jueves, 31 de enero de 2013

Deten el tiempo


Hill


El vuelo finalmente llegó al aeropuerto de Roma, con media hora de retraso, -nada mal se dijo a sí misma. Miró por la ventana, el día estaba bellísimo, sol radiante, cielo azul, pocas nubes, el capitán dijo eran las diez  y veinte de la mañana y debía tener unas ojeras terribles, casi no había dormido, de todas maneras éstos vuelos no dejaban mucho tiempo para que pasara la noche completa. -En casa debían ser las dos de la mañana, se dijo en voz baja, como reflexionando, debería estar profundamente dormida, sin embargo, estaba despierta y con una sonrisa que mostraba el amor por la vida. Así que se acomodó en su silla y buscó su cartera, tenía que arreglar el desastre de cara dormida, antes de bajar del avión.

Buscó un espejo primero y empezó con la base, que había acabado de comprar, quería probarla, los polvos, sombras, delineador, labial, terminando con cepillo del pelo,  y perfume, cuando ya estaba lista, tenía una azafata al lado diciendo: -¿terminaste? – Si, creo que lo logré, que opinas ¿tengo cara de ya me desperté y estoy radiante? A lo que contestó muerta de risa,- sí, podrías ir al concurso de miss universo en este momento, vamos que se te hace tarde. La azafata era alta de pelo muy oscuro con una sonrisa preciosa, amable, siempre pendiente de cada pasajero, así era Cristina su hermana.

Mariana  finalmente accedió, cuando le aseguró por segunda vez que estaba perfecta, se levantó y llegó al pasillo, tomó su bolso y empezó a caminar detrás de Cristina, hablando de lo bien que la iba a pasar. Siempre intentaban hacer los vuelos juntas. Mariana llevaba puesto un vestido azul de lino, sencillo pero muy ceñido, el cual hacía resaltar su figura aún más, aretes y gargantilla dorados, que eran sus preferidos y zapatos de tacón alto, que la hacían ver aún más esbelta, aunque alta no era.  

Logró salir de migración, bastante rápido, ese día no había mucha gente, Cristina la estaba esperando para desearle suerte, siempre lo hacía, se despidieron y ella tomó su maleta, su corazón daba vuelcos.

No más saliendo tuvo la visión más hermosa hecha hombre, alto, contextura gruesa, cabello castaño desordenado por el viento de otoño, ojos enormes verdes, vestido elegantemente de saco y corbata, y esa sonrisa suya que es capaz de disolver un témpano de hielo, unos dientes perfectos y lo mejor, estaba ahí para ella. Así que soltó su maleta y se tiró a sus brazos, lo beso poniendo su alma en ello, como queriendo fundirse en él.

Eran los besos más apasionados que en su vida había podido compartir, se entregaba en cada instante que durara y si podía los alargaba unos segundos más para disfrutarlos y guardarlos en sus más profundos recuerdos,  porque cuando  ya  no  estaba con él, todos los días recreaba en su mente este momento… Ese instante mágico. Enzo... En ese preciso momento es cuando Mariana pierde la noción del tiempo, todo pasa a ser parte de una nebulosa rosada, donde el amor lo llena todo, extrañaba tanto estar cerca a Enzo, era la perfección hecha hombre, se fueron abrazados hasta su automóvil y como de costumbre tenía ahí un fabuloso ramo de rosas rojas, las más grandes y hermosas que alguien hubiera podido cortar, y eran para ella, de aquí en adelante todos los días que pasara a su lado tendría una rosa roja, en eso era metódico, donde fueran, en la mañana aparecía con una rosa roja en su mano, como lo hacía nadie sabía, pero ella siempre le decía –divino, adoro esos detalles de amor . Lo abrazaba para no dejarlo de tocar ni un solo instante, necesitaba  impregnarse nuevamente de todo su ser… Su olor.

Que maravilloso se transforma un segundo, cuando en su rutina diaria, alguien pasa por su lado con, ¡Ese perfume!, ahí…  En su mente, vuelve  la magia del momento y termina  preguntándose para donde iba y que se supone estaba haciendo, porque su realidad  se altera, perdiendo la cordura por un instante, suficiente para teñir su alma de amor. Y por supuesto ser inmensamente feliz.

Enzo la aparta de si para preguntarle –¿Cara mia, te gustaría ir a Florencia?  A Mariana le encantó la idea y dice –¡Vamos sí, a Florencia! Totalmente emocionada, -hay tanto para ver y contigo Enzo será una maravilla. Tras varias horas de camino Mariana quedó perfectamente dormida en el hombro de Enzo, él gozaba estar a su lado estos días y complacerla en todo, era capaz de cualquier cosa que Mariana le pidiese, enamorado como un chiquillo, aspiraba disfrutar a su lado día y noche.

Llegando frente al hotel Enzo despierta a Mariana- Cara mia siamo arrivati . Y estaba frente al hotel Relais, en plena Piazza Signoria, ¡que más quería! Emocionada salió del carro. Estaba en la cuna mundial del arte y la arquitectura, esperó que Enzo saliera para lanzarse a sus brazos,-¡Enzo esto es maravilloso, dejemos las maletas y vamos a recorrer todo!

Entraron al hotel y pidieron una habitación, que realmente es un apartamento reformado con  muebles muy modernos, iluminación al máximo, techo alto de vigas blancas, decorado en blanco y negro, a la izquierda, una mesita cuyo adorno es un jarrón de vidrio transparente con  flores blancas frescas, una gigantesca cama vestida de blanco, al frente de ésta, una pared naranja, encargada de sostener una pantalla plasma, dando un tono formidable al conjunto, en el fondo se aprecian dos ventanales con cortinas de velo, acompañadas de otras negras laterales, las ventanas dan acceso a una hermosa terraza, con la mejor vista a la plaza, Mariana sigue examinando todo y descubre una escalera, sube corriendo, lo que ven sus ojos la llenan de lágrimas, está en un ático con otra terracita con una vista exclusiva del Palazzo Vecchio, quedó sin palabras… Sencillamente hermoso.

-Enzo mi amor, no hay tiempo que perder debo bajar a verlo todo. Sus palabras se entremezclaban unas con otras. Enzo disfrutaba de verla y sonriendo le pregunta. -¿No te quieres bañar antes de salir? A lo que Mariana con una gran sonrisa le dice –no definitivamente no, vamos rápido que el día se acaba. Y salen.

Caminaron menos de diez minutos y se encontraron de frente con la Catedral de Santa Maria del Fiore, el famoso Duomo, -es una obra maestra del gótico, la cuarta iglesia más grande del mundo, le dice Enzo,- la base de la Basílica tiene tres naves unidas a un enorme cimborrio que soporta la cúpula de Brunelleschi: la más grande que se ha construido de ladrillo. Enzo disfrutaba contarle todas las historias a Mariana tal y como su padre gozaba llevándolo con él, y cuando fue creciendo su padre le hacía repetir una y otra vez la historia. -Es muy importante que conozcas la historia. A éste punto Enzo reía. –Gracias mi viejo, ahora sé porque era necesario que supiera todo de memoria, uno nunca sabe cuándo lo va a necesitar, decía. Y éste era. Entraron  para ver el solemne interior de la iglesia, tipo cruz latina, con tres naves sujetadas por tres pilares, proyectando una extraordinaria sensación de vacío espacial. -En la basílica se conservan todavía cuarenta y cuatro vidrieras policromas originales, comentaba Enzo. Las paredes que sostienen la cúpula contienen ocho estatuas dedicadas a los apóstoles. Y así caminaron el día con las explicaciones que Enzo daba –vamos afuera que en la plaza, se encuentran los edificios religiosos más importantes de Florencia, vamos a ver  el Baptisterio, no te imaginas las puertas, son las más hermosas jamás construidas. Y Mariana hacía rato que no podía comentar nada, estaba extasiada todo es absolutamente hermoso.

