Maira Delgado Leal
En el país de Beerseba, un rey muy poderoso llamado Eliecer era conocido
en todas las comarcas como buen gobernante, hombre justo que amaba a su pueblo,
manteniendo en orden el reino; tenía dos hermosas hijas fruto del amor con la
reina Sara, una mujer que por años le había acompañado en el trono, esforzada
siempre por ayudar a todas las madres y ancianas de la región.
Sus súbditos realmente les amaban; en este hermoso lugar privilegiado
por la naturaleza, se encontraba una riqueza fluvial que convirtió esas tierras
en las más fértiles de la zona, por esta razón, los vecinos traían mensualmente
presentes al palacio a cambio de llevar semillas, frutas y diferentes alimentos
que se daban bien en el área.
El rey deseaba de corazón tener un hijo varón que heredara el trono y
Sara anhelaba complacerle, pero desafortunadamente padecía una afección renal
que complicó la llegada al mundo del soñado príncipe, en el momento de dar a
luz, ella falleció.
Tanta felicidad fue empañada por este trágico evento, sus hijas mayores
siendo ya adolescentes se tornaron junto a las nanas del palacio en las madres
sustitutas de Eleazar, quien creció sobre protegido; convirtiéndose en un
jovencito de carácter apocado y timido, pues a pesar de los mimos y
benevolencia de todos, le embargaba un profundo sentimiento de culpa causado
por la pérdida de su progenitora.
—No tienes por qué sentirte mal hijo, nadie conocía la enfermedad
de tu madre, siempre fue tan vital, en mil años jamás sospecharíamos que
estuviera en silencio incubándose dicho mal.
—Siento que ella se sacrificó por mí, padre; en todo caso solo quería
alegrarte con un heredero que perpetuara tu nombre sin que otra persona ajena a
tu sangre alcanzara el trono si se casaba con alguna de las princesas.
—Aun así, el culpable sería yo, quien la presionó con esa idea hijo, mas
nuestro amor era tan grande que no me siento mal, ella luchó hasta el último de
sus días por darme los tres tesoros más valiosos que un hombre podría poseer.
El palacio, un hermoso sitio, rodeado de jardines con la más rica
variedad de flores, árboles frutales, maderas finas, era admirado por la
majestuosidad y poderosa estructura forjada durante centenas de años por
generaciones pasadas; de todos lados se acercaban visitantes a contemplar dicha
obra arquitectónica, plasmada de historia en cada rincón con murales que
relataban diferentes episodios de conquistas sobre reinos enemigos; que jamás
lograron amilanar la fuerza de este pujante reino.
Rogelio, el rey de una de esas naciones que por siglos se enfrentaron a
ellos, odiaba a su homólogo deseando en el alma verle destruido; su mayor
propósito era apoderarse del reino para explotar las riquezas de esas tierras,
ya que el suelo parecía bendecido con abundante variedad de siembras.
—Debo idear algo, no podemos hacerle la guerra porque jamás penetraremos
esas murallas, debo ser más inteligente que él, acabarlo de adentro hacia
afuera. —Esto maquinaba junto a malvados consejeros y Renata su esposa,
quien lo acolitaba en todo; ella le propuso usar artimañas mágicas que acabaran
con la vida de su principal enemigo, así, ambos idearon el macabro plan,
contrataron los servicios de un hechicero experto en preparar la pócima secreta
para ser bebida por una joven campesina, transformándola en la más hermosa y
seductora dama quien debía enamorar al rey hasta hacerle entregar su trono y
dominio, finalmente, terminaría asesinándolo. Durante días estuvieron fraguando
tan horrible conspiración hasta que todo estuvo listo, la inesperada visita
llegaría al palacio haciéndose pasar por una distinguida admiradora de tan
espléndido reino, quien supuestamente solo deseaba aprender las técnicas de
cultivo que hacían tan importante y reconocida esta nación.
—Viajarás mañana acompañada de cinco criadas que serán tus doncellas,
este viejo hechicero será quien conduzca el carruaje real, él se encargará de
las pócimas que debes darle cada día al imbécil de Eliecer para hacerle caer
rendido a tus pies; pero a la vez morirá poco a poco hasta que tomes dominio de
su poderío, entonces me lo entregarás. Ni se te ocurra traicionarme o morirán
todos en tu casa incluyendo a tu anciano padre; mas si cumples mis órdenes al
pie de la letra te concederé ser la dueña de un buen terreno y una décima parte
de las joyas de la reina Sara, así que apresúrate a hacer bien tu trabajo si
deseas regresar y encontrar aún con vida a tu padre enfermo.
—Será como su majestad ordene, haré todo lo que me pidan a cambio de
conservar a mi familia segura, deseo dejar esta vida de miseria que tanto hemos
padecido; solo suplico que mi padre sea mantenido con los cuidados que le
presto y no se entere de nada o moriría de tristeza.
—Eso depende de ti, de lo rápido que cumplas tu misión, en menos de dos
meses mi reino tendrá que extenderse; mientras Eliecer sucumbe a tus encantos
—lo dijo con tono amenazador y desafiante, de sus ojos brotaban enojo y
ambición.
Al día siguiente muy temprano emprendieron su camino, Elisa, la
campesina personificando a una reina; gracias a los bebedizos e instrucciones
de aquel malvado mago, junto a las criadas vestidas de doncellas y lo presentes
que le permitirían el acceso al rey para iniciar aquel maquiavélico plan y
apoderarse de las riquezas ajenas.
Durante el viaje, encontraron diferentes contratiempos, el clima parecía
estar en desacuerdo con ellos; una noche la lluvia torrencial los alcanzó
deteniendo el paso, ni aún los conjuros del viejo brujo podían contra los
designios del cielo; para cubrirse de la tormenta, cerca al lugar encontraron
una granja muy bien cuidada, con grandes árboles que a la vez servían de guía
para dirigirlos a la entrada, en esta casa cercana al reino a despojar, vivía
un hombre trabajador, quien sembraba hortalizas y frutas para el sustento de su
familia, eran los padres de Valentina, una linda jovencita que no solo ayudaba
en casa sino que junto a él parecía un intrépido obrero sirviendo en todo, si
había que cultivar; lo hacía, si debía cazar; estaba presta, trepaba árboles,
cargaba bultos, cualquier oficio era bien realizado por ella, ambos la amaban y
su madre le bordaba vestidos para que algún día los usara cuando se diese el
momento de conocer a su amado.
—Mamá, es hermoso como adornas cada traje, pero no sé si en realidad un
día llegue a ponérmelos, el hombre de quien me enamore debe saber que soy mujer
de campo, de trabajo pesado, me gusta ayudar a papá y a ti en todo el cuidado
de la granja, jamás estaría al lado de alguien como una inútil; si algún día
llego a casarme, trabajaremos juntos para que a nuestra familia no le falte
nada. Mas la madre hacía caso omiso a sus palabras pues soñaba verla así
vestida y sabía que cuando el amor tocara a la puerta el corazón de su hija le
ganaría a su racional forma de vivir.
Mientras aún ellas hablaban, se escucharon pasos de caballo, un carruaje
acercándose a la casa, era raro, nadie los visitaba jamás, sin embargo salieron
rápidamente a ver de quien se trataba.
—Buenas noches, nos dirigimos hacia el reino de Beerseba, venimos de
tierras lejanas a conocer al magnánimo rey Eliecer, traemos presentes para él y
su familia, pero nuestro carruaje se atascó, ahora, el viaje se detuvo a causa
de la tormenta.
—¡Oh Dios! ¡Pero si están empapados! ¡Debemos ayudarles! —les habló con
diligencia la madre de Valentina—, mi esposo y mi hija se ocuparán de lo demás,
mientras les preparo algo caliente para tomar.
—¡No es necesario! —replicó el falso conductor, a fin de que no
encontraran sus hierbas y libros de magia—, necesitamos un lugar para pasar la
noche y descansar, mañana temprano continuaremos el viaje.
Mas la insistencia de ellos fue tanta que juntos caminaron hasta el
lugar, con palos y antorchas lograron poner de nuevo a salvo al grupo de
rufianes que se dirigían hacia el próspero país.
Pasaron la noche en una casa pequeña anexa, la cual había sido de los
abuelos de la joven, en dónde su padre había crecido hasta que se casó, luego
con esfuerzo más duro trabajo fue prosperando hasta lograr construir la nueva
vivienda para su esposa e hija. Sin embargo permanecía bien cuidada, ya
que era parte del sacrificio de los ancianos por dejar una herencia.
Los misteriosos visitantes pretendían abandonar el lugar antes del
amanecer, sin dar explicaciones para no ser descubiertos en sus planes, pero no
contaban con la virtud de Valentina de levantarse muy temprano para adelantar
sus oficios antes de que el sol la mirase.
Al acercarse a la casa escuchó a la mujer hablando con el viejo del
tiempo que debían acortar para cumplir sus propósitos, sus venenos debían ser
fuertes para que el rey pronto cayera en cama y ella le entregara sus
posesiones a Rogelio su sagaz enemigo.
