viernes, 21 de octubre de 2011

Hasta cuando guardar un secreto

                                         Ricardo Ormeño Valdizan


                           Uno nunca sabe a ciencia cierta cuando puede cambiar nuestro destino, en que momento fulgurante, nuestras vidas se pueden vestir a la moda, de oscuro y escalofriante luto o simplemente retroceder y colocarse los viejos atuendos, la vida corre a veces como un pura sangre sobre la pista del derby dominical y cuando menos lo imaginamos nos encontramos ante etapas diversas, con sensaciones diferentes y sin embargo el factor constante de todas ellas es que seguimos tomando decisiones nos agrade o no sumando que algunas o muchas personas esporádica o constantemente nos autoricen para convertirnos en consejeros de acuerdo a nuestra experiencia. 

                             Soy Jorge Frías y  nunca me acostumbré a tomar alimentos respirando  soledad, desamparo, como si viviera en el destierro, sin embargo me encuentro en este lujoso restaurante que siempre frecuento donde al menos el atento mozo que me conoce desde hace unos siete años no me pregunta ¿Lo de siempre doctor Frías? -con su infaltable y  amable sonrisa. Gracias a Dios no es así y más bien me ofrece lo nuevo y variado de su prestigiosa carta culinaria, agregándole alguna corta conversación y dejándome siempre en aquella mesa ubicada en la esquina, absorto con mis pensamientos. 

                             Como pasan los años. Recuerdo cuando me diplomé de médico y evoco con regocijo mi titulación… cirujano plástico y ahora… aquí sentado… pero con una sensación muy especial que se inicia en mi cabeza y discretamente recorre todo mi cuerpo mientras espero a mi hijo quien solicita un consejo importante y me ha elegido como su personaje favorito por esta noche, aunque en realidad no creo exagerar cuando intuyo que siempre he sido y seré importante para él a  pesar de haberme separado de su madre hace algunos años. Que emocionante es aguardarlo y poder compartir un momento con mi sangre, sin embargo no debería sentirme perturbado por saber cual es el consejo que requiere, lo sé perfectamente, quiere seguir la misma profesión y especialidad que la mía y necesita saber que pienso, allí está mi dilema, pareciera comprensible una algarabía pero no logro sentirme infalible en esta ocasión, demasiada responsabilidad, mucho sacrificio, tantas alegrías y  miedos a la vez que danzan salvajemente alrededor de esta carrera, eso debo evaluar para mi hijo con precisión quirúrgica.

                              Arriba a mi mente el caso de mi amigo y colega Carlos… Carlos Nieto, nos conocimos en la universidad…creo que mi hijo debe saberlo. Una tarde cualquiera de hace aproximadamente seis años Carlos se encontraba atendiendo las consultas de sus numerosos pacientes. Bien por ti mi querido amigo lograste la fama que tanto anhelabas. La secretaria hace el anuncio de Ana Crissanti una joven y bella mujer, el famoso cirujano queda estupefacto ante tanta belleza preguntándose que demonios podría mejorar en tan perfecta fémina. Su natural admiración se vio algo perturbada  por la presencia de la madre de Ana quien la acompañaba en aquella ocasión y su concentración en el trabajo regresó de manera relampagueante. Terminados los saludos cordiales Ana acerca su cómodo asiento de cuero hacia el escritorio del facultativo.

-¡Bueno doctor vamos al grano! –acotó la bella dama- ¡Necesito urgente una liposucción!

-De acuerdo podría ser pero tendré que examinarla primero, aunque me arriesgo a decirle que no creo que necesite dicha cirugía… es más creo que ninguna cirugía –intervino el reconocido cirujano observando de modo muy especial la esbelta figura de la paciente.

-¡Gracias doctor es usted muy lindo al decir eso, pero la verdad es que la necesito urgente! –afirmó con evidentes signos de ansiedad la joven Ana.

-¿Urgente por qué?, yo no creo que necesite nada y menos urgente –respondió el galeno no pudiendo evitar la intensa y despierta mirada de tan impresionante joven.