Al dar la vuelta por la plaza, Mariana para. Desea observar  las obras de los pintores callejeros, ellos son la parte pintoresca  de la plaza, -bella señorita, déjeme pintarla. Pide uno de ellos. Y Mariana va, -quiero ver cómo queda. Enzo solo sonríe. Y se coloca detrás del pintor. No más comenzando, éste empieza a contar chistes tontos para que ella muestre esa sonrisa que quiere captar, tarda veinte minutos. -¡Quedó muy bien! Mariana está más que feliz. -¡Gracias es usted un genio! Se prende del brazo de Enzo y le dice –tengo hambre ¿que tenemos para la cena?  -El mejor restaurante rústico que conozco está realmente muy cerca. Contesta Enzo. Y se van caminando tomados de la mano. - Son dos cuadras más y volteamos a la derecha, dos más, y ahí el olor te va llevando. Y así fue.  Llegaron a una pizzería en una esquina  pidieron la especialidad y una botella de vino de la casa y se sentaron. -Una delicia de comida. Estuvieron de acuerdo los dos.

Del restaurante salieron otra vez a la plaza y tomaron  a mano derecha para buscar  el  Rivoire.

En la terraza había unas veinte mesas redondas, bastante pequeñas. El mantel que le ponen es de color salmón claro decorado con un jarrón con una pequeña flor y servilletas puestas con estilo. Dentro, el local es muy luminoso y bastante grande, con una gran barra de madera maciza y varias vitrinas con decoraciones relacionadas con la fabricación de chocolate, -es lo que me faltaba para terminar la noche mi dulce Enzo. Le dijo Mariana al oído.

Regresaron al hotel y entrar de noche a la habitación,  fue mucho más impactante, ya que la cabecera de la cama era de piedra tallada color almendra y tenía una luz en la parte superior que hacía de ésta un espectáculo solemne. Y así en ese maravilloso escenario, se entregaron a los brazos de la diosa Afrodita en una noche de amor infinito.

Al día siguiente Mariana pidió desayuno en la terraza, quería ver Florencia desde temprano y cuando estuvo listo llamó a su amado Enzo que, ajeno a los planes de su amada seguía en brazos de Morfeo. Pero desayunar no, él quería otro episodio de amor desaforado como el de la noche anterior, así que la comida quedo afuera, mientras los amantes fundidos en uno, expresaban su amor una y otra vez. 

Al rato desayunaron por fin y desde la terraza Enzo le indica la dirección que debe tomar al salir –te vas por esa calle y toda, está disponible para tus compras, tienes dos o tres heladerías en el camino, pues imagino que hoy es un día de gelato. A la mitad de esa calle, vas a encontrar  la Plaza de la Republica, te sugiero que  busques una librería que te va a gustar de dos pisos, se llama Edison, revísala, y vete muy despacio pues tengo bastante trabajo por hacer. Mariana se organiza y cuando está lista, pasa a la terraza donde Enzo sigue contestando un montón de correos acumulados, se acerca y le da un beso, dos, tres, realmente no quiere irse, pero si se queda no va a dejarlo trabajar, mejor sale a disfrutar de un día de compras. Mientras baja va pensando cual será el gelato al cioccolato para empezar las compras.

Enzo se enfrasca en su trabajo, tiene problemas con los clientes de Chile, Argentina y Uruguay, los pedidos están muy retrasados y no encuentra cual es el problema, así que se dedica a revisar las rutas, tiene cuatro horas para encontrar el error antes de que amanezca en el continente americano.

