Mizards Seta
La última letra había sido escrita y el
sello estaba constituido tan solo por su alianza, aquella que su esposo ante el
Señor le había puesto en el dedo, cuando el padre Diego bendijo su unión. Tendió
con esfuerzo la carta a la muchacha que la acompañaba, quien la tomó y escondió
entre los harapos que la cubrían, para luego, estrechar entre sus manos las de
quien consideraba su salvadora.
- Te pedí que no te acercaras –habló
con dificultad y cansancio la bella mujer de rasgos moriscos.
- Mi señora, es que... –respondió
con humildad y compasión la muchacha, soltando las manos de quien consideraba
su señora.
- ¿Sientes lástima por mí? –preguntó
intrigada la mujer- ¿no te doy temor?
- No entiendo cómo se dio tiempo de
ayudar a esta desgraciada a pesar de estar sufriendo tal miseria –respondió la
muchacha con humildad.
- Gracias a ti por estar aquí ahora
–respondió con noble sonrisa, tendiendo su mano nuevamente a la muchacha, que
la cogió inmediatamente– he sido muy descortés, mi nombre es Jimena Ermildi
Recarédiz, cognomento Olebene, ¿y el tuyo?
- Mi madre, que en paz descanse, me
llamó Elvira –respondió con dolor todavía fresco la muchacha, uno que aún
duraría mucho tiempo- ¿qué hace mi señora?
- Intento sentarme para poder ver
mejor el bello amanecer, y abandonar este miserable estado.
El
día era bello, los visitantes que lo conocían así como los que por primera vez
entraban en el lugar quedaron impresionados por el Palacio de los Recarédiz que
delataba su ascendencia mora, estaba formado por dos plantas, y un patio
central a cielo abierto rodeado de galerías de columnas que sostenían arcos
calados que permitían el paso de la luz simbolizando un bosque de palmeras,
desde el cual se tenía acceso a las distintas salas, hacia el exterior no había
ventanas que permitieran imaginar aquellas maravillas, pero al ingresar al
lugar era posible disfrutar de un jardín de ensueño por el cual corrían cuatro
riachuelos que convergían en una fuente central formada por cuatro lobos
símbolos de la familia, a los costados
de la cual había dos templetes a lados opuestos del patio como un recuerdo de
las tiendas de los beduinos, de planta cuadrada y con cúpulas de madera que se
apoyan en ornamentos de estructura alveolar en forma de panal, techada con artesonados de lancería. El
esplendor de aquel palacio se basaba en una sensibilidad y armonía donde la
luz, el agua, el colorido y la decoración exquisita, lo convertían en un
placer para los sentidos dado su estilo naturalista, en medio de aquel
lugar la joven hija del señor Recarédiz era una aparición angelical.
En una semana más se realizaría la boda de
la dama Jimena Ermildi Recarédiz, cognomento Olebene con el noble Areas Velasco
Nuñes de Narayola. Ambos jóvenes habían sido presentados tras la llegada de
este junto a su padre y familia, para hacer efectivo el compromiso que existía
desde su nacimiento, pero, sin que nadie lo notara, no hicieron más que verse y
se enamoraron perdidamente. Se encontraban cada vez que se lo permitían sus
padres en la compañía de sus pajes y dama de compañía e incluso se encontraban
a solas escapando a la vigilancia a que toda joven noble era sometida.
La vida prometía una felicidad tan plena
como la de aquellos cuentos que su dama de compañía le leía antes de dormir.
Cada beso furtivo que recibía de su amado hacía que el joven corazón latiera
con la fuerza del mundo y el matrimonio, seguido de una grandiosa fiesta que
sería recordada por años en la zona, fue el sello para iniciar una vida que
solo prometía felicidad.
A aquella fiesta llegaron nobles de todas
partes de España, incluida una prima lejana del señor de la casa de la cual
solo conocía el nombre. La bella dama Sancha iba acompañada de un Barón, que
fue presentado como un buen amigo de la prima y que provocó el sofoco de todas
las damas presentes, tanto casadas como casaderas, e incluso dejó impresionados
a los señores, era un hombre de belleza griega, exquisitamente vestido, parecía
deslizarse sobre el piso más que caminar y su voz acariciaba como el
terciopelo.
