viernes, 5 de marzo de 2021

En el país de las hadas

Laura Sobrera


En los confines de la tierra hay una isla que no figura en los mapas, porque está protegida dentro de una burbuja de energía mágica producida por un poderoso hechizo de Merlín, paradigma de los magos posteriores, que no permite el flujo en ninguno de los sentidos ni hacia adentro ni hacia afuera y la vuelve invisible. La llaman el país de las hadas, aunque muchas criaturas viven allí, hadas, duendes, gnomos, elfos, jóvenes magos y también el gran hechicero. Su superficie es un gran bosque con protuberancias rocosas, en cuyo centro hay un claro que se destaca por la presencia de un árbol diferente, el Árbol de las Almas. Su grueso tronco y retorcidas ramas de oro nos cuentan que su vida ha sido larga y fecunda. Sus hojas doradas penden de las ramas junto a una enorme cantidad de grandes diamantes, rubíes, esmeraldas y otras piedras de fulgurante brillo que contienen las almas de estos seres mágicos que aún no han nacido y son el fruto de tan preciado árbol. El paisaje es polícromo con hojas de diferentes colores verdes, naranjas y amarillos. Las texturas son variadas, desde la lisa y brillante de algunas hojas, hasta lo rugoso de ese suelo tapizado de yuyos, musgo y fronda que cae, dando una tonalidad ocre al ambiente con aroma a tierra después de un aguacero. Las setas agregan color al entorno y sirven de protección en los días de lluvia a pequeñas hadas y elfos. El suave aleteo de las hadas con insectos y pájaros sumados al golpeteo de gnomos, duendes y elfos tallando madera o picando piedras completan la sinfonía de la naturaleza. En las aguas que la circundan de un color azul profundo que se torna verde esmeralda sobre la blanca arena de la orilla, sirenas y tritones ayudan a resguardar este preciado lugar en el mundo. Cuando algún residente muere, las otras criaturas lo despiden y una brecha en esa energía que la rodea le permite salir y esa alma puede volar hacia otras dimensiones para llevar su encanto a una nueva forma de vida.

Concluido este proceso, una hada es elegida para tomar un fruto del Árbol de las Almas y permitir el nacimiento de un nuevo ser que mantenga el equilibrio de pobladores de la isla y de ese modo, la magia de este sitio y del mundo.

Estos seres que emigraron de la tierra poblada hasta esta nueva localidad, habían tenido poco contacto directo con humanos exceptuando las travesuras de algunos duendes, a diferencia de Merlín, que antes de encontrar esta isla privilegiada y prepararla para esas criaturas, vivió con los humanos y los ayudó en múltiples tareas, desde algunos hechizos para enamorar a la persona que podía robar el sueño de algún hombre o mujer, hasta transformaciones físicas importantes que los hicieran ganar batallas y conquistar reinos. Cuando los humanos comenzaron a buscar a estos pobladores mágicos para usar sus dones en beneficio propio, el gran mago decidió que debía resguardarlos de la avaricia humana, por eso los trasladó a ese territorio y cuidó que no pudieran ser encontrados.

Pasaron siglos, la isla nunca fue descubierta y nadie halló sus tesoros físicos ni ese otro más valioso: la magia que poseían los habitantes ocultos por el hechizo protector del gran mago. El conjuro garantizaba además que vivieran mucho tiempo, porque ralentizaba la vida dentro de la burbuja.  

Una vez que el hechicero desapareció y junto a él, toda la gama de hadas, duendes, gnomos y elfos, los hombres comenzaron a investigar la vida de Merlín y explorar buscando documentos que pudieran haber quedado de su realidad fascinante. Rastreaban viejos hechizos para seguir disfrutando sus beneficios como antaño. Era la forma en que mejoraban su vida diaria. Las bajas sufridas por los ejércitos eran demasiado costosas en recursos humanos y económicos. Debían resguardar a los soldados y también lo conquistado por ellos, además, cuidarlos de enfermedades a las que estaban expuestos, sin mencionar los sufrimientos por mal de amores.

La ciencia avanzó y con ella los estudios de tiempos pasados que exploraban épocas antiguas buscando datos que los llevaran a Merlín y su entorno mágico. Visitaron vetustos castillos, escudriñaron torres donde los descendientes del buen brujo aseguraban se refugiaba el mago para hacer sus conjuros a pedido de quien los necesitara, probar originales hechizos y preparar nuevos magos o adiestrar jóvenes brujas.

Nadie logró alcanzar el nivel magistral de su magia.