Aterrada salió huyendo, sin que se percataran de su presencia, buscó a
su padre, quien estaba con su mamá en la cocina preparando alimentos para no
enviar a los visitantes con las manos vacías.
—¡Papá! ¡Mamá! Esta gente es muy mala, lo que desean es acabar con la
vida del Rey Eliecer, van a apoderarse del reino, tenemos que avisarles e
impedir que cumplan su fatal cometido.
—¿Pero hija, estás segura de lo que dices? No podemos acusarlos de algo
tan grave sin tener pruebas, el rey podría meternos en la cárcel por falso
testimonio; ellos dicen ser de un reino lejano y traer presentes a su majestad.
—Padre, los oí claramente, pondría mi vida si es necesario como
garantía, esa mujer es una malvada y el hombre es un hechicero. —Con angustia,
apesadumbrada se sentó en la vieja silla junto a la mesa en dónde su madre
amasaba el pan cada día, colocando sus manos sobre el rostro comenzó a llorar—.
Si ustedes no me creen, tendré que hacerlo sola.
—¿De qué hablas? —le replicó su madre.
—Voy a seguirlos. Daré aviso al rey, arriesgaré mi vida por el reino,
pero no permitiré que nuestro país sea despojado por esos miserables ladrones
que pretenden entregar el poder al perverso rey Rogelio y su infame esposa
Renata.
—Pues si estás tan segura de lo que afirmas, iré contigo hija,
anunciaremos al rey estas nuevas, lo pondremos al tanto de todo.
Sin perder más tiempo alistaron sus caballos, emprendieron camino hacia
Beerseba, tomaron una senda menos transitada pero que ellos conocían muy bien,
de esta forma; podrían adelantarse a sus adversarios, previniendo al rey del
atentado que se planeaba. Entretanto, su madre acordó distraerlos atendiéndolos
amablemente con el desayuno, así no sospecharían de haber sido descubiertos,
dando mayor ventaja a Valentina y a su padre de adelantarse en el camino.
Cerca de la puerta principal de la ciudad, en el bosque encontraron a
unas jovencitas, tratando de rescatar de un hoyo a un hombre que estaba
atrapado junto a su caballo, había caído allí mientras acompañaba a sus
hermanas a recoger frutas para adornar la mesa de su padre, el lodo de la noche
anterior había hecho resbaladizo el camino y no vio que uno de esos charcos lo
llevaría a sufrir este impace, su poca experiencia en el campo lo hizo presa
fácil del terreno humedecido e inestable, permaneciendo por horas atascado. Al
acercarse Valentina y su padre los socorrieron, con lazos y la ayuda de otros
hombres lograron sacar algo mal herido al joven pero el animal era quien
realmente estaba en malas condiciones.
—Tendremos que llevarlo a algún establo para curar su pata y revisar sus
demás heridas, o el pobre caballito morirá —dijo el padre de la joven.
—¡Ayúdenos por favor! —suplicó una de las hermanas—. Podemos ir al
palacio, estoy segura de que mi padre les recompensará por su buen gesto.
Al oír esto Valentina reconoció que se trataba de los hijos de su
majestad Eliecer; mas su padre la miró y con astucia ella entendió que no
debían mencionar que se dirigían a ver al rey, así, con disimulo aceptaron
acompañarlos como excusa perfecta para acercarse al castillo.
Durante el trayecto el joven apuesto que además era el príncipe fijó sus
ojos en Valentina, quien era muy hermosa; aunque de apariencia poco delicada,
sin embargo su gratitud le hacía mirarla enternecido y con inquieto deseo de
hablarle más de cerca.
Al llegar a la casona, fueron dirigidos a las caballerizas y allí
Valentina le pidió a su papá encargarse del animal mientras ella se presentaba
de manera atrevida ante el rey y le contaba lo sucedido, mas él no se lo
permitió.
—No hija, espera. Ayúdame a curar al animalito, de esta manera nos
ganaremos el beneplácito del rey quien nos escuchará con atención.
—Padre, pero no podemos perder tiempo, el rey debe estar atento para
cuando esta gente llegue o podría ser demasiado tarde.
Así, dieron instrucciones a unos criados acerca de los cuidados
requeridos por el caballo, mientras el príncipe no se separaba del lugar, él
deseaba salvar a la bestia, pero además estar cerca de Valentina, quien
le llamaba la atención por su agilidad e intrepidez; sin más preámbulos,
pidieron a uno de los siervos ser llevados ante el rey, al verlo, se inclinaron
en su presencia.
