Hill
El
vuelo finalmente llegó al aeropuerto de Roma, con media hora de retraso, -nada
mal se dijo a sí misma. Miró por la ventana, el día estaba bellísimo, sol
radiante, cielo azul, pocas nubes, el capitán dijo eran las diez y veinte de la mañana y debía tener unas
ojeras terribles, casi no había dormido, de todas maneras éstos vuelos no
dejaban mucho tiempo para que pasara la noche completa. -En casa debían ser las
dos de la mañana, se dijo en voz baja, como reflexionando, debería estar
profundamente dormida, sin embargo, estaba despierta y con una sonrisa que
mostraba el amor por la vida. Así que se acomodó en su silla y buscó su
cartera, tenía que arreglar el desastre de cara dormida, antes de bajar del
avión.
Buscó
un espejo primero y empezó con la base, que había acabado de comprar, quería
probarla, los polvos, sombras, delineador, labial, terminando con cepillo del
pelo, y perfume, cuando ya estaba lista,
tenía una azafata al lado diciendo: -¿terminaste? – Si, creo que lo logré, que
opinas ¿tengo cara de ya me desperté y estoy radiante? A lo que contestó muerta
de risa,- sí, podrías ir al concurso de miss universo en este momento, vamos
que se te hace tarde. La azafata era alta de pelo muy oscuro con una sonrisa
preciosa, amable, siempre pendiente de cada pasajero, así era Cristina su
hermana.
Mariana
finalmente accedió, cuando le aseguró
por segunda vez que estaba perfecta, se levantó y llegó al pasillo, tomó su
bolso y empezó a caminar detrás de Cristina, hablando de lo bien que la iba a
pasar. Siempre intentaban hacer los vuelos juntas. Mariana llevaba puesto un
vestido azul de lino, sencillo pero muy ceñido, el cual hacía resaltar su
figura aún más, aretes y gargantilla dorados, que eran sus preferidos y zapatos
de tacón alto, que la hacían ver aún más esbelta, aunque alta no era.
Logró
salir de migración, bastante rápido, ese día no había mucha gente, Cristina la
estaba esperando para desearle suerte, siempre lo hacía, se despidieron y ella
tomó su maleta, su corazón daba vuelcos.
No más saliendo tuvo la visión más hermosa
hecha hombre, alto, contextura gruesa, cabello castaño desordenado por el
viento de otoño, ojos enormes verdes, vestido elegantemente de saco y corbata,
y esa sonrisa suya que es capaz de disolver un témpano de hielo, unos dientes
perfectos y lo mejor, estaba ahí para ella. Así que soltó su maleta y se tiró a
sus brazos, lo beso poniendo su alma en ello, como queriendo fundirse en él.
Eran
los besos más apasionados que en su vida había podido compartir, se entregaba
en cada instante que durara y si podía los alargaba unos segundos más para
disfrutarlos y guardarlos en sus más profundos recuerdos, porque cuando
ya no estaba con él, todos los días recreaba en su
mente este momento… Ese instante mágico. Enzo... En ese preciso momento es
cuando Mariana pierde la noción del tiempo, todo pasa a ser parte de una
nebulosa rosada, donde el amor lo llena todo, extrañaba tanto estar cerca a
Enzo, era la perfección hecha hombre, se fueron abrazados hasta su automóvil y
como de costumbre tenía ahí un fabuloso ramo de rosas rojas, las más grandes y
hermosas que alguien hubiera podido cortar, y eran para ella, de aquí en
adelante todos los días que pasara a su lado tendría una rosa roja, en eso era
metódico, donde fueran, en la mañana aparecía con una rosa roja en su mano,
como lo hacía nadie sabía, pero ella siempre le decía –divino, adoro esos
detalles de amor . Lo abrazaba para no dejarlo de tocar ni un solo instante,
necesitaba impregnarse nuevamente de
todo su ser… Su olor.
Que maravilloso se transforma un segundo,
cuando en su rutina diaria, alguien pasa por su lado con, ¡Ese perfume!, ahí… En su mente, vuelve la magia del momento y termina preguntándose para donde iba y que se supone
estaba haciendo, porque su realidad se altera,
perdiendo la cordura por un instante, suficiente para teñir su alma de amor. Y
por supuesto ser inmensamente feliz.