-¡Pues sí doctor, me caso en dos meses y debo quedar perfecta para mi vestido de novia, es muy especial para mí y estos rollitos me matan! –respondió Ana con un movimiento abrupto sobre su asiento  pinzándose con ambas manos los supuestos excesos de grasa que ella afirmaba tener haciendo que el ambiente de paredes grises con algunas  fotografías de su hijo y numerosos diplomas, se oscurezcan dejando al doctor Nieto la oportunidad de imaginarse jugar al fotógrafo profesional, observando detenidamente por un tubo.

-Mire doctor –intervino por primera vez la madre de la paciente haciendo un gesto de cansancio- a la niña se le ha metido en la cabeza que tiene grasa en abundancia y quiere que se la extraigan como sea.

-¡Pero señora insisto en que no veo la imperiosa necesidad de someterla a una operación y faltando poco tiempo para su matrimonio, mucho menos, una dieta no estaría nada mal! – sugirió Carlos imaginando por unos segundos a aquella señora como su suegra perfecta.

-¡Lo entiendo perfectamente doctor, lo que sucede es que Ana va a recibir un traje de novia diseñado y confeccionado en Venecia, justo en una tienda cercana a la plaza San Marcos y como comprenderá la niña quiere quedar perfecta y con tanto compromiso las dietas son en estas fechas  prácticamente imposibles de realizarlas, por ello la prisa de operarse! –fundamentó la elegante dama destrozando sin desearlo el exquisito pedestal donde habían sido colocadas  la elegante señora y su hija, aterrizando bruscamente entre las montañas del esnobismo.

-Bien haremos todos los exámenes pertinentes y en base a los resultados programaremos su operación –sugirió el doctor ahogando en agua helada su romántica imaginación.

-¡Gracias doctor realmente es muy, pero muy lindo! –expresó la bella Ana levantándose de su asiento para dirigirse con cortos y rápidos pasos hacia el doctor abrazándolo y dándole un beso en la mejilla dejando al galeno sentado en su elegante sillón grata y realmente embobado entre la belleza y el delicado perfume que brotaba de su cuello.

-Muchas gracias doctor, es todo un caballero y esperaremos con ansias la fecha más próxima en que pueda programar a mi hija –acotó la elegante madre de Ana observando con agrado los gestos de extremo cariño de su hija hacia el médico.

-Trataré que sea lo más rápido pero tal vez menos de diez días sea imposible, tengo pacientes ya programados para esas fechas, tengan calma es todo lo que les pido sobre todo a ti Ana, ya que es una verdadera exquisitez lo que me solicitas –aconsejó Carlos dejando el usted, al dirigirse a la bella paciente tratando de ocultar su nerviosismo con taquicardia incluida.

-¡No se preocupe doctor, mañana mismo me voy al laboratorio para los exámenes pertinentes y todo lo que me solicite! –expresó muy graciosamente Ana haciendo gestos de sensual ingenuidad, logrando sellar con broche de oro su participación ante el doctor Nieto después de haber convertido aquel moderno y sobrio consultorio en una pasarela de modas.

-Muy bien, tómenlo con calma, ya he realizado estas minuciosas operaciones en modelos y físico culturistas pero eso sí, deben seguir mis recomendaciones al pie de letra – indicó el doctor finalizando la entrevista de la manera más circunspecta posible. 

                              Efectivamente Ana al día siguiente se sometió a todas las pruebas solicitadas, sus veintiocho años de edad se tradujeron en resultados óptimos por todos los ángulos y sólo se limitó a esperar con ansias la fecha de su intervención quirúrgica y proseguir con los preparativos de su boda. Los días transcurrieron normalmente hasta que faltando aproximadamente cuarenta y ocho horas para su operación, el cirujano recibe una llamada telefónica en su consultorio.

-¡Doctor Nieto, buenas tardes, habla la mamá de Ana Crissanti! -saludó muy sobriamente la madre.

-Buenas tardes señora, creo que me ganó la llamada, mi secretaria iba a comunicarse con Ana para recordarle las indicaciones previas a la intervención –contestó el cirujano arribando a su mente de manera fulgurante la imagen de Ana.

-¡Sí, sí...sí doctor, gracias, pero el motivo de mi llamada es para solicitarle encarecidamente que postergue la operación de Ana por sólo tres días! –suplicó la cortés dama con la intuición que el doctorcito haría casi cualquier cosa por su hija.

