martes, 11 de octubre de 2016

Valentina y el príncipe asustadizo

Maira Delgado Leal


En el país de Beerseba, un rey muy poderoso llamado Eliecer era conocido en todas las comarcas como buen gobernante, hombre justo que amaba a su pueblo, manteniendo en orden el reino; tenía dos hermosas hijas fruto del amor con la reina Sara, una mujer que por años le había acompañado en el trono, esforzada siempre por ayudar a todas las madres y ancianas de la región.

Sus súbditos realmente les amaban; en este hermoso lugar privilegiado por la naturaleza, se encontraba una riqueza fluvial que convirtió esas tierras en las más fértiles de la zona, por esta razón, los vecinos traían mensualmente presentes al palacio a cambio de llevar semillas, frutas y diferentes alimentos que se daban bien en el área.

El rey deseaba de corazón tener un hijo varón que heredara el trono y Sara anhelaba complacerle, pero desafortunadamente padecía una afección renal que complicó la llegada al mundo del soñado príncipe, en el momento de dar a luz, ella falleció.

Tanta felicidad fue empañada por este trágico evento, sus hijas mayores siendo ya adolescentes se tornaron junto a las nanas del palacio en las madres sustitutas de Eleazar, quien creció sobre protegido; convirtiéndose en un jovencito de carácter apocado y timido, pues a pesar de los mimos y benevolencia de todos, le embargaba un profundo sentimiento de culpa causado por la pérdida de su progenitora.

—No tienes por qué sentirte mal hijo, nadie conocía la enfermedad de tu madre, siempre fue tan vital, en mil años jamás sospecharíamos que estuviera en silencio incubándose dicho mal.

—Siento que ella se sacrificó por mí, padre; en todo caso solo quería alegrarte con un heredero que perpetuara tu nombre sin que otra persona ajena a tu sangre alcanzara el trono si se casaba con alguna de las princesas.

—Aun así, el culpable sería yo, quien la presionó con esa idea hijo, mas nuestro amor era tan grande que no me siento mal, ella luchó hasta el último de sus días por darme los tres tesoros más valiosos que un hombre podría poseer.

El palacio, un hermoso sitio, rodeado de jardines con la más rica variedad de flores, árboles frutales, maderas finas, era admirado por la majestuosidad y poderosa estructura forjada durante centenas de años por generaciones pasadas; de todos lados se acercaban visitantes a contemplar dicha obra arquitectónica, plasmada de historia en cada rincón con murales que relataban diferentes episodios de conquistas sobre reinos enemigos; que jamás lograron amilanar la fuerza de este pujante reino.

Rogelio, el rey de una de esas naciones que por siglos se enfrentaron a ellos, odiaba a su homólogo deseando en el alma verle destruido; su mayor propósito era apoderarse del reino para explotar las riquezas de esas tierras, ya que el suelo parecía bendecido con abundante variedad de siembras.

—Debo idear algo, no podemos hacerle la guerra porque jamás penetraremos esas murallas, debo ser más inteligente que él, acabarlo de adentro hacia afuera. —Esto maquinaba junto  a malvados consejeros y Renata su esposa, quien lo acolitaba en todo; ella le propuso usar artimañas mágicas que acabaran con la vida de su principal enemigo, así, ambos idearon el macabro plan, contrataron los servicios de un hechicero experto en preparar la pócima secreta para ser bebida por una joven campesina, transformándola en la más hermosa y seductora dama quien debía enamorar al rey hasta hacerle entregar su trono y dominio, finalmente, terminaría asesinándolo. Durante días estuvieron fraguando tan horrible conspiración hasta que todo estuvo listo, la inesperada visita llegaría al palacio haciéndose pasar por una distinguida admiradora de tan espléndido reino, quien supuestamente solo deseaba aprender las técnicas de cultivo que hacían tan importante y reconocida esta nación.

—Viajarás mañana acompañada de cinco criadas que serán tus doncellas, este viejo hechicero será quien conduzca el carruaje real, él se encargará de las pócimas que debes darle cada día al imbécil de Eliecer para hacerle caer rendido a tus pies; pero a la vez morirá poco a poco hasta que tomes dominio de su poderío, entonces me lo entregarás. Ni se te ocurra traicionarme o morirán todos en tu casa incluyendo a tu anciano padre; mas si cumples mis órdenes al pie de la letra te concederé ser la dueña de un buen terreno y una décima parte de las joyas de la reina Sara, así que apresúrate a hacer bien tu trabajo si deseas regresar y encontrar aún con vida a tu padre enfermo.

