miércoles, 3 de mayo de 2017

Prejuicio en Texas

Yadira Sandoval Rodríguez


Una comadre saluda a la otra en un parque cerca de su casa. Allí se reúnen con frecuencia para platicar, mientras sus niños se entretienen jugando. El lugar está lleno de árboles del tipo nogal y pino. Al hablar mezclan el español, su lengua materna, con el inglés, lo cual es muy común entre la gente hispana que vive en Estados Unidos. Ellas llegaron a EUA buscando una mejor vida ante la falta de oportunidades económicas en México. Son las siete y media de la tarde, a lo lejos se ve la puesta de sol en todo su esplendor, la mezcla de colores que en el área semidesértica del sur de Texas se da: el anaranjado, amarillo mixto con un suave rosado dándole al color lila. Entre la plática se escuchan los gritos de los niños y sus risas. Es un área cómoda para reunirse por la tarde. No lejos se observa a ciudadanos norteamericanos haciendo ejercicio solos, otros lo hacen acompañados; algunos saludan a las mujeres.  

—Hola, comadre. ¿Cómo ha estado? —dice Gloria.

—Aquí con dolor de espalda. Es más fácil limpiar casas que un hospital. The pay is better, pero la chinga es tremenda —contesta María Luisa.

—¿Desde cuándo trabaja allí?

Two months ago.

—El aceite de sándalo es muy bueno para relajar los nervios de la columna. Puede poner a unas de sus hijas o a su marido a que le den masajes antes de dormir. Le aseguro que va a descansar. También puede hervir un litro de agua con un cuarto de vinagre y añade dos cucharadas de romero. Deje que repose durante unos cinco minutos, después moje una toallita y aplíquelo en la espalda. The pain will disappear.

I will do it.

—Vi en las noticias lo que pasó en el hospital; pobre mujer. ¿Usted trabaja ahí, verdad?

—Sí. Fue una señora de unos cuarenta años, la cual estaba a punto de internarse para su operación de un tumor en el cerebro. Los médicos se opusieron, también las enfermeras intervinieron para que no se la llevaran, pero los del Servicio de Inmigración y Aduanas los hicieron a un lado y la sacaron a la fuerza. Coincidió cuando iba entrando al turno de la tarde, de hecho, tuve que regresarme al carro, y no me bajé de él hasta que todo pasara; tenía mucho miedo, mis compañeros me platicaron todo. Me dijeron que los médicos estaban indignados, las enfermeras latinas estaban llorando y suplicando que la dejaran operarse. Todo pasó en la mañana en eso de las once, momentos antes de la cirugía. La señora suplicó a los del Servicio de Inmigración y Aduanas que le permitieran operarse para poder regresar con salud a México y volver a empezar. Imagínense allá en nuestro país y sin nada, pobre señora. Cuando los oficiales salieron del hospital, yo bajé del carro y me metí corriendo. Me fui directo a cambiarme, en eso salgo para empezar a limpiar y qué me toca escuchar la conversación de una enfermera la cual me cae superbién, quien estaba platicando con el familiar de la detenida. Y le dice: <<¿Y qué va a pasar con los niños?>> El familiar se quedó asustado, no sabía qué decir. <<Se los van a llevar a un hogar de crianza a través del sistema de Servicio Social para después darlos en adopción>>, dice la enfermera. <<Pobres niños>>, contesta otra enfermera. Todos estábamos al pendiente de la conversación… pues, que se me fue una hora limpiando la recepción, el mitote se puso interesante… Lo bueno que mi jefa no me cachó, pude pasar desapercibida… El muchacho estaba asustado y esperando en la recepción del hospital a que llegaran por los niños. Una enfermera se acercó para ofrecerle agua o un café. Él le da las gracias y le dice que no quiere nada. <<Investigue sobre la Ley SB 1064; en California por medio de esta ayudan a los papás deportados para que recuperen a sus hijos>>, dice la enfermera.

—¿En qué me puede ayudar estando yo en Texas, señora?

—Toda información es útil, posiblemente algún abogado por acá tiene más conocimiento de eso. Al menos que lo orienten para que pueda obtener la custodia de los tres niños; no lo quiero asustar, pero usted debe saber que estos, una vez que entran a las casas de crianza, no se recuperan, ya que los dan en adopción, les cambian el nombre y borran todo rastro de su identidad original. ¿Usted sabía eso?

