforas pequeña, metáforas. Pero tienes razón en una cosa, ustedes no son hijas del Halcón, ¿alguna idea que puede significar el color verde, o la corona de zafiros para los Lantinori? –Miro a sus compañeros y notó que ninguno tenía la menor idea de lo que ella estaba hablando- imagino entonces que deberé meter mis narices en la biblioteca, aunque no sería mala idea que ustedes también decidieran leer de su propia historia con más frecuencia.
-Zoe ¿ya le habías contado a Zar o Anjou sobre tus sueños?
-No, es la primera vez que lo hago ¿Por qué?
-Porque tu no has mencionado en todo este tiempo ninguna corona de zafiros –Santino salió de la casa rumbo al palacio de los Duvall, un viejo edificio en el casco antiguo de la ciudad donde aún Vivian algunos Guillon, y donde estaba claro la biblioteca del Dr. Duvall, sospechaba que Zar sabía más de lo que casualmente había dicho.

Era cierto Zar había tenido sueños similares a los de Zoe durante varios meses, en realidad desde la noche después de la batalla de los Vlassov. De pie en medio de la maravillosa biblioteca de Bernardus, permanecía tal cual la dejó, su mirada  estaba fija en los lomos de cuero curtido de los libros pero no prestaba atención a lo que estos decían, las paredes de la biblioteca, antes tan acogedoras, ahora le parecían una cárcel de madera y ventanales amplios. El aroma a café se le confundía con el perfume de las flores del jardín y la hacia sentir asco, no toleraba esas sensaciones. Sudaba frío, las piernas le temblaban, no dejaba de jugar con la pluma sobre la mesa haciendo un ruido insoportable. No se había sentido así jamás en ese lugar es como si algo la echara fuera de allí, como si no fuera bienvenida. ¿Quién eres?, ¿qué quieres de mí?, me siento enferma no es normal, exijo que reveles tu presencia ahora o que te marches en paz de una buena vez.
-¡Exiges!, tú, mocosa impertinente, has logrado hacerme enfadar y eso nunca es bueno, no, no lo es, es perfecto como ahora pareces temblar, ¿qué tienes?, dime ¿me tienes miedo?, jajaja, esto es más divertido de lo que había sospechado –el fantasma estaba delante de ella, no podía identificar quien era, no lo reconocía, sus facciones no eran claras de todos modos, pero su voz era profunda, Zar nunca había tenido miedo de las apariciones, pero esta vez sentía que el cuerpo no le respondía a la altura de lo que debía. Retrocedió un par de pasos hacia la puerta, iba a salir de la habitación cuando se percató del escudo que estaba en el pecho de la espectral figura: una hidra, era la enseña de los Vlassov, podrán cortar su cabeza y nacerá otra idéntica, nunca podrán matar a la hidra, les decía Bernardus, ella misma llevaba un tatuaje con la enseña en el pecho.
-Eres un Vlassov eso es evidente.
-Y tú no lo eres, eso también es evidente, -aclaró la garganta y comenzó a decir en y tono empalagoso- Zarina Raiza Ovleskina, tus padres y hermanos murieron en un incendio, fue horrible, eso dicen –el espectro se acercaba a Zar mientras esta tragaba saliva, no recordaba nada de eso, casi ya había olvidado esos nombres, su pasado aparecía otra vez ante ella. Anjou escuchó los ruidos y se acercó a la biblioteca, entró y al ver la escena reconoció al fantasma, con el cual ya se había cruzado antes en su vida.
-Diablos Ilana, mira como dejaste a la pobre Zar, y no comiences a recordarme mi trágica historia, la dulce Anjou rescatada casi muerta del puerto, y bla bla bla, Zarina déjame presentarte, ella es Ilana Vlassov, la hija de Bernardus y madre de Lina. Se suicidó antes de que llegáramos aquí, pero nos conoce muy bien, verdad Lili te has dedicado a estudiarnos –Anjou hablaba y gesticulaba como si estuviera frente  a una de sus hermanas, Ilana le dio la espalda y volvió al librero, entonces tomó la mano de su hermana y trató de tranquilizarla, vámonos de aquí.
-No se acerquen aquí, no deben, no lo permitiré.

Zar le contó a Anjou sobre el sueño de Zoe y sobre sus propios sueños, mientras buscaban darle algún sentido a toda esa historia, Santino estaba en la vieja casa de los Duvall, entró a la biblioteca, y dio con el libro que buscaba, “La historia de las dinastías”, empezó a leer con calma el índice del viejo libro, había pedido a los que estaban en al casa que no lo interrumpieran, así que tuvo todo el silencio y el tiempo necesario para revisar el texto, no encontró nada importante, nada de coronas de zafiros ni vestidos verdes, ni marchas fúnebres, nada, estaba molesto, volvió a casa.

