lunes, 13 de agosto de 2018

Bajo llave


Camila Vera


«Hoy me toca trabajar en la noche, no llegaré tan tarde. Irás a dormir, traeré a alguien, no digas nada, no te incumbe quién será, cuidarás bien a tu hermano. Tú sabes lo mucho que te quiero, hijita». Se despidió dándome un beso en la frente y cerrando la puerta lo más despacio posible, pero las gastadas bisagras hacen un ruido que podrían despertar a todo la cuadra, así que empezó a llorar Mike desde la cuna en nuestra habitación, esto de ser niñera no se me da, pero no hay más opciones… debo hacerlo.

Mike llora de una manera única, es imposible calmarlo y aún peor hacer que vuelva a dormir, por eso, si tengo que salir prefiero hacerlo por la ventana, es mucho más sencillo. Mi hermanito nació el 11 de mayo de 1978, tiene un bello cabello ondulado y tan claro como los días de intenso calor, su piel es blanca, sus ojos te permiten ver el interior de su inocente alma, me encanta coger sus rulitos y jugar con ellos entre mis dedos cuando trata de dormir. A veces solo me quedo mirándolo, es el bebé más lindo que puedes imaginar. Creo que sería más fácil si mamá nunca lo hubiera traído, porque al  llegar ella oliendo mal, golpeando todo y diciendo groserías, se vuelve complicado tapar sus acciones, en algún momento será mayor y cuidar de él mientras debo ocultarle cosas no será sencillo. Yo ya me acostumbré a este estilo de vida, solo hay que cerrar los ojos, eso es suficiente, ayuda mucho, deberían intentarlo.

Mike preguntó por mamá como de costumbre después de merendar, la idea de que salió por panecillos ya no le parece tan creíble; respiré profundo y le dije que regresaría pronto, me creyó de alguna manera, lo que fue interesante, ¿cómo calmas la curiosidad de un niño de cuatro años? A falta de ideas jugué una última carta para mantener el secreto de mamá como ella quiere, bajo absoluta llave…

Esta noche Mike se durmió bastante temprano y muy rápido, suspiré de alivio porque ya podía descansar, son las once de la noche. Nosotros dormimos en la misma habitación y mamá tiene una cerca de nosotros, justo atrás de la cocina, lo que resulta un problema, hace mucho ruido y debo cerrar la puerta para evitar la incandescente luz del pasillo.

Mientras seguía viendo las estrellas por la ventana, imaginando qué increíbles secretos guardan entre su luminoso brillo, sonó la nada discreta puerta, era mamá, son las tres de la mañana, no he podido dormir. Sus grandes zapatos de tacón suenan contra la baldosa y juega con las llaves para indicar que es ella, pero esta vez había más que solo los típicos ruidos que hace ante su llegada, venía acompañada y agitada. Escuché cosas caer y quejarse demasiado, no era como siempre, sino gritos de verdad. Me asomé por un agujero que hay en la pared, era un señor bastante alto y con cabellos oscuros, tenía un sombrero en la mano y vestía de traje, muy elegante debo indicar; le reclamaba algo a mamá, pero no comprendía que quería de ella, la empujó contra la mesa de madera donde desayunamos, la tomó del cuello con su gran mano. Una de las reglas de mamá es: «no salir de la habitación sin importar lo que ocurra», pero no podía permitir que aquel sujeto hiciera lo que sea que hacía. Discutía con mi cabeza entre ir o solo ver, mi mamá se puso de rodillas a sus pies, hubo un pequeño silencio y se acercaban a las habitaciones; los alaridos regresaron pero eran más fuertes, ahora mamá gritaba, suplicando por más tiempo, que haría lo que fuera, el hombre tiró un jarrón al piso, y dijo que ella debería pagar de alguna forma la deuda.

Fue cuando Mike despertó corrí a su cuna y lo abracé, no sé qué ocurrió después, pero los quejidos regulares salían de la habitación de junto, ¿cómo explicaría a mi hermanito lo ocurrido?, empezó a llorar; otra de las reglas es: «nada de ruido cuando regrese». Tenía que hacer algo, entonces le dije: «¿Quieres que te cuente qué está pasando afuera?». Movía la cabeza afirmando lo que le decía, por lo tanto empecé.

─Mamá acaba de llegar de una misión ultrasecreta que tenía que cumplir. Debes prometer que no le dirás a nadie. ¿Recuerdas que mamá se va y regresa muy tarde? Es por eso, no te lo podía decir porque aún eras muy pequeño, pero ahora mírate, ya podrías ser un caballero de segundo mando. Mamá antes de irse sacó su armadura, está escondida, por eso no la hemos visto y no se la puedes pedir. Hay mucho ruido porque da pequeñas fiestas privadas en su habitación para pagar algunas cosas que necesita en las misiones, esos que de vez en cuando escuchamos en su cuarto. ¡Ay! pero no te he contado la mejor parte, la tarea que tuvo hoy; fue a un valle oscuro, tenía que hacer mucho silencio porque podía despertar a las criaturas del lugar, pero pisó una rama haciendo que la escuche un gigante vestido con un traje bastante elegante para ser un feo hombre de las cuevas, quería apoderarse de todo y sacar a mamá del cuartel donde trabaja, porque ella descubrió las cosas malas que hacía el gigante. Empezaron a pelear, mamá tiraba golpes y el gran hombre los recibía, ¿te lo estás imaginando?, mamá no se dejaba, pero la tiró al suelo, creí que perderíamos la pelea, y aun así le lanzó arena a la cara, tropezando con una roca; lo ató mamá a un fuerte tronco y empezaron a hablar, llegaron a un acuerdo para mantener a mamá en el cuartel sin ningún resentimiento, el gigante no quería aceptar el trato pero creo, por lo que he escuchado, lo hizo.  ¿Ves como mamá es una superheroína?, ella no permitiría que algo malo nos pasara, y creo que está festejando el logro. ─Me quedé callada esperando que la fantástica historia sea creída.

─¿Eso es veldad? Ana, mamá es fantástica, ¿podemos il a festejal con ella? –dijo.

─Claro que no, Mike, sabes que mamá tiene reglas y hay que seguirlas, ya duerme, nuestra gran madre también debe descansar. ─Al parecer eso fue suficiente, no se volvió a despertar hasta el siguiente día.

Como ya es costumbre me levanto temprano y reviso que mamá siga viva en su cuarto. Una vez no despertaba, me asusté demasiado, Mike tenía un año, y yo no entendía las cosas como ahora, llamé a un vecino que vino corriendo a casa, resulta que mamá había tomado algo para dormir pero se le había ido de las manos. Así que ahora para no volver a pasar por eso me cercioro de que está en su cama y respira. Hago el desayuno y limpio un poco los desastres de la noche. Pegué el jarrón, mamá lo adora, lo hizo cuando era pequeña, dice que es lo mejor de su infancia; con esta ocasión es la tercera vez que lo reparo.

Mi palabra favorita es «gratis», podría describir mi vida con ella, ponte a pensarlo, la felicidad es gratis, los abrazos son gratis, las sonrisas son gratis, no entiendo cómo es que la gente lo olvida. A veces cuando mamá no puede venir por mí a la escuela o pagar la cuota me quedo ayudando en el bar, haciendo que mis conocimientos de cocina sean también gratis, como todo lo que aprendí sobre literatura; el guardia de la puerta fue un buen profesor de literatura antigua y me enseña todo lo que puede cuando faltan los maestros. Yo diría que él, más la señora del bar serían mis mejores amigos, algo que también es gratis, los amigos; es como si la vida nos la dieran gratis. Mamá detesta que diga que todo es gratis, porque dice que cada día todo cuesta más, pero no lo entiendo así. Yo amo a mi mamá, cuando almuerza con nosotros conversamos casi siempre de cómo era su vida antes de nosotros y del poco hombre que dice fue nuestro padre antes de desaparecer ─como ella nos dice─, pero yo sé que se fue con una cazafortuna, lo escuché mientras mamá hablaba con una señora. Las historias de mamá son muy buenas, ha viajado por muchos lugares. Me encantaría poder conocer la playa, siempre nos cuenta sobre eso, dice que las olas cuando chocan contra las piedras son como música, y en ese momento es cuando mi madre dice «¿ves que no todo es gratis?», me causa mucha risa ver lo ingenua que es al decir eso.