—Será como su majestad ordene, haré todo lo que me pidan a cambio de conservar a mi familia segura, deseo dejar esta vida de miseria que tanto hemos padecido; solo suplico que mi padre sea mantenido con los cuidados que le presto y no se entere de nada o moriría de tristeza.

—Eso depende de ti, de lo rápido que cumplas tu misión, en menos de dos meses mi reino tendrá que extenderse; mientras Eliecer sucumbe a tus encantos —lo dijo con tono amenazador y desafiante, de sus ojos brotaban enojo y ambición.

Al día siguiente muy temprano emprendieron su camino, Elisa, la campesina personificando a una reina; gracias a los bebedizos e instrucciones de aquel malvado mago, junto a las criadas vestidas de doncellas y lo presentes que le permitirían el acceso al rey para iniciar aquel maquiavélico plan y apoderarse de las riquezas ajenas.

Durante el viaje, encontraron diferentes contratiempos, el clima parecía estar en desacuerdo con ellos; una noche la lluvia torrencial los alcanzó deteniendo el paso, ni aún los conjuros del viejo brujo podían contra los designios del cielo; para cubrirse de la tormenta, cerca al lugar encontraron una granja muy bien cuidada, con grandes árboles que a la vez servían de guía para dirigirlos a la entrada, en esta casa cercana al reino a despojar, vivía un hombre trabajador, quien sembraba hortalizas y frutas para el sustento de su familia, eran los padres de Valentina, una linda jovencita que no solo ayudaba en casa sino que junto a él parecía un intrépido obrero sirviendo en todo, si había que cultivar; lo hacía, si debía cazar; estaba presta, trepaba árboles, cargaba bultos, cualquier oficio era bien realizado por ella, ambos la amaban y su madre le bordaba vestidos para que algún día los usara cuando se diese el momento de conocer a su amado.

—Mamá, es hermoso como adornas cada traje, pero no sé si en realidad un día llegue a ponérmelos, el hombre de quien me enamore debe saber que soy mujer de campo, de trabajo pesado, me gusta ayudar a papá y a ti en todo el cuidado de la granja, jamás estaría al lado de alguien como una inútil; si algún día llego a casarme, trabajaremos juntos para que a nuestra familia no le falte nada. Mas la madre hacía caso omiso a sus palabras pues soñaba verla así vestida y sabía que cuando el amor tocara a la puerta el corazón de su hija le ganaría a su racional forma de vivir.

Mientras aún ellas hablaban, se escucharon pasos de caballo, un carruaje acercándose a la casa, era raro, nadie los visitaba jamás, sin embargo salieron rápidamente a ver de quien se trataba.

—Buenas noches, nos dirigimos hacia el reino de Beerseba, venimos de tierras lejanas a conocer al magnánimo rey Eliecer, traemos presentes para él y su familia, pero nuestro carruaje se atascó, ahora, el viaje se detuvo a causa de la tormenta.

—¡Oh Dios! ¡Pero si están empapados! ¡Debemos ayudarles! —les habló con diligencia la madre de Valentina—, mi esposo y mi hija se ocuparán de lo demás, mientras les preparo algo caliente para tomar.

—¡No es necesario! —replicó el falso conductor, a fin de que no encontraran sus hierbas y libros de magia—, necesitamos un lugar para pasar la noche y descansar, mañana temprano continuaremos el viaje.

Mas la insistencia de ellos fue tanta que juntos caminaron hasta el lugar, con palos y antorchas lograron poner de nuevo a salvo al grupo de rufianes que se dirigían hacia el próspero país.

Pasaron la noche en una casa pequeña anexa, la cual había sido de los abuelos de la joven, en dónde su padre había crecido hasta que se casó, luego con esfuerzo más duro trabajo fue prosperando hasta lograr construir la nueva vivienda para su esposa e hija. Sin embargo  permanecía bien cuidada, ya que era parte del sacrificio de los ancianos por dejar una herencia.

Los misteriosos visitantes pretendían abandonar el lugar antes del amanecer, sin dar explicaciones para no ser descubiertos en sus planes, pero no contaban con la virtud de Valentina de levantarse muy temprano para adelantar sus oficios antes de que el sol la mirase.

Al acercarse a la casa escuchó a la mujer hablando con el viejo del tiempo que debían acortar para cumplir sus propósitos, sus venenos debían ser fuertes para que el rey pronto cayera en cama y ella le entregara sus posesiones a Rogelio su sagaz enemigo.

Aterrada salió huyendo, sin que se percataran de su presencia, buscó a su padre, quien estaba con su mamá en la cocina preparando alimentos para no enviar a los visitantes con las manos vacías.

—¡Papá! ¡Mamá! Esta gente es muy mala, lo que desean es acabar con la vida del Rey Eliecer, van a apoderarse del reino, tenemos que avisarles e impedir que cumplan su fatal cometido.

—¿Pero hija, estás segura de lo que dices? No podemos acusarlos de algo tan grave sin tener pruebas, el rey podría meternos en la cárcel por falso testimonio; ellos dicen ser de un reino lejano y traer presentes a su majestad.

—Padre, los oí claramente, pondría mi vida si es necesario como garantía, esa mujer es una malvada y el hombre es un hechicero. —Con angustia, apesadumbrada se sentó en la vieja silla junto a la mesa en dónde su madre amasaba el pan cada día, colocando sus manos sobre el rostro comenzó a llorar—. Si ustedes no me creen, tendré que hacerlo sola.

—¿De qué hablas? —le replicó su madre.

—Voy a seguirlos. Daré aviso al rey, arriesgaré mi vida por el reino, pero no permitiré que nuestro país sea despojado por esos miserables ladrones que pretenden entregar el poder al perverso rey Rogelio y su infame esposa Renata.

—Pues si estás tan segura de lo que afirmas, iré contigo hija, anunciaremos al rey estas nuevas, lo pondremos al tanto de todo.

Sin perder más tiempo alistaron sus caballos, emprendieron camino hacia Beerseba, tomaron una senda menos transitada pero que ellos conocían muy bien, de esta forma; podrían adelantarse a sus adversarios, previniendo al rey del atentado que se planeaba. Entretanto, su madre acordó distraerlos atendiéndolos amablemente con el desayuno, así no sospecharían de haber sido descubiertos, dando mayor ventaja a Valentina y a su padre de adelantarse en el camino.

Cerca de la puerta principal de la ciudad, en el bosque encontraron a unas jovencitas, tratando de rescatar de un hoyo a un hombre que estaba atrapado junto a su caballo, había caído allí mientras acompañaba a sus hermanas a recoger frutas para adornar la mesa de su padre, el lodo de la noche anterior había hecho resbaladizo el camino y no vio que uno de esos charcos lo llevaría a sufrir este impace, su poca experiencia en el campo lo hizo presa fácil del terreno humedecido e inestable, permaneciendo por horas atascado. Al acercarse Valentina y su padre los socorrieron, con lazos y la ayuda de otros hombres lograron sacar algo mal herido al joven pero el animal era quien realmente estaba en malas condiciones.

—Tendremos que llevarlo a algún establo para curar su pata y revisar sus demás heridas, o el pobre caballito morirá —dijo el padre de la joven.

—¡Ayúdenos por favor! —suplicó una de las hermanas—. Podemos ir al palacio, estoy segura de que mi padre les recompensará por su buen gesto.

Al oír esto Valentina reconoció que se trataba de los hijos de su majestad Eliecer; mas su padre la miró y con astucia ella entendió que no debían mencionar que se dirigían a ver al rey, así, con disimulo aceptaron acompañarlos como excusa perfecta para acercarse al castillo.

Durante el trayecto el joven apuesto que además era el príncipe fijó sus ojos en Valentina, quien era muy hermosa; aunque de apariencia poco delicada, sin embargo su gratitud le hacía mirarla enternecido y con inquieto deseo de hablarle más de cerca.

Al llegar a la casona, fueron dirigidos a las caballerizas y allí Valentina le pidió a su papá encargarse del animal mientras ella se presentaba de manera atrevida ante el rey y le contaba lo sucedido, mas él no se lo permitió.

—No hija, espera. Ayúdame a curar al animalito, de esta manera nos ganaremos el beneplácito del rey quien nos escuchará con atención.

—Padre, pero no podemos perder tiempo, el rey debe estar atento para cuando esta gente llegue o podría ser demasiado tarde.

Así, dieron instrucciones a unos criados acerca de los cuidados requeridos por el caballo, mientras el príncipe no se separaba del lugar, él deseaba salvar a la bestia, pero además  estar cerca de Valentina, quien le llamaba la atención por su agilidad e intrepidez; sin más preámbulos, pidieron a uno de los siervos ser llevados ante el rey, al verlo, se inclinaron en su presencia.

