Ricardo Sebastián Jurado Faggioni
Cuando Lissette
era pequeña leía a Agatha Christie y a Kerry Greenwood, soñaba en ser una
detective como Miss Marple o Phryne Fisher. Al crecer siguió la carrera
criminalística y se convirtió en una detective privada como lo había anhelado
en su niñez.
Con el tiempo se
volvió famosa resolviendo casos importantes. Se encontraba en su oficina al
frente de su ordenador redactando los últimos detalles de un crimen que
solucionó. Ella se sentía mayor, puesto que se acercaba su cumpleaños número
cuarenta y el físico no era el mismo de antes, había aumentado algunos kilos,
de hecho ya andar en la caminadora del gimnasio no le agradaba. Poco a poco se
fue transformando en alguien sedentario.
Una vez terminada
su jornada laboral en su hogar se dedicaba a leer los best sellers de novela negra. Había decidido no casarse, ya que a
la larga era un problema y lidiar con niños aún más, por eso prefiere estar
sola junto con su perro Krypto.
Un viernes por la
noche cogió su Mazda rojo y se dirigió al teatro porque había una obra que
sabía que le iba a emocionar. Al llegar se sorprendió, puesto que lo habían
remodelado. Las paredes se hallaban pintadas de rosado, las sillas eran de
madera y el escenario lucía más amplio.
Iba a ver Hamlet de William Shakespeare. Al finalizar
la obra Lissette va a felicitar al director escénico Alfredo Sánchez. Él es más
joven que la detective, tiene treinta años, es delgado y alto.
—Me gustó la
vestimenta de los personajes, la decoración, Shakespeare se sentiría orgulloso
—dijo Lissette.
—Gracias —esbozó
una sonrisa Alfredo.
—¿Se tomaría una
foto conmigo para subirla a Instagram?
—¡Por supuesto que
sí!
Después de tomarse
la fotografía ella la subió a su historia. Luego de eso a Alfredo le llegó la
notificación. Vio su celular y se quedó impactado.
—¡Tú eres la
detective que sale en los medios de comunicación! —mencionó Alfredo.
—Sí, hay casos que
parecen más fuertes que la ficción —dijo Lissette.
—Has dicho una
gran verdad, me gustaría llevar una adaptación de un caso tuyo.
—¡Me encantaría
verlo!
—¡Así es! Pero antes quisiera que me ayudes,
¿podrías investigar a mi esposa?, creo que me es infiel.
—¿Por qué dudas?
—Ella llega tarde
a casa, cuando me escribe ya no es empática, no conversa, estas acciones me
hacen sospechar.
—No suelo resolver
este tipo de conflictos, pero por ti haré la excepción. Cuéntame cómo es tu
esposa.
——Empezaré por su nombre: se llama Valentina, es rubia, delgada, de estatura mediana y es menor que yo por dos años. Trabaja en la cafetería más conocida del centro de la ciudad Sweet & milk. Ella va al trabajo desde las nueve de la mañana hasta las cinco de la tarde.
Ambos se
despidieron con un fuerte apretón de manos. Al salir del teatro se preguntaba:
«¿Cómo las personas llegan a herir a quién más aman? Se subió a su carro y
prendió la radio para sintonizar algo de música, sonaba la banda Nickelback. La canción era How do you remind me. El rock romántico
no era lo suyo, pero lo disfrutaba mientras iba viajando a su hogar. Al llegar
Krypto la recibió moviendo fuertemente la cola, ella lo abrazó.
Luego, se dirigió
a la cocina para beber un poco de agua e irse a dormir. A la mañana siguiente
los rayos del sol pasaban las cortinas de su dormitorio. Hizo un esfuerzo por
dormir más y quedarse junto a las sábanas, pero la promesa que pactó con
el director del teatro la obligó a levantarse. Se cambió su pijama por una
chaqueta negra y un jean de color azul, tomó el desayuno y se marchó al lugar
del trabajo de Valentina.
No era cualquier
cafetería en la que estaba, esta tenía tiempo en la ciudad. Lo que más le
agradaba era que en las paredes había fotos desde el día que se inauguró hasta
la actualidad. Se sentó en una mesa del fondo. Alzó la mano para que la mesera
pudiera atenderla y cuando esta se dirigió hacia ella pudo notar que el gafete
se decía el nombre de Valentina, quien tomó la orden, y en un papel anota el
nombre para que supieran que ese era su pedido.
Con mucha
amabilidad se dirigió a la cocina para entregar la orden al chef. Después de
haber pasado quince minutos, un hombre blanco, elegante y con terno, entra y se
sienta cerca de Lissette solo dos mesas más adelante. Valentina desde la cocina
lo ve llegar, le dice a un mesero que lleve la orden de Lissette.
Ella se acercó al
hombre elegante y lo saluda alegremente, conversan un rato. La detective saca
su celular, para revisar mensajes, pero en realidad le está tomando fotos al
hombre misterioso y a Valentina. Cuando la mesera se va de la mesa, después de
segundos él, también hace lo mismo.