—No.

Cuando todas escuchamos ese “no” bajamos la cabeza. A mí me entró un estremecimiento y se me apachurró el corazón. Las demás enfermeras se quedaron serias, se miraron una a la otra. Continúa la enfermera informándole:

—Entonces, es mejor que investigue. California y Arizona han avanzado en proteger a los niños de padres deportados. Desconozco que en Texas exista esa ley, tengo un mes aquí. Se lo comento porque me tocaron varias experiencias en esos estados. Conocí un caso en donde los papás acudieron al registro civil en México con el acta de nacimiento original de los niños nacidos aquí, apostillada y traducida por un perito, para reclamarlos desde allá. A partir de ese hecho, muchas familias empezaron a apostillar las actas de nacimiento de sus hijos. Como le digo, muchacho, no sé cómo es el procedimiento por estos rumbos, acabo de llegar. Usted sabe que en cada Estado las leyes son diferentes.

—No sé nada, señora. Posiblemente a mí también me deporten.

Se queda seria la enfermera y voltea a ver a los niños.

—Muchas gracias, por la información —le dice el muchacho.

Al instante que da las gracias, entran por recepción los del Servicio Social, eran dos hombres con actitud sobria, se dirigen directo al joven, no lo saludan y le piden que entregue a los niños. Estos empiezan a llorar, y el tío se despide de sus sobrinos. Les dice que todo va a estar bien.

—Eso pasó, qué triste —dice Gloria.

—Ni modo, se decide venir a este país y por lo tanto tenemos que asumir los riesgos. Por lo que he escuchado en las noticias, la popularidad del presidente ha bajado, todos los medios de comunicación están en contra de él, la diplomacia internacional ni se diga. Parecen que lo van a sacar —dice María Luisa.  

—¿Eso se puede?

—¡Imagínese! Algunos republicanos se están poniendo en contra de él, al menos tienen que hacer algo. Si el sistema pudo quitar al presidente, Nixon, ¿por qué no a este, pelos de elotes?

—Me gustaría poder tener la seguridad que usted tiene. La verdad, yo sí tengo mucho miedo. Qué vamos a hacer si llega la Border Patrol por nosotros. Lo malo de todo es que nos separan de nuestros críos, eso me atemoriza.

—No, el Servicio de Inmigración y Aduanas es el encargado de eso. La Border Patrol es la que vigila la frontera. Esta primera es la que anda en las ciudades y condados, ayudados por la policía local; es federal. Se dijo en un principio que estos levantaban a inmigrantes con antecedentes penales, pero ahora con este presidente todo es parejo. Estos se dirigen con la persona a quien van a restar, les presentan la orden y se los llevan. No significa que a usted la vayan a detener; para esto la SIA debe tener los documentos anteriormente descritos para levantarte. De lo que sí debemos tener cuidado, Gloria, son de las redadas… Le sigo contando lo que pasó después en el hospital, se puso tenso el ambiente. Después de que se llevaron a los niños, el muchacho sale del hospital. Al instante llega una enfermera de esas gringas enfadosas de mal genio. Y le dice a las enfermeras latinas:

—Deberían irse todos los mexicanos de Estados Unidos. ¿Qué hacen aquí? ¿Por qué permiten que sus hijos corran peligro de esa manera?

<<Híjole en dónde aprendió tan buen español esta gringuita>>, me pregunté. Se va a reír de mí, porque coincidió mi pregunta con el de un enfermero latino. Y le contesta la gringa:  

—Estuve tres años en España. Allá lo aprendí en una escuela.

—Felicidades, porque lo habla muy bien —le dice el enfermero.

Las enfermeras latinas que se le van a la gringa con los comentarios y es allí donde se pone bueno el mitote. Con decirle que aprendí cosas nuevas que ignoraba.  

En eso que se mete en la conversación Lucrecia. ¿Se acuerda de ella? Es la señora que todas las mañanas nos la encontrábamos en la parada del camión, siempre leyendo un periódico o libro. ¿La recuerda?

—Sí. Usted no me había informado que trabajaba allí. ¿De qué?

Sorry, por no decírselo, se me pasó. Igual que yo, en limpieza. Sigamos con la plática…

—Los mexicanos tenemos el derecho a vivir en Texas. Este territorio nos perteneció. Estados Unidos nos lo quitó —dice Lucrecia.

