sábado, 4 de mayo de 2013

Atracción magnética


Silvia Alatorre


La calle principal del pueblo corre de oriente a poniente por lo que los rayos que irradia el astro rey la bañan desde la aurora hasta el crepúsculo, reflejando destellantes brillos de luz al chocar con la superficie adoquinada del piso; la luminosidad es tal que los transeúntes se ven obligados a protegerse los ojos con oscuros lentes, so peligro de quedar ciegos o cuando menos encandilados. En la canícula el calor es tan intenso que todo mundo apesta; sobre las banquetas no hay ni un triste árbol para refugiarse bajo su sombra; cuando el sol se posiciona en el cenit se da el  momento más candente del día, y es precisamente en estas horas que los hombres acuden a sus hogares a comer y descansar. Las puertas y ventanas de las viviendas se mantienen abiertas para aliviar la sofocante temperatura, sin embargo el viento se niega a soplar y el ambiente se mantiene agobiante; el escenario es desolador y solo es interrumpido por el sonoro y retumbante taconeo que desde lejos se deja escuchar, conforme el sonido se va acercando al pueblo, los portones y ventanas se estremecen al ser violentamente cerrados. El  rítmico tac… tac es producido por los pasos de Filosita Tijerina, que caminando por el centro de la calzada se dirige al arroyo seco en busca de algo de sosiego; al llegar ahí se sienta sobre las ardientes piedras para recobrar la calma; ya relajada y más tranquila sigue su recorrido rumbo a casa de sus padres.

Mientras tanto las mujeres del pueblo entran en pánico y apresuradamente  amarran o encadenan a sus maridos a los muebles o a las columnas dentro de la casa, y ellos con desesperación tratan de liberarse de las ataduras, y gritan maldiciones y blasfemias contra sus carceleras. Aquellos hombres homosexuales, y que se han casado, evitan encontrarse con Filosita por temor a quedar encaramados sobre los postes de los faroles y ser descubiertos por sus esposas, por lo que se esconden bajo las camas, en los roperos y hubo quien murió ahogado dentro del pozo de agua en donde se ocultó; otro más que fue a refugiarse dentro de la letrina y casi muere asfixiado al no poder resollar sumergido en un mar de densa pestilencia.

La belleza exótica de Filosita es cautivadora; exhibe sus largas y torneadas piernas vistiendo diminutas faldillas, sus pequeños pies los calza con zapatillas de altos y finos tacones que la hacen lucir más esbelta; tiene una cinturita que no mide más de una cuarta y los grandes pechos erguidos roban las miradas de todos los hombres, que anonadados por esos encantos se olvidan de alzar la vista hacia su extraño rostro, que también tiene una hermosura extravagante; sus enormes ojos redondos se ven aún mayúsculos ya que tizna sus largas pestañas con una mejunje preparado por ella misma, con la semilla de mamey carbonizada mezclada con aceite de olivo; con el parpadeo natural lo pastoso de este compuesto dibuja bajo el parpado inferior una reproducción exacta del pelillo superior por lo que pareciera que esos hermoso luceros siempre están abiertos escudillando al futuro al más allá, con una penetrante intensidad; la pequeña boca coloreada de carmín es carnosa y sensual como invitando a ser besada a mordidas, y gracias a todo ello logra opacar lo desagradable de sus colosales orificios en su chata nariz por los que emite un sonido exagerado al inhalar y exhalar el aire, esto la hace más atractiva, pues pareciera que se mantiene en constante estado de fogosidad y además mucho hay de eso ya que posee una hipersexualidad inusual. Su largo cabello color negro le cubre la espalda y lo balancea con un cadencioso movimiento como la melena de un perro afgano en exposición canina.

Desde muy niña, su madre la vistió con pantalones para cubrir sus extrañas y atractivas piernas, ya que desde ese entonces despertaba deseos lujuriosos en todos aquellos que las veían; inclusive, su padre al mirarla se sentía mareado, se le nublaba la vista y no podía reprimir su atracción por la niña, por lo que recurrió al cura del pueblo en busca de consejo y este le recomendó comer una cabeza de ajo en cada comida, repetirse la siguiente frase cuando menos cien veces por día: “no siento ningún deseo carnal hacia mi hija”; y al igual que los alcohólicos juran en la iglesia no beber durante un determinado tiempo, el debería hacer un juramento ante la Virgen de Guadalupe para someter esos malos instintos y renovar este voto periódicamente; así fue como Vulcano permaneció “jurado” de por vida.

En cuanto Filosita llegó a la adolescencia y en un momento de rebeldía decidió vestir a su gusto y a Emmita, su madre, no le quedó otra opción más que elaborarle un nuevo vestuario. Era una chiquilla precoz y atrevida, desde muy pequeña soñaba encontrarse con un chico ardiente para saciar su incontrolable erotismo; pero también, al igual que su padre, era muy sentimental y romántica, por lo que instintivamente deseaba sentirse amada y que le susurraran al oído palabras tiernas y cariñosas.

Emmita, la costurerita del pueblo era considerada la mejor modista del lugar ya que cortaba con toda precisión los paños, fueran estos delgados como la seda o tan gruesos como la lana; para lograr esta perfección en el corte contaba con un sinnúmero de afiladas tijeras, que con el uso sus bordes se achataban o se resquebrajaban, este inconveniente era un verdadero dolor de cabeza para ella; fue en ese entonces cuando conoció a Vulcano, un joven que trabajaba en la planta siderúrgica, era diestro para fundir acero como para realizar aleaciones de metales y además tenía amplios conocimientos para imantar bobinas para motores; debido a esta cercana actividad con los metales su ADN se modificó.

Vulcano era un hombre alto, robusto y contaba con una gran fuerza física, por lo que tanto a las mujeres como a los hombres les impactaba su presencia y le temían, pero en verdad este chico era delicado, romántico y amoroso. Sin embargo el energúmeno dormido que llevaba dentro, se despertaba cuando alguien lo llamaba enunciando únicamente las tres últimas letras de su nombre, al instante reaccionaba furiosamente, con una sola mano levantaba al imprudente y acercándolo a su cara le advertía:

Es última vez que me llamas así, la próxima te hago picadillo.

Pero a nadie llegó a lastimar, tenía la fuerza para hacerlo pero su corazón era más grande que su musculatura.

Por su parte Emmita era una mujer pequeñita, delgada y menudita, por lo que ningún mozuelo la miraba ya que les resultaba bastante insignificante y además despedía un fuerte olor a valeriana que los adormilaba.

Este par de singulares jóvenes se conocieron cuando Emmita acudió a la planta siderúrgica a solicitar la fabricación de la herramienta que le era imprescindible para realizar con éxito su trabajo. Vulcano se enamoró de ella al ver que no se incomodaba ante su imponente presencia. El muchacho fabricó unas resistentes tijeras que duraron hasta que se acabaron y además las magnetizó para que la mujercita pudiera con ellas atraer agujas y alfileres perdidos. Cuando acudió a casa de Emmita a entregárselas, iba recién bañado, peinado y con los dientes cepillados con carbonato y en su mano llevaba unas violetas para dárselas y al estar frente a ella, sin mediar saludo alguno, de pronto le dijo:

Cásate conmigo- e impaciente esperó la respuesta.

    - Si -fue lo único que contestó la modista.

Se casaron prontamente y la costurerita quedó embarazada de inmediato,  dio a luz a una criatura muy especial, a la que en honor al motivo que los unió, le llamarón: Filosita Tijerina. La niña heredó los genes trastocados del padre y su gran corazón. A su nacimiento los doctores y enfermeras advirtieron que se trataba de un ser peculiar ya que en cuanto emergió de la matriz de la madre, el instrumental médico voló de las manos de los galenos para quedar pegado al cuerpo de la bebe.

Debido a esta magnética propiedad, Filosita era una mujer fascinante; como imán atraía a los hombres, repelía a las mujeres y los maricas eran lanzados por los aires sin siquiera ella tocarlos.

Los varones perdían la razón al verla pasar y sin poner resistencia alguna la seguían formando una larga fila, y caminando como zombis dejaban el adoquín de la calle resbaloso por la baba que les escurría de la boca.

En su búsqueda del amor, la chica aceptó relacionarse con más de uno de esos caballeros, terminando los encuentros sexuales con desafortunados resultados, pues ya en pleno trance amoroso las piernas de Filosita Tijerina, ya imantadas, se cerraban de golpe quedando trabadas por unos momentos, mientras tanto sus carnosos labios vaginales se contraían fuertemente por la gran fuerza magnética y como filosas tijeras lograban cercenar la virilidad de aquel desafortunado que se encontraba atrapado; pero aun así, esos eunucos la perseguían dispuestos a perder la lengua y hasta el último de los dedos de sus manos con tal de saciar sus bajos instintos.

Filosita era muy desdichada y cada día se deprimía más, no deseaba hacer daño a sus seguidores pero no podía reprimir su incontrolable libido. Anhelaba con toda el alma encontrar un varón que la amara y al que no mutilara.

Sus padres sufrían al ver su desdicha, Vulcano se sabía responsable del infortunio de su hija, por lo que cuando la veía pesarosa, la abrazaba y lloraba con ella; en cambio Emmita que era una mujer carente de inteligencia y sentido común no atinaba más que a confeccionarle unas falditas cada vez más pequeñas, eran ya tan diminutas que Filosita enseñaba las nalgas, agravando de ese modo el problema que la atormentaba.

El cura de la parroquia exasperado de ser lanzado por los aires cada vez que se topaba con la muchacha, le hizo llegar una estampita de San Judas Tadeo patrono de las causas imposibles. Filosita ansiosamente buscaba un milagro que solucionara este inconveniente, por lo que con toda devoción preparó un altar con flores y veladoras al santito y le rezaba con verdadero fervor todas las noches. Su petición era muy simple:

  - Amado San Judas Tadeo te pido que me des un hombre que me ame profundamente y copule como los mismos dioses;  también te ruego que me des la sabiduría para que no lo convierta en un eunuco- y repetía esta solicitud hasta quedar dormida.

Pasaban las semanas y el “milagrito” no llegaba, por lo que perdió la fe y hecho la estampita al excusado, jaló la cadena y se olvidó de los rezos. Entonces decidió investigar a través de internet sobre su caso, ya que consideraba que ahí encontraría la información necesaria para solucionar su problema.

Y fue así como conoció a un joven universitario de nombre “Neutrino”, investigador científico, muy estudioso pero tímido con las mujeres a pesar de ser hermoso; radicando a poco más de quinientas millas de distancia del pueblo donde vivía Filosita, la comunicación entre ellos se dio a través de la computadora, en poco tiempo se convirtieron en grandes amigos.

Las profundas investigaciones que realizaba Neutrino, lo llevaron a descubrir que la imantación que poseía Filosita podía ser desactivada a base de calor pero se reactivaría nuevamente al recibir una fuerte descarga eléctrica; se lo informó a la chica, y fue cuando ella comprendió por qué al sentarse sobre las piedras calientes del arroyo seco sentía tanto alivio.

Con la asesoría de Neutrino, Filosita tomaba baños de sol totalmente desnuda, después se sumergía a la tina con agua tan caliente, que hasta se despellejaba y antes de dormir se colocaba entre las piernas una lámpara que emanaba rayos infrarrojos, pero a pesar de estos tratamientos no lograba los resultados deseados, ya que cuando salía a la calle, nuevamente, era perseguida por infinidad de hombres libidinosos. Por lo que se dispuso a mandarle una nota al joven, en donde escribió en letras grandes y rojas:

   - Neutrino, te suplico que vengas a mi lado, necesito tu pronta ayuda… URGEME.

Este llamado era lo que Neutrino esperaba para ir de inmediato al lado de Filosita.

Primeramente le dio instrucciones a la chica para acondicionar el sitio del encuentro; le indico que preparara una habitación que tanto de día como de noche mantuviera una alta temperatura, alejada por completo de cualquier instalación eléctrica, y con un buen aislamiento acústico. Mientras ella se ocupaba a preparar el aposento en donde se llevaría a cabo la deseada “des magnetización”; por su parte Neutrino se dedicó al estudio de todas las artes amatorias, tanto orientales como occidentales; y cuando todo estaba dispuesto de acuerdo a lo planeado, Neutrino tomó el primer vuelo para reunirse con Filosita.

En cuanto se vieron se enamoraron de inmediato, sus miradas de fuego se entrelazaron y sus corazones latían al unísono. Filosita parpadeaba apresuradamente y esto subyugó aún más a Neutrino.

La habitación cumplía las especificaciones indicadas por neutrino, el piso y las paredes estaban cubiertas por gruesas alfombras y el techo con un recubrimiento de corcho laminado; una gran chimenea, llena de gruesos troncos que crujían por el fuego  alumbraba el cuarto, no se veía cama alguna, únicamente una mesa colmada de botellas de vino, quesos y frutas.

Entraron a la habitación y colocaron un gran candado en la puerta. Por semanas permanecieron encerrados sin salir de ahí, hacían el amor sin tregua, era tanto el ardor de su pasión que berreaban como bestias salvajes, parecía que echaban chispas y nada se escuchaba al exterior.

Por fin Filosita logró disfrutar su erotismo, su sexualidad y escuchar las dulces palabras que tanto anhelaba oír mientras tanto el esperado milagro se realizaba, su cuerpo perdió la imantación que la atormentó por muchos años. Los nuevos amantes, frente a la chimenea, bebían copas de vino y se amaban con locura.

Las mujeres del pueblo por fin tenían paz en sus hogares, sin embargo los hombres se encontraban desconcertados no comprendían que ocurría y recorrían la calle en busca de Filosita.

El cura del pueblo al enterarse de la desaparición de Filosita, después de varios meses de ausencia, regreso a continuar con sus servicios religiosos, ya no temía encontrarse con ella y ser lanzado por los aires.

Pero el destino les tenía reservada una mala jugada a los apasionados amantes.

Una tormentosa noche, mientras se poseían frenéticamente un potente rayo cayó en la habitación, partiendo el techo en mil pedazos e iluminando la habitación con una luz enceguecedora, el cuerpo de Filosita se estremeció al recibir la fuerte descarga eléctrica y mientras exclamaba:

    - ¡WOW!

Neutrino dijo:

-¡AUCH!...

4 comentarios:

  1. ¡Estupendo cuento! Te felicito.
    Por ahí se te fue una falta de ortografía, exactamente en el párrafo que dice "Pasaban las semanas y el “milagrito” no llegaba, por lo que perdió la fe y hecho la estampita al excusado". Ese "hecho" va sin h y con acento dado que es pasado del verbo echar y no hacer.

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    1. Muchas gracias por tu observación. Me gusto que te "gustara" mi cuento.

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  2. Muy buena elaboración, bien descrito y final incógnito

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