Marielena Delgado
Departamento de Colombia*
02 de marzo de 1.871
Querido diario:
Primero te voy a bautizar pues vas a ser mi único confidente desde hoy, ¿cómo
te nombro? ¡Ah ya sé! ¡«Peludito»!, veo que tienes una llavecita para que solamente
yo te pueda abrir y depositar mis confidencias en tus páginas.
Bueno eres un
regalo de cumpleaños de mi padre. Te diré que hoy cumplí diecisiete años y
tengo una familia ejemplar, me siento bendecida por ser parte de los Paredes y
Arosemena. Mis padres me han dado una esmerada educación en el mejor colegio de
la ciudad. Somos una familia numerosa, vivimos en una hermosa casona solariega
en el Barrio San Felipe, mi madre dice: «Que pertenecemos a la más alta
aristocracia de la ciudad». A pesar de que para mí lo más importante es que mis
padres nos han sabido educar con valores muy sólidos como el amor a Dios, la
lealtad, la justicia y, aunque haya suficiente dinero, dice mi madre «Hay que
ser precavidos». Ahora que me presenté «Con formalidad», diría mi padre, te
pienso escribir mis impresiones, dudas e inquietudes más profundas, ¡tus hojas
serán las calladas cómplices de mi vida!
6 de marzo de
1.871
Querido diario, esta
mañana hacía más calor que otros días y la humedad era sofocante. Me asaltó de
pronto una inquietud inexplicable, como si estuviese destinada a conocer a un
ser especial o que algo trascendental tenía que vivir, no lograba comprender
esa sensación y compartí mi confidencia a Olga, mi paciente institutriz, ella
me dijo, «Son intuiciones femeninas señorita, no se preocupe mucho». Previo
permiso de mi madre me vestí con un fresco vestido campana color rosa, Olga me
comentó: «Hoy está usted muy linda señorita», y yo «Gracias, Olga» e iniciamos
el recorrido por algunas calles atestadas de comerciantes, luego fuimos al
puerto a observar qué habían traído de nuevo, respire el agradable olor a mar y
sentí la suave brisa que tanto me gusta y que atenuaba un poco el calor en esos
momentos; cuando de pronto me llamaron la atención unos sombreros hermosos que están
muy de moda. Me acerqué donde un joven agradable que conversaba con otros
comerciantes enseñándoles su mercadería. Cuando ellos se retiraron, él se
dirigió a mí estirándome su mano con aplomo y con una venia respetuosa y una
amplia sonrisa en su rostro me dijo:
—José Eloy Alfaro
Delgado, mucho gusto señorita.
—Ana Paredes y
Arosemena, el gusto es mío —titubeé
Intercambiamos unas cuantas frases, me enseñó
sus finos sombreros confeccionados en su país, Ecuador, en una pequeña ciudad,
llamada Montecristi, de donde es oriundo. Su mirada es chispeante, su manera de
hablar y ademanes demuestran una recia personalidad que me impactaron. Me
confesó que era dueño de Alfaro y Asociados, compañía importadora de finos
sombreros que hace algunos años logró formar en nuestro país y que, aunque no
necesita ofrecer su mercadería, ya que en la actualidad tiene pedidos al por
mayor, le gusta hacerlo para mantener el contacto con la gente y escuchar la
opinión de las personas. «Con todo respeto, personas lindas como su merced». Me
dijo y yo «Muchas gracias”. Todo cuanto me contaba me pareció muy interesante.
Ya en casa le dije a Olga «Ahora aprendí que son las intuiciones femeninas de
las que me hablabas».
07 de marzo de
1.871
Diario querido, no
he dejado de pensar en aquel joven, no sé si eso será amor, pero siento que un
calor me quema el rostro cada vez que lo recuerdo, temo que en casa se den
cuenta. Deseo verlo nuevamente, conversar con él, ver su cálida sonrisa y
sentir su mirada, estoy segura de que yo tampoco le soy indiferente. Mi corazón
palpita más acelerado solo recordando su presencia.