—Su majestad. Disculpe nuestra osadía de llegar ante usted sin previo aviso ni usar las ropas apropiadas para la ocasión, pero debido a lo urgente de la noticia que debemos comunicarle; nos fue necesario salir en nuestros caballos sin mayor preparación.

El rey, ya sabía lo que habían hecho por sus hijos, pasando por alto su imprudencia y los atendió con benevolencia.

—Conozco los detalles de su osadía al rescatar a mi hijo de la muerte, el reino agradece su buena voluntad de servir sin saber a quienes ayudaban, más bien debo recompensarlos por esto.

—El asunto es aún más grave su majestad, no es recompensa lo que deseamos sino ser escuchados por usted en privado ya que nuestro importunio tiene mayor trascendencia.

El rey accedió a atenderlos e hizo salir a todos del lugar, solo su escudero quedó a su diestra; en seguida le pidió que hablase del delicado tema.

—Hemos descubierto un plan siniestro ideado por el rey Rogelio, enemigo conocido del reino, ha enviado a una mujer que en manos de un hechicero se hará pasar por una distinguida dama de tierras lejanas e intentará seducirlo para robar sus bienes después de envenenarlo, de esta manera quedarse con todo, apoderándose él y su insensata esposa de esta tierra.

El rey estaba totalmente consternado, nunca imaginó que aquel hombre considerara esta forma de destruirlo, pues cuando se enfrentaba a sus ejércitos, salía huyendo a la mitad de la batalla abandonando a sus soldados en el campo.

—Ha llegado el momento de acabar con nuestro enemigo para siempre, pero esta vez usaremos sus mismas armas, así que este será el plan a ejecutar.

Cuando la mujer y el hechicero se acercaban al palacio fueron recibidos por la seguridad privada del rey, al ser identificados como visitantes de lejanas tierras, el mismo Eliecer les salió al encuentro recibiendo sus presentes, los hizo entrar hasta la mesa de los invitados especiales; estos parecían satisfechos al ver la ingenuidad del rey, luego procedieron a entregarle el mejor vino que traían como regalo, esperaban que lo bebiese, para empezar su estocada final.

Su majestad ordenó al copero encargarse de abrir tan finísimo obsequio, pero de manera sorpresiva, frente a todos los invitados sirvió las copas, pidió a la mujer que bebiera ella, sus doncellas y su conductor primero. Estos estaban aterrados, no sabían qué hacer, mas fueron obligados a beber su propio veneno, luego los llevaron a la horca para ser ejecutados en presencia del pueblo y quemaron sus pertenencias, aquel hechicero quien se transformó en una bestia peluda hacía salir fuego de su boca en el mismo momento en que los libros de magia negra ardían.

Todo el pueblo se enteró del infame plan y el rey junto a su ejército salieron en busca de Rogelio, decidieron organizar una emboscada; al llegar a sus tierras lo apresaron frente a sus guardias e hicieron que confesara públicamente su maldad.

Él y su esposa fueron llevados cautivos a Beerseba, dónde los cuerpos de sus enviados eran aún devorados por los cuervos. En presencia de todos sus habitantes los ahorcaron como castigo a su maldad.

Valentina y su padre, recompensados con plata y oro; regresaron a casa, ella recibió el diez por ciento de las joyas de la reina Sara, sin embargo no las tomó para sí, las llevó como regalo a su madre quien los esperaba con desasosiego, sin tener noticias suyas.

Días después el príncipe Eleazar llegó a su puerta para pedir la mano de la doncella, deseaba que el reino de su padre contara con una mujer así en el trono, pero ellos le consultaron a su hija primero; ya que sabían de su pensamiento libre y no querían obligarla a nada. Una semana se hospedó en la casa anexa, pacientemente esperaba la respuesta de su amada, salían al campo y se admiraba de todas sus habilidades, ella a su vez le oía hablar de historias asombrosas del reino y después de compartir juntos esos días, observando detenidamente al apuesto joven, decidió ser su esposa; anteponiendo sus sentimientos a su carácter y dejando que estos la disuadieran de aceptar un cambio radical en su vida, pues también quedó presa del amor desde que lo encontró en aquel lodazal hundido e indefenso.

El rey estaba feliz por la decisión de su hijo, pues aun siendo tan asustadizo, decidió ir él mismo a conquistar el amor de Valentina, una joven que sin ser una princesa o tener sangre de estirpe real se portó como la más decidida guerrera, salvando al reino de Beerseba de las garras enemigas. 

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