jueves, 3 de abril de 2014

Sé libre

Nelly Jácome Villalva


El despertar aún duele, se escapa el inútil intento de seguir durmiendo como si nada ha pasado, toda tentativa resulta en vano, pero en fin, la vida continúa y tengo que salir, salir jajaja, salir, ¿de dónde si no estoy encerrada?, no estoy encadenada, bueno al menos físicamente, porque veamos, puedo levantarme de la cama, caminar, bañarme, comer y salir cuando me dé la gana, entonces, ¿qué estoy esperando? ¡Solo hazlo, hazlo ya! Deja las indecisiones. Lo sé lo sé, tengo que no pensar tanto, solo actuar.

Abro las cortinas y no es alentador el clima, ¿el clima exterior o interior?  La sonrisa vuelve a aparecer pero cada vez más amarga, más bien parece un lamento.

Aquella noche fue espectacular, no me había divertido hace mucho tiempo, y haciendo algo tan sencillo como pasear contigo por el centro histórico. Tú, con en esa mirada arrebatadora, pantalón vaquero y camisa a rayas lucías más alto, tomados de la mano recorrimos esas calles estrechas que aún vibran con indignación cuando algún gobierno equivoca su gestión, mirar una y otra vez las iglesias coloniales, esa mezcla entre lo español y lo indígena que seduce, los enchapados en oro, los espectaculares y sobrecogedores cuadros de la escuela quiteña, sus claroscuros, su temática religiosa seguida muy de cerca por lo diabólico y su espantoso escenario avivado por los colores rojo, amarillo y negro. 

Terminamos la jornada en La Ronda, en medio de aromas de antaño, pristiños con miel, tamales, y otras delicias junto a las gigantes empanadas de viento, el infaltable canelazo y unos cuantos pasos de baile para acabar animados la noche.

La despedida fue un beso que me hizo flotar hasta la esquina de mis recuerdos, mi boca se llenó de sabores, sentir el paso de otra saliva me desinfectó de ideas obsoletas, ya nada me importaba, esa lengua se movía al ritmo de la mía, subíamos, bajábamos como en un carrusel, no pares decía desde mi interior, no pares hasta que pierda el sentido.  Hay que tener cuidado con lo que se pide, porque se puede irremediablemente cumplir.


Ya es demasiado tarde, así que mejor me acabo de levantar, voy a comer algo, y así de pronto tengo ganas y salgo por lo menos para caminar, tan solo caminar, nada más por ahora.

Nos citamos a la semana siguiente y ese lapso sin verlo agitó mis labios, quería vibrar junto a tu lengua rosada y húmeda, sumergirme entre tus grandes dientes blancos, tomar tu aliento, fundirlo al mío, mientras sus lacios cabellos castaños se enredaban en mis falanges. Sin pensarlo, tu piel ya me cubría, confundidos con las sábanas saboreamos nuestra esencia, mis ojos cual cámara fotográfica pretendían captar cada suspiro, alarido, nada nos resultaba inapropiado y entonces cuando pensaba que no podía más, tu cuerpo empezó a moverse incontenible, pero ese movimiento era extraño, no respondiste a mis caricias, ibas solo en tus agitaciones, pero tus ojos, tus ojos no eran aquellos de mirada seductora, habían perdido el color, estaban casi blancos,  no me di cuenta de nada, asumí que querías seguir como yo, y así lo hice, pero no te sentía, no estabas en mí, no decías mi nombre, tu sangre ya no fluía y entendí que la vida no es eterna, que ya no eras de este mundo.


Estas calles continúan ahí, todo sigue igual, colores, aromas, la gente que va y viene, soy yo quien cambió, me siento extranjera en mi cuerpo, floto en otra longitud esperando tu retorno, ¡basta Lina!, deja de lado los recuerdos, tú estás aquí, la muerte es real y tienes que enfrentarla. 

Él ya está en otra dimensión, es más allá de todo lo real, no puedes aferrarte a ese espíritu, déjalo ser –let it be! let it be!- y libérate.

No hay comentarios:

Publicar un comentario