Cuando se dirigió a saludar a la novia, solo
bellas palabras brotaron de sus labios, las mejillas de la joven se tornaron
blancas como si la sangre no fluyera por ellas y sintió que su corazón se
detuvo por un instante. El recién llegado monopolizó a la novia más allá de lo
permitido por las costumbres, hasta que fue llamada por su madre.
La noche estaba avanzada y la bella luna ya
había cruzado el cenit. Sonrojada por los consejos de su madre, la novia fue
preparada para recibir por primera vez al ahora su marido.
Un sonido en el balcón la sacó de sus
pensamientos sobre lo que ocurriría al abrirse aquella puerta y ser por siempre
y para siempre de Velasco. Al girar, pudo ver a aquel Barón que acompañaba a la
dama Sancha, y como los ojos del hombre se clavaron en los de ella, que sin
saber como sintió la mano de hombre acarició suavemente su mejilla y empezó a
recorrer sus pechos. En ese momento, el corazón de Jimena se volvió a detener
por un instante y entonces comprendió qué era aquel sentimiento. Lo había
sentido cuando, siendo niña, se había perdido en el bosque y casi había sido
alimento de lobos, era terror, el más puro y genuino terror. Sintió como si de
improviso hubiera despertado de un profundo sueño, gritó con desesperación y
corrió, pero fue atrapada. Nunca supo cómo ni cuándo Velasco había entrado en
su habitación, seguido de sus padres, junto con más hombres enfrentando von
valor a aquel ser, que parecía no morir
con las estocadas que recibía.
Jimena gritaba el nombre de su esposo
rogándole que no se arriesgara, implorando que venciera. Aquellos gritos sellaron
el destino de Velasco que con furia inusitada fue atacado. Luchó con valentía y
determinación, pero el fuerte sonido de su cuello al romperse, seguido del
cuerpo cayendo, anunció la muerte del valiente noble. La mujer corrió, sin
saber cómo, al balcón desde donde había sido lanzado el cuerpo de su esposo.
Sentía que era una pesadilla, sentía que parte de ella moría junto a Velasco
una vez más.
Sus sollozos eran tantos y su dolor tan
fuerte, que no escuchó cómo seguía la batalla; ni cuando entró el padre Diego y
expulsó al demonio, que al escapar por el bacón la llevó con él.
Poco podía recordar de lo sucedido en los
siguientes días, excepto el dolor que le provocó el desgarre en su cuello las
tres veces que la mordió.
El dolor que le recorría el cuerpo entero le
obligaba a vaciar el estómago de lo poco que quedaba en él. Sentía angustia y
deseos de morir, además de un hambre acuciante que contraía su estómago en
espasmos dolorosos, cuando las puertas de su celda se abrieron para dejar pasar
a quien reconoció como la prima de su padre, la dama Sancha con semblante lleno
de odio y desprecio la arrastró tras de sí sin escuchar, ni menos responder,
sus ruegos y preguntas.
- Aquí está tu nueva entretención –dijo
arrojándola en medio de un amplio y lujoso salón, frente al Barón y otras siete
mujeres, bellas como diosas.
- Bienvenida, querida mía –dijo el
hombre acercándose y agachándose a su lado– es un placer inimaginable que ya
estés aquí, con nosotros, debes tener hambre, ten bebe –le dijo suavemente.
Jimena observó con terror cómo él tomaba una daga y se abría una delgada línea
en la muñeca, sintió un estremecimiento al oler la sangre que desato unas
ansias terribles de beber el rojo líquido que manaba de la herida. El Barón
extendió su brazo, colocando la muñeca sangrante frente al rostro de ella.
- ¿Qué quiere de mí? –preguntó ella
desviando la mirada al piso, a pesar de desear profundamente alimentarse.
- Que termines de convertirte en una
de nosotros, te ofrezco la vida y la juventud eterna, a cambio, solo te quiero
a ti –le dijo al oído, acercando su muñeca a los labios de la mujer.