Enzo
la aparta de si para preguntarle –¿Cara mia, te gustaría ir a Florencia? A Mariana le encantó la idea y dice –¡Vamos
sí, a Florencia! Totalmente emocionada, -hay tanto para ver y contigo Enzo será
una maravilla. Tras varias horas de camino Mariana quedó perfectamente dormida
en el hombro de Enzo, él gozaba estar a su lado estos días y complacerla en
todo, era capaz de cualquier cosa que Mariana le pidiese, enamorado como un
chiquillo, aspiraba disfrutar a su lado día y noche.
Llegando frente al hotel Enzo despierta a
Mariana- Cara mia siamo arrivati . Y estaba frente al hotel Relais, en plena
Piazza Signoria, ¡que más quería! Emocionada salió del carro. Estaba en la cuna
mundial del arte y la arquitectura, esperó que Enzo saliera para lanzarse a sus
brazos,-¡Enzo esto es maravilloso, dejemos las maletas y vamos a recorrer todo!
Entraron
al hotel y pidieron una habitación, que realmente es un apartamento reformado
con muebles muy modernos, iluminación al
máximo, techo alto de vigas blancas, decorado en blanco y negro, a la
izquierda, una mesita cuyo adorno es un jarrón de vidrio transparente con flores blancas frescas, una gigantesca cama
vestida de blanco, al frente de ésta, una pared naranja, encargada de sostener
una pantalla plasma, dando un tono formidable al conjunto, en el fondo se
aprecian dos ventanales con cortinas de velo, acompañadas de otras negras
laterales, las ventanas dan acceso a una hermosa terraza, con la mejor vista a
la plaza, Mariana sigue examinando todo y descubre una escalera, sube corriendo,
lo que ven sus ojos la llenan de lágrimas, está en un ático con otra terracita
con una vista exclusiva del Palazzo Vecchio, quedó sin palabras… Sencillamente
hermoso.
-Enzo
mi amor, no hay tiempo que perder debo bajar a verlo todo. Sus palabras se
entremezclaban unas con otras. Enzo disfrutaba de verla y sonriendo le
pregunta. -¿No te quieres bañar antes de salir? A lo que Mariana con una gran
sonrisa le dice –no definitivamente no, vamos rápido que el día se acaba. Y
salen.
Caminaron
menos de diez minutos y se encontraron de frente con la Catedral de Santa Maria
del Fiore, el famoso Duomo, -es una
obra maestra del gótico, la cuarta iglesia más grande del mundo, le dice Enzo,-
la base de la Basílica tiene tres naves unidas a un enorme cimborrio que
soporta la cúpula de Brunelleschi: la más grande que se ha construido de
ladrillo. Enzo disfrutaba contarle todas las historias a Mariana tal y como su
padre gozaba llevándolo con él, y cuando fue creciendo su padre le hacía
repetir una y otra vez la historia. -Es muy importante que conozcas la historia.
A éste punto Enzo reía. –Gracias mi viejo, ahora sé porque era necesario que
supiera todo de memoria, uno nunca sabe cuándo lo va a necesitar, decía. Y éste
era. Entraron para ver el solemne
interior de la iglesia, tipo cruz latina, con tres naves sujetadas por tres
pilares, proyectando una extraordinaria sensación de vacío espacial. -En la
basílica se conservan todavía cuarenta y cuatro vidrieras policromas originales,
comentaba Enzo. Las paredes que sostienen la cúpula contienen ocho estatuas
dedicadas a los apóstoles. Y así caminaron el día con las explicaciones que
Enzo daba –vamos afuera que en la plaza, se encuentran los
edificios religiosos más importantes de Florencia, vamos a ver el Baptisterio, no te imaginas las puertas,
son las más hermosas jamás construidas. Y Mariana hacía rato que no podía
comentar nada, estaba extasiada todo es absolutamente hermoso.
Al dar la vuelta por la plaza, Mariana para.
Desea observar las obras de los pintores
callejeros, ellos son la parte pintoresca de la plaza, -bella señorita, déjeme pintarla.