Contesta la gringa:

—Los mexicanos perdieron esa lucha. Y los texanos decidieron anexarse al país. Ellos pidieron separarse del gobierno mexicano. Por lo tanto, ustedes no tienen ningún derecho de vivir aquí.  

—Más bien lo que dice la historia es, en ese tiempo Estados Unidos violó el tratado de la frontera de 1828 en el cual se reconocía la soberanía de México sobre dicho territorio. Era un principio fundamental de derecho internacional. Es decir, hurtaron esas tierras como si fueran suyas, cuando realmente le pertenecía legítimamente a otro país. Es como si yo tomara algo de su casa, para todos eso es robar. ¡Oh!, ¿no? 

—Está equivocada. Cuando los texanos perdieron la batalla del Álamo, hubo otra en San Jacinto comandada por Samuel Houston contra el ejército mexicano en donde tomaron preso al general Antonio López de Santa Anna, mientras su tropa dormía la siesta. De hecho, duró muy poco esa ofensiva.  

—Pero Houston obligó a Santa Anna a reconocer la independencia de Texas mediante el Tratado de Velasco el 21 de mayo de 1836.

—Los texanos ganaron la guerra, señora, ellos exigieron la independencia y le pidieron ayuda a Houston. Los mexicanos no pueden aceptar esa derrota.

—Entonces, ¿por qué Texas no se mantuvo independiente? Tuvieron que anexarse a Estados Unidos. Eran plan con maña. ¿Y qué me dice de los otros estados? ¿Por qué esa necesidad de quitarle California, Nuevo México, parte de Arizona, Nevada, Utah, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma a México?

—Y que se me atora el chicle, por andar en el mitote, la plática se estaba poniendo más buena, hasta dije: <<Estas se van a agarrar de las greñas>> —dice María Luisa.  

—Lo creo hasta me emocioné con el pleito. Siga, siga, siga… —dice Gloria.   

—Por la simple razón que el gobierno mexicano no hacía nada por ellos, estaban deshabitados —dice la americana. 

—¡Ese sí fue un robo, enfermera! —contesta Lucrecia.

—Pasaron diez años y como México no aceptó la anexión de Texas a EUA se inició otra guerra; perdiéndose las zonas que usted menciona. Así son las batallas. En México se firmó el Tratado de Guadalupe Hidalgo, llamado Tratado de Paz, Amistad, Límites y Arreglo Definitivo entre los Estados Unidos y los EUA, firmado el 2 de febrero de 1848 y ratificado el 30 de mayo de 1848. En este tratado México renunció a todo reclamo sobre Texas.  

— …y más de la mitad del territorio mexicano pasó a EUA. ¡Eso duele! Es el tema de nunca acabar —dice Lucrecia.  

—Expansionismo, señora. Esa es una historia del pasado y se tiene que ver así. Lo que me preocupa a mí es todo lo que dice el presidente sobre los mexicanos, ¿qué no han escuchado? —dice la americana.

—¿Qué dice? —contesta Lucrecia.

—Que son unos violadores y criminales.

—Claro, el que exista el problema del narcotráfico en nuestro país no significa que todas las personas somos así. Es lo mismo que sucede con ustedes, el que siempre estén en guerra, no los convierte en unos asesinos y sin sentimientos hacia los demás. 

—La americana se queda seria, no podía creer que Lucrecia conociera tanto del tema. Esa impresión me dio. De hecho, pensé que la iban a correr por contestona —dice María Luisa.  

—Sin olvidar, que el mismo suceso se repitió en los años mil novecientos setenta con Baja California Sur y Quintana Roo; varios veteranos estadounidenses estaban habitando las zonas costeras, por las playas; como alerta para prevenir que no se volviera a repetir lo de Texas, el gobierno federal los constituyó en estados soberanos mexicanos con gobierno, autonomía y jurisdicción propias; promoviendo el envío de población mexicana a esos lugares. Por lo tanto, es una historia sin fin… el problema de todo es que juzgamos las cosas antes del tiempo oportuno sin tener de ellas cabal conocimiento, siempre estamos juzgando al otro, y la verdad eso cansa, mis hijos lo viven a diario en las escuelas. Son criticados por el simple hecho de tener papás mexicanos. ¿Cómo cree usted que uno se siente? Ha meditado alguna vez: ¿De dónde viene su familia?, ¿Cómo llegó a Estados Unidos? Me imagino que, inmigrando, igual que nosotros. Así estamos miles de mexicanos buscando esa calidad de vida que no pudimos encontrar en México. Por la situación que se vive allá, de pobreza e inestabilidad social. Miles de familias han tenido que salir huyendo de sus lugares de origen por el problema del narcotráfico. ¿Usted sabía eso?
La americana se queda reflexiva, mira a Lucrecia y le pregunta:

—¿Es residente?

—No.

—¿Está consciente de su situación aquí?

—Sí. Todos los días asumo con dignidad esa responsabilidad.

—Y que me meto yo también en la plática —dice María Luisa.

—¿Cómo que se mete? —Gloria.

—Sí, para ayudar a Lucrecia. Me acerqué a ella y le dije: <<Cierra la boca, te van a correr>>. Lo que hizo es mirarme y continúo contestándole a la enfermera americana.

—Ustedes suelen mirarnos por debajo y nosotros estamos acostumbrados a agachar la cabeza. Y no tengo miedo de decir lo que pienso, lo digo con mucho respeto.  

—La comprendo, señora. Yo no tengo nada contra ustedes, solo que estoy defendiendo a mi gente. Para ellos también hay problemas, ¿están enterados de que han dejado de remunerar a los veteranos de guerra como se hacía en años anteriores? Nosotros creemos que el problema es la sobrepoblación latina en Estados Unidos; los recursos del gobierno a ellos se los quitan para dárselos a ustedes; y eso no se nos hace justo, ya que ellos van a las guerras en representación de nuestro país, y por lo tanto esas personas merecen más que ustedes. Aparte usurpan los trabajos, y utilizan mucha ayuda del gobierno.

—…pero usted sabe que nosotros no somos una carga para este país, al contrario, hemos contribuido a su economía con nuestro trabajo, el cual genera más empleo. Solo en este año aportamos a la federación cincuenta y cuatro mil millones y a nivel local y estatal, treinta y dos mil millones. También se ha demostrado que los habitantes de las ciudades con más inmigración tienen menos pobreza y bajos niveles de criminalidad, que aquellas pobladas con pocos inmigrantes. Así que no me venga a decir que somos una carga para este país. Somos personas leales, pagamos los impuestos, aunque no estemos legales aquí. Nos han enseñado a respetar lo que no es de nosotros y reconocer la ayuda que este país nos ha ofrecido para darnos una vida digna para nuestras familias. Claro que sabemos reconocer esa parte. Lo que se ha dicho de nosotros a través del presidente es una barbaridad, él está atacando a nuestra cultura nada más porque le han presentado cifras e historias de criminales. Pero este país también los tiene, como cualquier otro. Además, el narcotráfico aumentó en México por la venta de armas. ¿Usted sabe que su país trafica con armas?

La americana se quedó seria, comadre; por lo que le dijo, Lucrecia.

—En vez de ayudar a nuestro gobierno en combatirlo, han promovido el contrabando y no solamente en nuestro país sino en toda América Latina. Setenta y tres mil seiscientos ochenta y cuatro armas fueron compradas en Estados Unidos entre el 2009 y el 2014. ¿Se les hace justo? Estoy consciente que hay mexicanos que no cumplen con las reglas del país, evaden los impuestos y cometen cosas malas, pero en toda sociedad existen. Es decir, lo malo de México lo hace resaltar su presidente para ponerlos en contra de ustedes. Cuando varios mexicanos están aportando al conocimiento científico en EUA, ¿qué me dice de ello? Son jóvenes de diferentes disciplinas que están en centros de investigación trabajando, al igual para empresas norteamericanas.

—La americana no sabe qué decir, se queda buen rato seria, después de que pasan unos minutos, adivine qué sucede.

—Despidieron a Lucrecia.

—No, al contrario. Pidió disculpas la gringa a ella. Eso fue amazing. Yo me quedé sin habla por lo sucedido, ni se diga los demás que estaban allí escuchando.

—Órale, interesting.   

—Sí. ¿Ve, Gloria? Hay que leer más, por si nos sale una gringa, así.

—Ja, ja, ja, ja, ja… Pues sí, comadre.

1 comentario:

  1. Como siempre excelente historia. Este un tema actualísimo que nos pega a todos. Good job Yadira. Esta gringa está contigo!

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