jueves, 14 de noviembre de 2013

El engaño

Nelly Jácome Villalva


La lluvia salpica los cristales de la ventana de Carlos, golpeando los claveles que la bordean, en tanto el frío se va sintiendo desde la puerta de la sala hasta su habitación, pasando por la cocina-comedor, sin que un foco ilumine el camino, aprovechando la oscuridad el gato se metió en el cartón envuelto por una manta deshilachada que está en una esquina de la sala, al rato, desde la cocina suena la tetera dejando una estela de humo que abriga, en algo, el gesto de Carlos, quien se acomoda en el sillón marrón que siempre fue su predilecto.

La televisión se enciende y las imágenes publicitarias empujan a Carlos a no seguir mirando ese canal, tendría que buscar una buena película, sentarse cómodamente con su bebida caliente, olvidar su existencia mientras ésta dure; observando fijamente la pantalla, su mano empuja la flecha de selección de canales del control remoto, primero para arriba, luego para abajo, no lo deja fijo; repite los movimientos una y otra vez como cuando se pone a hacer ejercicios sin detenerse para descansar, pero en su mente transita la imagen de su mujer siempre esbelta, ojos soñolientos, cabellos castaños, sonrisa cautivadora, dueña de unos labios carnosos color carmesí, que va de la cocina al baño sin dejar de gritar,  reclamándole por la aventura que tuvo un buen día sin saber ni porqué, lo hizo porque pensó que era normal, que todos lo hacían.

La lluvia de a poco va silenciándose, las ventanas se ven limpias mas el frío sigue siendo intenso. -¿Por qué lo hice? -se pregunta Carlos, mientras mira fijamente el hilo de sangre que sale por debajo de la puerta del baño y que lo invita a acompañarlo, en tanto unos autos con sirenas se estacionan a la entrada de su casa.

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