Pide uno de ellos. Y Mariana va, -quiero ver cómo queda. Enzo solo sonríe. Y se
coloca detrás del pintor. No más comenzando, éste empieza a contar chistes
tontos para que ella muestre esa sonrisa que quiere captar, tarda veinte
minutos. -¡Quedó muy bien! Mariana está más que feliz. -¡Gracias es usted un
genio! Se prende del brazo de Enzo y le dice –tengo hambre ¿que tenemos para la
cena? -El mejor restaurante rústico que
conozco está realmente muy cerca. Contesta Enzo. Y se van caminando tomados de
la mano. - Son dos cuadras más y volteamos a la derecha, dos más, y ahí el olor
te va llevando. Y así fue. Llegaron a
una pizzería en una esquina pidieron la
especialidad y una botella de vino de la casa y se sentaron. -Una delicia de
comida. Estuvieron de acuerdo los dos.
Del restaurante salieron otra vez a la plaza y tomaron a mano derecha para buscar el Rivoire.
Del restaurante salieron otra vez a la plaza y tomaron a mano derecha para buscar el Rivoire.
En la terraza había unas veinte mesas redondas, bastante pequeñas. El mantel que le ponen es de color salmón claro decorado con un jarrón con una pequeña flor y servilletas puestas con estilo. Dentro, el local es muy luminoso y bastante grande, con una gran barra de madera maciza y varias vitrinas con decoraciones relacionadas con la fabricación de chocolate, -es lo que me faltaba para terminar la noche mi dulce Enzo. Le dijo Mariana al oído.
Regresaron
al hotel y entrar de noche a la habitación,
fue mucho más impactante, ya que la cabecera de la cama era de piedra
tallada color almendra y tenía una luz en la parte superior que hacía de ésta un
espectáculo solemne. Y así en ese maravilloso escenario, se entregaron a los
brazos de la diosa Afrodita en una noche de amor infinito.
Al día siguiente Mariana pidió desayuno en la
terraza, quería ver Florencia desde temprano y cuando estuvo listo llamó a su
amado Enzo que, ajeno a los planes de su amada seguía en brazos de Morfeo. Pero
desayunar no, él quería otro episodio de amor desaforado como el de la noche
anterior, así que la comida quedo afuera, mientras los amantes fundidos en uno,
expresaban su amor una y otra vez.
Al rato desayunaron por fin y desde la terraza
Enzo le indica la dirección que debe tomar al salir –te vas por esa calle y
toda, está disponible para tus compras, tienes dos o tres heladerías en el
camino, pues imagino que hoy es un día de gelato. A la mitad de esa calle, vas
a encontrar la Plaza de la Republica, te
sugiero que busques una librería que te
va a gustar de dos pisos, se llama Edison, revísala, y vete muy despacio pues
tengo bastante trabajo por hacer. Mariana se organiza y cuando está lista, pasa
a la terraza donde Enzo sigue contestando un montón de correos acumulados, se
acerca y le da un beso, dos, tres, realmente no quiere irse, pero si se queda
no va a dejarlo trabajar, mejor sale a disfrutar de un día de compras. Mientras
baja va pensando cual será el gelato al cioccolato para empezar las compras.
Enzo se enfrasca en su trabajo, tiene problemas
con los clientes de Chile, Argentina y Uruguay, los pedidos están muy retrasados
y no encuentra cual es el problema, así que se dedica a revisar las rutas,
tiene cuatro horas para encontrar el error antes de que amanezca en el
continente americano.
En el momento que Mariana encontró la primera heladería,
quedó literalmente pegada de la vitrina de helados como cuando tenía cinco años,
fue con su padre. Sonrió al recordar esa época, y regresó cuarenta años atrás
en solo segundos. -Recuerdo que era el día de mi cumpleaños, pensó, estaba con
un vestido blanco, mi padre le prometió a mami que solo nos demoraríamos media
hora en volver a casa, pero ya me había hecho su cara de complicidad, ese
rostro inolvidable de mirar para arriba y torcer la cabeza como si lo
estuvieran ahorcando, sacar la lengua y dejar caer luego su cabeza de un golpe,
todo a espaldas de mi madre, y además esperando que yo no soltara la risa, por
que inmediatamente se hacía el ofendido y decía: –madre esta niña está mal de
la cabeza, se ríe sin motivo. -Oh sí contestaba mi madre- como si no estuvieras haciendo
monerías detrás de mí. -¿Yo? Si yo soy un hombre muy serio, -Vamos mi linda
aquí el ambiente se está poniendo raro. Y salimos corriendo, yo iba ya volando
de la mano de padre,- casi nos pesca, ¿cierto?
Todo el
plan era para comernos el helado más grande que fuéramos capaces, esa era la
apuesta que siempre ganaba yo, o me dejaba ganar. Pero ese día mi papá comió
muy de prisa y ya veía quien se perfilaba como ganador así que abrí mi boca para
pasarme literalmente el helado y fue en ese mismo instante que cayó todo sobre
el vestido , -¡mi madre me va a matar, es el vestido para la fiesta! .Y
mientras yo meditaba que podría decirle para que no se enojara conmigo, a mi
padre le dio mal de risa, y las carcajadas iban cada vez más sonoras, de tal
forma que la gente volteó para ver y yo acongojada me eche a llorar, que
vergüenza, pero ni por esas paró mi padre su risa, lo único que hizo como
reacción fue alzarme para que mi vestido no se viera sucio y cuando sintió el
helado en su camisa recién planchada, ya no hubo caso, hasta yo empecé a reírme
por la cara de pánico de mi papá, por el frío en su panza, no tengo un recuerdo
de tanta risa como ese día, todavía escucho la gente riendo, solo de ver el ataque
de risa que tenía mi padre, al rato me soltó pues combinó risa con tos y ahora
se ahogaba y la gente seguía riendo sin motivo. El dueño de la heladería se
apresuró a traer un vaso con agua, estaba bastante preocupado que mi papá se
ahogara con esa tos. Agradecido mi padre se la tomó, lo cual contuvo su tos y
volvió la risa.
Ahora Mariana sonreía en sus recuerdos, oh papi
más loco. -Terminando el helado lo llamo, se ordenó a sí misma. -Este helado lo
como en su honor. Y pidió un helado de tres bolas. Riéndose porque no se lo va
a poder comer. Esas eran otras épocas. Se sentó en la mesa y saco su celular,
le tomó una foto al helado, y se la envió a su padre, -de fijo te va a gustar.
Y sí, evidentemente la tercera copa fue imposible. -Esta vez te voy a dejar ganar papi.
Y salió rumbo a los almacenes, para buscar su marca
preferida debía dirigirse a Via degli Strozzi, por suerte todo está muy cerca , luego
tomó rumbo a la Plaza de la República, ese día estaba un cantante en solitario,
emulaba a John Lennon, con su guitarra, la gente le ponía dinero en su sombrero
colocado en el suelo,- no lo hace mal, se comentó a sí misma y miró hacia
atrás, a la izquierda, está un carrusel blanco con rojo y un montón de niños
esperando. Bordeando la plaza hay ventas de carteras, bufandas, maletas,
máscaras, camisetas, todo un mundo de souvenirs, ventas callejeras, que en la
noche desaparecen. Atraviesa la plaza
para ir en busca de la librería, apresura su paso, tiene muchas ganas de revisarla
toda. Entra al edificio,- definitivamente Enzo sabe que me gusta, pensó en voz
baja, la entrada es en vidrio, para donde mire hay cientos y cientos de libros,
voltea y hay una hermosa escalera de metal que la invita al segundo piso, y se
acerca para descubrir que la misma escalera también la lleva al sótano, -esto
es alucinante. Ya no sabía por dónde empezar. Así que resolvió caminar y ver
los temas, en su mayoría los libros son de arte y van por idiomas, “Lo que
guste de arte está aquí, y si no lo encuentra, en pocos días se lo traeremos desde
cualquier lugar, la oficina de información con gusto resolverá sus dudas” dice
un aviso en la parte alta de la estantería. Todo esto le encanta.- Pero ahora
quería verlo todo. Mariana estaba fascinada y hasta que sonó su celular se dio
cuenta de la hora, y contestó -Enzo lo siento pero todo es tu culpa no he
podido salir de Edison. Con una gran sonrisa en sus labios, le dice- debes
venir a sacarme de aquí, yo sola no voy
a poder.
Enzo llega a los quince minutos con una rosa
roja en su mano, por supuesto, está recién bañado con el cabello todavía mojado
pero perfectamente organizado, tiene una camisa azul clara y unos pantalones
dockers azul oscuro, se abrazan como si llevaran años sin verse y se funden en
un beso eterno. -Ti amo cara mia. Y con eso Mariana tiene para no despegarse de
él. -Vamos mi amor aquí cerca está Hard Rock Café, comamos algo que muero de
hambre.
Salieron y a los dos locales entraron,
esquivando las mesas externas, atravesaron
la venta de artículos de propaganda propios del local. Ya en el interior del
restaurante, pasaron por la guitarra de Jimmy Hendrix, el pantalón de Michael Jackson,
la blusa de Blondy, por donde mirara, había algo que resaltar en cada una de
las paredes iluminadas, había ropa,
guitarras, amuletos, partituras, de todo. Mariana no perdía de vista las
paredes, y cuando se dio cuenta, ya estaban sentados pidiendo en la barra,
levanta la vista para encontrarse con unas lámparas de platillo doradas bellísimas
- Esto es genial, repetía Mariana encantada.
Esa noche era la presentación de Simple Minds, en la parte posterior del restaurante,
y según Enzo, ese local había sido un teatro y el escenario les quedó perfecto
para las presentaciones en vivo.
La noche
pintaba sencillamente, fantástica. En segundos se presentó Vinicio, poniéndose
a sus órdenes, perfectamente vestido de negro con los logos de Hard Rock Café, y
amablemente les sugirió del menú según sus preferencias. Empezaron con grilled
mediterranian shrimp pasta, y un grilled chicken marsala, para ir armonizando
con el lugar, según Vinicio. Y dos cervezas.
Terminando
de comer Vinicio presto, les sugirió triple platinum margarita, que preparó en frente de ellos, y
el cual repetía al menor descuido. Bailaron, y gozaron a más no poder y
finalmente llegaron al hotel bastante contentos.
Al día siguiente los dos estaban fatal,
necesitaban hidratarse urgentemente, pidieron
jugo de naranja y fruta para el desayuno que esta vez no fue en la
terraza, pues la fotofobia era muy marcada, pero con todo, la felicidad estaba
a la orden del día. Al rato se levantaron de la cama y Enzo encendió su
computadora para lanzar tres o cuatro palabras de alto calibre, Mariana salió del
baño con su mejor sonrisa, -que dices mi amor, ¿acaso se acabó el mundo y no
nos dimos cuanta anoche? En tono de burla. Pero la cara de Enzo no daba para
risas, así que mejor dio media vuelta para introducirse en la tina, le hacía
muchísima falta, como también, sería maravilloso encontrar una pastilla en su
maletín para ese dolor de cabeza tan terrible, y se acordó de Vinicio – ¡Me las
vas a pagar traidor! Dijo en voz alta. Y soltó la risa. Se preparó para la tina
y ya desnuda llamó a Enzo – ¡Ya estoy lista ven para acá y deja de pelear
contra el mundo! Gritando y a la vez lamentándose del grito, su cabeza todavía dolía y mucho.
Enzo demoró un poco más pero llegó al baño con
una rosa roja, -De donde carajos sacas rosas, te amo. Dijo Mariana levantándose
de la tina para abrazarlo, llevarlo hacia ella, no dejar ni un espacio libre
entre los dos. Y ahí en la complicidad de la tina hicieron el amor como si
nunca hubiera un final.
Ya en la tarde Enzo dijo -mi preciosa Mariana,
tenemos que cruzar agendas, debo presentarme en México a la mayor brevedad, el
problema de los retrasos de los pedidos está en esa cuenta, y no logré que solucionaran
nada desde ayer, esta noche debo partir de Roma y tomar un vuelo hacia allá.