15 de marzo de
1.871
No te he escrito
algunos días, mi Peludito, ando algo inquieta desde el encuentro con ese joven,
a los nueve días de haber conocido a Eloy tuve la oportunidad de verlo otra
vez, ¡Ave María Purísima! Fue muy emocionante, sus ojos brillaron de emoción y
me dijo lo mucho que había pensado en mí, que era capaz de ir a buscarme, pero
no sabía exactamente donde… mientras hablaba me tomó de la mano y se fue acercando
más hacia mí, yo sentía desfallecer, su proximidad era tanta que Olga, mi
chaperona, tuvo que toser, él turbado se excusó diciendo que fue la emoción del
momento y mientras hablaba no soltaba su mano de la mía, mientras yo temblando
la fui sacando suavemente disimulando mi azoramiento. Desde ese instante no
quiso separarse, nos dijo con un tono firme: «Por favor bellas damas permitidme
acompañaros», y nos siguió a casa, pues quería conocer donde vivía para
presentarse ante mi familia. Nos encaminamos pese al nerviosismo de Olga que
insistía que mi madre reprobaría la visita de un caballero desconocido, que no
se había anunciado y además que era extranjero.
—No se preocupe
buena señora ya cumpliré con el protocolo y las normas familiares. Lo más
importante ahora es conocer el domicilio de la señorita Paredes, mis
intenciones son de absoluta seriedad.
—Sí Olga, no seas
quisquillosa por favor —le contesté sonriendo a pesar de mi nerviosismo.
Llegamos a casa un
tanto agitadas por la compañía, mientras caminamos me enteré de que tiene
veintinueve años y es todo un experto en política, ha viajado mucho y conoce
gente muy interesante. Ya en casa mi madre se sorprendió en primera instancia y
luego sometió a mí nuevo amigo a un corto interrogatorio del que salió
victorioso, además para mí sorpresa, consiguió la autorización para visitarnos
nuevamente y presentarlo ante mi padre ya que juntos decidirían el permiso
definitivo.
20 de marzo de
1.871
Querido Diario
Peludito, ¡no lo podía creer! No sé qué hace Eloy pues consigue imposibles.
¡Estoy feliz!... Cuando expuso su procedencia con mis padres dijo que empezó
como un comerciante de finos sombreros, trayendo y vendiéndolos, en un
principio era solo un negocio familiar, luego por la gran demanda en estas
tierras se pudo independizar y ampliarlo; así creó la compañía importadora,
ahora a sus apreciados sombreros les llaman: Panama hat. Mi padre, muy
serio lo escuchaba y de vez en cuando lo interrumpía para preguntarle alguna
inquietud de acuerdo con su narración. Continuó Eloy diciendo que su padre
Manuel Alfaro González, emigrante español, se casó con su madre, oriunda de
Montecristi, su padre le enseñó el mundo de los negocios, el arte de la guerra
y el amor a las libertades. Mencionó también que se encontraba en nuestro país
en calidad de exiliado político, ya que en el suyo corrían vientos
dictatoriales, y fue el cabecilla de una fallida revuelta contra el presidente
Gabriel García Moreno, que está considerado como un tirano y que junto al clero
tienen sumido al pueblo en la ignorancia, ¡en medio de una marcada desigualdad
social y, ¡puedes creer, Peludito!, que cuando toca estos temas ¡su rostro se
enciende y habla con vehemencia! Yo lo admiro y creo que estoy enamorada de él,
pero te confieso que me atemoriza esa pasión algo loca de Eloy por la política,
pues creo que es capaz de perder hasta la vida por sus ideales. Estaba algo
nerviosa por la opinión de mi papá José María hacia mi pretendiente, ya que él
es muy estricto en lo que respecta a las amistades, pero la conversación tan
elocuente y sincera, los modales tan gentiles que observó en Eloy hizo que, ¡mi
padre concediera el permiso para visitarme!, «Eso sí, siempre acompañada». Luego
a solas papá me dijo: «Hija parece un buen muchacho, emprendedor e inteligente,
solvente económicamente, pero me inquieta su ardor revolucionario y su trajinar
político, dicha situación siempre tiene sus riesgos, estaré atento». Yo atiné
en agradecer a mi padre, sorprendiéndome del poder de simpatía que irradia Eloy
no solo conmigo, sino con el resto de las personas.