En el momento que Mariana encontró la primera heladería, quedó literalmente pegada de la vitrina de helados como cuando tenía cinco años, fue con su padre. Sonrió al recordar esa época, y regresó cuarenta años atrás en solo segundos. -Recuerdo que era el día de mi cumpleaños, pensó, estaba con un vestido blanco, mi padre le prometió a mami que solo nos demoraríamos media hora en volver a casa, pero ya me había hecho su cara de complicidad, ese rostro inolvidable de mirar para arriba y torcer la cabeza como si lo estuvieran ahorcando, sacar la lengua y dejar caer luego su cabeza de un golpe, todo a espaldas de mi madre, y además esperando que yo no soltara la risa, por que inmediatamente se hacía el ofendido y decía: –madre esta niña está mal de la cabeza, se ríe sin motivo. -Oh sí contestaba  mi madre- como si no estuvieras haciendo monerías detrás de mí. -¿Yo? Si yo soy un hombre muy serio, -Vamos mi linda aquí el ambiente se está poniendo raro. Y salimos corriendo, yo iba ya volando de la mano de padre,- casi nos pesca, ¿cierto?

Todo el plan era para comernos el helado más grande que fuéramos capaces, esa era la apuesta que siempre ganaba yo, o me dejaba ganar. Pero ese día mi papá comió muy de prisa y ya veía quien se perfilaba como ganador así que abrí mi boca para pasarme literalmente el helado y fue en ese mismo instante que cayó todo sobre el vestido , -¡mi madre me va a matar, es el vestido para la fiesta! .Y mientras yo meditaba que podría decirle para que no se enojara conmigo, a mi padre le dio mal de risa, y las carcajadas iban cada vez más sonoras, de tal forma que la gente volteó para ver y yo acongojada me eche a llorar, que vergüenza, pero ni por esas paró mi padre su risa, lo único que hizo como reacción fue alzarme para que mi vestido no se viera sucio y cuando sintió el helado en su camisa recién planchada, ya no hubo caso, hasta yo empecé a reírme por la cara de pánico de mi papá, por el frío en su panza, no tengo un recuerdo de tanta risa como ese día, todavía escucho la gente riendo, solo de ver el ataque de risa que tenía mi padre, al rato me soltó pues combinó risa con tos y ahora se ahogaba y la gente seguía riendo sin motivo. El dueño de la heladería se apresuró a traer un vaso con agua, estaba bastante preocupado que mi papá se ahogara con esa tos. Agradecido mi padre se la tomó, lo cual contuvo su tos y volvió la risa.

Ahora Mariana sonreía en sus recuerdos, oh papi más loco. -Terminando el helado lo llamo, se ordenó a sí misma. -Este helado lo como en su honor. Y pidió un helado de tres bolas. Riéndose porque no se lo va a poder comer. Esas eran otras épocas. Se sentó en la mesa y saco su celular, le tomó una foto al helado, y se la envió a su padre, -de fijo te va a gustar. Y sí, evidentemente la tercera copa fue imposible. -Esta vez  te voy a dejar ganar papi.

Y salió  rumbo a los almacenes, para buscar su marca preferida debía dirigirse a Via degli Strozzi, por suerte todo está muy cerca , luego tomó rumbo a la Plaza de la República, ese día estaba un cantante en solitario, emulaba a John Lennon, con su guitarra, la gente le ponía dinero en su sombrero colocado en el suelo,- no lo hace mal, se comentó a sí misma y miró hacia atrás, a la izquierda, está un carrusel blanco con rojo y un montón de niños esperando. Bordeando la plaza hay ventas de carteras, bufandas, maletas, máscaras, camisetas, todo un mundo de souvenirs, ventas callejeras, que en la noche desaparecen.  Atraviesa la plaza para ir en busca de la librería, apresura su paso, tiene muchas ganas de revisarla toda. Entra al edificio,- definitivamente Enzo sabe que me gusta, pensó en voz baja, la entrada es en vidrio, para donde mire hay cientos y cientos de libros, voltea y hay una hermosa escalera de metal que la invita al segundo piso, y se acerca para descubrir que la misma escalera también la lleva al sótano, -esto es alucinante. Ya no sabía por dónde empezar. Así que resolvió caminar y ver los temas, en su mayoría los libros son de arte y van por idiomas, “Lo que guste de arte está aquí, y si no lo encuentra, en pocos días se lo traeremos desde cualquier lugar, la oficina de información con gusto resolverá sus dudas” dice un aviso en la parte alta de la estantería. Todo esto le encanta.- Pero ahora quería verlo todo. Mariana estaba fascinada y hasta que sonó su celular se dio cuenta de la hora, y contestó -Enzo lo siento pero todo es tu culpa no he podido salir de Edison. Con una gran sonrisa en sus labios, le dice- debes venir a sacarme  de aquí, yo sola no voy a poder.

Enzo llega a los quince minutos con una rosa roja en su mano, por supuesto, está recién bañado con el cabello todavía mojado pero perfectamente organizado, tiene una camisa azul clara y unos pantalones dockers azul oscuro, se abrazan como si llevaran años sin verse y se funden en un beso eterno. -Ti amo cara mia. Y con eso Mariana tiene para no despegarse de él. -Vamos mi amor aquí cerca está Hard Rock Café, comamos algo que muero de hambre.

Salieron y a los dos locales entraron, esquivando  las mesas externas, atravesaron la venta de artículos de propaganda propios del local. Ya en el interior del restaurante, pasaron por la guitarra de Jimmy Hendrix, el pantalón de Michael Jackson, la blusa de Blondy, por donde mirara, había algo que resaltar en cada una de las paredes iluminadas, había  ropa, guitarras, amuletos, partituras, de todo. Mariana no perdía de vista las paredes, y cuando se dio cuenta, ya estaban sentados pidiendo en la barra, levanta la vista para encontrarse con unas lámparas de platillo doradas bellísimas - Esto es genial, repetía  Mariana encantada. Esa noche era la presentación de Simple Minds, en la parte posterior del restaurante, y según Enzo, ese local había sido un teatro y el escenario les quedó perfecto para las presentaciones en vivo.

La noche pintaba sencillamente, fantástica. En segundos se presentó Vinicio, poniéndose a sus órdenes, perfectamente vestido de negro con los logos de Hard Rock Café, y amablemente les  sugirió del menú  según sus preferencias. Empezaron con grilled mediterranian shrimp pasta, y un grilled chicken marsala, para ir armonizando con el lugar, según Vinicio. Y dos cervezas.

Terminando de comer Vinicio presto, les sugirió  triple platinum  margarita, que preparó en frente de ellos, y el cual repetía al menor descuido. Bailaron, y gozaron a más no poder y finalmente llegaron al hotel bastante contentos.

Al día siguiente los dos estaban fatal, necesitaban hidratarse urgentemente, pidieron  jugo de naranja y fruta para el desayuno que esta vez no fue en la terraza, pues la fotofobia era muy marcada, pero con todo, la felicidad estaba a la orden del día. Al rato se levantaron de la cama y Enzo encendió su computadora para lanzar tres o cuatro palabras de alto calibre, Mariana salió del baño con su mejor sonrisa, -que dices mi amor, ¿acaso se acabó el mundo y no nos dimos cuanta anoche? En tono de burla. Pero la cara de Enzo no daba para risas, así que mejor dio media vuelta para introducirse en la tina, le hacía muchísima falta, como también, sería maravilloso encontrar una pastilla en su maletín para ese dolor de cabeza tan terrible, y se acordó de Vinicio – ¡Me las vas a pagar traidor! Dijo en voz alta. Y soltó la risa. Se preparó para la tina y ya desnuda llamó a Enzo – ¡Ya estoy lista ven para acá y deja de pelear contra el mundo! Gritando y a la vez lamentándose  del grito, su cabeza todavía dolía y mucho.

Enzo demoró un poco más pero llegó al baño con una rosa roja, -De donde carajos sacas rosas, te amo. Dijo Mariana levantándose de la tina para abrazarlo, llevarlo hacia ella, no dejar ni un espacio libre entre los dos. Y ahí en la complicidad de la tina hicieron el amor como si nunca hubiera un final.

