viernes, 27 de mayo de 2011

Hasta cuando guardar un secreto

Ricardo Ormeño



                           Uno nunca sabe a ciencia cierta cuando puede cambiar nuestro destino, en que momento fulgurante nuestras vidas se pueden vestir a la moda, de luto o simplemente retroceder y colocarse los viejos atuendos, la vida corre a veces como un pura sangre sobre la pista del derby dominical y cuando menos nos imaginamos nos encontramos ante etapas diversas, con sensaciones diversas y sin embargo el factor constante de todas ellas es que seguimos tomando decisiones agregando que algunas o muchas personas, nos aprueban o no para convertirnos en consejeros.

                             Soy Jorge Frías y  nunca me acostumbré a tomar alimentos respirando  soledad, desamparo, como si viviera en el destierro, sin embargo me encuentro en este restaurante que siempre frecuento donde al menos el atento mozo que me conoce desde hace unos siete años no me pregunta ¿Lo de siempre doctor. Frías? -con su infaltable y  amable sonrisa. Gracias a Dios no es así y más bien me ofrece lo nuevo y variado de su prestigiosa carta culinaria, agregándole alguna corta conversación y dejándome siempre en aquella mesa ubicada en la esquina, absorto con mis pensamientos.

                              Como pasan los años, recuerdo cuando me recibí de médico y evoco mi titulación como cirujano plástico y ahora aquí sentado pero con una sensación muy especial, esperando a mi hijo quien solicita un consejo importante y me ha elegido para convertirme en su personaje favorito por esta noche, aunque en realidad no creo exagerar cuando pienso que siempre he sido y seré importante para él a  pesar de haberme separado de su madre hace algunos años. Que emocionante es esperarlo y poder compartir un momento con mi sangre, sin embargo no debería sentirme perturbado por saber cual es el consejo que requiere, lo sé perfectamente, quiere seguir la misma profesión y especialidad que la mía y necesita saber que pienso, allí está mi dilema, pareciera comprensible una algarabía pero no logro sentirme infalible en esta ocasión, demasiada responsabilidad, mucho sacrificio, tantas alegrías y  miedos a la vez que danzan salvajemente alrededor de esta carrera, eso debe evaluar mi hijo con precisión quirúrgica muy aparte de mi minúsculo pero gran aporte.

                              Recuerdo el caso de mi amigo y colega Carlos, Carlos Nieto, nos conocimos en la universidad…creo que mi hijo debe saberlo. Una tarde cualquiera de hace aproximadamente seis años Carlos se encontraba atendiendo las consultas de sus numerosos pacientes. Bien por ti mi querido amigo lograste la fama que tanto anhelabas. La secretaria hace el anuncio de Ana Crissanti una joven y bella mujer, el famoso cirujano queda estupefacto ante tanta belleza preguntándose que demonios podría mejorar en tan perfecta fémina. Su natural admiración se vio algo perturbada  por la presencia de la madre de Ana quien la acompañaba en aquella ocasión y su concentración en el trabajo regresó de manera relampagueante. Terminados los saludos cordiales Ana acerca su cómodo asiento hacia el escritorio del doctor.
-¡Bueno doctor como se dice, vamos al grano! –acotó la bella dama-¡Necesito urgente una liposucción!
-Bueno podría ser, tendré que examinarla, aunque me arriesgo a decirle que no creo que necesite dicha cirugía, es más creo que ninguna cirugía –intervino el reconocido cirujano.
-¡Gracias doctor es usted muy lindo al decir eso, pero la verdad es que la necesito urgente! –afirmó Ana.
-¿Urgente por qué?, yo no creo que necesite nada y menos urgente –respondió el galeno.
-¡Pues sí doctor, me caso en dos meses y debo quedar perfecta para mi vestido de novia, es muy especial para mí y estos rollitos me matan! –respondió la impresionante joven.
-Mire doctor –intervino por primera vez la madre de la paciente- a la niña se le ha metido en la cabeza que tiene grasa en exceso y quiere que se la extraigan como sea.
-¡Pero señora insisto en que no veo la imperiosa necesidad de someterla a una operación y faltando poco tiempo para su matrimonio, mucho menos! – sugirió Carlos.
-¡Lo entiendo perfectamente doctor, lo que sucede es que Ana va a recibir un traje de novia diseñado y confeccionado en Venecia, justo en una tienda cercana a la plaza San Marcos y como comprenderá la niña quiere quedar perfecta y por ello la prisa de operarse! –fundamentó la elegante dama.
-Bien haremos todos los exámenes pertinentes y en base a los resultados programaremos su operación –sugirió el doctor.
-¡Gracias doctor realmente es muy, pero muy lindo! –expresó la bella Ana casi saltando de su asiento.
-Muchas gracias doctor, es todo un caballero y esperaremos con ansias la fecha más próxima en que pueda programar a mi hija –acotó la elegante madre de Ana.
-Trataré que sea lo más rápido, pero tal vez menos de diez días sea imposible, tengo pacientes ya programados para esas fechas, tengan calma es todo lo que les pido sobre todo a ti Ana, ya que es una verdadera exquisitez lo que me solicitas –aconsejó Carlos dejando el usted, al dirigirse a Ana.
-¡No se preocupe doctor, mañana mismo me voy al laboratorio para los exámenes pertinentes y todo lo que me solicite! –expresó muy graciosamente Ana.
-Muy bien, tómenlo con calma, ya he realizado estas milimétricas operaciones en modelos y físico culturistas, pero sigan mis recomendaciones al pie de letra – indicó el doctor finalizando la entrevista.

