Laura Sobrera
En los confines de
la tierra hay una isla que no figura en los mapas, porque está protegida dentro
de una burbuja de energía mágica producida por un poderoso hechizo de Merlín,
paradigma de los magos posteriores, que no permite el flujo en ninguno de los
sentidos ni hacia adentro ni hacia afuera y la vuelve invisible. La llaman el
país de las hadas, aunque muchas criaturas viven allí, hadas, duendes, gnomos,
elfos, jóvenes magos y también el gran hechicero. Su superficie es un gran
bosque con protuberancias rocosas, en cuyo centro hay un claro que se destaca por
la presencia de un árbol diferente, el Árbol de las Almas. Su grueso tronco y
retorcidas ramas de oro nos cuentan que su vida ha sido larga y fecunda. Sus
hojas doradas penden de las ramas junto a una enorme cantidad de grandes diamantes,
rubíes, esmeraldas y otras piedras de fulgurante brillo que contienen las almas
de estos seres mágicos que aún no han nacido y son el fruto de tan preciado
árbol. El paisaje es polícromo con hojas de diferentes colores verdes, naranjas
y amarillos. Las texturas son variadas, desde la lisa y brillante de algunas
hojas, hasta lo rugoso de ese suelo tapizado de yuyos, musgo y fronda que cae,
dando una tonalidad ocre al ambiente con aroma a tierra después de un aguacero.
Las setas agregan color al entorno y sirven de protección en los días de lluvia
a pequeñas hadas y elfos. El suave aleteo de las hadas con insectos y pájaros
sumados al golpeteo de gnomos, duendes y elfos tallando madera o picando
piedras completan la sinfonía de la naturaleza. En las aguas que la circundan de
un color azul profundo que se torna verde esmeralda sobre la blanca arena de la
orilla, sirenas y tritones ayudan a resguardar este preciado lugar en el mundo.
Cuando algún residente muere, las otras criaturas lo despiden y una brecha en esa
energía que la rodea le permite salir y esa alma puede volar hacia otras
dimensiones para llevar su encanto a una nueva forma de vida.
Concluido este
proceso, una hada es elegida para tomar un fruto del Árbol de las Almas y permitir
el nacimiento de un nuevo ser que mantenga el equilibrio de pobladores de la
isla y de ese modo, la magia de este sitio y del mundo.
Estos seres que emigraron
de la tierra poblada hasta esta nueva localidad, habían tenido poco contacto directo
con humanos exceptuando las travesuras de algunos duendes, a diferencia de Merlín,
que antes de encontrar esta isla privilegiada y prepararla para esas criaturas,
vivió con los humanos y los ayudó en múltiples tareas, desde algunos hechizos
para enamorar a la persona que podía robar el sueño de algún hombre o mujer,
hasta transformaciones físicas importantes que los hicieran ganar batallas y
conquistar reinos. Cuando los humanos comenzaron a buscar a estos pobladores mágicos
para usar sus dones en beneficio propio, el gran mago decidió que debía resguardarlos
de la avaricia humana, por eso los trasladó a ese territorio y cuidó que no
pudieran ser encontrados.
Pasaron siglos, la
isla nunca fue descubierta y nadie halló sus tesoros físicos ni ese otro más
valioso: la magia que poseían los habitantes ocultos por el hechizo protector
del gran mago. El conjuro garantizaba además que vivieran mucho tiempo, porque
ralentizaba la vida dentro de la burbuja.
Una vez que el hechicero
desapareció y junto a él, toda la gama de hadas, duendes, gnomos y elfos, los
hombres comenzaron a investigar la vida de Merlín y explorar buscando
documentos que pudieran haber quedado de su realidad fascinante. Rastreaban viejos
hechizos para seguir disfrutando sus beneficios como antaño. Era la forma en
que mejoraban su vida diaria. Las bajas sufridas por los ejércitos eran
demasiado costosas en recursos humanos y económicos. Debían resguardar a los
soldados y también lo conquistado por ellos, además, cuidarlos de enfermedades
a las que estaban expuestos, sin mencionar los sufrimientos por mal de amores.
La ciencia avanzó
y con ella los estudios de tiempos pasados que exploraban épocas antiguas
buscando datos que los llevaran a Merlín y su entorno mágico. Visitaron vetustos
castillos, escudriñaron torres donde los descendientes del buen brujo
aseguraban se refugiaba el mago para hacer sus conjuros a pedido de quien los
necesitara, probar originales hechizos y preparar nuevos magos o adiestrar jóvenes
brujas.
Nadie logró alcanzar
el nivel magistral de su magia.
Encontraron viejos
manuscritos con una desconocida escritura simbólica de dibujos y letras góticas
y celtas. Los llevaron ante eruditos en el estudio de lenguajes arcaicos. Los
estudiaron en profundidad y supieron a través de estos documentos que Merlín se
había retirado de la escena pública por la desmedida ambición humana y reunió a
las criaturas mágicas para acompañarlo en su exilio, pero no especificaban el
lugar que escogieron como destino.
Inspeccionaron
fortalezas en las que creían que el mago había utilizado para sus actividades extraordinarias
y de prevención a los hombres de los peligros que podían acecharlos, desde
desastres naturales, hasta conjuros oscuros.
Continuaron el
seguimiento en otros bastiones donde se podía haber albergado el hechicero.
Llegaron hasta un castillo edificado sobre ancestrales ruinas druidas y
descubrieron más pergaminos con información pertinente. El lugar era solitario.
El viento aullaba entre las grietas de las paredes de piedra, permitiendo una
apariencia fantasmal. Al parecer Merlín tuvo una oponente que también era muy
poderosa, Morgana y ella no estaba de acuerdo con la forma en que usaba su
magia. Ansiaba tener un poder total e ilimitado utilizando hechizos tenebrosos para
conseguirlo. Cuando su muerte se aproximaba, dado su profundo rechazo hacia el brujo
que se originó al no ser elegida para guardar su acervo mágico, con varios
lóbregos conjuros grabó en una gran piedra un legado en símbolos y letras
raros, y en ese mensaje, la posible ubicación del país de las hadas y la probable
utilización de algunos aparatos que dejó junto a ese pétreo escrito. La
información no estaba completa, pues carecía de gran parte de tan complejos
datos, pues Merlín no confiaba en sus intenciones y fue reservado con su
conocimiento porque sabía el poder que contenía. De cualquier modo, esta
hechicera creía firmemente que era en un lugar ubicado entre la costa sur de la
placa continental mayor y la inexplorada Antártida y que, además, podría
tratarse de una isla. La zona a investigar era enorme, pero sabían por dónde
iniciar el rastreo de Merlín, sus criaturas y, sobre todo, esa magia oculta tan
codiciada.
La expedición
partió de Londres e hizo algunas escalas técnicas en Marruecos, Congo y el Cabo
de Buena Esperanza. Allí se reabastecieron, porque desde ese sitio emprenderían
la parte más larga e intrigante del viaje. Zarparon con destino al sudeste de
la zona en la que se encontraban. El capitán del barco era Drake, un
descendiente lejano del único hijo que Merlín tuvo con su esposa Gwendolen, que
falleció al dar a luz, llamado Gawain.
—Quiero que me
enseñes a ser un mago como tú—, solía decirle.
—Se nace para ser
mago, no es algo que se pueda enseñar, careces de lo necesario —cortaba siempre
su padre.
Esto era lo que
siempre escuchaba su directo sucesor. Había aprendido algunos pocos hechizos que
su padre hacía combinando ingredientes, gestos y palabras en los idiomas
arcaicos que usaba. Cuando quedaba solo anotaba estas cosas, mientras su encono
creía exponencialmente. Estos fueron los apuntes que llegaron hasta Drake.
Dentro de esos escritos se registraron los puntos débiles de las criaturas y
algunos del propio hechicero. Conjuntamente con los manuscritos hallaron aparatos
desconocidos que se sumaron a brújulas, astrolabios, cuadrantes y se añadieron
a la tecnología del barco con la creencia que, al acercarse a la magia de
Merlín, se encendieran o hicieran algo que señalara la ubicación precisa del
misterioso lugar y lo volvieran visible a los ojos humanos.
La travesía
llevaba más de un mes desde la salida del Cabo de Buena Esperanza y la
tripulación estaba inquieta, porque se hallaban en mares desconocidos muy lejos
de la placa continental en medio de la nada, solo rodeados de agua.
Lo más difícil de
este tipo de viajes expedicionarios, era mantener a flote la moral de los
marineros de abordo.
Cuando ya
comenzaban a prepararse para cambiar de rumbo y corregir la ruta, algunos de
esos aparatos empezaron a chirriar fuerte y de forma descontrolada.
Drake los observó
con mucha atención e intentó situar el barco que comandaba en el mapa que tenía
desplegado en la mesa de trabajo dentro del camarote. Su seriedad hablaba de la
concentración que había puesto en organizar la información obtenida en las anteriores
búsquedas. Ordenó a su tripulación prepararse para lo inesperado y también abrir
las opciones de un posible desembarco en la isla, si esta se hiciera visible. Disminuyeron
la velocidad para observar la reacción de los dispositivos. Según los grabados
de Morgana, cuando se silenciaran, la isla se haría visible disminuyendo el
conjuro merliniano, aunque sin hacerlo desaparecer.
Pasaron más de dos
semanas. Un amanecer suprimió los ruidos molestos e inquietantes de los
instrumentos y al hacerse visible la tierra de la magia soltaron anclas y descendieron
con rapidez, ávidos de encontrar tesoros incalculables, después de todo, nadie había
visto antes esta tierra y ese fue el motivo de tan larga y desconocida travesía.
La isla era grande
para los pequeños refugiados, pero estos hombres rudos podían recorrerla en
pocos pasos
Un deslumbrante
brillo desvió sus miradas hacia el centro del atolón. El árbol de oro destacaba
entre el resto y esas piedras preciosas colgadas en él sacudieron la ya
excesiva avaricia de la tripulación. Procedieron entonces a cortar ramas y frutos
que tanta riqueza prometía para el regreso. Fueron poniendo estos preciados
tesoros en burdos sacos de cuero sucio. Toda esta barbarie desatada generó un
colapso total en la isla que continuaba bajo el hechizo protector de Merlín,
aunque pudieran verla, tocarla y reclamarla como suya con todos sus tesoros.
La tierra comenzó
a temblar convulsivamente. Los marineros se detuvieron mirando alrededor con
asombro y algo de miedo. El mago hizo una aparición furibunda envolviendo a los
seres mágicos en una nueva burbuja de seguridad que colocó a su espalda usando
su cuerpo como muralla, mientras interrogaba a los intrusos la razón de la
violación a su hogar.
Las respuestas no
resultaron satisfactorias y surgieron argumentaciones varias, desde el odio de
Morgana porque no heredó su magia, hasta Gawain que mantuvo su rencor durante
mucho tiempo debido al sentimiento de abandono que interpretó como provocado
por Merlín, sus ausencias, la opinión que tenía de él y lo trasladó sin filtro
a su descendencia.
Hadas, duendes,
gnomos y elfos, tenían su encanto propio y por esa razón decidió que debían ser
resguardados para conservar esa magia en el mundo. Su desaparición, condenaría
a todo el planeta a una oscuridad peligrosa.
Llegado este
momento, Merlín tuvo una sola opción. Haría un hechizo de tal magnitud que
acabaría con su existencia, porque necesitaba una capacidad energética enorme
para llevarlo a cabo, pero era el propósito que había elegido en su vida,
salvar la magia que existía en el mundo.
Empezó a hablar un
lenguaje desconocido para esos hombres y un gran vórtice multicolor se abrió,
donde estaba la caverna que utilizaba como morada, provocando un sonido
ensordecedor. Esos hombres rudos cayeron de rodillas tapándose los oídos. Apuntó
su mano abierta y crispada hacia la raíz del Árbol de las Almas. Al momento,
una enorme roca transparente y brillante, por estar llena de bolitas de luz, es
atraída hacia ese agujero energético que la absorbe junto a la burbuja con las hadas,
gnomos, duendes y elfos. Ambos fueron aspirados con gran fuerza e
inmediatamente se esfumaron, incluido el oro del árbol, los brillantes, rubíes,
esmeraldas y hasta los pedazos guardados en las bolsas de cuero se convirtieron
en simple madera y trozos de vidrio.
Drake y sus
hombres quedaron asombrados flotando en el agua cuando la isla se hundió por
completo y terminó por desaparecer.
—¿Qué has hecho
con nuestros tesoros? —preguntó altanero el capitán, a la imagen de Merlín que comienza
a desvanecerse.
—¿Vuestros tesoros?
—preguntó Merlín con voz profunda e intimidante—. Nunca os pertenecieron. Mi vida
termina aquí, pero la supervivencia de esas criaturas está asegurada. Ya no me
necesitan. Ahora puedo marcharme.
—¿Dónde están?
—Había preparado
este conjuro hace mucho tiempo, porque imaginé que el ser humano querría
apoderarse de esta magia para beneficio propio y poco le importarían estos
seres puros u otro hombre, aunque estuviera a su lado, pero, a decir verdad,
esperaba no tener que usarlo. Envié sus esencias y encantamientos a un pasado
anterior a mi llegada, al comienzo de todo y deposité estos seres maravillosos en
el primer niño que nació en el mundo. De esa manera, cada vez que nazca un bebé,
la magia volverá para el mundo. Una y otra vez su inherencia será real y estará
viva en cada pequeño que abra sus ojos a la vida. Ese era mi verdadero legado,
el que nadie quiso, por eso tuve que vivir tanto tiempo y hacerlo en persona. En
cuanto al árbol, esa roca que extraje llena de pequeñas luces era el gran útero
donde se gestaban las almas de hadas, gnomos, duendes y elfos. En él se nutrían
de la magia y el milagro de la naturaleza, hasta convertirse en los frutos
brillantes que intentaron llevarse. Una vez que retiré la matriz, el árbol
regresó a su espíritu natural de madera.
En su último
suspiro se le oyó decir:
—La magia permanecerá
viva con cada niño que nazca.
Su figura se volvió iridiscente y traslúcida cual pompa de jabón y como ella, se elevó hasta desaparecer de la faz de la tierra para siempre.
Buen cuento.
ResponderEliminarMuchas gracias...
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