-No lo sé realmente señora, si la agenda me lo permite con gusto lo haré, pero no le prometo nada –respondió el doctor Nieto tratando de imponerse y ocultar su gustillo por aquella joven.

-¡Le agradeceremos mucho tal gentileza doctor! –acotó en voz baja la madre de Ana dejando sentir una sensación de aflicción.

-¡Pero dígame!, ¿ha sucedido algo? –preguntó Carlos con marcado interés.

-¡No doctor son sólo motivos de la boda y despedidas, usted sabe como son estas cosas y Ana tan apasionada siempre en todo lo que hace…! –fundamentó la mamá tratando de camuflar su congoja.

-Muy bien señora, gracias por llamarme y le confirmo la nueva fecha en unas horas – finalizó el médico velozmente para no permitirse entrar en el túnel de la seducción. 

                                 El doctor Nieto hizo todo lo posible para efectuar el cambio solicitado y así fue, Ana ingresó a la clínica la noche anterior realizándose en ella todos lo preparativos previos a la ansiada operación, incluyendo la visita de Carlos, dedicado cirujano.

-Buenas noches Ana, ¿todo bien por aquí? –saludó el doctor Nieto dirigiéndose hacia ella directamente como si fuera la única persona presente.

-¡Todo muy bien doctor, aprovecho para presentarle a mi novio! –expresó Ana con una simpática sonrisa que reflejaba travesura y complicidad.

-Buenas noches doctor soy Julio Narváez, es un gusto conocerlo, Ana me ha hablado maravillas de usted –acotó el novio con gruesa y determinante voz.

-Un gusto conocerlo y gracias por su palabras, creo que es sólo producto de complacer a una simpática paciente –respondió el amable doctor tratando de evitar la intensa, fija y por lo tanto incómoda mirada de aquel sujeto. 

                                  No estoy seguro si realmente le interese oír esto a mi hijo, tal vez lo aburra, en fin, la historia continúa así y no puedo hacer nada, mucho menos dejar de recordarla milimétricamente. Después de todos esos protocolares y diplomáticos saludos, se había creado una verdadera empatía entre Ana, sus familiares y el doctor. La cirugía se realizó sin ningún problema, el novio siempre muy cortés se ofrecía primero que nadie a cuidar de su amada doncella, a untarle alguna crema, a traerle algo especial para degustar… en fin Julio Narváez estaba enamorado hasta su más recóndita célula y desde hacía mucho tiempo daba la vida por su escultural novia. 

                                   Al día siguiente la bella paciente impaciente fue dada de alta, su madre se encontraba a su lado además del infaltable escudero de brillante armadura que había puesto a disposición su chofer para realizar tan valioso traslado. Carlos los miraba a cierta distancia y se preguntaba así mismo – ¿Por qué será que las parejas como Julio siempre complican las cosas?, sus ansiedades en el amor obstaculizan las normales evoluciones –al  observar a Ana emitiendo suaves y constantes quejidos que desesperaban a su futuro esposo. 

                                    Las primeras dos noches y ya en su casa, Ana se quejaba de dolores por todas partes, una vez en el brazo derecho, otra en el izquierdo, de pronto la cabeza como en otro momento era medio glúteo izquierdo eso sí no todo, sólo la mitad; el doctor Nieto no pudo conciliar el sueño, el amable y dedicado novio se encargó que no descanse hasta que logre calmar las molestias de su novia al menos por vía telefónica –doctor, le duele, Ana sufre y eso es cosa seria ya que ella es muy fuerte y no sé que hacer, dígame ¿Qué crema le compro? y se la frotaré donde la necesite, así me pase toda la noche, pero no soporto verla sufrir así- exclamaba el valiente caballero medioeval. 

                                    Habían pasado cuatro días de la operación y Ana se encontraba reponiéndose dentro de los rangos normales, salvo cuando llegaba su apuesto galán y empezaban los quejidos nuevamente que continuaban hasta que ella lo decidiera. Pero en esta oportunidad no parecía que fuera una engreída actuación, Ana siente intensos escalofríos su madre y su novio corroboran minutos después que el termómetro no fallaba, tenía una intensa fiebre. El doctor Nieto es informado telefónicamente por el atento y preocupado novio. Sin pensarlo más envía a una experimentada enfermera a la casa de la simpática paciente.

-¡Doctor…aló doctor soy María la enfermera me encuentro al lado de su paciente! –tratando de hablar en voz baja.

-Sí María dime, ¿cómo está Ana? –preguntaba en tono fuerte y nervioso el galeno.

-¡La veo mal doctor tiene más de cuarenta grados de temperatura! –casi susurrando María por su teléfono celular.

-¡Sabes muy bien que puede encontrarse alza térmica días después de la operación debido a la hipotermia! –.

-¡Sí doctor, por supuesto que lo sé, pero su expresión y color es de una septicemia! –.

-¡Bueno no perdamos más tiempo pidamos una ambulancia y llevemos a Ana a la clínica Santa Fe, dile a la familia que los alcanzo allí! –finalizaba el doctor Nieto sosteniendo su teléfono con el hombro mientras se retiraba rápidamente su cómodo pijama. 

                                 Efectivamente Ana fue internada en cuidados intensivos de dicho nosocomio, la infección generalizada consumió su vida en apenas veinticuatro horas, la pena y congoja de la familia se contrarrestaba con la ira y odio que se almacenaba en Julio Narváez. Una semana después la madre de Ana se acerca al consultorio del doctor Nieto a pesar de la profunda depresión en la que se encontraba.

-Buenas tardes señora, lamento mucho lo sucedido, me siento muy mal por ello, no sé realmente que pasó -se lamentaba el cirujano acercándose y abrazando a la deprimida señora.

-Gracias doctor, sabemos que se comportó en todo momento como un caballero y buen profesional pero mi presencia aquí es para decirle algo importante –intervino la elegante dama en tono poco audible manteniendo su cabeza inclinada y tratando de secar las intensas lágrimas que corrían por su rostro sin maquillaje.

- Estoy para oírla señora, es más estoy dispuesto a hacer lo que sea conveniente –aseguró el doctor nerviosamente al ver la realmente sufrir.

-Debe recordar que nosotras le solicitamos una pequeña postergación de la operación, esto fue debido no a la preparación de la boda sino porque Ana fue sometida a un aborto, un legrado uterino como le llaman ustedes los médicos –intervino la mamá de Ana, levantando la mirada dejando totalmente perplejo a Carlos Nieto –Ana frecuentaba a un antiguo novio en medio de su inseguridad y engreimiento y fue así que salió embarazada entendiendo por fin, que no podía seguir en esa situación y perder a Julio que como usted ha visto la amaba con toda su alma.

-¿Pero por qué no me lo dijeron antes? hubiera suspendido o postergado aún más la operación –preguntaba Carlos volviendo a abrazar a la entristecida y acongojada madre.

-¡No nos pareció importante y además no deseábamos recordar ese suceso y que Ana más bien se sienta libre para su matrimonio! –justificaba la madre de Ana.

-¡Bueno señora, gracias por darme una importante pero tardía información, no sé que puedo hacer por ustedes! –intervino el doctor Nieto alejándose un poco.

-¡Doctor recurrimos a usted porque en memoria de nuestra amada Ana, la familia en pleno deseamos que Julio no se entere de esto y el recuerdo de Ana quede limpio, somos conscientes que los informes, y con ellos la verdad, llegarán a usted! – solicitaba la señora muy segura de sí misma mirando fijamente al doctor.

-¡Señora con todo respeto es muy difícil la situación en la que se encuentran, pero la mía no es mejor ya que tengo entendido se ha procedido a un proceso judicial iniciado por su esposo en el cual tendré acceso a toda la información del caso además del odio de Julio hacia mi persona que ya existe! –explicaba el doctor retrocediendo un paso.

- Lo sé doctor, mi esposo trabaja en el extranjero y la noticia lo descontroló totalmente como usted comprenderá pero aún en este complicado escenario le solicito que no sea usted el que informe de esto a Julio cuando trate de indagar algo ya que él no se encuentra dentro del proceso –sugería la madre de Ana.

-¡Señora, creo que debemos dejar esto a la justicia, por mi parte esté segura que no diré nada al respecto! –aseguró el doctor Nieto lamentándose el haber realizado esa operación y no haber aceptado la sugerencia de su esposa de viajar al caribe en esas fechas y tratar de limar las asperezas que sufría la relación. 