15 de mayo de
1.871
Querido Peludito,
mi mundo cambió drásticamente a partir del seis de marzo que conocí a Eloy, me
sigue gustando leer poesías, tocar el piano, pasear en las tardes frescas
bañada por la brisa del mar con la fiel Olga, ¡pero nada se compara a los
momentos que paso en compañía de mi Eloy!, que con la venia de mis padres ya
fue aceptado. Mi admiración por él se está convirtiendo en amor. ¡Es tan tierno!
Me dice: «Anita querida, ¡tiene usted los ojos más bellos que jamás he visto!»,
es muy delicado y cariñoso. ¡Además, muy inteligente! No sé qué más podría agregar.
Sus ideas liberales y deseos de mejorar la calidad de vida de su gente me enternecen,
al igual que los anhelos de igualdad y justicia, aunque también me invade
cierto temor, como ya te he confesado. Su vida es muy interesante
como sus viajes, un día me decía entusiasmado haber conocido en Washington a
José Martí, otro día, a Antonio Macedo, jóvenes ilustres cubanos que luchan por
los mismos ideales que Eloy.
08 de enero de
1.872
Peludito querido, os
pido disculpas, pues te he descuidado un poco por tantos acontecimientos, pero
ahora es muy importante contarte que ¡Eloy pidió mi mano y pasado mañana nos
casaremos con el consentimiento de mis padres! Mi papá estaba un poco
reticente, pero mi madre se encargó de convencerlo ya que ella desde el
principio congenió con mi novio. ¡Estoy feliz!¡Emocionada y a la vez asustada!,
pues sé la gran responsabilidad que me espera, convertirme en esposa de un
líder político. Mis padres nos dieron su bendición, aunque antes mi padre le
advirtió a Eloy: «Mi hija está preparada para llevar un matrimonio como Dios
manda, pero siempre recuerde que ella es una joya preciosa y debe cuidarla como
tal».
10 de enero de 1.875
Han pasado tres
años desde que Eloy y yo contrajimos nupcias, fue un día muy significativo el
diez de enero cuando unimos nuestras vidas ante Dios y con la venia del sumo
Pontífice Edmundo López de la Catedral Metropolitana de Santa María La Antigua.
Mi padre organizó una gran recepción con muchos invitados de nuestra parte y
unos pocos amigos de Eloy, en su mayoría intelectuales, empresarios y unos pocos
familiares. Todo salió perfecto, ¡No cabía de tanta felicidad! Querido
Peludito, te he tenido abandonado por lo que te pido mil disculpas y en honor a
mi aniversario de bodas te escribiré los días diez, cada vez que sienta
predisposición para sentarme hacer un recuento de mi existencia. Vivimos tres
años de relativa paz en nuestra ciudad, tuve mis dos primeros hermosos hijitos,
Bolívar y Colombia, Eloy se dedica por entero a sus negocios, agrandó su
empresa Alfaro y compañía aprovechando que nuestro país vive actualmente
en bonaza económica por la construcción del canal, mi marido puede ayudar y
expandir su comercio, tiene tres hermanos estudiando fuera del país, empieza a
comerciar con Inglaterra, es agente de una línea de navegación alemana y tiene
acciones en las minas de plata Corozal. No me puedo quejar, querido
Peludito, Dios me ha dado un excelente esposo que suple todas mis necesidades
materiales y emocionales más allá de mis expectativas. Sin embargo, esta
relativa calma fue interrumpida cuando llegó la noticia: que el presidente
García Moreno muere y mi querido esposo siente la obligación moral de regresar
a su amada patria, sus coidearios lo esperan. Desde ese día se termina la paz
para mí y Eloy empieza un intrincado periplo por la lucha política de su país.