- Mátame – respondió Jimena,
apretando los labios y negándose a abrirlos nuevamente.
La testarudez de la mujer enfureció al
Barón, que haciendo uso de todas sus artes, usó tanto su fuerza descomunal como
sus oscuros poderes, intentando penetrar en la mente de la tozuda mujer. Pero
fracasó una y otra vez, hasta que, agotadas sus mermadas fuerzas, Jimena cayó
nuevamente al suelo. Entonces, una mujer de cabellos negros y piel blanca como
el mármol, se interpuso entre ella y su atacante.
- La volviste a encontrar –afirmó
con frialdad.
- Sal de mi camino –ordenó el Barón,
desfigurado por la furia.
- No creo que con todo lo que has
esperado, sea esta forma en la que deseas que suceda. –respondió la
mujer sin moverse.
- ¿Acaso tienes una mejor idea? –pregunto
el Barón, mientras la mujer levantaba la cabeza de Jimena y observaba su
cuello.
- Sí, ya ha pasado tres días aquí,
por lo que puedo ver, debe estar debilitada. No pasará de mañana cuando el
hambre la vuelva loca, entonces déjala salir, una vez que pruebe la sangre
humana no habrá vuelta atrás y te aceptará voluntariamente... que es lo que has
buscado a través de los siglos, si no me equivoco.
- Sigues siendo extraordinariamente
inteligente y retorcida amor mío -respondió el barón recuperando su aspecto
humano y jalando a la recién llegada para besarla.
Sin oponer resistencia, Jimena fue
arrastrada por la mujer que la había defendido en forma tan particular de
vuelta a su celda, cerrando tras de si la puerta. Con cuidado, incluso cariño,
fue puesta sobre su cama y arropada.
-
¿Cómo te llamas actualmente? –
preguntó la mujer.
-
Jimena
-
Mi nombre es Achlys.
-
Gracias.
-
No tienes que agradecer, esto es
solo una forma de disculparme por lo que te he hecho.
-
¿Hacerme?
-
Mi querida Jimena, escucha y
calla. Hace unos tres mil años nacimos como hermanas, tu nombre era Adara,
estabas prometida a un soldado de noble cuna al que yo secretamente amaba, de
nombre Demetrius. Él te deseaba como todos, pues naciste bella como la misma
Afrodita, pero tú lo rechazaste porque amabas a un joven filósofo de Atenas
llamado Evan. Fuiste dada en matrimonio a Demetrius, pero lo dejaste en
vergüenza al escapar con ese joven el día de la boda, a su tierra natal, donde
su familia era poderosa.
Demetrius
desapareció por meses, hasta que una noche lo vi en mi balcón. Algo en él era
diferente. Con palabras llenas de mentiras sobre su amor por mí, me ofreció la
eternidad para amarnos y yo estúpidamente le creí y me convirtió en esto. Le
revelé que yo te había ayudado a escapar y que habían huido a Atenas. Después
de eso me arrastró con él, para que viera con mis propios ojos cómo aún te
amaba y te haría suya a pesar de todo.
Te logró
atraer con su poder oscuro, pero los sabios de Atenas te dijeron que si no te
mordía por tercera vez no lograría llevarte. En ese tiempo logró hacerlo por
segunda vez, lo que consiguió asesinando a muchos valientes que te protegieron.
Tras esa noche, según averigüé más tarde, no quisiste que nadie más muriera por
tu causa y elegiste morir por tu propia mano. Evan te acompañó en la muerte y
fueron sepultados juntos, en una de las tumbas más bellas que recuerdan en la Grecia de hoy la fuerza del
llamado “amor verdadero”, aquel que va más allá de la muerte.
Después de
eso te ha encontrado muchas veces aunque no sé como lo consigue, y siempre lo
has rechazado. Con Evan siempre te vuelves a encontrar y vuelven a vivir una
historia de amor con un final triste. Esta es la primera vez que Demetrius
logra morderte por tercera vez, la pregunta, ahora que te he contado algo que,
en otras circunstancias considerarías una locura, es simple ¿qué deseas hacer?
-
Sin Velasco solo deseo morir, pero
ahora no puedo –respondió entre sollozos.
-
Hace poco fuiste convertida, y
estas débil no has probado sangre de quien pretende ser tu amo ni la de un
humano, si la luz del amanecer te toca desaparecerás envuelta en llamas en
segundos, y para que lo sepas, los vampiros si pueden morir solo que en mi caso
y el de Demetrius sería algo más larga y dolorosa la muerte por exposición al
sol hay otras más rápidas que personalmente prefiero, los sabios de Atenas y
los de Tebas conocen todos los métodos y eliminaron a muchos de nosotros, y
cada vez que aparecen lo vuelven a hacer, pero esa es un historia que según
creo ahora no te interesa.
- Y mi alma ¿seguirá condenada como
lo está ahora? -preguntó con angustia la mujer.
-
De almas solo se lo que ya te dije,
según creo no hay tal cosa como un alma condenada, pero esa pregunta la podrían
responder los sabios de Tebas4, donde según he averiguado están los
orígenes de esta maldición lejos en el tiempo al sur del antiguo Egipto, no
tengo certeza de que el alma de un vampiro pueda reencarnar, tal vez si, al
respecto nada puedo asegurarte, lo lamento.
Lo que puedo
afirmarte es que durante mucho tiempo creí que la locura de Demetrius era amor,
ahora sé que es solo obsesión por probar que puede someter a cualquiera. Sin
embargo, me probó que la reencarnación existe, aunque no sé cómo se las arregla
para encontrarte siempre.
-
Prefiero la muerte con la
esperanza de volver a ver a Velasco que esta muerte en vida que significaría
estar sometida a ese desgraciado.
-
Eso pensé, no has probado su
sangre por lo que aún no tiene acceso a tus pensamientos, yo soy tan anciana
como él así que puedo bloquearlo para que no sepa lo que estamos planeando.
-
¿Qué debo hacer?
- Tu cuerpo aún resiste agua y
azúcar, te traeré unas jarras, no será agradable, pero te ayudará a tener
fuerzas. Mañana, desde que despiertes, grita como si estuvieras loca, promete
que harás lo que te pida, pide comida, ruega por sangre fresca. Yo lo
convenceré de que te suelte para que te alimentes, cuando estés afuera nada
podré hacer por ti, todo dependerá de tu fuerza de voluntad, pero tienes algo a
tu favor, las almas antiguas como la tuya son extraordinariamente fuertes.
Debes correr lo más lejos de aquí, donde no te encuentre. Espera el primer rayo
de sol, entonces todo habrá acabado y no quedaran rastros de ti con los que pueda
hacer alguna estupidez.
Siguiendo las instrucciones de Achlys, ya
fuera del viejo castillo que era el refugio de Demetrius comenzó una carrera que
le conducía siempre hacia el este a través
del bosque, escapaba de su captor, pero principalmente de los recuerdos que las
palabras de "su hermana" y el ataque de aquel demonio habían
despertado, primero solo creyó que eran pesadillas, pero ahora podía ver
escenas de su propio pasado estando despierta, era ella viviendo y muriendo
junto a Velasco una y otra vez, en diferentes culturas y con distintos nombres,
siempre siendo tratada como una cosa, una pertenencia de la que se podía
disponer, vender y transar por nacer mujer, sintió ira y en medio de esa furia
comprendió la razón de su amor por Evan, a través del tiempo solo él la había
amado de verdad, siempre la vio como una persona, una igual, con las mismas
necesidades y derechos.
Su carrera la guio hasta una pequeña villa, establecida
en las tierras de los Recarédiz, eran vasallos de su padre, su fino oído
escucho los rumores de las conversaciones del lugar, el latido de los corazones
que auguraban sangre fresca encendieron sus ansias. Sin embargo, a pesar que la
sed la consumía, logró continuar su camino que fue interrumpido por los gritos
de una muchacha, se desvió sin pensar hasta llegar a una pequeña y pobre
vivienda cuya puerta estaba derribada y adentro, un grupo de soldados ebrios
rasgaba las ropas de una muchacha que suplicaba clemencia1.