                              Efectivamente Ana al día siguiente se sometió a todas las pruebas solicitadas, sus veintiocho años de edad se tradujeron en resultados óptimos por todos los ángulos y sólo se limitó a esperar con ansias la fecha de su intervención quirúrgica y proseguir con los preparativos de su boda. Los días transcurrieron normalmente hasta que faltando dos días para su operación, el doctor Carlos Nieto recibe una llamada telefónica en su consultorio.
-¡Doctor Nieto, buenas tardes, habla la mamá de Ana Crissanti!-saludó la madre.
-Buenas tardes señora, creo que me ganó la llamada, mi secretaria iba a comunicarse con Ana para recordarle las indicaciones previas a la intervención –contestó el cirujano.
-¡Sí, sí...sí doctor, gracias , pero el motivo de mi llamada es para solicitarle encarecidamente que postergue la operación de Ana por sólo tres días más –suplicó la cortés dama.
-No lo sé realmente señora, si la agenda me lo permite con gusto lo haré, pero no le prometo nada –respondió el doctor Nieto.
-¡Le agradeceremos mucho tal gentileza doctor! –acotó en voz baja la madre de Ana.
-¡Pero dígame, ¿ha sucedido algo? –preguntó Carlos.
-¡No doctor es sólo motivos de la boda y despedidas, usted sabe como son estas cosas y Ana tan apasionada siempre en todo lo que hace…! –fundamentó la mamá.
-Muy bien señora, gracias por llamarme y le confirmo la nueva fecha en unas horas – finalizó el médico.

                                 El doctor Nieto hizo todo lo posible para efectuar el cambio solicitado y así fue, Ana ingresó a la clínica la noche anterior realizándose en ella todos lo preparativos previos a la ansiada operación, incluyendo la visita de Carlos, dedicado cirujano.
-Buenas noches Ana, ¿todo bien por aquí? –saludó el doctor Nieto.
-¡Todo muy bien doctor, aprovecho para presentarle a mi novio! –expresó Ana con una simpática sonrisa.
-Buenas noches doctor soy Julio Narváez, es un gusto conocerlo, Ana me ha hablado maravillas de usted –acotó el novio.
-Un gusto conocerlo y gracias por su palabras, creo que es sólo producto de complacer a una simpática paciente –respondió el amable doctor.

                                  No estoy seguro si realmente le interese oír esto a mi hijo, tal vez lo aburra, en fin, la historia continúa así y no puedo hacer nada. Después de todos esos protocolares y diplomáticos saludos, se había creado una verdadera empatía entre Ana, sus familiares y el doctor. La cirugía se realizó sin ningún problema, el novio siempre muy cortés se ofrecía primero que nadie a cuidar de Ana , a untarle alguna crema , a traerle algo especial para degustar, en fin Julio Narváez estaba enamorado hasta el alma y desde ya , daba la vida por su amada novia.

                                   Al día siguiente la bella paciente fue dada de alta, su madre se encontraba presente además del infaltable escudero de brillante armadura que había puesto a disposición su chofer para realizar tan valioso traslado. Carlos los miraba a cierta distancia y se preguntaba así mismo – ¿Por qué será que las parejas como Julio siempre complican las cosas?, sus ansiedades en el amor obstaculizan las normales evoluciones –al observar a Ana emitiendo suaves y continuos quejidos que desesperaban a su amado novio.

                                    Las primeras dos noches y ya en casa, Ana de quejaba de dolores por todas partes, una hora en el brazo derecho, otra en el izquierdo de pronto la cabeza como en otro momento era medio glúteo izquierdo; El doctor Nieto no pudo conciliar el sueño, el amable y dedicado novio se encargó que no descanse hasta que logre calmar las molestias de su novia al menos por vía telefónica –doctor, le duele, Ana sufre y eso es cosa seria ya que ella es muy fuerte y no sé que hacer, dígame ¿Qué crema le compro? y se la frotaré donde la necesite, así me pase toda la noche, pero no soporto verla sufrir así- exclamaba la fatigada pareja de la bella novia.

                                    Habían pasado cuatro días de la operación y Ana se encontraba reponiéndose dentro de los rangos normales, salvo cuando llegaba su apuesto galán y empezaban los quejidos nuevamente que continuaban hasta que ella lo decidiera. Pero en esta oportunidad empezaba a notarse alza térmica, Ana siente intensos escalofríos su madre y su novio corroboran minutos después que el termómetro no fallaba, tenía una intensa fiebre. El doctor Nieto es informado telefónicamente por el atento y preocupado novio. Sin pensarlo más se envía a una experimentada enfermera a la casa de la simpática paciente.
-¡Doctor…aló doctor soy María la enfermera! –llamaba la licenciada al cirujano desde casa de Ana.
-Sí María dime, ¿cómo está Ana? –preguntó el galeno.
-¡La veo mal doctor tiene más de cuarenta grados de temperatura! – Advierte María.
-¡Sabes muy bien que puede encontrarse alza térmica días después de la operación debido a la hipotermia a la que fue sometida! –recuerda el famoso cirujano.
-¡Sí doctor, por supuesto que lo sé, pero su expresión y color es de una septicemia! –diagnóstico la hábil enfermera.
-¡Bueno no perdamos más tiempo pidamos una ambulancia y llevemos a Ana a la clínica Santa Felicia, dile a la familia que los alcanzo allí! –se despidió el doctor Nieto.

                                 Efectivamente Ana fue internada en cuidados intensivos de dicho nosocomio, la infección generalizada consumió su vida en apenas veinticuatro horas, la pena y congoja de la familia se contrarrestaba con la ira y odio que se almacenaba en Julio Narváez. La madre de Ana se acercó al consultorio del doctor Nieto al día siguiente del penoso acontecimiento.
-Buenas tardes señora, lamento mucho lo sucedido, me siento muy mal por ello, no sé realmente que pasó- se lamentaba el cirujano.
-Gracias doctor, sabemos que se comportó en todo momento como un caballero y buen profesional pero mi presencia aquí es para decirle algo importante –intervino la elegante dama.
- Estoy para oírla señora, es más estoy dispuesto a hacer lo que sea conveniente –aseguró el doctor.
-Debe recordar que nosotras le solicitamos una pequeña postergación de la operación, esto fue debido no a la preparación de la boda sino porque Ana fue sometida a un aborto, un legrado uterino como le llaman ustedes los médicos –intervino la mamá de Ana, dejando totalmente perplejo a Carlos Nieto –Ana frecuentaba a un antiguo novio en medio de su inseguridad y engreimiento y fue así que salió embarazada entendiendo por fin que no podía seguir en esa situación y perder a Julio que como usted ha visto la amaba con toda su alma.
-¿Pero por qué no me lo dijeron antes?, hubiera suspendido o postergado aún más la operación –preguntaba Carlos.
-¡No nos pareció importante y además no deseábamos recordar ese suceso y que Ana más bien se sienta libre para su matrimonio! –Justificaba la madre de Ana.
-¡Bueno señora, creo que fuera de darme una importante pero tardía información, no sé que puedo hacer por ustedes! –intervino el doctor Nieto.
-¡Doctor recurrimos a usted porque en memoria de nuestra amada Ana, la familia en pleno no deseamos que Julio se entere de esto y la memoria de Ana quede limpia! – solicitaba la señora.
-¡Señora con todo respeto es muy difícil la situación en la que se encuentran, pero la mía no es mejor ya que tengo entendido se ha procedido a un proceso judicial aparte del odio de Julio hacia mi persona! –explicaba el doctor.
- Lo sé doctor pero le solicito que no sea usted el que informe de esto a Julio, cuando trate de indagar algo –sugería la madre de Ana.
-¡Señora, creo que debemos dejar esto a la justicia, por mi parte esté segura que no diré nada al respecto! –aseguró el doctor Nieto.