—Su majestad. Disculpe nuestra osadía de llegar ante usted sin previo
aviso ni usar las ropas apropiadas para la ocasión, pero debido a lo urgente de
la noticia que debemos comunicarle; nos fue necesario salir en nuestros
caballos sin mayor preparación.
El rey, ya sabía lo que habían hecho por sus hijos, pasando por alto su
imprudencia y los atendió con benevolencia.
—Conozco los detalles de su osadía al rescatar a mi hijo de la muerte,
el reino agradece su buena voluntad de servir sin saber a quienes ayudaban, más
bien debo recompensarlos por esto.
—El asunto es aún más grave su majestad, no es recompensa lo que deseamos
sino ser escuchados por usted en privado ya que nuestro importunio tiene mayor
trascendencia.
El rey accedió a atenderlos e hizo salir a todos del lugar, solo su
escudero quedó a su diestra; en seguida le pidió que hablase del delicado tema.
—Hemos descubierto un plan siniestro ideado por el rey Rogelio, enemigo
conocido del reino, ha enviado a una mujer que en manos de un hechicero se hará
pasar por una distinguida dama de tierras lejanas e intentará seducirlo para
robar sus bienes después de envenenarlo, de esta manera quedarse con todo,
apoderándose él y su insensata esposa de esta tierra.
El rey estaba totalmente consternado, nunca imaginó que aquel hombre
considerara esta forma de destruirlo, pues cuando se enfrentaba a sus
ejércitos, salía huyendo a la mitad de la batalla abandonando a sus soldados en
el campo.
—Ha llegado el momento de acabar con nuestro enemigo para siempre, pero
esta vez usaremos sus mismas armas, así que este será el plan a ejecutar.
Cuando la mujer y el hechicero se acercaban al palacio fueron recibidos
por la seguridad privada del rey, al ser identificados como visitantes de
lejanas tierras, el mismo Eliecer les salió al encuentro recibiendo sus
presentes, los hizo entrar hasta la mesa de los invitados especiales; estos
parecían satisfechos al ver la ingenuidad del rey, luego procedieron a
entregarle el mejor vino que traían como regalo, esperaban que lo bebiese, para
empezar su estocada final.
Su majestad ordenó al copero encargarse de abrir tan finísimo obsequio,
pero de manera sorpresiva, frente a todos los invitados sirvió las copas, pidió
a la mujer que bebiera ella, sus doncellas y su conductor primero. Estos
estaban aterrados, no sabían qué hacer, mas fueron obligados a beber su propio
veneno, luego los llevaron a la horca para ser ejecutados en presencia del
pueblo y quemaron sus pertenencias, aquel hechicero quien se transformó en una
bestia peluda hacía salir fuego de su boca en el mismo momento en que los
libros de magia negra ardían.
Todo el pueblo se enteró del infame plan y el rey junto a su ejército
salieron en busca de Rogelio, decidieron organizar una emboscada; al llegar a
sus tierras lo apresaron frente a sus guardias e hicieron que confesara
públicamente su maldad.
Él y su esposa fueron llevados cautivos a Beerseba, dónde los cuerpos de
sus enviados eran aún devorados por los cuervos. En presencia de todos sus
habitantes los ahorcaron como castigo a su maldad.
Valentina y su padre, recompensados con plata y oro; regresaron a casa,
ella recibió el diez por ciento de las joyas de la reina Sara, sin embargo no
las tomó para sí, las llevó como regalo a su madre quien los esperaba con
desasosiego, sin tener noticias suyas.
Días después el príncipe Eleazar llegó a su puerta para pedir la mano de
la doncella, deseaba que el reino de su padre contara con una mujer así en el
trono, pero ellos le consultaron a su hija primero; ya que sabían de su
pensamiento libre y no querían obligarla a nada. Una semana se hospedó en la
casa anexa, pacientemente esperaba la respuesta de su amada, salían al campo y
se admiraba de todas sus habilidades, ella a su vez le oía hablar de historias
asombrosas del reino y después de compartir juntos esos días, observando
detenidamente al apuesto joven, decidió ser su esposa; anteponiendo sus
sentimientos a su carácter y dejando que estos la disuadieran de aceptar un
cambio radical en su vida, pues también quedó presa del amor desde que lo
encontró en aquel lodazal hundido e indefenso.
El rey estaba feliz por la decisión de su hijo, pues aun siendo tan
asustadizo, decidió ir él mismo a conquistar el amor de Valentina, una joven
que sin ser una princesa o tener sangre de estirpe real se portó como la más
decidida guerrera, salvando al reino de Beerseba de las garras enemigas.
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