Ya ha pasado una semana o un poco más desde la última vez que mamá llegó con aquel hombre. Al parecer a mamá en el trabajo le ha ido muy bien,  ella es vendedora de cosméticos, por eso siempre está tan bien arreglada. Es hermosa, se tiñe el cabello de un rojo muy oscuro, y tiene un tatuaje en la espalda, son dos corazones, dice que somos nosotros, pero vi una foto vieja donde ya los tenía, quizás no quiere contarnos de eso, no me molesta, siempre oculta cosas, como ella dice, «están bajo llave», espero que cuando crezca no tenga que tener tantas cosas bajo llave.

Esta noche nos llevó a comer a un restaurante bastante lindo, tenía una gran pecera y había tortugas. Cuando llegamos, un señor nos esperaba en la mesa, mamá lo presentó como el señor Porks, un apellido muy raro, nunca había escuchado algo parecido. Saludamos educadamente, y los escuchamos hablar por un largo rato hasta que llegó la comida. Cuando casi terminábamos de comer, mamá nos dio la nueva noticia, ─no estaba muy de acuerdo, pero podía darle la oportunidad─, este señor completamente desconocido se quedaría en nuestra casa por unos días, unos días no es mucho tiempo, por lo tanto estaría bien, hasta pagó lo que comimos, mamá se veía feliz, sonreía mucho y usó aquel perfume para eventos importantes, desde aquel momento había un integrante más en nuestro humilde hogar.

El señor Porks es un hombre muy fornido, apuesto y burlón, a todo le busca algo gracioso. Me parece alguien muy amable y huele bien, creo que será una buena aventura. Miré otra cosa gratis, la oportunidad. No conozco las razones, pero los quejidos que salían del cuarto de mamá son más recurrentes que antes, y las bisagras de la vieja puerta suenan con mayor frecuencia en las noches. Eventualmente aquel señor nos daba regalos, dulces o algo para mantenernos calmados, se podría decir que nos trataba muy bien. Las veces que se quedaba cuidándonos jugábamos a las cogidas o algo parecido. Era muy cariñoso, nos abrazaba y besaba con frecuencia cuando mamá tenía que hacer algunas entregas. Un gran hombre.

Tuvimos tiempos muy buenos, pero llegó aquella noche, me aterra cuando la luna aparece y no sé nada de mamá, me gustaría que dejara notas a veces. Algunas horas pasaron cuando al fin escuché la puerta, brinqué de la cama para saber el porqué de su demora, nuevamente gritos, los gritos son insoportables. Decían algo como «es una buena oferta», o «dinero, mami», «tú eres mía», no sabía que alguien podría pertenecer a otra persona de esa manera, se empujaron y le dio a mi madre un fuerte golpe en la cara, haciendo que caiga al suelo, creo que iba a golpearla de nuevo cuando salí de la habitación, me vio, lo vi por un momento, soltó a mi madre y salió de la casa, solo se fue, tenía la esperanza de no volverlo a ver. Levanté a mi mamá y curé su herida en completo silencio, podía escuchar sus latidos, fue espeluznante saber que tendría que mantenerlo bajo llave, Mike estaba despierto, escuchaba sus pasitos en la habitación. Acompañé a mi madre a su cama y la dejé ahí, no estoy segura de sí sabía que era yo, decía otro nombre al abrazarme, la arropé con una manta, creo que necesitaba dormir, o solo salir de la realidad, todos lo necesitamos a veces.

Regresé con Mike, estaba tranquilo escuchando la radio a pilas, me preguntó dónde estaba, le dije: «Con mamá, llegó de una misión nueva, salió herida y la ayudé con ese problema». Le conté lo ocurrido, más bien mi versión.