Sus reveses son tantos, que sus enemigos le han apodado «General de las
derrotas». Llega a casa cansado y algo frustrado por las deslealtades, pero
enseguida me dice: «Aún no me han vencido» y empieza a planificar otro golpe. A
decir verdad, mi vida no es fácil, cada que se ausenta mi alma queda en vilo,
empero lo amo y él me ama. Sabía de su gran misión desde que lo conocí. Mis
padres nos visitan de vez en cuando y mi papá al despedirse acaricia
tiernamente mi cabeza y me dice: «Hijita justamente esta vida apremiante era el
gran temor que siempre tuve, Dios te bendiga».
10 de enero de 1.879
No sé cómo empezar me han pasado tantas cosas,
pero comenzaré por abreviarte cuatro azarosos años de mi vida. Veo a Eloy como
se desgasta hasta el cansancio y siento que debo seguir apoyándolo, gran parte
de nuestra fortuna familiar se está usando para apoyar la sublevación armada.
En noviembre del año pasado lo apresaron y debí acudir al cónsul de Colombia
para que gracias a su intervención y a la defensa valiente de Juan Montalvo¹
soltaran a Eloy después de noventa y siete días de encierro. Se encontraba muy
enfermo, reumático e hinchado, ¡Por Dios me impresioné al verlo! Hasta necesitó
ayuda para caminar. Estuvo algunos días en reposo y se fue recuperando poco a
poco. Cada ataque suyo y de sus
Montoneros (cuerpo armado de la guerrilla) era repelido y derrotado. Pero
pronto se levantaba otra vez con más ímpetu.
Ya tenía más de un año que se emocionaba con
un proyecto muy ambicioso, el de construir el ferrocarril transandino. Me
comenta que la realización de esa obra constituiría un avance significativo
para el desarrollo comercial y turístico de la nación. Habiendo vivido gran
parte de su vida en el destierro, mi Eloy tiene una clara concepción
integracionista de los pueblos continentales. De igual forma su pensamiento va
más allá de sus fronteras cuando le escucho decir: «Hay que unir a las
Américas. Ese era el mandato supremo de Bolívar».
10 de enero de
1.895
Mi Eloy, en medio
de su trajinar político, cuando hoy llegó a casa me obsequió un gran ramo de
rosas, siempre está pendiente de nuestro aniversario, a pesar de sus múltiples
responsabilidades, no deja de sorprenderme. Peludito querido, sigue siendo mi
caballero galante, aunque hay ocasiones en que me refugio en el amor de mis
hijos y a ti no te puedo engañar, sufro por los continuos peligros que enfrenta
Eloy, temo por su vida en constante riesgo. Releo tus páginas de hace unos años
y recuerdo que fue justamente por esos ideales de libertad y justicia por los
que me enamoré de él, pero ahora me pesan mucho, mi Peludito, pido a Dios que me
de fortaleza para seguir siendo su compañera de vida. Junto a mis amados
hijitos, he llorado sus derrotas y vitoreado sus triunfos. Ocurrieron ciertos
cambios en la política ecuatoriana que desató el descontento popular, el tres
de enero estalló el escándalo de «la venta de la bandera»² obligando al
presidente actual, Luis Cordero Crespo a renunciar a su cargo.
10 de enero de
1.896
En junio del año pasado, después de tantas
batallas, al fin y triunfa la Revolución Liberal en Guayaquil, Eloy estaba conmigo
en Panamá y fue proclamado jefe supremo por lo que regresa a su patria siendo recibido
como un héroe y reverenciado por muchos compatriotas. El veinte de agosto del mismo año piso por
primera vez tierras ecuatorianas con mis hijos cuando su padre estaba ya declarado
presidente del Ecuador. Aunque había que esperar que se dé una instancia legal
para que asuma el poder. Por fin se hizo justicia y logra que la Asamblea
Constituyente lo apruebe y debe gobernar en el período de cuatro años (desde
1.897 a 1.901). Guayaquil con su clima parecido a Panamá y la amabilidad de su
gente hizo agradable mi estancia y acoger estas tierras como mi segundo hogar. Eloy,
congruente con sus ideales libertarios americanistas, a fines de ese mismo año
se atrevió a escribirle a la Reina Regenta de España para que concediera la
independencia de Cuba. Pienso que estas líneas que se iniciaron como un
pasatiempo juvenil, el día de mañana constituirán un legado familiar.