Todos parecían haberse concentrado en la búsqueda de algo que develara el misterio de los sueños de Zoe y Zar pero se olvidaron de Althea durante todo el día, ella misma había tenido premoniciones extrañas, y visitas repentinas, Ilana entre ellas, sobre todo de ella. Esa noche mientras todos dormían, Althea fue despertada por una voz dulce que la llamaba, ve a la biblioteca. Thea bajó las escaleras con cuidado de no desperar a nadie, Zoe, sin embargo se despertó y salió tras ella. Entró en la biblioteca, había un libro enorme en la mesa y una vela encendida, era obvio que querían que leyera los que fuera que estuviera allí. Se sentía un ambiente calmado, Zoe estaba mirando todo desde el umbral de la puerta, agazapada esperando que su hermana no la viera, el fantasma entonces se acercó y la dejó entrar, tú también necesitas ver esto, eres digna en todo caso, entra.

El libro tenía una imagen conocida por Zoe, Althea vestida de verde y con una corona de zafiros incrustados, ambas se abrazaron, Thea miró a su hermana y esta le contó los sueños, buscaban alguna información, algo que les explicara que era ese retrato, Ana entonces se acercó a las jóvenes y les dijo que no era Althea sino Leda Lantinori, muy parecida. La semejanza con Thea era asombrosa, los mismos cabellos, la piel, la expresión en la mirada.
-La única diferencia –dijo Ilana- es que tú no serás la reina Thea, los sueños que tu hermana ha recibido es por la conexión que tuvo con la Reina el día que tomó de su tumba el “libro de las almas perdidas”, Zoe fue la que hizo el primer contacto, eres tú la que será reina, si lo eliges y Leda te está mostrando cuán difícil es ese camino, porque desearía que no lo tomaras, que fuera otra persona, alguien más fuerte tal vez.  
-Pero Althea yo pensé además es igual y Zarina ella soñó con la corona y yo no lo hice entonces yo como sería reina es imposible pero tendría sentido soy la mayor pero Santino él es un Lantinori si no entiendo nada –no dejaba de hablar y caminar de un lado a otro del salón, desvariaba por momentos, temblaba.
-Zarina, si claro la rusa es muy sensible, sus padres fueron poetas reconocidos, claro eso ella no lo recuerda, solo su repentina muerte, los Guillon acabaron con ellos por un asunto tan trivial como una deuda, mi padre no soportó tanta injusticia y la adoptó, en fin no sé porque les habló de ella, sí, es sensible y está muy conectada a ustedes, imagino que percibió a Leda y esta se le manifestó también, ella ha visto más cosas que ustedes, capta mejor los detalles, está entrenada para hacerlo, por eso vio la corona, eso creo pero no estoy segura. Ya está llegando el momento en el que reclamaran el trono, eso si lo tengo claro, aquí en mi reino de sombras, se están moviendo muchos hilos, elijan bien.
-¿Quién debería ser si no es Zoe entonces? –Preguntó Thea bastante más calmada, parecía que el hecho de no ser candidata directa al trono le quitaba un peso enorme de los hombros.
-No lo sé, lo siento –Ilana desapareció y ambas se quedaron sentadas en la biblioteca esperando por el amanecer en silencio.

Durante el desayuno todo estuvo muy tranquilo, demasiado, Anjou fue la primera en romper el silencio, comenzó a contarles a todos sobre lo que pasó en la biblioteca con Zar y un ente muy quisquilloso que no la dejó revisar los libros, Santino se sonrió de medio lado, era una situación cómica vista desde fuera, para no reír y enojar a la sensible Zarina les dijo que no encontró nada tampoco en la biblioteca de Duvall. Thea y Zoe, no levantaban la mirada de sus platos, no comían, no hablaban, Anjou se percató de inmediato las tranquilizó y ellas comenzaron a decir lo que sabían entre lágrimas y sollozos.
-Entonces por eso no me quería allí, no era digna.
-Eso no es lo importante Zar, lo que les dijo es cierto, depende de la elección que hagan, el futuro de un reino está en sus jóvenes manos –Anjou, se tomaba la cabeza y miraba de reojo a Santino que ya se había levantado para ir a abrazar a las niñas.
-Si claro que entiendo Angie, es solo que es demasiado enredo, pudieron los sueños ser más precisos, ¿no lo creen?, ¿por qué dar tantas vueltas? –Zarina intenta encontrar algún razonamiento en medio de tanta confusión.
-Tal vez –dijo Althea interrumpiendo los pensamientos de Zar- tal vez es que la angustia que despertó en Zoe era la necesaria para entender el mensaje que recibiría, ella es osada y aventurera, un riesgo más no la amilana y ahora tiembla, más que lo que pudo ver creo que lo que sintió durante esos sueños es lo que la ha marcado, no es mi misma Zoe de siempre, no es la misma que tomó el libro de Leda, no ahora hay algo que la hace pensarlo dos veces –todos miraban a Althea les sorprendía que una joven de quince años pudiera tener pensamientos tan claros y profundos- en todo caso ninguno aquí ya es el mismo.

Dos días después llamaron por teléfono a la casa, Santino tomó la llamada, susurró algunas frases en francés y salió para buscar a Anjou o Zarina, los estaban citando a los tres en el Palacio, Elisa quería hablar con los cuidadores de las herederas, la voz no era amenazante ni cordial, era fría y muy directa, vengan  a las cinco de la tarde en punto, es importante, no hay trampas.

Era improbable que no hubieran trampas, no sabían que pensar, pero no tenían más opción desde que regresaron a Piro, seis meses antes, nadie los había fastidiado, era como si hubiera una tensa tregua entre la Reina y ellos, y ahora solicitaba su presencia. Esa tarde llegaron al Palacio de San Andrés con sus espadas prestas para la acción, fueron recibidos en el salón del trono por una reina Elisa bastante desmejorada. Lo que ellos no sabían es que la reina también había tenido esos extraños sueños, solo que ella sentía un dolor terrible en todo el cuerpo, Leda le pedía irse, abdicar y salir de Piro, dejar el trono y ese era el motivo por el que los mandó a llamar.

Apena los vio, mando salir a los guardias y se acercó a la mesa de mármol blanco que estaba cerca del trono, tomó una urna dorada y de ella extrajo una corona con incrustaciones azules, es la corona de los Lantinori, la entrego y con ella mi trono, no hay trampas, es lo que debo hacer, no me importa quien la vaya llevar ahora, mañana mismo parto lejos de todo esto y de ustedes, buena suerte y larga vida.

Parecía ser todo demasiado fácil, habían trabajado mucho pensando en que sería una transición sangrienta y allí estaba Estela, dando una muestra de grandeza y de vulnerabilidad, no podía más con la situación del reino, o era entregar la corona a quien pudiera dirigir el destino de Piro o era verlo destruido por el caos que su propia familia había ayudado a crear. Las maletas y baúles de Estela estaban en los pasillos del palacio, los guardias tenían órdenes de salir durante el cambio de guardia y reportase por la mañana al nuevo rey o reina, los únicos que no habían podido decir nada eran los ciudadanos, ellos los eternos ignorados eran una vez más pasados por encima. Los tres hicieron una última venia a la saliente Reina, era lo mínimo que se les ocurría debían hacer. Quedaron solos en medio del palacio más maravilloso que se hubiera construido nunca.

-Yo tomaré el lugar, si ahora toca reinar no expondré a ninguna de ellas, los San Mauricio todavía tienen aliados, y los Guillon, mi familia, está como decirlo, demasiado ávida de poder, sería un peligro, a mi no me importa, Ilana les dijo que elijan, que Leda esperaba a alguien más fuerte, entonces yo reclamaré el trono, será una transición –las demás asentían no era una mala idea después de todo.

Cincuenta años después

En los funerales del rey Santino todo el pueblo lloraba amargamente, había sido un rey justo y benevolente, había traído paz y progreso a un país acostumbrado a las guerras y a la pobreza, fueron años tranquilos, Anjou y Zarina, regresaron desde sus retiros en Medio Oriente para despedirse de su viejo amigo, y para ver la coronación de la reina Zoe.

Al final eligió reinar, eran tiempos mejores, y ya no tenía ningún sueño extraño desde hace mucho. Althea se había casado años atrás y vivía en el extranjero, también estaba allí, llorando la muerte de su querido hermano.

Una semana después fue coronada Zoe. El cortejo de la Reina fue seguido por todo el pueblo, las rosas y colores llenaban el ambiente de fiesta de esta coronación. Ella vestía la túnica verde de terciopelo y la corona con zafiros incrustados, sentía su espíritu en calma, y la certeza de que comenzarían cambios en Piro, ella no creía más en las monarquías, que mejor lugar que el trono mismo para comenzar a desmantelar este sistema, mientras veía a la gente en las calles, pensaba en la alegría que sentirían de saber que alguno de ellos podría ser el próximo que habitara el Palacio de San Andrés.

FIN

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