jueves, 28 de enero de 2021

Sucede… así es la vida

Miguel Ángel Salabarría Cervera


Llegué a la Secretaría de Tránsito como a las nueve de la mañana para canjear las placas de mi auto, me formé pacientemente en la interminable fila fuera de las instalaciones, bajo los candentes rayos de sol.

Pasó un pequeño vendedor de periódicos y compré uno, lo hice por dos motivos: para leerlo haciéndome la espera amena, además y lo principal, cubrirme de los rayos solares que ya amenazaban con filtrarse entre las nubes.

Me dije filosóficamente: «Hacer fila ilustra», porque se tiene la oportunidad de platicar con alguien y así sucedió, detrás de mí se formó una persona, al mirar resultó ser un compañero de infancia

─Me da gusto verte Macario.

─También a mí ─me manifestó.

─Las veces que nos hemos visto solo nos saludamos a la distancia, pero ahora tendremos tiempo para platicar porque hay muchas personas delante de nosotros.

Él rió estruendosamente como era su característica, al tiempo que me palmeaba la espalda.

─Quién sabe a qué horas saldremos de aquí ─le señalé.

─Sí, sobre todo yo, porque vengo a canjear tres juegos de placas.

─Te felicito, porque tienes tres vehículos, yo solo tengo uno.

─No te creas, son del senador, soy su chofer, y también hago estos trámites.

─Bueno, es parte del trabajo ─le respondí.

─Qué has hecho de tu vida, ¿dónde trabajas?

─Trabajo en la universidad.

─Con el senador trabajo hace quince años, desde que entró a la política

─¿Y la familia?

─En esto no me fue bien y ahora estoy solo.

─«Mas vale solo, que mal acompañado», pero lo importante es tener tranquilidad ─le comenté en broma.

─Eso sí, vivo tranquilo. Lo que me molesta es recordar cómo se dieron las cosas.

Me quedé callado respetando su confesión y miraba para otro lado, en ese momento pasaba un joven vendiendo aguas frescas, lo llamé para tomar una y le ofrecí otra a Macario, pagué ambos refrescos e indicándole que era para mitigar el calor que iba en aumento, él la aceptó con agrado.

Pensé que cambiaría el tema, porque mi intención fue distraerlo al invitarlo, pero sucedió lo contrario. Con más confianza comenzó a platicarme sobre su infortunio familiar.

─Te voy a contar, para hacer más corta la espera ─tomó un trago de refresco, se limpió la boca, perdió su mirada en los rayos del sol que caían ya con fuerza y prosiguió─, hace años tuve una mujer, la conocí tiempo atrás, trabajaba en un almacén de ropa en el centro de la ciudad, y como yo ando por esos lugares con el patrón porque ahí están las oficinas de gobierno, pasaba por el lugar de su trabajo. Hasta que un día me animé a hablarle y me contestó, a partir de ahí empecé a salir con ella, nos hicimos novios, así estuvimos seis meses, hasta que le pedí que nos casáramos por lo civil y por la iglesia como «Dios manda», la quería bien y por esto le propuse matrimonio, me sorprendió que ella me dijera que no creía en el casamiento, porque de no funcionar sería un problema la separación y más si yo quería tener hijos.

Lo interrumpí, para decirle que, si desde ese momento no se dio cuenta que era una mujer que no compartía las aspiraciones de él, porque no quería formar una familia como todos esperan, y por lo mismo no era una relación que tuviera futuro estable.

─Además ella me expresó que «eso de matrimonio ya estaba pasado de moda», y que no le gustaban los niños, porque eran muy molestosos y había que estarlos batallando. ¡Sorpréndete! ─exclamó entre risa y congoja─, además «iba a perder su cuerpo».

No pude menos que sonreír, para que no se sintiera ofendido solo le pregunté que si era muy atractiva.

─La verdad sí, era muy hermosa, hasta el día de hoy.

─Vamos avanzando porque la fila se ha reducido y ya pronto entraremos a las oficinas y dejaremos de sentir calor, porque el sol está más intenso ─le dije al tiempo que me cubría de los inclementes rayos.

─Sí, «ya falta menos que cuando llegamos» porque ya tenemos más de una hora esperando ─comentó en son de broma y añadió─, lo que me comentas de ella, me lo dijeron familiares y amigos, pera ya ves cómo se pone uno cuando se enamora, no entiende razones y se deja llevar por el corazón, sin medir las consecuencias.

Sin pensar en cómo me iría con ella, acepté todas sus condiciones y nos fuimos a vivir juntos a una casa que con anterioridad ya había adquirido pensando en algún día tener una familia. Cuando ella se decidió, le compré muebles y todo nuevo a su gusto pensando en hacerla feliz. Vivíamos enamorados y todo fue de maravilla durante tres años, me sentía contento y terminé aceptando que no era necesario el matrimonio ni la presencia de los hijos para vivir felices. A todos les platicaba que se habían equivocado con sus expectativas negativas sobre nuestra relación, porque vivíamos como nunca lo imaginamos.

─Entonces, si todo iba bien, ¿por qué te lamentas ahora de esta relación?

─Camina que ya entramos a la oficina, podremos sentarnos y dejar de asolearnos, solo nos faltan como veinte personas para ser atendidos ─me dijo Macario.

─Tienes razón, ya estuvimos haciendo fila bajo el sol más de una hora, justo es sentarnos y disfrutar el aíre acondicionado para seguir platicando.

─Así es, terminaré por contarte qué fue de la relación que tuve con esa mujer.

Se pone serio, fija la mirada en un punto perdido como si los pensamientos se le vinieran en vorágine, respira pausado e inicia su relato con voz entrecortada.

─Ya te comenté que soy chofer del senador y lo llevo a donde él requiera, cuando estaba en campaña, recorríamos el estado por varios días, ausentándome de la casa, yo me iba con tranquilidad confiando en ella porque siempre me decía que no tuviera ningún pendiente al quedarse ella sola, pues no tenía miedo y la casa estaba protegida.

─Macario, si te causa malos recuerdos, no tienes por qué platicarme.

─No te preocupes, que algunos ya saben el chisme ─agregó─, una noche llegué de viaje pasada la media noche, entré y vi por debajo de la puerta del cuarto en que nosotros dormíamos la luz encendida, me extrañó, porque a ella no le gustaba dormir con luz y además cuando se dormía no despertaba hasta la mañana, no sabía qué hacer, caminé sin hacer ruido y me puse a escuchar a través de la puerta, oí gemidos de placer, el cuerpo se me encendió de coraje… quedé turbado no sé cuánto tiempo transcurrió, cuando reaccioné saqué la pistola que llevo en el cinturón dispuesto a matarlos, abrí la puerta de una patada, y los apunté, ellos gritaron interrumpiendo sus besos y caricias, para cubrirse sus desnudos cuerpos con las sábanas, me quedé mudo de sorpresa, al descubrir que el hombre que estaba con mi mujer… ¡era mi padre!

No pude expresar palabra alguna, ante el amargo relato del mi amigo de infancia… ya repuesto de la sorpresa, le palmeé la espalda para demostrarle mi apoyo y le sonreí con aflicción. Él recuperado del momento que le hizo revivir sus palabras, me miró y expresó.

─Iba decidido a lavar mi honra, al escuchar como gozaban de placer en mi casa y cama, al verlos desnudos… me contuve y bajé el arma, no les disparé porque era mi papá, no quise hacer una estupidez que ahora estaría pagando. Ellos me miraban sorprendidos, pero no estaban asustados, solo se cubrían con las sábanas que yo había comprado, fueron instantes que no sé cuánto duraron; el silencio se rompió cuando mi padre dijo.

─¿Qué vas a hacer?

─¡Largarme!

Di media vuelta y me fui de la casa, abordé el auto para irme a un hotel, tuve ganas de emborracharme, pero el patrón me esperaba a las siete de la mañana y no le podía fallar. Salimos de viaje y regresamos a los dos días, eran como las nueve de la noche, me dirigí a mi casa, entré y ella estaba ahí como si no hubiera pasado nada. Cuando salí de bañarme, me había servido la cena y me esperaba sentada a la mesa como siempre hacía. Al ver su actitud cínica después de lo ocurrido, sentí coraje, pero me contuve. No sabía si hablarle o no, pero debía enfrentar la situación, así lo hice y solo acerté a preguntarle.

─¿Por qué me traicionaste?

─No lo sé.

─¿Cómo que no lo sabes?

─Bueno, tu papá venía a verte y tú nunca estabas y él se quedaba platicando conmigo luego se iba después de cenar.

─¡Pero eso no era motivo para que los dos me traicionaran!

─Pues no, pero nos fuimos teniendo confianza y empezamos a hablar de nuestros sentimientos, y poco a poco nos fuimos entendiendo en todo.

─Es decir, ¿qué no era la primera vez?

─Para que te echo mentiras. No era la primera vez, ni recuerdo cuantas veces se dieron nuestros encuentros íntimos.

─¡No lo puedo creer!

─Sucede… así es la vida.

Casi no probé bocado, me limité a tomar café, para despejar mi mente y organizar mis pensamientos. Después de un largo silencio la cuestioné.

─¿Qué vas a hacer?

─¿Qué vas a hacer tú? ─me reviró con altanería.

Me sorprendió su cinismo, ahora la conocía cómo era en realidad, pero ya no me enojaba, había digerido lo más difícil y con aplomo le contesté.

─Yo, quedarme en mi casa, tú te puedes ir.

─No te preocupes, ya tengo a donde ir y estaré muy bien.

Dicho esto, se levantó con altivez de la mesa, se dirigió al cuarto, yo permanecí en el comedor mirando la puerta sin saber cuál sería su reacción. Al cabo de una hora, apareció con dos maletas y unas bolsas, y con frialdad me preguntó.

─¿Quieres saber a dónde me voy?

─No me interesa.

─Te lo voy a decir, para que no te vengan con el chisme y estés preparado. Me voy a casa de tu padre.

No lo esperaba, pero no me causó sorpresa porque finalmente los dos eran iguales.

─Espero que te dure la relación ─le repliqué.

─Yo creo que sí, es más hombre que tú.

─¡Lárgate!

─Ya me voy, pedí un taxi y ya está pitando.

Salió dando un portazo y con ello se cerró el capítulo más amargo de mi vida.

─¿Qué pasó con tu padre?

─Supe que viven juntos, pues mi mamá ya tiene años que murió, no tenemos contacto, cuando lo veo en la calle, lo evito y sigo mi camino.

─Es lamentable y dramático lo que te sucedió.

─Así es, vivo solo desde hace cuatro años, estoy tranquilo trabajando y la vida sigue.

En ese momento me llamaron en una ventanilla y a Macario en la próxima, nos despedimos previamente con un abrazo e iniciamos el trámite de canjear las placas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario