viernes, 4 de febrero de 2011

El Amor

Mónica Rengifo

Le compraré algo, eso le alegrará el día muchísimo. César Martinez cruza la pista, avanza tres pasos y llega a la puerta de una tienda que solamente vende peluches. Espero me alcance el dinero, aunque así le regale un chicle le gustará. El muchacho suelta algunas carcajadas. Da un fuerte suspiro y entra al local. Peluches rosados, morados, verdes. Osos, perros, conejos, animales todos de felpa. Aromas de perfumes suaves se encuentran esparcidos por todo el lugar. Un gato, dónde habrá un gato. César se para en el medio de la tienda, mira hacia todos lados. En un estante, entré un par de almohadas con estampados de corazones  se encuentra lo que estaba buscando. Se acerca, lo coge, mira el precio. Treinta soles… ¡Es perfecto! Este le encantará, Jessica ama a los gatos. Justo es medio anaranjado como su color favorito.  Se acerca hasta el mostrador, saca su billetera del bolsillo trasero de su jean pitillo negro, paga por el peluche, pide que lo envuelvan como para un regalo, da las gracias para después salir contento de la tienda.
César y Jessica son una pareja de enamorados. Tienen muy pocas cosas en común, pero se quieren de una manera extraordinaria. César monta skate, hace bodyboard, es tranquilo, sereno, siempre está feliz, es difícil verlo preocupado. Muy pocas veces esta con los pies en la tierra, es un soñador por excelencia.  Alto, trigueño, ojos marrones claros, cabello lacio y contextura delgada. Jessica, por el contrario, es una persona más realista, no le gustan los deportes, disfruta leer libros de Sartre, es seria, posee un carácter fuerte. Petiza, de cabello ondulado pelirrojo, pecas en su piel pálida, ojos verdes.  Ella siempre fue una de las primeras en su clase; sin embargo, en las últimas semanas, sus notas han bajado drásticamente. Las peleas con su madre han eliminado su autoestima, siente que ahora ya nada importa porque su papá se fue de la casa después de la última disputa. Anda malhumorada, dejó de salir a divertirse y se distanció de César.
Después de varios días de una actitud extraña, Jessica decide salir de su casa para ir a buscar a su enamorado. Para su ominosa suerte tuvo un accidente. Estaba cruzando la autopista a unas cuadras del destino final cuando un carro frenó en seco, un grito de dolor. Muchas personas comenzaron a acercarse hacia donde yacía la muchacha. César se encontraba echado sobre su cama mirando el techo cuando un sentimiento de preocupación se apoderó de él. El teléfono de la casa sonó.
-¿Aló?
-César, espérame en la puerta de la casa. Estoy llegando en menos de cinco minutos.
-Má, ¿te encuentras bien? Suenas preocupada.
-Solo hazme caso, en el camino te cuento qué pasó. Ya estoy a una cuadra, anda bajando.
-Okey- respondió extrañado.
Ambos colgaron el teléfono. César cogió las llaves de su mesa de noche, sacó una casaca del armario y se la puso mientras caminaba hacia la puerta principal de la casa. ¿Habrá peleado con mi papá? No creo. Giró la perilla, el gran rectángulo de madera se movió. Salió de su hogar, su madre estaba esperándolo a unos pasos de donde él se encontraba. Puso llave en la cerradura, se acercó hasta una camioneta azul. Se sentó en el asiento delantero. ¿Qué le sucede? Creo que sí discutió con papá. Su mamá no dijo ninguna palabra, solo lo abrazó muy fuerte.
-Mamá, ¿qué pasa?
-Tenemos que ir al hospital- dijo la señora en un tono seco.
-¿Es papá el que está mal?- preguntó César asustado.
-No, es Jessica- respondió la mujer.
César se paralizó. Su mamá arrancó y se dirigieron hasta el hospital. Llegaron, preguntaron por la muchacha, subieron hasta el quinto piso. El cuarto número 503. La señora se quedó afuera mientras que su hijo entró, Jessica estaba durmiendo. Se acercó hasta ella, no sabía cómo reaccionar. Cogió su mano, unas cuantas lágrimas se deslizaban por el rostro del joven.  Los ojos de la chica se abrieron lentamente, giró la cabeza y vio a su enamorado. Una sonrisa se dibujó en el rostro de ambos.   
-César… ¿cómo supiste que…?
-Shhh… no hagas mucho esfuerzo. Mi mamá me trajo.
-Ah.
-¿Cómo te sientes? -los ojos de César brillaban al saber que su enamorada estaba con vida.
-Mucho mejor.
César sonríe.
- ¿Cómo pasó?, ¿recuerdas?
-Más o menos. Sé que iba a cruzar la pista. Estaba a unas cinco cuadras de tu casa, después sentí un dolor muy fuerte. Me levanté aquí, mi mamá estuvo hace un rato. Se fue a comprar medicinas, creo que ella llamó a tu mami.
-Qué doloroso. Lo bueno es que aún respiras –César y Jessica ríen.
-Te quiero sonso –Jessica lo mira tiernamente.
- Yo también te quiero.
César anda demasiado preocupado. Es increíble verlo así, siempre está tenso o nervioso.  Va a visitarla casi todos los días un par de horas para ver cómo se encuentra, su bálsamo  es saber que cada día mejora. Sin embargo, por las noches, imagina que no se recupera. Cada minuto, segundo, hora se hacen eternos para él. Sale a montar skate para distraerse, pero los trucos no le salen y el estrés vuelve a consumirlo.
Un par de días antes que a Jessica le dieran de alta, César vuelve a visitarla.
-Hola amor –saluda Jessica en un tono alegre.
-Hola, veo que hoy estas muy feliz.
Jessica lo mira pícaramente.
-Bueno, es que mi enamorado es muy lindo.
-¿En serio? Tengo que conocerlo ah, seguro es un tonto –ambos ríen.
-César, últimamente has estado raro ¿Te encuentras bien?
Da un largo suspiro.
-No sé por qué, pero últimamente siento como miedo. He estado preocupado, no puedo dormir bien sabiendo que sigues aquí. Además, estuviste tan extraña desde hace semanas.
-Qué lindo –Jessica sonríe- pero ya estoy mucho mejor ¿dónde quedó el chico relajado y despreocupado del que me enamoré?
-Es que no sé, Jessica. Todo fue tan rápido. Me da cólera no haber estado allí. Si hubiera sabido que venías podría haberte dicho que te quedes ahí y yo te daba el encuentro, todo sería distinto. No estarías acá, ya habrías subido tus notas. Debí de haberme preocupado más –César abraza a Jessica.
-¿Te estás escuchando? Normalmente me sonríes y haces un chiste de todas las desgracias que me pasan ¿Tus padres han estado discutiendo de nuevo?
-No… no. Ya te dije Jessica, no sé que tengo.
-Tranquilo. Vuelve a ser el tipo relajado y despreocupado que amo please.
César la mira extrañado.
-¿Cómo es posible que siendo tú la víctima del accidente estés tan tranquila?
- ¿Sabes? El día del accidente tuve un sueño diferente a todos los demás. Una persona vestida de blanco me hablaba cálidamente, dijo que todavía no era mi hora. Me dijo que había personas que me necesitaban. Después abrí los ojos y vi tu rostro.
-Yo te necesito, por eso estoy tan preocupado.
-Te quiero. Pero esa voz no se refería a ti, sino a mi madre. Desde que mi papá se largó su estado de ánimo ha estado peor que el mío. Y yo como bruta le echaba la culpa, dejé de apreciar mi vida, solo peleaba. Sentía que ya nada tenía sentido. Después de ese sueño y de saber que estuve tan cerca de irme al otro mundo entendí todo.
-¿Qué entendiste?
-Entendí mi error. No fue la mejor manera para darme cuenta, pero si este accidente no se daba, yo podría haberme suicidado por lo triste que estaba. Entendí que en lugar de pelear con mi mamá debería de entenderla y ayudarla. Por eso quiero que regreses a ser el de antes. No quiero que termines igual que yo por el estrés y la preocupación y la tristeza.
-Me cambiaste el mundo –ambos ríen- gracias. Te lo prometo, todo será como antes.
Cuando por fin la muchacha regresó a casa, César la esperaba en la puerta de su hogar con un ramo de flores, a su lado estaban tres de sus amigos, cada uno con una caja de sus chocolates favoritos. A Jessica se le cayeron un par de lágrimas de la felicidad. César, sonriendo, fue el primero en acerarse y abrazarla. Jessica lo miró a los ojos, le dio un besito en la boca y, mirándolo de nuevo, le dijo: Eres lo mejor que he podido encontrar.
Esa misma noche, Jessica recibió una inesperada visita. Entendiste la lección, siempre te estaré cuidando. Me llamo Mehiel y soy tu ángel de la guarda. Era esa luz de nuevo.

1 comentario:

  1. Elmensaje es interesante, se tiene que llegar al final para conocerlo, creo que se pueden evitar detalles extremos, como el bolsilo del pantalon, o la tienda, tal vez un poco más que refleje la relación de los personajes

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