10 de enero de
1.906
Mi Eloy ahora
tiene la gran oportunidad de hacer muchas reformas trascendentales por el bien
de las mayorías, pero son muy duros tiempos, los ricos terratenientes, los
conservadores y hasta el clero declaran abiertamente su oposición por los drásticos
cambios que ha promovido en el país y que afectan a sus intereses económicos y
políticos. La Iglesia es dueña de extensas propiedades urbanas y rurales, además
los curas controlan los matrimonios civiles, nacimientos y defunciones; Eloy
crea el Registro Civil dejando insubsistente a las autoridades eclesiásticas que
imponían su criterio religioso al extremo de no considerar ciudadanos a quienes
carecían de fe de bautismo y por ende no podían estudiar, ni ejercer cargos
públicos; mediante decreto presidencial promulgó la libertad de culto. Eloy separa
la Iglesia del Estado, mediante leyes que empiezan a ejecutarse, abolió el
famoso «diezmo» que constituyó una de las tantas fuentes de enriquecimiento del
clero. Confisca sus bienes y establece el laicismo. La educación empezó a ser
obligatoria y gratuita para hombres y mujeres. Fue una verdadera revolución.
Sus contrincantes políticos y el clero ahora le apodaban: “Encarnación del demonio»,
«Anticristo», entre otras barbaridades. A pesar de esas acusaciones, mi querido
esposo siempre lleva un escapulario, fue bautizado y contrajo matrimonio
eclesiástico, además pertenece a grupos masónicos internacionales que reconocen
la existencia de Dios. Él no está en contra de la Iglesia, sí en contra de los
abusos de poder. Llega a casa cansado de tanta incomprensión y traición y por
momentos se olvida de esa dura batalla y se convierte en un esposo dedicado y
un padre muy cariñoso. A pesar de la fuerte oposición política, el sector
bancario tuvo una rápida expansión, el laicismo se fue consolidando, los exportadores
también veían con buenos ojos el desarrollo comercial dejando atrás al viejo
sistema feudal. Pienso que, gracias a estas circunstancias y a la necesidad de
culminar ciertas obras inconclusas, como el ferrocarril, se fueron creando las
condiciones para un segundo periodo presidencial (1.906 a 1.911).
10 de enero de
1.920
Ya son ocho años
de la muerte de mi adorado esposo y me cuesta mucho continuar viviendo. La
depresión fue tan grande que no tenía fuerzas para narrar mi vida en ausencia
de quien fue mi gran amor. Siento que son las últimas líneas que te escribo Peludito
querido, testigo de mis vivencias, haciendo un resumen de nuestras vidas, puedo
deciros hijos míos que vuestro padre, en tan solo siete años en el poder,
trasformó la República y pudo cumplir su sueño por el que tanto batalló junto a
sus montoneros durante treinta y un años. El veintiocho de enero de mil
novecientos doce fue un día trágico y una página negra para la historia del
país, una turba enceguecida y azuzada por la prensa y los enemigos sacan a Eloy
del panóptico, lo asesinan, lo arrastran y lo incineran junto a sus hermanos y
otros líderes. A este execrable hecho le han denominado «La Hoguera Bárbara» y
ha sido repudiado a nivel internacional como un acto de barbarie y violencia
insólita. Para mí y vosotros mis hijos queridos, a quienes dedico estas últimas
páginas, constituyó el día más amargo de nuestras vidas, no podía creer tanta crueldad
e ingratitud.
Como tú ya sabes, Esmeralda,
hijita querida, estoy ciega y agradezco vuestra ayuda en plasmar las últimas
páginas de mi querido Diario Peludito, costumbre que empezó a mis\ diecisiete años.
Mi hijo Olmedo está dedicado a reivindicar en sus escritos la memoria de vuestro
padre y su posición política. Yo sencillamente te puedo asegurar, hija mía, que,
con este macabro acto, pudieron desaparecer su cuerpo, pero jamás sus ideales.
Luego me enteré de que cuando condujeron a tu padre a Quito, paradójicamente en
el mismo ferrocarril de sus sueños, para la inmolación, en la parada de Huigra³,
Eloy, ya intuyendo su fin, le dijo al italiano Catani, dueño del hotel:
«Despídame de mis hijos, que acompañen a su madre, que no beban nunca, pues no
hay nada peor que la embriaguez». «Dígales usted, que voy a morir, pensando en
ellos, hijos queridos de mi alma». Siendo guerrero y
pensador, estadista y gobernante sostuvo que «El padre de familia,
sacrificándose siempre por la causa pública. Trabaja no solo por la felicidad
general, sino por la felicidad de sus descendientes en particular». También
decía «Nada para mí, todo para la patria». Tengo tantos recuerdos de sus frases,
sus avatares, continuamente pensando en los demás, su franqueza y nobleza de
espíritu siempre vivirán en nuestros corazones hijos míos y, a lo mejor,
también en el de mucha gente.
Fue el amor de mi
vida y doy fe de su loca pasión por las causas populares, me consta su
honestidad, pasamos etapas de pobreza porque su prioridad era la patria. Tu
padre fue mi mundo hijita, puedes leer mi diario, mi niña, ahí detallé gran
parte de mi vida con fechas. Sé que mi Eloy luchó hasta el final. Esposo
idolatrado, padre cariñoso y hogareño; no merecía aquel fin tan espantoso. Ahora
ciega, siento que son mis últimos días, mis ojos ya no quisieron ver las terribles
injusticias acontecidas. Cumplí ya sesenta y seis años y recordando mis
vivencias de muchos años atrás concluyo que, a pesar de todo, valió la pena ser
la esposa, compañera, confidente y amante del mejor presidente que ha tenido el
Ecuador, el ser humano más noble y valiente que he conocido. Hijita de mi vida,
te doy la bendición a ti y por favor hazla extensiva a tus demás hermanos
porque ya las fuerzas se me están agotando y siento que mi hora final se está
acercando.
25 de mayo de 1.920
PD. Mi madre
querida, dueña y autora de este diario falleció hoy con la satisfacción del
deber cumplido. Fue una abnegada esposa y madre que con su ejemplo dio
lecciones de vida a sus hijos y demás generaciones. Fallece ocho años después
de la muerte de mi padre y cinco meses después de haberme dictado su capítulo
final. Madre querida, descansa en paz y ahora junto a mi padre se seguirán
amando como el primer día en que se conocieron. Te amo hasta el infinito,
Esmeralda Alfaro Paredes.
*Departamento de Colombia, ahora
Panamá.
¹. Juan Montalvo destacado, ensayista y
novelista ecuatoriano, su pensamiento liberal y anticlerical marcó un hito en
la historia del periodismo ecuatoriano.
².
La venta de la bandera.-Los sucesos se iniciaron a fines de
1894 cuando China y Japón se encontraban envueltos en guerra, y este último
país necesitaba con urgencia adquirir armas para su defensa. Al ser notificado
del conflicto el Ecuador no se declaró ni neutral ni beligerante, no así Chile
que adoptó la neutralidad y, en consecuencia, de acuerdo con las normas de
derecho internacional estaba impedido de vender armas a los países en
conflicto; más, como deseaba vender al Japón el crucero de guerra “Esmeralda”,
se valió para el caso de un medio al parecer inocente y sencillo: la falsa y
doble transferencia del buque “Esmeralda”, figurando como que el Ecuador lo
compraba a Chile y lo vendía luego al Japón.
³.Huigra, parroquia rural del cantón
Alausí, donde confluye gran parte del turismo vía tren en el Ecuador.
Bibliografía: Los últimos días de Alfaro.
Diario El Comercio. Documentos para el debate PDF
28 de enero, La Hoguera Bárbara. Centro
cívico, Ciudad Alfaro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario