miércoles, 18 de marzo de 2020

Hamac Caziim


Yadira Sandoval Rodríguez

El concierto de rock está por iniciar en el parque recreativo de la ciudad. Los jóvenes se enfilan para acceder al evento emocionados por escuchar a las bandas tocar. A lo lejos se escucha una batería. Los técnicos de sonido están trabajando con los micrófonos y las bocinas: «Uno, dos, tres, probando, probando…». El verano ha iniciado y la administración del parque organizó el evento en el área de las albercas para darle la bienvenida a la temporada y aprovechar que los jóvenes han finalizado su año escolar.
El cuerpo de seguridad les pide a los jóvenes abrir sus mochilas, estos últimos los revisan de hombros a tobillos buscando algún objeto que pudiera ser sospechoso o amenazar la seguridad del lugar; encuentran algunos porros de marihuana, se los retiran, uno responde: «Es marihuana, señor, no hace daño, venimos a divertirnos».   
Los organizadores del evento dan la bienvenida a todos e invitan a subir al escenario al primer grupo. Los jóvenes aplauden, otros chiflan y el grupo dice: «Uno, dos, tres» y suena la guitarra junto con la batería. Las mujeres gritan de la emoción, los chicos empiezan a mover sus cabezas hacia enfrente y atrás al ritmo de la música, después de estar tocando por quince minutos, uno de los organizadores sube al escenario junto con un joven indígena vestido de negro, paran en seco a los músicos, un silencio se apoderó de la noche. El indígena vestido de negro agarra el micrófono y dice: «Mil disculpas por interrumpir este concierto. Hace una hora un helicóptero del Gobierno mexicano disparó a nuestra comunidad en Punta Chueca. Yo pertenezco al grupo indígena los Comcaac, ustedes nos conocen como los seris, y me duele lo que está pasando. Hoy, nos trasladamos a la ciudad para tocar con ustedes, somos la banda de rock Hamac Caziim. Hace tres años iniciamos con este proyecto. Hemos mezclado nuestra lengua materna junto con la música de rock, con el fin de que no muera nuestra lengua. A nuestra comunidad han introducido vicios como: la droga, el alcohol y la violencia. Los más jóvenes están influenciados por la moda de la ciudad, es por eso que hemos recurrido a divulgar los cantos de nuestros ancestros mezclado con la música de occidente para darle mayor difusión a nuestra lengua y no perder la identidad. Comprendemos que no podemos estar aislados del mundo, es por eso que estamos aquí. Ustedes viven en la ciudad y lo tienen todo, pero los jóvenes indígenas no, nosotros hemos pasado por pobreza, hambre y despojo de nuestro territorio. Esta noche no tocaremos porque somos de la guardia de seguridad y debemos proteger a la comunidad. Gracias por la invitación». El muchacho le entrega el micrófono a Ramona, quien es la organizadora del evento, le da las gracias, ella le dice que estará al pendiente de lo que pasa. Ambos se despiden con un abrazo. Ramona ve rostros desconcertados sin saber qué hacer, algunos preguntaron qué es un grupo indígena, otros se burlaron de ellos, e iniciaron a responderse unos a otros: «Lee way, qué no fuiste a la escuela», al ver que se estaba haciendo un alboroto intervino Ramona e hizo subir al siguiente grupo, todos aplaudieron y el evento continuó.
Ella sabía que en su ciudad las clases sociales estaban muy marcadas debido al desarrollo tecnológico proveniente de empresas extranjeras que se establecieron en la región, elevando el nivel económico de unas cuantas familias, permitiéndoles desplazarse a las ciudades fronterizas de Nogales Arizona, Tucson y California para gastar su dinero, en vez de invertirlo en la cultura del lugar, algo absurdo para ella. Ramona en su afán de unir el mundo mestizo con el indígena invitó a la banda de rock Hamac Caziim para que se diera a conocer esta propuesta musical e iniciara un movimiento cultural en la ciudad.
Al día siguiente, Ramona revisa los periódicos y lee: «Un helicóptero del Gobierno respondió a los disparos de un hombre de la comunidad los Comcaac conocidos como los seris en Punta Chueca. El oficial afirma que disparó en respuesta al tiroteo iniciado por un indígena apodado el Pollo». Ramona se queda seria, abre su página de Hotmail y le escribe a Israel: «Buenos días, Israel, ¿cómo estás? Acabo de leer las noticias de lo sucedido en tu comunidad. ¿Cómo están todos? Espero que las autoridades del Gobierno municipal puedan ayudar, porque quienes entraron a tu comunidad son federales. Por lo que leí, ellos andaban en busca de un narcotraficante. Terrible la situación. ¿En qué puedo ayudarlos? Que estén bien. Atte. Ramona».
