Camila Vera
Me llamo Federico
Campos, pero me dicen Fede, mi madre me dijo que es una forma
cariñosa para llamarme, es fácil, se debe tomar la primera parte del nombre o
la última, así se tiene uno completamente nuevo; lo intenté con mi primo
Mariano, por alguna razón se fastidió y me dijo que no le hable. Mi madre y
todas las personas que me conocen me siguen diciendo Fede, por lo tanto no
encuentro problema si deseas decirme igual, yo te llamaré amigo. No tengo
muchos amigos, la verdad, solo uno. Tomás, vive en la intersección seis, por un
árbol de mangos, pero hace tiempo no viene a jugar conmigo, quizás también se
fastidió. Espero no te canses de mí, sería triste perder otro amigo, creo que
esta vez mi madre me regresará a ese grupo de niños raros al entrar a la
escuela si no logro demostrarle que ya puedo hablar con las personas. No
entiendo qué tiene de malo solo sentarse a escuchar, a veces así empiezan las
aventuras.
Es lunes, no son
tan divertidos cuando no hay nada que hacer, hoy es de esos días donde solo me
quedo en el sillón esperando que mamá deje de trabajar. Mi papá no pasa tiempo
en casa, uno que otro fin de semana me lleva a ver partidos de futbol por la
televisión en su departamento. Tengo siete años, se me complica mucho hablar
con la gente; mi madre me llevó con todo tipo de médico, el que me hacía
vocalizar, con el que solo jugaba, otro me preguntaba cosas y al final está el
grupo de niños callados donde he pasado los último meses, al cual no volveré si
consigo un amigo, este lunes fue mi día de suerte.
Nana, es una
señora que me cuida desde que soy bebé, porque mamá tiene que trabajar. Se
encarga de vigilarme todo el tiempo, pero esta semana se fue a visitar a su
familia, así que yo cuido la casa. Los vecinos vienen a ver que esté bien cada
cierto tiempo, hasta que mi hermana Lena regrese del trabajo, aunque le miente
a mamá, no siempre está ahí, escuché como se lo decía a una de sus amigas por
el teléfono de la sala.
«Vuela, vuela, arriba, arriba flechita, toca el cielo y tráeme una
nube… baja, baja, tan rápido como un rayo». Esta es la canción que inventé mientras juego con mi arco y flecha,
un regalo de papá para Navidad. Justo la quinta vez que la lancé perdí el
blanco ─una rama de un árbol que he querido
alcanzar desde que tengo las flechas, es la más alta─ y cayó en el patio del vecino. Ahí vive un señor que siempre usa
gorra, no habla mucho pero me saluda con el puño cada vez que toca a mi puerta
para ver si necesito algo; mi madre no es muy amiga de él, pero igual le pidió
que esté atento por si quemo la casa.
Nos separa una
cerca de madera, puedo ver por los huecos donde cayó la flecha, está sobre un
montón de hojas secas, no es un rescate muy difícil. Me convierto en el agente
Fede, con su nueva misión. En la cochera hay herramientas de todo tipo, cogí
una pala y empecé hacer un agujero lo suficientemente grande para poder pasar
de un lado al otro, me tomó diez minutos según mi reloj. Estaba tan cansado,
pero debía terminar la misión, así que sin hacer ruido entré al jardín ajeno,
había mucho silencio, una camioneta gris muy sucia, algo de basura en una
esquina y las hojas. Solo se podía ver el culatín, que es la última parte de la
flecha, al parecer se clavó en algo, un obstáculo en el rescate. Moví un poco
las hojas hasta que ¡bingo!, mi flechita. Jalé de ella y me resbalé, pegándome
en la cabeza con la pared de la casa, traté de taparme la boca muy rápido pero
un pequeño grito alcanzó a salir de mí, ahí fue cuando escuché un verdadero
golpe.
─¿Hay alguien ahí? ─pregunté
asustado─. Hola, solo vengo por mi flecha ─dije.
Esperé una
respuesta pero nadie dijo nada. Me levanté, limpié mi ropa y vi alrededor, fue
cuando el sonido del golpe regresó, alguien sonaba alguna cosa contra la pared,
quizás la mano o una tapa. Me quedé frío. Cinco segundos después escuché dos
golpes más, luego muchos al mismo tiempo cuando me dirigía para irme, pero eran
muy leves. Sé que debía regresar a casa, pero un buen agente secreto tiene que
quedarse a investigar. Toqué con el puño la pared, «toc, toc, toc», de repente «toc». No lo podía creer,
alguien estaba ahí.
─¿Me
escuchas? ─le dije.
─«Toc»
─esa fue su respuesta.
─¿Dónde
estás?, ¿estás bien?, ¿eres un fantasma?
─«Toc,
toc».
─Casi no
se escucha, ¿puedes hablar?
─«Toc,
toc».
─Parece
que mi madre me está llamando, me debo ir.
─«Toc,
toc».
─Ya me voy
a ir, esto es extraño.
Entré a la
casa corriendo, tratando de tapar el hueco lo más rápido que pude, mi madre
estaba estacionando el auto en la parte principal de la casa, si no me encontraba
en la puerta sospecharía de mis comportamientos, así que hice lo mejor que pude
y corrí.
─Fede, mi
vida. Parece que has estado jugando en el patio, mira tu ropa.
─Mamá, te
extrañé.
Pensé todo el
tiempo en el chico de la pared, al fin tendré un amigo, aunque es muy callado,
de todas formas sé que será el que me salve de ir a ese grupo, no más clases
con gente que no quiere hablar. Ahí fue cuando mamá me llamó a cenar, dice que la
comida fría no se debe comer; es algo extraño, el helado es frío y es la cosa
más deliciosa que he probado en la vida, ojalá la crema de espinaca tenga el
mismo sabor que el helado.
─¿Qué tal sus días, mis tesoros? ─dijo mi madre sonriendo.
─Cansado, trabajar es algo muy diferente a lo que pensé. ─Ella
es Lena, mi hermana universitaria.
─Nadie te obliga a hacerlo, es para cubrir tus propios gastos. ─Se metió una gran cucharada de crema a la boca, mientras me miraba.
─Solo quisiera más tiempo para aprovechar con lo que gano.
─Fede, ¿te pasa algo? ─dijo mi madre
después de fijar demasiado su atención en mí.
─Pues…. Yo hice un amigo.
─¿Cómo se llama este amigo, mocoso? ─Se reía
Lena mientras trataba de cortar la carne asada.
─Lo llamo Toc, creo que no regresaré al grupo de
apoyo, madre, cancela eso.
─Lo
hablaremos luego, tesoro. Ahora debo correr a llamar al departamento de
policía, parece que se acerca un nuevo caso. Los amo.
─¿Sigues
ahí? ─toqué mi pared con el puño, pero no respondió, al parecer solo está en
esa casa, debo volver.
Esta noche
pensé mucho en Toc, no podía verlo pero
sé que fue real, no como Jobi, mi
amigo de bebé, él venía conmigo a todas partes, jugábamos con los coches y no
hacía ruidos. Un día dejó de aparecer, mi madre dice que en ese momento me
convertí en un niño grande, ¿será que Toc es como Jobi?, solo que él se queda
en la pared del vecino o tal vez es el amigo de cuando era bebé el vecino pero
puede hablar conmigo, es todo muy confuso, debo descubrirlo.
─Lena,
¿puedo preguntarte algo?
─Dime,
Fede.
─¿Hay
manera de que alguien te hable con golpecitos?
─¿A qué te
refieres?
─Ya sabes,
preguntas algo y hace «toc,toc».
─Bueno, sí
se puede, un golpe es sí y dos golpes significan que no. ¿Por qué?
─Lo vi en
la tele, no lo entendía, eres la mejor. Te amo. ─Salí de ahí corriendo antes de
que me haga más preguntas que no pueda responder.
Esperé a
que mamá se vaya en su auto, Lena salió unos minutos antes con su uniforme
lleno de pizzas, y yo me puse mi ropa de detective y salí por el hueco hacia el
patio del vecino. Él salió a las ocho de la mañana, lo pude ver desde mi
ventana, así que no había nadie más, el camino está abierto para investigar.
─Hola, Toc, solo quería saber si estabas aquí,
¿puedes salir?
Esperé un
rato largo antes de escuchar.
─«Toc,toc».
─Eso significa que no, ahora nos entendemos. Mi nombre es Fede,
puedes decirme así si quieres, verdad, no hablas. ¿Estás solito?
─«Toc».
─Yo tenía un amigo llamado Tomás, pero ahora también estoy solo,
aunque Nana juega a veces conmigo pero esta semana no está. ¿Quieres ser mi
amigo?
─«Toc».
─No te vas
a arrepentir, podemos jugar play en
mi casa, tengo un televisor muy grande, te va a encantar. Se me olvida que
estás dentro de la pared. ¿Cómo hago para que salgas de ahí y te metas a la
pared de mi casa? ¿Vives solo en la pared del vecino?
─«Toc,
toc».
─Eso
quiere decir que sí puedes ir a mi casa a vivir, no sé por qué te gusta esta
pared, las mías son mucho mejores.
─«Toc,
toc».
─¿No
quieres vivir en mi casa o no puedes salir de aquí?, un golpe si es la primera
y dos si es la segunda.
─«Toc,
toc».
─No te
preocupes, Toc, yo te sacaré de ahí.
Podremos jugar todo el día, quizás te enseñe mi flecha, soy malo para hablar
con la gente, pero muy bueno para estar con los que no hablan. Ya me dio
hambre, regresaré a la casa. Hasta mañana, Toc.
Hice un
dibujo de cómo imagino a Toc, sé que
no es un amigo imaginario, no es un fantasma, ni vive en la pared, quizás es un
niño con problemas para hablar como yo, de seguro juntos podemos quedarnos en
silencio y mi madre no creerá que estoy solo, además hablo más que él. Esta es
una gran idea, mañana iré de nuevo para intentar que salga a jugar, a veces da
miedo hacer cosas nuevas, pero la señorita Flym dice que hay que respirar
suavemente, tomarse un segundo y todo se puede lograr.
Mi madre
ha estado hablando mucho por teléfono, es abogada de casos que son muy
complicados, una vez metió a la cárcel a un señor que robó mucho dinero y hacía
cosas que mi madre describe como «inhumanas», es amiga de los policías y
siempre le cuentan las novedades del pueblo, no pasan muchas cosas aquí, pero
cuando suceden mi madre siempre está al pendiente. Algo grande ha pasado pero
no me puede decir, lo sé porque la veo con muchas carpetas, en una de ellas
está la cara de una chica de pelo negro, pero mi madre me dijo que no me meta
en su oficina, así que regresé a lo mío, cuidar de Toc.
Es el
tercer día con mi amigo, esta mañana el vecino vino a hablar con mamá, pensé
que había descubierto el hueco en el jardín, pero al parecer no tenía nada que
ver con eso, le vino a pedir consejos. Mi madre da consejos como abogada, me
dijo que se llama asesoría jurídica, las personas a veces tienen que hacer
trámites y le preguntan cosas, parece que el vecino se va a mudar de casa,
espera que la policía no se alarme si ve vacía su casa, se irá por negocios al
extranjero ─no estoy muy seguro dónde queda eso─, hasta ahí escuché, solo
quería que ya se vayan para poder cruzar el jardín. Lena se fue con su novio,
es su día libre en el trabajo pero mamá no lo sabe, por lo tanto pasaré todo el
día solo.
Me puse mi
camiseta de policía esta mañana para poder ir a rescatar a Toc y lograr que venga
a casa a jugar, pero le hablé a la pared mucho rato, nunca respondió; lo
intenté una vez más pero no hubo resultado, regresé a casa. Las horas pasaban y
ya estaba muy aburrido de no hacer nada, así que regresé al patio del vecino,
sin ninguna novedad. Observé los alrededores, tiene dos ventanas al frente, una
puerta trasera de madera y una pequeña ventana que va al sótano, si doy un vistazo
no creo que pase nada.
La ventana
estaba cerrada pero la puerta tiene una entrada para el perro, no sabía que
tenía mascota el vecino, pero era la forma más sencilla de entrar, ojala mi
madre me deje tener un perrito. La casa es muy normal, algo sucia para mi gusto
pero parecida a la mía, la cocina está en el mismo lugar, la sala, el baño, la
diferencia es la puerta para ir al sótano; la mía debería estar por esta pared,
pero él tiene un armario en su lugar, ¿por qué poner un armario en la puerta?,
quizás el agente Fede tenga una misión más interesante que buscar a Toc en la
pared.
Creo que
solo alguien que en verdad conozca la forma de la casa podría dar con esta
puerta, porque la otra te lleva a un lado del sótano donde mamá tiene un
pequeño gimnasio que nunca usa, pero se llega por este armario al resto de la
habitación, así que lo empujé, soy bastante fuerte, pero igual me tocó sacar
unos libros para que sea más sencillo. Dentro olía muy mal, terrible, como ir
al baño y olvidar tirar de la cadena, todo estaba oscuro, qué bueno que traje
mi linterna de policía. Las paredes tienen muchas manchas, necesita con
urgencia una Nana para que mantenga esto limpio. Al fondo había una pequeña
luz, entre toda la oscuridad, muy tenue, como el foco antes de morirse; junto a
eso mucho pelo tirado, también una cadena, de esas que usan para los perros
grandes, pegada a la pared y sostenía a la cosa de mucho pelo negro. Creo que
encontré a mi amigo.
Mi madre
llegó a la casa a las ocho de la noche, tengo un secreto que no sé cómo contar,
mi amigo nunca se levantó mientras estuve ahí, su pelo es largo, quizás es una
amiga, no es como lo imaginé, traté de que hable pero tenía algo en la boca que
no le dejaba hacerlo, de todas formas estaba dormida o dormido. Quise dejar
todo en su lugar, pero la linterna se me quedó en el sótano por el susto cuando
escuché un auto llegar y subí corriendo, por suerte eran los Robin, ellos viven
al cruzar la calle. Ahora tengo mucho miedo.
─Mamá,
¿qué significa cuando tienes a alguien en una habitación sin salir?
─No, Fede,
no le levantaré el castigo a tu hermana, se quedará en su habitación toda la
noche por mentirme hoy. Como si no me enteraría que no debía trabajar hoy. No
sabía que escuchaste nuestra conversación.
Yo no
había escuchado nada, pero creo que esto me serviría, ¿por qué es tan difícil
hablar?
─¿O sea
que está bien que no salga?
─Es un
castigo, Fede. Se portó mal, ahora se quedará ahí hasta que reflexione lo que
hizo, así no lo volverá hacer.
─Pero,
digamos que ella quiere salir a jugar con sus amigos, ¿no puedo decirle que
salga?
─No, se
quedará ahí. Es porque la amo. Soy su madre y debe reflexionar las
consecuencias de mentir.
─Entonces,
el amor también es dejarla ahí, aunque no quiera.
─Algo así,
Fede. Estás muy conversón esta noche, debo terminar unos informes. Anda a
dormir, tesoro.
Al parecer,
no debo hacer nada por mi amiga o amigo de la pared, quizás se portó mal y su
papá quiere que reflexione, pero ella no se veía tan feliz. Lena lloró un rato
por estar en su habitación, aunque igual tiene un teléfono para llamar a sus
amigos, mamá no lo desconectó. Tal vez no deba sacar a mi amiga o amigo, pero
le puedo dar algo para que juegue mientras reflexiona, ¿qué cosa tan mala
debiste hacer para que te amarren en el sótano?
Mamá nos
contó que el vecino se mudará mañana, quizás hoy esté empacando sus cosas. Se
puso hablar de cuando llegó al vecindario, yo aún no nacía. En esa casa vivía
la mamá de él pero al morir la señora se quedó con la casa; no tiene esposa, creo
que tampoco hijos, entonces, ¿a quién tiene castigada en el sótano si no es su
hija?
Llegó el
cuarto día, me asomé a la ventana desde muy temprano, mi amigo o amiga estaba
en esa casa, pero si se va el vecino y lo olvida, o aún peor, puede llevárselo
con él. Pero no debe salir por el castigo, aunque ya se lo pueden levantar, mi
madre ya deja que Lena salga, por lo tanto, Toc ya debería contestar cuando
vaya, pero el vecino no deja de entrar y salir de su casa llevando cajas tras
cajas, solo me queda esperar. Madre fue nuevamente a la estación de policías,
el caso en el que se acaba de meter está dando círculos, según me dijo. Lena
tiene que trabajar hasta las cinco el día de hoy, es el tiempo para que el
agente Fede haga su magia. Nana, llegará esta noche de la visita a su familia,
su mamá ya puede cuidarse sola, así que volverá.
A la una
de la tarde terminé de almorzar, la vecina de al frente me trajo arroz con
verduras y carne, se quedó conmigo conversando así que no pude ver qué pasaba
por la ventana, pero escuché el motor de un auto, es mi oportunidad de ir a su
rescate una vez que la vecina se vaya a recoger a sus hijas al curso de
natación.
Conté
hasta el cien cuando la señora Robin salió de la casa, corrí al patio con una nueva
linterna, una navaja que me regaló mi padre y mi ropa de militar, para que me
dé fuerza extra. Pasé el agujero que separa las casas, entré por la puerta del
perro y observé a mí alrededor, los cuadros se habían ido y el armario no tenía
libros, haciendo mucho más sencillo bajar al sótano escondido. Mi amigo o amiga
no estaba en la pared como la vez pasada, el colchón seguía ahí, las paredes
sucias también, la cadena en cambio se estiraba hacía una parte oscura, a pesar
que dejé la puerta abierta para que la claridad llene el lugar, prendí mi
linterna y fui alumbrando hacia donde se estiraba, pude ver los ojos de Toc.
Es una
chica, más pequeña que Lena, con menos ropa de la que usa mi hermana en casa,
se ve asustada, se parece a mí cuando entré a la escuela, ojos muy abiertos y
temblor en las piernas. Solo fueron unos segundos los que tuve para mirarla,
seguía con la cosa en la boca que no la deja hablar así que pronunciaba sonidos
muy extraños, me acerqué a su esquina, pero no podía decir ninguna palabra
tampoco. Inmediatamente saltó sobre mí.
Traté de
soltarme de su agarre pero ella tiene más fuerza que la mía, así que me
sostenía y apretaba mi boca para que no pueda pedir ayuda, la golpeaba para que
me suelte, nadie me avisó lo difícil que es tener un amigo de verdad, si fuera
así me hubiera quedado en casa. Seguía forcejeando conmigo hasta que me cansé y
me trató de decir algo con los ojos, apuntaba hacia otra puerta, en mi casa no
hay puerta dentro del sótano, yo solo tengo la de entrada. Se calmó y puso uno
de sus dedos en mis labios, estaba claro que quería que me quede callado,
asentí con la cabeza, el vecino aún está dentro de la casa.
No
entendía qué pasaba pero de seguro se daría cuenta que bajé, la puerta seguía
abierta y está claro que Toc no llega hasta ahí arriba. Lo primero que hice fue
quitarle la cosa que no la dejaba hablar con la cuchilla de la navaja, era como
una cuerda con una pelotita de pimpón en medio, dio un gran suspiro de alivio
cuando lo hice, me dijo en el oído, «no estamos a salvo». En qué lío me vine a
meter.
El vecino
usaba unas herramientas, se escuchaba algo parecido, eso podía favorecer mucho
la situación, yo trataba de abrir la cosa que la sostenía de la cintura con la navaja,
eran unos tornillos estrella, mi padre me enseñó bien cómo usar el
destornillador, pero los nervios me atacaban tanto que mis manos temblaban, ahí
fue cuando el vecino salió de ese pequeño taller con un gran baúl. Toc ahogó un
grito con sus manos, diciendo muy bajo «me meterá ahí». El vecino no parecía el
mismo que ha ido a mi casa, se reía muy maliciosamente y no tenía su típica
gorra. Empezó a silbar, como si llamara a un perro, pero Toc se escondió aún
más en la esquina, creo que olvidó por completo que estaba tratando de
liberarla de la cadena.
─Mierda,
¿cómo se abrió esa puerta? ─dijo el vecino.
─¡Eureka!
eres libre ─dije.
No conté
ni tres segundos, Toc salió corriendo y gritando auxilio con todas sus fuerzas para
alcanzar la escalera que la lleva arriba, pero el vecino no era tonto y la tomó
por la pierna. Ahí fue cuando salí para ayudarla. Le dio un golpe en la cara,
Toc es muy fuerte, nunca dejó de gritar, a pesar que su ropa se estaba rasgando.
Yo buscaba subir también, pero no me lo permitía, no me dejaban salir. Yo solo
deseaba un amigo, no ir más a ese tonto grupo de apoyo. Quería ser normal. Simplemente
un amigo, alguien que juegue conmigo hasta el amanecer, que sea un detective y
descubra misterios, no pretendía hacerle daño a nadie, pero los amigos tienen
un precio muy caro.
Los
titulares de todos los periódicos anunciaban el regreso a casa de Allison Rey
de dieciséis años, quien había sido secuestrada hace diez días camino a una
escuela de danza en el centro de la ciudad. Fue encontrada a tres mil
kilómetros de su hogar en medio de la carretera gracias a un ciudadano que dio
aviso a las autoridades de una joven que corría desorientada pidiendo ayuda. No
se sabe nada del paradero del secuestrador, hombre caucásico de aproximadamente
cuarenta y ocho años que escapó en un camión junto a todas sus pertenencias de
la escena del crimen, los moradores alrededor se han quedado sorprendidos sobre
lo ocurrido. Allison, relató la presencia de un niño pequeño que la ayudó a
escapar, del cual se desconoce su paradero, las autoridades pertinentes han
tomado cartas en el asunto de forma inmediata, la madre del niño desaparecido
es la abogada Torres, se rumora de un caso de ajuste de cuentas de un exconvicto
que recuperó su libertad hace unos meses, así como sus secuaces. Todos buscando
a Federico Campos.
─Detente,
no quiero ir contigo, no he hecho nada malo para ponerme a reflexionar, no
quiero estar aquí a dentro.
─Buenas
noches, amiguito.
Estuve todo el tiempo expectante. Gran trabajo Camila. Nos deja un mensaje importante de prestarle la atención debida a los niños. Gracias por compartir tu cuento. Estoy esperando más, son geniales!
ResponderEliminarEl final me dejó completamente impactada. Estoy desesperada por saber más de la historia. Me encantó.
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