                                    Julio Narváez totalmente desquiciado por la pérdida de su irremplazable novia acudió al famoso cirujano diez días después no a solicitar una entrevista sino a romperle todas la lunas de las lujosas ventanas de la clínica de Carlos, con carteles en manos y ayudado por unos amigos lograron llamar la atención de la televisión para acabar con aquel asesino que le había arrebatado la vida de su amada, su proyecto de mujer para toda la vida sintiéndose totalmente desamparado y consternado no pudiendo evitar el llanto cada que imaginaba a su pareja bajo tierra . El doctor Nieto se sintió devastado ante tal perjuicio de su imagen en medios periodísticos; su carrera se encontraba sostenida por un hilo. 

                                     Una semana más tarde y habiéndose realizado la apertura de un proceso penal, el juez lee el informe detallado de la necropsia efectuada a la antes bella Ana, perforación uterina  con presencia de asas intestinales en el interior de útero. El macabro diagnóstico explicaba la terrible contaminación que se había incubado en el organismo de Ana que sometida a la liposucción en la que hubo de  encontrarse por unas horas en una ligera hipotermia sus defensas habrían descendido hasta abandonarla con una severa y general infección producida por un aborto provocado. 

                                      Días después de leído el informe el doctor Nieto se encontraba en su consultorio esperando en vano la llegada de sus pacientes que no vendrían al menos por un largo tiempo luego de difundida la noticia, cuando de pronto sorpresivamente se anuncia la llegada de Julio Narváez, el doctor aún desorientado y sintiendo mucha ira, decide recibirlo.

-¡Doctor, buenas tardes, sé que no debería estar aquí , pero vengo a disculparme por todo lo sucedido, estoy dispuesto a hacer todo lo que sea para reivindicarlo tengo muchos amigos influyentes y he tenido la desagradable experiencia de leer los informes oficiales, lo sé todo –afirmaba Julio con total seguridad.

-¡Puedes hacer lo que dicte tu conciencia, por mi parte te puedo decir que a los periodistas no les va a interesar mucho un descargo, salvo que se mencione la verdad, sólo les interesa las noticias con mucho ácido, me puedes entender, por último no quiero saber que información tienes! –explicó el facultativo con total desgano sintiendo que su vida casi no tenía sentido.

-¡Pero doctor no malogre su carrera de esta manera tengo amistades en la televisión! –Sugería el atormentado novio sin ser escuchado por el agotado doctor Nieto quien lo invitó a retirarse muy gentilmente y así poder solicitar la asistencia de una de sus enfermeras para que cuantifiquen su presión arterial. 

                                        Dos meses después. El doctor Nieto sabía perfectamente como los periodistas que en todo momento siguieron el caso habían logrado obtener una copia del documento final de la necropsia desarrollando un novelesco y extenso reportaje en la televisión, los amigos no faltan pero en esta oportunidad la mano del apasionado y explosivo caballero Narváez era más que evidente. Mientras el doctor Nieto se encontraba ante fuertes deudas debido a la ausencia de pacientes por un largo tiempo además de los antiguos problemas conyugales que se habían recrudecido y que con este suceso habían erupcionado en un desafortunado divorcio, tenía sin pensarlo ni mucho menos haberlo deseado una  pequeña oportunidad de reiniciar su vida a pesar del diagnóstico de hipertensión arterial que lo acompañaría por siempre como su fiel compañero. Este cruento y aterrador acontecimiento médico, no impediría que su nombre se reivindicara al fin aunque los cimientos  y columnas de su estable vida hubiesen sido dinamitados ferozmente no dejándole la oportunidad de reconstruirlos o repararlos, no teniendo otra elección que edificar y levantar unos nuevos.  

                                        No sé si a mi hijo le interese esta historia, tal vez me solicite que le narre una mía y no de un amigo pero creo que por esta vez será lo mejor, tal vez la próxima tenga el valor de hacerlo. Bueno aquí viene que Dios me acompañe y no me equivoque.     

1 comentario:

  1. una narrativa bastante fluida, sin embargo esperaba mas del final . . un poco suelto, mas impacto,

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