─Un agente de mayor rango llegó al cuartel, pero él no era quien mamá pensó, era malo, un hombre que tenía una máscara y corazón de metal, mamá trabaja con él y le dio todo, hasta le presentó a sus criaturas, ¿sabes?, ella cuida de dos criaturas mágicas que tienen poderes únicos, pero él quería sacar provecho de esas criaturas, ya que se vendían muy bien, «¿quién no quiere una de esas?», le había dicho, pero se negó mamá, no lo permitiría. El gran testarudo hombre de metal creía que ya le pertenecían, ¿puedes creerlo?, que ya eran suyos, tú sabes, Mike, que mamá haría lo que fuera por los que ama, así que se puso fuerte, el hombre le dio un golpe pero los superpoderes de mamá son más poderosos que todo eso.

─¿Quién ganó? ─me dijo.

─Una de las criaturas se puso en medio, era valiente pero no lo sabía, hizo un campo de fuerza para que no le hiciera daño. Y de todo eso nos perdimos por dormir. Mamá tiene grandes aventuras por nosotros, porque nos ama, tú sabes que mamá te ama, ¿verdad?…

Clalo ─respondió. Dormí con él esa noche.

A la mañana siguiente el señor estaba  en la puerta pidiendo disculpas de lo ocurrido, no sé si mamá no recordaba lo que pasó esa noche o que tenía un golpe en el rostro, pero sin mucha espera ya estaba con nosotros en la mesa, lo que está bajo llave, se queda bajo llave. Lo bueno fue que eso no duró mucho, unas semanas después se fue con su maleta, sin gritos ni peleas.

Mike hablaba mucho de las historias que le contaba sobre mamá, era emocionante verla sonreír cuando la abrazaba y le decía «eres mi heroína», ella ni se lo imaginaba pero me hacía muy feliz verla así, creo que había hecho una buena obra, algo más que anotar en  la lista de las cosas gratis, las buenas obras.

Me he preguntado si las cosas malas les pasan a personas buenas, algo siempre debe venir como un huracán para llevarse todo lo que considero felicidad, y ese se llama señor Porks. Él me enseñó a entender lo que significaba guardar algo bajo llave. Una noche mientras mamá aún no llegaba de lo que sea que hace cada noche, el señor Porks tocó a la puerta, después de tanto tiempo sin aparecer, Mike lo extrañaba, era lo único que consideraba una figura paterna, supongo. Tocó y tocó varias veces, no abriría la puerta, es otra regla: «nunca abrir la puerta, no importa quien sea», pero él seguía ahí, azotando cada vez más fuerte su gran manota sobre la madera roída. Mike se despertó y me vio en la sala escuchando los golpes intensos, le dije que no abriría y que se retire, pero es astuto, por lo que empezó a hablar con Mike, indicando que le abra. No sabía cómo decirle que no era bienvenido en esta casa, siguió tocando y golpeando aún más fuerte, al ver que no la abriríamos intentó probar con las ventanas, fue cuando supe que lograría entrar.

Corrí al cuarto con Mike, le dije que jugaríamos a las escondidas con el señor, era parte del juego; abrí el armario para que entrara en un pequeño cajón donde cabía perfectamente, prendí la radio y practicamos la señal secreta, golpearía dos veces la puerta para que sepa que era yo, le di un beso en la frente y cerré todo. Hace mucho tiempo cuando entraron a robar a la casa, mamá me escondió ahí, me dijo que cerrara los ojos y pensará qué haríamos cuando estemos en la playa, lo planifiqué todo, pero nunca llegamos ahí, no fuimos, fue extraño porque lo había pensado tan bien, hay cosas que no se cumplen, es así. Cuando lo dejé a Mike busqué dónde esconderme, se me ocurrió de inmediato meterme bajo la cama, para ese momento ya escuchaba sus pasos, uno tras otro acercándose, fue cuando me di cuenta de que el escondite era muy malo; me puse a rezar, eso es algo nuevo para la lista, la esperanza es gratis. Trataba de que mis respiraciones sean muy pequeñas, solo rogaba que mamá entrara por esa puerta pronto. El señor prendió la vieja televisión, haciendo más difícil escucharlo, repetía mi nombre, solo quería conversar conmigo, puedo tener ocho años pero sé muy bien cuando algo es mentira, solo podía esperar que se vaya.

Pero la suerte no siempre está de nuestro lado, no quiero imaginar cómo me encontró, solo quiero creer que fue casualidad, me sacó de debajo de la cama, no grité, eso asustaría a Mike, él no tenía que enterarse de nada, por qué preocuparlo, por qué maltratarlo, por qué hacerlo pasar por esta situación, por qué hacerlo guardar todo bajo llave. Subió el volumen del televisor para opacar mis últimos alientos, indicando mi derrota. No quiero saber cuánto duró, o solo no quiero recordar sus manos, sus ojos, su aliento, por primera vez quisiera poder borrarlo. Entendí por qué algunos olvidan cosas, hasta sonreír; la vida a veces pega tan fuerte que te tira al suelo, te inmoviliza las piernas o simplemente te deja ahí, como a mí, sola en el sillón de la sala con una repetición de comentarios deportivos de fondo, con lágrimas en los ojos y sin nada. Traté de levantarme cuando pude despertarme, no entendía el dolor que sentía, pero recordaba a Mike en el armario, eran las tres de la mañana, me armé de valor, este no fue tan fácil como las otras cosas gratis. Golpeé la puerta dos veces, estaba dormido tan tranquilo, como todo niño debe dormir cada noche, lo saqué del armario y lo puse sobre mi cama, no pude dormir, ni cerrar los ojos, no podía pensar ya en nada, no podía, porque hay veces en las que no se puede.

Cuando ya el sol entraba con mayor fuerza por la ventana apareció mi madre, usando el vestido de la noche anterior, no tengo idea de lo que sentí al verla, pena o repulsión, no dije nada, ella no dijo nada. Mike saltó de gusto, ignorando por completo lo que ocurría a su alrededor. Mi madre me pidió disculpas mientras lloraba sobre mi brazo, mis ojos creo que se habían secado, ya no eran gratis ni las lágrimas. Sacó a Mike del cuarto, indicando que el desayuno estaba sobre la mesa, aseguró saber qué había ocurrido, pero es más que obvio que sus conocimientos sobre los eventos estaban equivocados. Cómo le explicas a una persona lo impotente que te hace no poder hacer nada, ni gritar, o moverte, desconocer qué está pasando, quedarte sola, cómo explicas eso; dijo que saldríamos victoriosas. Me tomé un momento para verla, parecía una niña, tenía miedo pero intentaba no parecerlo, se parecía a mí, ¿quién, si no está mujer para entender?, quizás de otra forma pero entendía, algo que sí es gratis, comprender o al menos intentarlo.

Necesitaba olvidarlo o dejar de pensar, pero por mí el mundo no deja de moverse, aún no estaba todo resuelto, quedaban las dudas de Mike. Esperó a que mamá se marchara para pedirme explicaciones sobre el juego, necesitaba saber las razones de mi cara larga, quería saber.

─Ayer fue diferente, ¿quién crees que era el que tocaba la puerta? ─le pregunté.

─El señol Polks.

─Para nada, era el agente que te conté hace un tiempo, el que no era bueno, ¿recuerdas?, el hombre con corazón de metal. Anoche vino para llevarse a las criaturas, pensó que estarían aquí, mamá no estaba y quería entrar, por eso te dije que te escondieras. A los hombres malos hay que tenerlos lejos. Esta vez mamá no podía ayudarlos, pero yo sí, así como te protegería de todo mal, así lo hice con ellas. No le hizo nada a una de las criaturitas pero a la otra, le arrebataron algo, haciendo que pierda sus poderes, se desplomó. «¿Qué le pasó a la otra?», debes preguntarte, pues, no se enteró de nada porque se sacrificaron por él, el malvado cree que ganó, pero no dejaremos que un malvado se salga con las suyas. Cómo podría terminar así una historia, ahora dime, ¿cómo te gustaría que terminara?

─Yo quisiela que el malvado explotala, que hiciera boom, es lo que debelía pasal con los malos, y a la cliatulita que se saclificó debelía ser la leina, tener su propio reino, aunque ya no tiene podeles no le halán falta, tiene amor, siemple dices que eso es más que suficiente, es algo así como un héloe, debe tenel una medalla, mamá debelía il y dale una, yo podlía ser su príncipe. Ese debelía sel el final. ─Me dio un beso y salió a jugar.

Después todo pasó muy rápido, mamá me llevó al médico y no dejó de llorar, ella ha llorado más que yo en toda esta situación. Me hacían análisis, pinchaban mis brazos y no me dejaban ir a la escuela, parecía una infección de algo que recién estudiaban, pasaba largas horas con Mike jugando de un lado a otro en el hospital. A mamá había días enteros que no la veía en la casa, ya Mike tenía siete años y las historias sobre mamá cada vez le parecían menos impresionantes. Me cansaba muy rápido cuando hacía cosas, me costaba respirar, así que leía más a menudo. Por cierto, mamá consiguió un empleo vendiendo boletos para viajar, no niego que verla de uniforme es genial, sé que eso de comprar medicamentos era caro y confuso, porque las dosis eran difíciles de entender. De ese hombre no supe más por el resto de mi vida, nos mudaríamos en poco tiempo por el nuevo trabajo y las posibilidades que entregaba el hospital, nuestra vida podría ser diferente, ser mejor.

Los años continuaron a un paso casi imposible de seguir, mi madre nos dejó hace un tiempo, simplemente dio su último respiro un día. Mike se convirtió en mi apuesto jovencito, cumplió sus sueños, creció fuerte y robusto, no hay duda de que es lo más bello que mi madre pudo regalarme. Para mí la vida fue distinta, luchar contra la sociedad no es fácil, muchos te juzgan y te señalan, te temen, una persona enferma como yo no aspira a mucho, pero yo fui aún más alto de las expectativas, conocí la playa, era aún mejor de lo que imaginé, no me casé, no tuve hijos, pero soy una gran tía, la mejor contando cuentos. Estoy en una cama hace ya unos meses, escuchando música y cerrando mis ojos, vienen a visitarme muchas personas cuando tienen tiempo, no estoy sola, ni se te ocurra pensar en algo semejante. Estos días Mike se queda conmigo, cada mañana vemos televisión y jugamos cartas, me siento realmente mal, no por estar así sino porque aún me quedan sueños por cumplir, aún me quedan más ganas por vivir.

«Despierta» me dijo Mike al oído. No lo podía ver del todo bien, me costaba mucho. Tomó mi mano y susurró: «Tengo algo que te pertenece solo a ti», levanté la cabeza y era una medalla hecha de papel que me colocó en la bata, lo quedé mirando con los ojos muy abiertos mientras seguía escuchando lo que decía: «¿Recuerdas a las criaturitas? Una salvo a la otra y ella debería ser la reina por su sacrificio. Aquí está tu medalla; quizás mamá no pudo dártela antes, pero ahora te condecoro reina de mi corazón, mi heroína, mi mejor amiga y mi hermana. No digas nada, ¿quieres saber cómo terminaba la historia? Luego que la valiente heroína de armadura dorada culminara con sus batallas y se despidiera de todos los que se encontraban en el cuartel, la bella reina de las criaturas siguió luchando contra todo lo que la quería derrotar, era más valiente de lo que se escuchaba en los reinos cercanos, combatió contra gigantes aún más grandes, sobrepasó inmensas tormentas, no le importó lo que decían de ella, superó las dificultades y llegó lejos».

No tengo palabras para expresar lo infinitamente orgullosos que estamos de aquel pequeño ángel; cuando ella dejó de estar sobre estas tierras encantadas para poder ir a entregar toda su esencia desde lo más alto a quienes olviden lo gratis que la vida tiene, entendimos que su poder jamás lo perdió, este poder ella lo entregó a todos como siempre lo hacía… gratis.

No hay comentarios:

Publicar un comentario