viernes, 10 de julio de 2015

Oasis

Margarita Moreno


Nací en “El Oasis de San Miguel” un pequeño pueblo vecino del desierto, al pie de una  montaña con una laguna engarzada en la falda, es una provincia hermosa, tranquila, plena de encanto natural. Sus calles estrechas de cantería y el aroma a jazmín que escapa de los balcones, aderezan las casitas con piedra labrada, ladrillo rojo y adobe, los muros entortados pintados de colores vivos,  sus techos a dos aguas poblados con tejas de barro colorado, el modesto templo parroquial con bucólico estilo barroco en la fachada, paredes lisas al interior, beatificadas con un magnífico oleo del santo patrono de tres metros de altura. Cuenta una antigua leyenda, que el retablo fue obsequio de un migrante italiano y copia impecable  del “San Michele sconfigge Satana”.

El devengo económico de la población proviene básicamente de la agricultura, floricultura, ganadería y pesca. La manera de cultivar la tierra es peculiar, conservamos las usanzas y métodos de antaño para épocas de siembra, cosecha, temporales, plagas,  todo; la crianza de animales, se basa en las fases lunares para la cruza, nacimiento de crías, herraje, esquila, corte de crines y sacrificio del ganado para consumo. Con el mismo criterio se decide el tiempo de pesca, veda en la laguna y también la apicultura que se practica en las tierras bajas. 

La vida cotidiana no escapa a las tradiciones y así por ejemplo las mujeres nos cortamos el cabello y vamos a la manicura entre luna creciente y llena y los hombres visitan al peluquero en menguante y hasta tres días antes de luna nueva. Mi novio desde la infancia se llama Braulio y planeamos casarnos, desde luego no será en enero, marzo ni pensarlo, menos en martes y día 13 jamás; debe ser un viernes, sábado o domingo con luna llena, para tener asegurados amor, dinero, salud y fertilidad. Además como es la tradición no debe faltar la “dote”  nuestros padres están muy de acuerdo. 

―¿Ya vieron las mantas que colocaron en la estación del tren y el kiosco de la plaza municipal?  ―preguntó mi madre un domingo al volver de misa.

―Sí, mañana nos visita el aspirante a la gubernatura del estado en su gira política y viene a ofrecernos su “apoyo”. ¿Quién se lo pidió? ¡Nadie! Pero el viene a “salvarnos” con su promesas huecas―contestó mi padre entre carcajadas y mostrando un volante con la foto del candidato.

―¡Déjame verlo pá! ―dije, arrebatándole el folleto de la mano. ¡Dios mío! ¡Má! ¿Ya lo viste? ¡Está guapísimo!

―¡Suficiente Brenda! ―dijo mi padre recuperando el impreso. Me quedé pasmada, musitando su nombre ―Alberto, licenciado Alberto Pastrana y luego sonreí.

La visita fue todo un acontecimiento, el pueblo estaba en efervescencia, yo, la primera que contemplaba arrobada al orador, me tenía fascinada, simplemente era hermoso, como un cromo, me gustaba todo él, nunca sentí esa atracción por ningún amigo, novio y menos un desconocido. Su voz grave y melodiosa acariciaba mis sentidos, era tan alto, espigado y esos jeans y ese polo que delineaban sin pudor su cuerpo perfecto, seguramente el ejercicio diario y la dieta sana eran parte de sus disciplinas. Mi nariz casi podía percibir y adivinar, en su rostro impecablemente afeitado, el aroma delicioso de alguna loción sugestiva, efluvio de maderas, pachuli, quizá un cítrico, acaso ámbar gris —mi mente fantaseaba, cuando los aplausos me volvieron a escuchar su discurso:  

—Yo, su amigo Alberto Pastrana, admirador de esta bendita tierra dónde todo es bello y generoso, prometo traer, la modernidad y el progreso, con empleos bien remunerados, educación de primer nivel, opción de un futuro mejor para sus hijos y sus nietos. Para ello el gobierno de la República ha escuchado mis súplicas y me ha conferido el honor de comunicarles que el Centro meteorológico del Estado (CMDE) será edificado en los límites del “Oasis de San Miguel” para orgullo de este pueblo, del estado y del país. Aplaudimos eufóricos, emocionados, llenos de gratitud, sorprendidos con sus palabras, pero a mí, su voz prendió en mi corazón una flama de amor y me provocó un íntimo y gozoso deseo.