Mariana no tenía nada que decir, así que fue
por su agenda, - dale mi vida, hay más tiempo para vernos, en tres meses… Tengo
exposición en Vancouver, ¿cómo estás tú de tiempo?-Mal, dice Enzo, en tres
meses estoy presentando proyecto ante el gobierno de España. Esta vez tratemos
que sea antes. Se coloca la mano en la cabeza, -¿tienes otra pastilla para el
dolor de cabeza?, -Así no puedo organizar nada. Mariana se encamina a su
maletín y trae un vaso de agua para Enzo con la pastilla –toma mi amor, voy a
traerte una toalla fría que seguro te va a ayudar. Va y vuelve con la toalla y
la coloca en la frente que está muy caliente. – Lo siento Enzo pero vas para el
baño creo que tienes fiebre, y así no vas a viajar a ningún lado. –No, yo estoy
bien contestó Enzo. -Esto pasa con los tragos, y los de anoche estuvieron muy
fuertes. –Dame media hora que la pastilla actúe y quedo como nuevo no te
preocupes. Y se recostó. Durmió como una hora, durante la cual mariana alistó
las maletas para partir.
Cuando Enzo despertó efectivamente estaba como
nuevo, -me baño y salimos ¿está bien? –si mi amor ya tengo todo listo, contestó
Mariana.
Salieron apresuradamente el tiempo ahora era
crucial para alcanzar el vuelo de Enzo y lo mejor era tomar uno de Florencia a
Roma, ya Mariana había hecho las reservas y era cuestión de que el trafico los
dejara llegar a tiempo. Y afortunadamente todo salió bien, llegaron a Roma y en
el aeropuerto se despidieron, de ahí en adelante cada uno iba en diferente
vuelo para diferente ciudad, así que obviamente Enzo ya tenía su rosa lista al
despedirse en un gran beso que debía durar hasta la siguiente fecha en que se
encontrarían, faltaban ahora ochenta y
dos días para volver a estar juntos por dos o tres días, según lo que el
destino les diera y cada uno los iba a aprovechar al máximo como siempre. –Ciao
cara mia, le decía Enzo en medio de otro beso.-Adiós amor de mi vida, solo
ochenta y dos días faltan, te amo.
Y así cada uno tomó su tiquete. Mariana esperó que Enzo pasara por la sala de espera y
embarcara. Ahora debe continuar, dos horas más en el aeropuerto, para volver a su rutina en la casa, al marido y sus
quehaceres mientras pasan los ochenta y dos días eternos.
¡Guau! qué desenlace impactante...
ResponderEliminarMe encanta la descripcion de cada personaje, cada espacio, cada situacion.
ResponderEliminarY el Final .... totalmente inesperado !
Me gustaron mucho las descripciones detalladas de todas las cosas, la ropa, los sitios; esto me hizo participar de la historia desde dentro de las escenas.
ResponderEliminarMe encantó la última frase, por inesperada y porque le dio un toque negro a una historia rosa.
Bien!!
I rarely create comments, but i did some searching and wound up here
ResponderEliminar"Deten el tiempo". And I actually do have a few questions for you if
you usually do not mind. Could it be simply me or does it
appear like a few of the remarks look like they are coming from brain dead people?
:-P And, if you are writing at other online social sites,
I'd like to follow anything new you have to post. Would you list of every one of your social pages like your twitter feed, Facebook page or linkedin profile?
Here is my site Wie kann man sich die leckere und ausgesprochen einfache Glutenfreidiät vorstellen
Here is my blog post glutenfreies Rezept
Bella bella de principio al fin, con mucha realeza, colorido,con algunas escenas eróticas sin llegar a la vulgaridad; con finura para describir los personajes y escenarios. Algo que no me queda claro -yo iba ya volando de la mano de padre,- Gracias por compartir; ofrezco disculpa por el atrevimiento. Portiz
ResponderEliminarMás que los lugares, me gusta la manera como se describen las emociones de los personajes, especialmente las emociones de ella. Casi se puede sentir la embriaguez en la que están inmersos los dos. El final me parece muy bueno, pues te hace ver que la vida no es ni blanca ni negra, sino gris.
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