Pasaron dos días del mensaje e Israel responde:  
Muchas gracias muchachaaaa por su mensaje, estmos vien todos en la comunidad. El peligro paso, pero yo si deseo platicar con usted. La proxima semana voy a la ciudad, ¿puedo verla?
—Gracias, Israel. Me agrada leer que todos están bien. Claro, cuando gustes, te invito un café. Te paso mi teléfono 6621567890. Márcame cuando andes aquí. Que estés bien. Cuídate.
Pasaron los días e Israel contactó a Ramona quedaron de verse en un centro comercial de la ciudad, en el área de venta de comida, ella pide un café, él un refresco de Cocacola, Ramona lo aborda con preguntas sobre el grupo y su comunidad. Él se mantiene serio, la observa, sin hablar. Su presencia impone, al igual su estatura, Ramona le calcula casi los dos metros, después él dice: 
—Sé que te incomodé, pero trato de ver tu mirada. En mi cultura la mirada de las personas es importante porque a través de ella vemos su alma.
—Pero, ¿cómo puedes hacer eso?
—Después te lo explico, en este momento deseo pedirte un favor. Tenemos tres años con el proyecto de Hamac Caziim y deseamos que alguien nos ayude a contactar otros eventos. Aparte deseamos grabar nuestro primer disco.
—¿Deseas que trabaje para ustedes como su manager?
—Así es…
—Está excelente. Se pueden dar a conocer aquí en la ciudad, mientras buscamos otras puertas a nivel nacional e internacional. Su proyecto tiene mucho potencial.   
—Bien. Hemos tenido invitaciones de otros lugares, pero no sabemos contestar a una serie de documentos que nos piden y otras cosas, nosotros solamente queremos tocar y ayudar a nuestra comunidad. Es por eso que te estoy pidiendo ayuda. Nos caíste muy bien, ya hablé con los muchachos y dijeron que sí.
—Excelente, ¿por dónde comenzamos?
—¿Puedes ir a visitarnos a Punta Chueca?
—Sí.
—Entonces te esperamos allá. Por mensajes me envías el día y la hora.
—Perfecto, es probable que sea este sábado, estaré libre voy a invitar a un amigo para que me acompañe.  
Israel le extiende la mano y le da las gracias. Los dos se despiden.
Ramona llega a su casa se comunica con su amigo Tomas y le platica todo, a él se le hizo interesante la propuesta y dijo que sí la acompañaba. Quedaron de verse a las 7:00 a.m.
—Hola, Ramona, ya casi no iba, unos amigos me dijeron que los seris son muy peligrosos. 
—Esperemos que no nos balaceen —dijo Ramona y se rio de él.
—Estás loca, Ramona.
—Estoy en lo correcto, ¿qué no?, ja, ja, ja, ja…
Ramona le guiñó el ojo derecho para que se tranquilizara.
—Nos están esperando, Tomas, no te preocupes, tendrás a toda la guardia de seguridad seri cuidándote. —Qué chistosita eres. Súbete pues —dijo mientras prendía el carro.
—Tomas te voy a explicar el proyecto y te leeré sobre este grupo indígena para que aprendas de su cultura y no seas tan ignorante, bro…, ja, ja, ja, ja…
—Chistosita…
—Aquí dice que el nombre seris, herís, o heres es como los españoles llamaron al conjunto de grupos nómadas que habitaban a lo largo de la tierra continental y las islas del tercio medio del Golfo de California. Los españoles tomaron este nombre de los Yaquis, quienes les llamaban así “Seri” que quiere decir “Los que salen de la arena o los que viven en la arena”. El hábitat antiguo de los seris eran las playas y la zona desértica de la parte costera del Estado de Sonora, desde Caborca hasta Guaymas, y hacia el interior del macizo continental, más allá de la ciudad de Hermosillo. Los nómadas seris constituían seis grupos en el momento del arribo de los conquistadores españoles a su territorio… aquí dice, bro…, que es el único grupo indígena de México que no pudieron evangelizarlos los españoles, es decir, la religión católica no pudo entrar con ellos, por su condición de nómadas y rebeldes. Ya sabemos de dónde viene su fama, bro… se dice que hasta 1929 se pudo tener contacto con ellos. Y que en 1951 llegó al territorio seri, una pareja de esposos norteamericanos lingüistas decididos a trabajar con ellos y aprender sobre su lengua, ellos fueron Edward y Mary Beck Moser, al igual la Iglesia Apostólica de la Fe en Cristo Jesús todos gringos, bro…que a estos sí les hicieron caso y que a los mexicanos no, de hecho, aquí dice que nosotros somos sus enemigos en vez de los gringos. Está cabrón, bro… dice también que en la década de los cincuenta entró mucho lingüista norteamericano a México para trabajar con los grupos indígenas con el fin de aculturizarlos al modo occidente, fue un convenio entre el país y los güeros… y como estos los trataron bien, pues que los aceptaron porque tenían muchos problemas con los pescadores mexicanos. ¿Lo puedes creer, bro…? Aparte dice que su lengua no tiene ninguna relación con los grupos indígenas de Mesoamérica, ni con las comunidades que se encuentran en el resto del norte, es decir que son únicos. ¡Interesante!
—No sabía eso.
—Ves que te digo, vas a aprender mucho con esta visita. También dice que son dos comunidades en donde viven los seris: Punta Chueca y Desemboque. La verdad, no sabía de este otro lugar.
—Oye, Ramona, ¿y no sabes si todavía hay seris viviendo en la Isla del Tiburón?
—Ahorita vamos a saber. Cuenta la leyenda que hace mucho tiempo un seri de nombre Coyote Iguana, se robó a una mucha de Hermosillo, ella era hija de españoles ricos, su nombre era Lola Casanova.
—Sí, recuerdo esa historia.
—Oye, bro…, estamos por llegar a Bahía de Kino viejo, te puedes estacionar cerca de la playa, quiero tomar unas fotos y aprovecho para marcarle a Israel, me comentó que andaría aquí.
Ramona tomó unas fotos, después le marcó a Israel, este le contesta y les dice que los está esperando en la entrada a Punta Chueca, se quedaron de ver en el museo dedicado a la cultura Comcaac.
—¡Hola, ¿cómo estás, Israel?! —exclama Ramona al bajar del carro.
—Bien —contestó serio el joven indígena.
—Israel, él es Tomas, un amigo.
—Hola, mucho gusto, Ramona me platicó de ustedes —contesta Tomas emocionado.  
—Qué bueno, joven —responde Israel sin expresión en su rostro—. ¿Están listos para viajar a mi tierra?
—Claro —dijeron Ramona y Tomas.
Entraron por una carretera sin pavimentar, de pura terracería, en el trayecto Ramona iba tomando fotos, el paisaje se le hizo impresionante, los cerros de color marrón, café y verde, el palo fierro y el ocotillo se veía por todas partes, al igual los sahuaros, estos se los imaginaba como seres humanos hechizados por algún brujo: «No hay duda, el desierto tiene carácter, Tomas, me imagino a los seres gigantes desplazándose de un lugar a otro por el desierto, bro… leí que fueron los ancestros de los seris, los cuales llegaron a medir tres metros de altura».
Después de manejar por cuarenta minutos entraron por un camino que los condujo a un pueblito, el cual está situado enfrente del mar, a lo lejos se divisaba la Isla del Tiburón, los dos se emocionaron mucho. Se estacionaron en una escuela, al bajar Israel les dice que es la escuela tradicional de la comunidad donde el consejo de ancianos se reúne para hablar con la comunidad y enseñar a los niños sobre sus tradiciones. Ramona bajó con una caja de juguetes usados para entregárselos a los niños, emocionados estos se la quitan, ella trata de darle orden a la repartición, hasta que alguien acude a ayudarla, al mismo tiempo unas mujeres vestidas con faldas largas de diferentes colores con cabellos debajo de la cintura color azabache se acercaron para venderle artesanía. Ramona no sabía qué a hacer. Tomas se acerca y terminan de entregar los juguetes, compran dos collares con conchas de mar, uno se lo entrega a Tomas y el otro se lo pone ella. Israel los hace pasar a la escuela, se les acercan tres perros con sarna, no quiso poner mala cara, porque sabía que no era correcto, un señor de edad avanzada se los espantó.    
Israel llega con sus tres compañeros, Ramona presenta a su amigo y empieza la reunión. Da una introducción sobre la importancia de darse de alta en Hacienda. Los muchachos dijeron que no: «Es como venderles el alma a ellos», los jóvenes indígenas se rieron, Ramona les explica qué significa la deducción de impuestos: «Muchachos, vamos a cobrar por concierto y quienes organizan los eventos piden unos recibos los cuales se tienen que presentar en hacienda para el pago de impuestos, porque se maneja dinero, cada empresa e institución tiene que comprobar de dónde sale el dinero, no puede andar circulando dinero por el país sin saberse de dónde procede, esas son las reglas de la economía». Israel dudó, pero Ramona le dijo que no se preocupara que era un requisito necesario para que ellos pudieran recibir el pago por concierto. Les habló sobre derecho de autor entre otros temas. También les pidió que tocaran para escucharlos. Los muchachos dijeron que sí, la llevaron al lugar donde ensayaban, empezaron a tocar, a Tomas le gustó cómo se escuchaban los instrumentos al estilo heavy metal con la mezcla del sonido de una concha del mar junto con su lengua, el vocalista apodado Indio, cantó de espaldas a Ramona, ella preguntó que si así era en todos los lugares. El respondió que sí, entonces trató de explicar de la importancia de dar la cara al público. Indio dijo que estaba bien.
—Buscaré la forma de trasladarlos a la ciudad en cada concierto.
—Bien —dijo Israel.
Los indígenas no hablaron mucho, solo dieron las gracias. Ramona no dejaba de observar sus cabelleras largas debajo de la cintura, el color azabache y brilloso. Terminaron la reunión, los jóvenes se despidieron, Israel se quedó con ellos un rato más. Los llevó a presentar con su esposa, dos niñas y su niño, la esposa era mestiza de Bahía de Kino, una bella mujer. Ramona se imaginó a Lola Casanova. Después los llevaron a conocer la Isla del Tiburón, los dos se subieron en una panga y el trayecto duró unos quince minutos, llegaron a una llanura con árboles y arbustos de todos tamaños rodeado de montes. En el lugar se divisaban borregos cimarrones, Ramona no lo podía creer, en eso le dice Israel:
—Esos borregos son cazados por extranjeros.
—No deben permitirlo, pobrecitos esos animalitos, están preciosos —responde Ramona.
—Ni modo, niña, de alguna forma debemos seguir sobreviviendo.
—Tiene que haber otras opciones.
Israel solo se le queda mirando. Regresan al pueblo y se despiden.
Al llegar a su casa Ramona se comunica con un amigo fotógrafo y le explica el proyecto, le pide una sesión de fotos para el grupo, ya que las necesita para hacer una página web, buscó la agenda de los conciertos y eventos en el país y empezó a enviar información sobre ellos. En dos semanas de planeación y organización ya tenían su primer evento en una pizzería de la ciudad. A la dueña le gustó la propuesta, buena opción para difundir el lugar. Al evento acudieron varios jóvenes que asistieron al concierto en el parque, quienes se quedaron con las ganas de escucharlos. El evento fue todo un éxito, al terminar, Ramona los reunió para hacerles varios comentarios acerca de su desenvolvimiento arriba del escenario, dinámica que empezó a utilizar para ayudarlos a mejorar en su interpretación musical: «Indio, necesito que te muevas más, que no te quedes parado en un solo lugar, tienes una hermosa cabellera, lúcela en el escenario, checa a los rockeros cómo se mueven, puedes danzar al ritmo de la música, con eso lograrás que las personas se animen a bailar cuando ustedes estén tocando y ustedes también lo van a disfrutar».   
Los próximos conciertos transcurrieron en una dinámica de ir mejorando su interpretación arriba del escenario, al grado que cuando terminaban de tocar las mismas personas gritaban: «¡Otra, otra, otra…!», cosa que empezaba a emocionar a los indígenas. Viajaron a Monterrey, al Tajín en Veracruz, a la Ciudad de México, San Luis Potosí, Magdalena, Empalme y Álamos, Sonora; tuvieron encuentros musicales con los indígenas de nombre Navajos de Estados Unidos y de otros países. Cada día iban creciendo y desenvolviéndose mejor en su música.
Ante tal dinamismo musical, otros jóvenes de la comunidad indígena empezaron a tomar clases de música y a formar sus propios grupos, dejando de lado los vicios ya que la vida les estaba ofreciendo otras oportunidades. La intención de Israel Robles Barnett se consiguió, hasta que un día la muerte lo llamó, iba en su carro por la carretera de Puerto Libertad rumbo a Punta Chueca jugando carreras con otro de su comunidad, la velocidad era su talón de Aquiles, su esposa lo regañaba mucho, hasta que un día no pudo maniobrar bien el volante, por lo rápido que iba, el impacto fue tan fuerte que no sobrevivió al golpe, nadie lo podía creer.

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