Dos años atrás
Alfredo junto a Jaime su compañero de arte, escribieron un guion del género de
terror que llamaron Vidrios rotos. El
cine nacional volvió a ser un éxito gracias a ellos. Cuando llegó el día de la
premiación, Alfredo se enamora de la modelo que les entregó el trofeo, a él y a
su amigo, por mejor guionista y mejor director, respectivamente.
En aquel entonces
él se encontraba casado con Valentina, pero hacía lo imposible por ir a verse
con la otra mujer. Su esposa sabía que algo pasaba, pero su amor la hacía
olvidar cualquier sospecha. El romance oculto que tenía se esfumó y volvió a
vivir su vida normal. Sin embargo, María
la modelo quedó destrozada, puesto que la ilusión que pasó la hizo estrellarse
con su cruda realidad: era una mujer infeliz y pobre.
Después que el hombre se fue, Lissette
pagó la cuenta y se marchó. Recordó una de las lecturas de Sherlock
Holmes cuando se encontraba en un misterio fácil de resolver. Él siempre decía
que lo más obvio no siempre es lo que parece.
María se
encontraba fuera de la casa de su amante. Sabía que la puerta de atrás estaba
abierta, por lo que se le hizo sencillo ingresar.
Valentina estaba
en la cocina lavando los platos. María tras caminar de puntillas hacia ella
sacó una pequeña navaja y apuñaló a Valentina en las costillas. La víctima se
fue deslizando con lentitud hasta quedar tendida en el suelo mientras la
agresora salía de la casa. Alfredo se encontraba trotando, después de hacer
treinta minutos de actividad decide volver a su hogar. Al ver a su esposa
desmayada en el piso, llama a emergencia. La ambulancia se dirigió
vertiginosamente para rescatar a la víctima, tuvo suerte de llegar a tiempo al
hospital. Los doctores le dijeron a Alfredo que sobrevivirá, pero tendrá que
estar con cuidado médico.
Él se quedó
sentado al lado de la camilla de su esposa, y decidió mandarle un mensaje a
través de Instagram a Lissette para que vaya al hospital. Ella llegó lo más
rápido que pudo.
—Hay algo que no
te he contado y deseo compartirlo —dijo Alfredo.
—¿Seguro es un
buen momento? —preguntó Lissette.
—En estas
circunstancias sí, dos años atrás yo le fui infiel a mi esposa con una mujer
que se llamaba María, ella sabe la dirección de nuestro hogar y que estaba
casado, cuando ella quiso algo más serio conmigo, tuve que dejarla.
—¿Pero por qué
volver ahora?
—Supongo que no me
superó, tal vez ella quería que le compartiera mi fama, viajar, y tener un
hogar, en fin, es tarde para arrepentirse, pero es lo que pasó y ahora
Valentina está pagando las consecuencias.
—Esto debiste de
compartirme desde el comienzo, es algo esencial.
—Lo sé, no es
fácil para mí aceptar esto, perdóname.
—¿Cómo podemos
atrapar a María suponiendo que tiene algo que ver en el caso?
—Conozco a alguien
que nos puede ayudar a dar ese tipo de información, Homero.
Alfredo le mostró
una foto de Homero, blanco, alto, bien vestido. Lissette se acordó del hombre
de la cafetería que estaba con Valentina y era el mismo. Él podrá saber dónde
está, su trabajo es conocer todo tipo de secretos por esto él es capaz de
ayudarnos. Lo contactaron de forma inmediata, los tres estaban reunidos en el
hospital.
Homero se puso al
tanto con los detalles, supo que María es de piel morena, cuerpo atlético,
esbelta y es reconocida en el mundo del modelaje. Sabía que este tipo de
personas trabaja en bares, especialmente los de entretenimiento para adultos.
Ella estaría en el más lujoso bar de la ciudad donde van todas las chicas de
modelaje en el nigth club. Homero
y Lissette fueron al sitio. A la entrada había dos guardias fornidos y con
mirada penetrante. La detective sacó su placa para que ellos los dejaran pasar.
—¿Sabes? Yo cargo
una pistola en mi bolsillo, en este tipo de trabajo uno no sabe con qué se va a
encontrar —dijo Homero.
—Tranquilo
esperemos no utilizarla —mencionó Lissette.
Siguieron
indagando en el bar hasta dar con María, ella estaba conversando con un hombre.
Al ver a los dos al frente de ella, decidió escapar, pero Homero la siguió de
una forma veloz que pudo atraparla. A María una vez esposada la subieron al
carro. En el trayecto a la comisaría a María su alma se quebranta y decide
calmar su conciencia narrando los sucesos. El caso pronto estaría resuelto,
solo faltaría encontrar la pequeña navaja que usó en el crimen donde ella dijo
que la había escondido. Lissette le preguntó a Homero qué hacía en el
restaurante conversando con Valentina y él le respondió que ella le había
contratado para averiguar si su esposo le era infiel. Mientras tanto en el hospital, Valentina se
encuentra junto a su esposo y ella logra abrir los ojos. Cuando Alfredo se
acerca a ver cómo estaba, Valentina toma fuerza para decirle:
—Lo sé todo.
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