En los meses siguientes las mañanas dejaron de asomar rubias y fragantes, los aromas de las flores se entrañaron con humos de máquinas y camiones; el ruido contaminó los ánimos, destempló tolerancias, diluyó el cantar de las aves, desafinó el murmullo del viento en el desierto y en la laguna, el oleaje suave perdió su beatitud. Hasta el pan horneado a diario tomó otro sabor, una sazón de gusto intruso. Un polvillo plomizo impregnaba el ambiente, se adhería como un imán al cuerpo, viciando envidioso la tersura de la piel. Por las callejuelas deambulaban extraños, ufanos ingenieros, arquitectos y científicos levitando entre la gente: Ciertamente hubo muchos nuevos empleos, temporales ¡claro está!, hombres y mujeres deslumbrados por la modernización abandonaron el campo, la cría de animales, abejas y la pesca, para ocupar esos puestos. Y hubo quien como yo, abandonó un amor seguro por otro que a la larga resultaría pasajero. Durante esa etapa, mi novio se enamoró de Brigitte, una guapa arquitecta que solo preguntó la hora y él, quedó prendado de sus encantos y yo, bueno, lo mío fue amor a primera imagen.

Alberto paseaba constantemente por el pueblo y yo no tenía sosiego, buscaba topármelo con cualquier socapa y él parecía interesado en atenderme, solo verlo aparecer en mi horizonte me fustigaba un vuelco en el plexo solar, mis manos se invadían de unas terribles ansias de tocarlo y acariciarlo, cuando charlábamos, él me hablaba quedo, pausado, con voz profunda, yo sentía una especie de vértigo, mis ojos puntualizaban el movimiento de su boca y el deseo de besarlo me arrebataba el juicio, su aliento delicioso a hierbabuena recién cortada me enervaba, deseaba sentirme entre sus brazos y si sonreía figuraba sus dientes perfectos mordiendo mis labios, cada noche lo soñaba besándome, acariciándome, amándome, estaba enloqueciendo, tuve que refugiarme en la oración.

―San Miguel, ilumina mi corazón, si este hombre va a ser mío, dame una señal y si mi destino es Braulio, vuelve a ponerlo en mi camino. ¡Amén! ―rezaba en voz alta una tarde en mi habitación.

―¡Qué tarugadas estás pidiendo mocosa! ¿Crees tú que el santito está para enmendar tus concupiscencias?―rezongó mi abuela que me escuchó al pasar.

―¡Ay abuela! ¿Qué es concu… qué es eso? y ¿cómo voy a saber si me conviene  Alberto?―protesté.

―¡Niña de poca fe y menos cordura! En el pedir está el dar, tú pídele talento para resolver tu dilema, no pidas que él lo resuelva.

―Es que Alberto, es tan seductor y peligroso, perverso, irresistible, gentil y arrogante, es agridulce, claroscuro, como un sol de medianoche, un ángel del infierno que me vuelve loca, daría una eternidad por un instante de su amor, ¿sabes?  Soñé que yo era un gusanito que me deslizaba por el filo de una navaja fría y cruel y… ¡Abu! Y ¿Si él es un demonio o un ángel? ¿Cómo saberlo? Iré al cielo o sin remedio al infierno abuela.

―¡Ay Niña mía! Cuanto oxímoron para tan parvo afecto. Calma querida, apenas y transitas por etapas de tu evolución, debes intentar andar ligera, sin lastres en los pies ni losas en la espalda y sobre todo sin colmos en el corazón. 

―Ay abuelita, tú ¿te enamoraste alguna vez?

―¡Claro querida! Igual que tú y con más obstáculos, imagínate, hace más de cincuenta años, en este pueblo que siempre ha sido el mismo, “pueblo chico, infierno grande”.

En la vida, los grandes anhelos del ser humano, amor, odio, sexo, miedo, ambición, envidia, poder, etcétera, entre más intensos se ansíen percibir, más dimensiones pierden, no tendrán altura, anchura o volumen, serán apetitos lineales, duros, ciegos, sordos y tan filudos que acaban matándonos. ¡Gracias a Dios! que a este bendito lugar lo protege San Miguel Arcángel, así que si Pastrana es un diantre, tú, solo no pierdas la cabeza o perderás la primera gran batalla de tu vida. ―Dijo Prudencia al tiempo que abrazaba amorosamente a su nieta.

La mañana del primero de junio, con un calor sofocante el CMDE fue oficialmente inaugurado, con una ceremonia oficial, fiesta, baile y la voz del licenciado Pastrana al micrófono: “Con mi profundo agradecimiento para los hombres y mujeres de este paradisíaco lugar, que con su esfuerzo, dedicación y fe en un servidor y en nuestro gobierno, participaron en la construcción y adecuación del Centro Meteorológico”. Días después se dio a conocer que el impecable y recién inaugurado Meteorológico, solamente emplearían a cinco de los más destacados colaboradores, para quedar de forma permanente a cargo del correcto funcionamiento del sitio, desde luego después de recibir una capacitación exprés, cuatro intensas semanas, impartida por los científicos creadores del proyecto, quienes a más de los conocimientos básicos, para echar a andar el centro de meteorología, les instruyeron también a elevar el rostro hasta señalar el horizonte con la punta de la nariz, hacer oídos sordos, desechar opiniones de sus memorias inciertas y flotar constantemente.

Sin embargo lo que presumen los soberbios mortales,  no sucede en realidad. A finales de junio, tras un calor inmisericorde, el recién estrenado CMDE pronosticó lluvias escasas. Pero la sabia naturaleza decidió comenzar el verano en grande,  julio abrió con aguaceros torrenciales, el día primero se presentó con una tormenta espectacular, no escatimó relámpago ni rayo alguno, trajo nubes magníficas en todos los grises posibles, que vistieron de intimidación los cielos para luego, dejar caer tal cantidad de lluvia que semejaba un salto del Iguazú cayendo a medio pueblo.

En casa, los cristales de las ventanas como pupilas gigantescas, vertieron nostalgias en copioso llanto pluvial, aliviaron desconsuelos, evocaron alegrías y aclararon la mirada, nuestro techo solidario, lloró discreto destilando húmedos recuerdos, gota a gota y en lugares tan diversos, que deslucieron sin enmienda el costoso sellado que solo sirvió para dejar  un bronceado envidiable en el joven que “reparó” las goteras.

En pocos días de generosos aguaceros, los verdes esperanzadores asomaron francos a campo abierto, carreteras, caminos, veredas, rincones, hasta en mi pequeño jardín el viento sacudía bellas melenas esmeralda recién lavadas, los rostros de las macetas lloraban de contento, los guijarros del parterre acusaron su recia desnudez y en instantes de breve tregua,  el sol asomó discreto para besar el rubor ingenuo en la callejuela de cantera rosa.

En septiembre el meteorológico predijo frente frío y en el Oasis el sol resplandeció, aunque para el resto del estado a veces fueran sentencias atinadas, en este pueblo los científicos bisoños “no daban pie con bola”. Ya en diciembre los pronósticos diarios eran un caos y con sus pronósticos, los moradores del pueblo ya no sabían que esperar del clima. Poco a poco volvimos a los antiguos sistemas para regular siembras, cosechas, ganadería, apicultura y épocas de pesca. Retomamos la cordura, la opinión de los viejos del pueblo que seguían enseñando a quien quería aprender,  confiando de generación en generación a través de sus palabras, para estar como deberíamos todos los seres humanos, en comunicación, respeto y en armonía con nuestro planeta. 

Solo mi alma no tenía un minuto de reposo, Alberto me juraba estar enamorado de mí, me ofrecía acompañarlo como su asesora hasta que terminara su gira por la gubernatura del estado y después nos casaríamos, Brigitte hacía un rato que eligió al más pudiente del pueblo y mejor amigo de Braulio, con lo que este, perdió amistad y amor al mismo tiempo y luego buscó perdón, consuelo y cariño en mi confundida persona. Volví a las plegarias.

—¡San Miguel de mi corazón! Ilumina mi razón, me siento perdida, muéstrame el camino a seguir. ¡Amén! Oraba en mi recámara.

—¿Otra vez con tus miedos mi niña? Preguntó mi abuela mientras se acercaba a abrazarme. Mis lágrimas rodaron en su regazo, cuando le confié.

—No sé qué hacer, estoy muy enamorada de Alberto y parece que él me corresponde, sin embargo él despierta en mí deseos inconfesables y me siento avergonzada, prácticamente me está proponiendo fugarme con él, ¿la boda? cuando sea gobernador, pero mi intuición me dice que sería un grave error. Por otro lado está Braulio, me ha conmovido su arrepentimiento y el doloroso fracaso con esa capitalina, pero también mi sexto sentido me alerta. Ya no sé qué siento, igual no es amor ninguno de los dos, estoy tan embrollada con esto abuelita linda.