                                    Julio Narváez totalmente desquiciado por la pérdida de su irremplazable novia acudió al famoso cirujano no a solicitar una entrevista sino a romperle todas la lunas de las lujosas ventanas de la clínica de Carlos, con carteles en manos y ayudado por unos amigos llevaron a la televisión para acabar con aquel asesino que le había arrebatado la vida de su amada que horas antes recién se encontraba descansando bajo tierra. El doctor Nieto se sintió devastado ante tal perjuicio de su imagen en medios periodísticos; su carrera se encontraba sostenida por un hilo.

                                     Una semana más tarde y habiéndose realizado la apertura de un proceso penal, el juez lee el informe detallado de la necropsia efectuada a la antes bella Ana, perforación uterina  con presencia de asas intestinales en el interior de útero. El macabro diagnóstico explicaba la terrible contaminación que se había incubado en el organismo de Ana que sometida a la liposucción hubo de  encontrarse por unas horas en una ligera hipotermia sus defensas habrían descendido hasta abandonarla con una severa y general infección producida por un aborto provocado.

                                      Días después de leído el informe el doctor Nieto se encontraba en su consultorio esperando en vano la llegada de sus pacientes que no vendrían al menos por un largo tiempo luego de difundida la noticia, cuando de pronto se anuncia la llega de Julio Narváez, el doctor aún sintiendo mucha ira, decide recibirlo.
-¡Doctor , buenas tardes , sé que no debería estar aquí , pero vengo a disculparme por todo lo sucedido, estoy dispuesto a hacer todo lo que sea para reivindicarlo, salvo mencionar lo del aborto , no soportaría que la imagen de Ana y la mía quedaran manchadas –casi suplicaba Julio.
-¡Puedes hacer lo que dicte tu conciencia, por mi parte te puedo decir que a los periodistas no les va a interesar mucho un descargo, salvo que se mencione la verdad sólo les interesa las noticias con mucho ácido, me puedes entender! –explicó el doctor.
-¡Pero doctor no malogre su carrera de esta manera! –Sugería el atormentado novio.

                                        Dos meses después. El doctor Nieto no sabía como los periodistas que en todo momento siguieron el caso habían logrado obtener una copia del informe de la necropsia, informe que, a pesar de varios intentos del cirujano de llevarlo a la televisión, apenas si fue publicado en una pequeña nota de un conocido diario local, no logrando el impacto noticioso anterior. Mientras el doctor Nieto se encontraba ante fuertes deudas debido a la ausencia de pacientes por un largo tiempo además de los antiguos problemas conyugales que se habían recrudecido y que con este suceso habían terminado en un inminente divorcio, tenía sin pensarlo una  pequeña oportunidad de reiniciar su vida a pesar del diagnóstico de hipertensión arterial que lo acompañaría de por vida a raíz de este penoso acontecimiento.

                                        No sé si  mi hijo le interese esta historia, tal vez me solicite que le narre una mía y no de un amigo pero creo que por esta vez será lo mejor, tal vez la próxima le relate una mía. Bueno aquí viene que Dios me acompañe y no me equivoque.

1 comentario:

  1. Magistral como se mete dentro de la cabeza de un médico, con sus glorias y tristezas

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