martes, 28 de diciembre de 2010

Su Enfermedad

Mónica Rengifo

Ella es mi mejor amiga, se llama Luna. Ambas cursamos el segundo año de secundaria en el colegio Benjamín Franklin. No es una institución muy grande; no obstante, todos los alumnos siempre han sido muy buenos amigos.  Ella es bastante bonita, porque tiene una nariz pequeña y respingada; cabello negro largo ondulado; ojos marrones claros, tanto es así que parecen verdes; piel trigueña; unos labios carnosos; y es chiquita, no mide más de un metro y cuenta y cinco centímetros. Parece un duendecito. Es muy divertida, amable, sincera; sin embargo, siento que me está ocultando algo.
Hace unas semanas fui a buscar a Luna a su casa. Cuando llegué a la blanca puerta de madera, escuché unos gritos, al parecer sus padres estaban discutiendo en la sala, entonces decidí que lo mejor sería ir a buscarla más tarde. Estuve llamándola, mas nunca contestó el celular; no estaba conectada en el “messenger” ni  “facebook”. Probé marcando al teléfono fijo de su casa; sin embargo, para mi mala suerte, Luna había salido a pasear un rato. El miércoles; es decir, al día siguiente, mi amiga no fue al colegio. Se sintió su ausencia en el salón. Todos nos preguntábamos que había pasado con ella, pues siempre asiste a clases. Las paredes celestes del salón siempre causan una sensación de frío y tranquilidad. Sin mi compañera y sus risas, recorría mi piel esos sentimientos; pero más fuerte de lo normal; inclusive, se podía percibir soledad en el ambiente. El jueves por fin fue a clases; sin embargo, no parecía Luna: estaba muy callada. Le pregunté si se encontraba bien, simplemente me respondía con un: “no tengo nada, solo me duele la cabeza”. Se paso todos los recreos sentada sola en su carpeta. Desde ese día hasta hoy, lunes, me di cuenta que ella no estaba comiendo bien, dejó de hablar conmigo, se apartó del resto de la gente, no participaba en clase. Era un cambio radical, no me gusta para nada. En la salida se va sola caminando, muchos la hemos visto deambulando por esas calles hasta muy tarde. Recuerdo que una vez su madre me llamó en la madrugada para preguntarme si Luna se encontraba conmigo en mi casa. Es preocupante, pues ella esta indefensa de las peligrosas personas que se pueda encontrar en su “paseíto”. Sobre todo cuando anda por el parque. Ese lugar es famoso por la cantidad de asaltos y secuestros que se han realizado ahí durante la noche; sin embargo, ella camina por ahí con mucha serenidad, es como si no conociera el miedo. Me pregunto cómo es que no le ha pasado atrocidad alguna. Extraño a mi vieja amiga, tengo que descubrir qué es lo que le está sucediendo.
Cuando aludimos a Luna se piensa en una adolescente alegre y carismática, la cual toca la guitarra de una manera increíble; compone música, blues más que cualquier otro género; y disfruta de leer libros de Cortázar. Pero esta surta muchacha ha cambiado desde sus hábitos alimenticios hasta los programas de televisión que veía a diario. El boceto de la chica feliz, entusiasta que todos conocían ha ido transformándose paulatinamente al de una persona extremadamente reservada. Ni siquiera su almohada tiene idea alguna de lo que pasa por su mente en estos difíciles momentos. La puerta de su habitación esta siempre cerrada, ahora su risueña personalidad ha desaparecido casi por completo. No tiene hermanos o mascotas, eso la hace sentirse aun más sola. Sus parientes han comenzado a preocuparse, debido a que en la última reunión familiar, Luna estuvo todo el tiempo sentada en el sofá de la sala principal sin hablar, reír o comer. Poco a poco, esta empezando a parecerse a un robot. A comienzos de junio su mamá la encontró vomitando después del almuerzo, a lo que ella respondió que le había caído mal la comida. Han pasado cinco días desde que la señora Mendiola vio a su hija ingerir comida; por tanto, su preocupación ha aumentado y decidió llevarla a psicólogo.
Después de varios análisis, detectaron que Luna padecía de bulimia. La causa principal no era el querer ser una muchacha delgada, sino que en realidad el origen de su distorsión eran las constantes discusiones de sus padres. Los señores Mendiola no se habían percatado que poco a poco le fueron metiendo en la cabeza a su hija que ella era la culpable de sus disputas, cuando no era de esa manera. Luna no podía refutarles, ya que no la escuchaban.  Estaban tan interesados en sus peleas por el dinero que no se dieron cuenta del trastorno psicológico que su única hija había comenzado a desarrollar. La psicóloga habló con los padres, les dio varios consejos para ayudar a Luna antes de que su distorsión empeore, puesto que todo podría terminar en la muerte.
Luna es mi enamorada desde mayo. Fue en una fría y gris tarde de julio que me contó de lo que estaba sufriendo, desde entonces la estoy ayudando para que salga hacia adelante. Ella lleva un año y medio en tratamiento, mas yo la conozco hace tan solo ocho meces.  Hoy es un seis de diciembre, está durmiendo muy tranquilamente. He visto como ha ido mejorando, puedo ver en sus ojos esas ganas de querer superar todo este infierno, y lo está logrando. Tiene suerte de tener unos amigos tan buenos y unos padres que, a pesar de que cometieron un error crucial, siguen empujándola para que no vuelva a caer en el mismo hoyo. Nos conocimos en el colegio, yo era un alumno nuevo. Me sentaba a un par de carpetas de la Luna. Ella fue la primera chica en hablarme, su habilidad para hacer amigos es increíble, hasta ahora me sorprende que ella sufra de bulimia. Es hermosa, verla así tan serena sobre su cama es algo conmovedor. Me pregunto qué estará soñando.
Zaid tengo que contarte muchísimas cosas. Pero antes que nada, ¡feliz aniversario amor! Un año junto a ti, eres mucho para mí. Te quiero demasiado. Bueno, espero que me traigas mi recuerdito de España, no te olvides. Ojalá te estes divirtiendo muchísimo, ¡cuidado con hablar con muchas chicas ah! Sabes que es broma, confío en ti. Estoy esperando con ansias que las siguientes dos semanas pasen de una vez para verte de nuevo, gordito. Es una pena que tengas que estar en otro lugar justo para esta fecha, pero bueno. Hay algo muy importante que tienes que saber, es sobre mi enfermedad. Como ya te he contado, es crónica; sin embargo, se puede controlar. He aprendido a evitar entrar en depresión; por lo tanto, ya no tenemos que preocuparnos tanto por mi estado de ánimo. Tú me haces feliz, eso creo que también influye mucho. Gracias por estar a mi lado todo este tiempo, por lograr hacerme sonreír siempre, por aceptarme tal y como soy. Te deseo suerte allá, diviértete y relájate. Saludos a tus papis.
Un besito, Luna.

No hay comentarios:

Publicar un comentario