—Mi niña, relaja tu mente y tu corazón, hasta San Miguel Arcángel ha tenido dudas y se ha equivocado con los demonios. Dijo mi abuela acariciando mi mejilla.

—¿Cómo, qué historia es esa abue?

—Escucha hija mía, Satanás fue un ángel increíblemente bello, el más alto de ellos, el más hermoso que Dios creó, pero su orgullo y su ego lo envenenaron, no se conformó y comenzó a criticar al Señor, quiso ocupar su lugar y desobedeció, hasta que Dios lo castigó echándolo de los cielos, confirió esta misión al hermano mayor de Lucifer, el arcángel San Miguel, nuestro patrono, él obedeció las órdenes de Dios, pero no pudo matarlo y lo dejó escapar exiliado al infierno, el Supremo que todo lo ve, alcanzó con su justicia al condenado y con mano divina le arrebató todos sus talentos, el primero la clarividencia, cuando Satán llegó al averno, montó en cólera al darse cuenta que ya no poseía ninguna idoneidad, a partir de entonces, el diablo y sus esbirros se dedican a tentar a mortales valiosos para hurtar sus talentos y entregarlos a su atormentado amo. Me parece querida mía, que ahora podrás evaluar con esta historia a tus pretendientes, darte cuenta y distinguir  quién desea compartir y quien robar tus virtudes qué, dicho sea de paso son muchas.

Al paso de un año, el pueblo volvió a funcionar cabalmente, las cosechas, el ganado y la pesca volvieron a ser productivas y a generar los beneficios para la comunidad, regresó a sembrar y cosechar con las lunas adecuadas, consiguieron nuevas crías con el  tiempo correcto y los peces parecían saber cuándo dejarse atrapar por las redes de las barcas en la laguna. Los cinco nuevos “científicos” del CMDE, renunciaron a sus flamantes cargos y retomaron el disfrute de pisar tierra firme y trabajar hombro con hombro con sus paisanos. El gobierno del estado jamás volvió a ocuparse del “elefante blanco” construido en los linderos del “Oasis” sin embargo, cuando comenzaron los nuevos comicios electorales, repintaron  el inmueble, lo nominaron: Auditorio de usos múltiples del Oasis (AUMDO) y comisionaron al nuevo candidato a diputado federal que arribó acompañado por doscientos reporteros de todos los medios informativos del país, para hacer la entrega oficial del “renovado paquidermo”.

Luego de la entrega de las llaves del AUMDO al jefe municipal del pueblo, entrevistaron a mi abuela, la mujer más longeva y sabia de la región.

—¿Qué opina usted del nuevo auditorio doña Prudencia?  Preguntó sonriente un reportero.

―Que está muy bien para los festejos de San Miguel Arcángel que es muy milagroso.

—¡No me diga! Cuéntenos, ¿le ha hecho a usted algún milagro últimamente?

—¡Por supuesto jovencito! A mi nieta que es hermosa y muy inteligente, la libró de un par de demonios y ahora va a casarse  con un hombre excepcional de este lugar.

—¡Qué bueno, felicidades! Entonces yo mismo iré a postrarme ante la maravillosa réplica del templo para pedirle un milagro —comentó sonriente el joven.

—¡Qué réplica, ni qué nada jovencito! y nomás para que se dé un buen “quemón”, lo que usted no sabe es que el San Miguelito de nuestra parroquia, es una pintura del renacimiento, data del siglo XVI se titula “San Miguel lucha con el Diablo” fue pintada y signada por Rafael Sanzio.

—¡Imposible mi estimada señora!

—¿Duda de mis palabras? Pues nomás busque la rúbrica y la fecha en la ropita del santo, ¡Es el primigenio!

—Discúlpeme que insista, pero tengo en conocimiento que el original está en París.

—¿El que está en el museo de Louvre?  ¡Esa sí que es una buena réplica!
Unas semanas después, el terruño volvió a llenarse de forasteros, expertos en arte antiguo, restauradores, arquitectos, ingenieros, estrenados integrantes del Comité: Proyecto, construcción y conservación del Museo de arte del Oasis de San Miguel Arcángel (CPCCMAO).

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