Encontraron viejos manuscritos con una desconocida escritura simbólica de dibujos y letras góticas y celtas. Los llevaron ante eruditos en el estudio de lenguajes arcaicos. Los estudiaron en profundidad y supieron a través de estos documentos que Merlín se había retirado de la escena pública por la desmedida ambición humana y reunió a las criaturas mágicas para acompañarlo en su exilio, pero no especificaban el lugar que escogieron como destino.

Inspeccionaron fortalezas en las que creían que el mago había utilizado para sus actividades extraordinarias y de prevención a los hombres de los peligros que podían acecharlos, desde desastres naturales, hasta conjuros oscuros.

Continuaron el seguimiento en otros bastiones donde se podía haber albergado el hechicero. Llegaron hasta un castillo edificado sobre ancestrales ruinas druidas y descubrieron más pergaminos con información pertinente. El lugar era solitario. El viento aullaba entre las grietas de las paredes de piedra, permitiendo una apariencia fantasmal. Al parecer Merlín tuvo una oponente que también era muy poderosa, Morgana y ella no estaba de acuerdo con la forma en que usaba su magia. Ansiaba tener un poder total e ilimitado utilizando hechizos tenebrosos para conseguirlo. Cuando su muerte se aproximaba, dado su profundo rechazo hacia el brujo que se originó al no ser elegida para guardar su acervo mágico, con varios lóbregos conjuros grabó en una gran piedra un legado en símbolos y letras raros, y en ese mensaje, la posible ubicación del país de las hadas y la probable utilización de algunos aparatos que dejó junto a ese pétreo escrito. La información no estaba completa, pues carecía de gran parte de tan complejos datos, pues Merlín no confiaba en sus intenciones y fue reservado con su conocimiento porque sabía el poder que contenía. De cualquier modo, esta hechicera creía firmemente que era en un lugar ubicado entre la costa sur de la placa continental mayor y la inexplorada Antártida y que, además, podría tratarse de una isla. La zona a investigar era enorme, pero sabían por dónde iniciar el rastreo de Merlín, sus criaturas y, sobre todo, esa magia oculta tan codiciada.

La expedición partió de Londres e hizo algunas escalas técnicas en Marruecos, Congo y el Cabo de Buena Esperanza. Allí se reabastecieron, porque desde ese sitio emprenderían la parte más larga e intrigante del viaje. Zarparon con destino al sudeste de la zona en la que se encontraban. El capitán del barco era Drake, un descendiente lejano del único hijo que Merlín tuvo con su esposa Gwendolen, que falleció al dar a luz, llamado Gawain.

—Quiero que me enseñes a ser un mago como tú—, solía decirle.

—Se nace para ser mago, no es algo que se pueda enseñar, careces de lo necesario —cortaba siempre su padre.

Esto era lo que siempre escuchaba su directo sucesor. Había aprendido algunos pocos hechizos que su padre hacía combinando ingredientes, gestos y palabras en los idiomas arcaicos que usaba. Cuando quedaba solo anotaba estas cosas, mientras su encono creía exponencialmente. Estos fueron los apuntes que llegaron hasta Drake. Dentro de esos escritos se registraron los puntos débiles de las criaturas y algunos del propio hechicero. Conjuntamente con los manuscritos hallaron aparatos desconocidos que se sumaron a brújulas, astrolabios, cuadrantes y se añadieron a la tecnología del barco con la creencia que, al acercarse a la magia de Merlín, se encendieran o hicieran algo que señalara la ubicación precisa del misterioso lugar y lo volvieran visible a los ojos humanos.

La travesía llevaba más de un mes desde la salida del Cabo de Buena Esperanza y la tripulación estaba inquieta, porque se hallaban en mares desconocidos muy lejos de la placa continental en medio de la nada, solo rodeados de agua.

Lo más difícil de este tipo de viajes expedicionarios, era mantener a flote la moral de los marineros de abordo.

Cuando ya comenzaban a prepararse para cambiar de rumbo y corregir la ruta, algunos de esos aparatos empezaron a chirriar fuerte y de forma descontrolada.

Drake los observó con mucha atención e intentó situar el barco que comandaba en el mapa que tenía desplegado en la mesa de trabajo dentro del camarote. Su seriedad hablaba de la concentración que había puesto en organizar la información obtenida en las anteriores búsquedas. Ordenó a su tripulación prepararse para lo inesperado y también abrir las opciones de un posible desembarco en la isla, si esta se hiciera visible. Disminuyeron la velocidad para observar la reacción de los dispositivos. Según los grabados de Morgana, cuando se silenciaran, la isla se haría visible disminuyendo el conjuro merliniano, aunque sin hacerlo desaparecer.

Pasaron más de dos semanas. Un amanecer suprimió los ruidos molestos e inquietantes de los instrumentos y al hacerse visible la tierra de la magia soltaron anclas y descendieron con rapidez, ávidos de encontrar tesoros incalculables, después de todo, nadie había visto antes esta tierra y ese fue el motivo de tan larga y desconocida travesía.

La isla era grande para los pequeños refugiados, pero estos hombres rudos podían recorrerla en pocos pasos

Un deslumbrante brillo desvió sus miradas hacia el centro del atolón. El árbol de oro destacaba entre el resto y esas piedras preciosas colgadas en él sacudieron la ya excesiva avaricia de la tripulación. Procedieron entonces a cortar ramas y frutos que tanta riqueza prometía para el regreso. Fueron poniendo estos preciados tesoros en burdos sacos de cuero sucio. Toda esta barbarie desatada generó un colapso total en la isla que continuaba bajo el hechizo protector de Merlín, aunque pudieran verla, tocarla y reclamarla como suya con todos sus tesoros.

La tierra comenzó a temblar convulsivamente. Los marineros se detuvieron mirando alrededor con asombro y algo de miedo. El mago hizo una aparición furibunda envolviendo a los seres mágicos en una nueva burbuja de seguridad que colocó a su espalda usando su cuerpo como muralla, mientras interrogaba a los intrusos la razón de la violación a su hogar.

Las respuestas no resultaron satisfactorias y surgieron argumentaciones varias, desde el odio de Morgana porque no heredó su magia, hasta Gawain que mantuvo su rencor durante mucho tiempo debido al sentimiento de abandono que interpretó como provocado por Merlín, sus ausencias, la opinión que tenía de él y lo trasladó sin filtro a su descendencia.

Hadas, duendes, gnomos y elfos, tenían su encanto propio y por esa razón decidió que debían ser resguardados para conservar esa magia en el mundo. Su desaparición, condenaría a todo el planeta a una oscuridad peligrosa.

Llegado este momento, Merlín tuvo una sola opción. Haría un hechizo de tal magnitud que acabaría con su existencia, porque necesitaba una capacidad energética enorme para llevarlo a cabo, pero era el propósito que había elegido en su vida, salvar la magia que existía en el mundo.

Empezó a hablar un lenguaje desconocido para esos hombres y un gran vórtice multicolor se abrió, donde estaba la caverna que utilizaba como morada, provocando un sonido ensordecedor. Esos hombres rudos cayeron de rodillas tapándose los oídos. Apuntó su mano abierta y crispada hacia la raíz del Árbol de las Almas. Al momento, una enorme roca transparente y brillante, por estar llena de bolitas de luz, es atraída hacia ese agujero energético que la absorbe junto a la burbuja con las hadas, gnomos, duendes y elfos. Ambos fueron aspirados con gran fuerza e inmediatamente se esfumaron, incluido el oro del árbol, los brillantes, rubíes, esmeraldas y hasta los pedazos guardados en las bolsas de cuero se convirtieron en simple madera y trozos de vidrio.

Drake y sus hombres quedaron asombrados flotando en el agua cuando la isla se hundió por completo y terminó por desaparecer.

—¿Qué has hecho con nuestros tesoros? —preguntó altanero el capitán, a la imagen de Merlín que comienza a desvanecerse.

—¿Vuestros tesoros? —preguntó Merlín con voz profunda e intimidante—. Nunca os pertenecieron. Mi vida termina aquí, pero la supervivencia de esas criaturas está asegurada. Ya no me necesitan. Ahora puedo marcharme.

—¿Dónde están?

—Había preparado este conjuro hace mucho tiempo, porque imaginé que el ser humano querría apoderarse de esta magia para beneficio propio y poco le importarían estos seres puros u otro hombre, aunque estuviera a su lado, pero, a decir verdad, esperaba no tener que usarlo. Envié sus esencias y encantamientos a un pasado anterior a mi llegada, al comienzo de todo y deposité estos seres maravillosos en el primer niño que nació en el mundo. De esa manera, cada vez que nazca un bebé, la magia volverá para el mundo. Una y otra vez su inherencia será real y estará viva en cada pequeño que abra sus ojos a la vida. Ese era mi verdadero legado, el que nadie quiso, por eso tuve que vivir tanto tiempo y hacerlo en persona. En cuanto al árbol, esa roca que extraje llena de pequeñas luces era el gran útero donde se gestaban las almas de hadas, gnomos, duendes y elfos. En él se nutrían de la magia y el milagro de la naturaleza, hasta convertirse en los frutos brillantes que intentaron llevarse. Una vez que retiré la matriz, el árbol regresó a su espíritu natural de madera.

En su último suspiro se le oyó decir:

—La magia permanecerá viva con cada niño que nazca.

Su figura se volvió iridiscente y traslúcida cual pompa de jabón y como ella, se elevó hasta desaparecer de la faz de la tierra para siempre.

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