Ya en la tarde Enzo dijo -mi preciosa Mariana, tenemos que cruzar agendas, debo presentarme en México a la mayor brevedad, el problema de los retrasos de los pedidos está en esa cuenta, y no logré que solucionaran nada desde ayer, esta noche debo partir de Roma y tomar un vuelo hacia allá.

Mariana no tenía nada que decir, así que fue por su agenda, - dale mi vida, hay más tiempo para vernos, en tres meses… Tengo exposición en Vancouver, ¿cómo estás tú de tiempo?-Mal, dice Enzo, en tres meses estoy presentando proyecto ante el gobierno de España. Esta vez tratemos que sea antes. Se coloca la mano en la cabeza, -¿tienes otra pastilla para el dolor de cabeza?, -Así no puedo organizar nada. Mariana se encamina a su maletín y trae un vaso de agua para Enzo con la pastilla –toma mi amor, voy a traerte una toalla fría que seguro te va a ayudar. Va y vuelve con la toalla y la coloca en la frente que está muy caliente. – Lo siento Enzo pero vas para el baño creo que tienes fiebre, y así no vas a viajar a ningún lado. –No, yo estoy bien contestó Enzo. -Esto pasa con los tragos, y los de anoche estuvieron muy fuertes. –Dame media hora que la pastilla actúe y quedo como nuevo no te preocupes. Y se recostó. Durmió como una hora, durante la cual mariana alistó las maletas para partir.

Cuando Enzo despertó efectivamente estaba como nuevo, -me baño y salimos ¿está bien? –si mi amor ya tengo todo listo, contestó Mariana.

Salieron apresuradamente el tiempo ahora era crucial para alcanzar el vuelo de Enzo y lo mejor era tomar uno de Florencia a Roma, ya Mariana había hecho las reservas y era cuestión de que el trafico los dejara llegar a tiempo. Y afortunadamente todo salió bien, llegaron a Roma y en el aeropuerto se despidieron, de ahí en adelante cada uno iba en diferente vuelo para diferente ciudad, así que obviamente Enzo ya tenía su rosa lista al despedirse en un gran beso que debía durar hasta la siguiente fecha en que se encontrarían, faltaban  ahora ochenta y dos días para volver a estar juntos por dos o tres días, según lo que el destino les diera y cada uno los iba a aprovechar al máximo como siempre. –Ciao cara mia, le decía Enzo en medio de otro beso.-Adiós amor de mi vida, solo ochenta y dos días faltan, te amo.

Y así cada uno tomó su tiquete. Mariana  esperó que Enzo pasara por la sala de espera y embarcara. Ahora debe continuar, dos horas más en el aeropuerto, para volver  a su rutina en la casa, al marido y sus quehaceres mientras pasan los ochenta y dos días eternos.

6 comentarios:

  1. ¡Guau! qué desenlace impactante...

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  2. Me encanta la descripcion de cada personaje, cada espacio, cada situacion.
    Y el Final .... totalmente inesperado !

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  3. Me gustaron mucho las descripciones detalladas de todas las cosas, la ropa, los sitios; esto me hizo participar de la historia desde dentro de las escenas.
    Me encantó la última frase, por inesperada y porque le dio un toque negro a una historia rosa.
    Bien!!

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  4. I rarely create comments, but i did some searching and wound up here
    "Deten el tiempo". And I actually do have a few questions for you if
    you usually do not mind. Could it be simply me or does it
    appear like a few of the remarks look like they are coming from brain dead people?
    :-P And, if you are writing at other online social sites,
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  5. Bella bella de principio al fin, con mucha realeza, colorido,con algunas escenas eróticas sin llegar a la vulgaridad; con finura para describir los personajes y escenarios. Algo que no me queda claro -yo iba ya volando de la mano de padre,- Gracias por compartir; ofrezco disculpa por el atrevimiento. Portiz

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  6. Más que los lugares, me gusta la manera como se describen las emociones de los personajes, especialmente las emociones de ella. Casi se puede sentir la embriaguez en la que están inmersos los dos. El final me parece muy bueno, pues te hace ver que la vida no es ni blanca ni negra, sino gris.

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