Con cólera insólita, atacó rompiendo los
cuellos de aquellos hombres, sintiendo que su voluntad se quebrantaba, escapo
del lugar dejando a la asustada muchacha en medio de aquella matanza, sin
embargo, para su sorpresa la chica salió corriendo cubierta de andrajos de la casucha,
implorándole que no la dejara sola. Jimena intento no oírla, pero se devolvió y
la llevó con ella, ¿qué haría aquella muchacha sola en medio de la masacre que
ella había dejado?
Sus instintos la acosaban cada vez con más
fuerza y ya no se sentía capaz de continuar sin alimentarse, entonces decidió
llevar a la niña a un lugar seguro con la única persona que sabía que la podría
ayudar y de paso despedirse de lo que había sido su vida.
Desviando aún más su camino, llegó a la casa
de Dios en que servía el padre Diego, una pequeña parroquia de estilo sencillo
formada por una sola nave rematada por un ábside2 semicircular, tan
antigua que según contaba la gente estaba allí desde antes que su familia
llegara a instalarse en la región.
Cansada por el viaje, las emociones y la
falta de alimento, las fuerzas para continuar su camino por sus propios medios
empezaron a escasear al punto que sólo con la ayuda de la muchacha que había
rescatado, pudo continuar caminando por el cementerio hasta la cripta de su
familia donde estaba enterrado el cuerpo de su esposo, no había otro lugar
donde enterrarlo, al entrar vio la tumba de su único amor confirmando su
esperanza de hallarlo, se arrodillo para
orar por su eterno descanso y para pedir a Dios que le diera el ímpetu que
necesitaba para concluir con su plan, que podía fracasar en cualquier momento,
el sol comenzaba a salir lo que la
retrasaría.
La muchacha fue en busca del padre Diego,
que horrorizado al verla arrodillada a los pies de la tumba, la amenazó con su
cruz, aún así escucho sus suplicas, mientras la chica que lo había ido a buscar
se interponía entre el padre y su salvadora como si tuviera la fuerza de
detener a alguien. Finalmente el sacerdote escucho, en un principio incrédulo
frente al relato y más tarde con un profundo sentimiento de lástima, finalmente
termino por creer la historia de los últimos cuatro días de la primera niña que
había bautizado cuando llegó a la villa y que siempre quiso como a una hija.
- Pero hija mía -dijo el padre Diego- por qué no aprovechas ahora que el sol a
salido.
- Siempre quise ver de cerca y caminar por
el pico Corcadas, le conté a Velasco de lo hermoso que era contemplarlo al
amanecer, me prometió que al día siguiente de nuestro matrimonio haríamos el
viaje hasta aquí para conocerlo y caminar por él -respondió Jimena con
cansancio- y ahora creo que es un buen lugar para dejar este mundo.
- Esta a tres horas de aquí -respondió el
padre Diego sin creer lo que sus ojos veían - ¿cómo logras estar aquí con
nosotros sin ...
- Mi señora -dijo la muchacha- jamás nos
atacaría, ella es buena a pesar de lo que ha sufrido.
- ¿Atacarlos?, supongo que Achlys tenía razón
cuando me dijo que las almas antiguas son fuertes, yo sé que no quiero causar a
otro el daño que me hicieron a mí y se donde quiero morir, aunque no podría
decir que soy buena luego de como asesine a aquellos hombres.
- Lo merecían mi señora -respondió la
muchacha.
- Eso ya no viene al caso -respondió el
padre Diego- lo que importa es en que puedo ayudar.
- Ahora necesito que se lleve a esta niña
con usted, me traigan jarras con agua dulce, necesito reponer fuerzas para
terminar mi viaje, papel y pluma para escribir una misiva a mis padres y si es
posible que me indique el camino más corto para llegar al pico Corcadas, cuando
la noche caiga me marchare, le agradeceré eternamente si de algo vale el
agradecimiento de alguien como yo, mientras el día pasa orare por Velasco y por
mí, si es que Dios aun me escucha.
- Dios siempre escucha -respondió el padre
Diego mientras se marchaba junto con la muchacha.
Al poco tiempo llegaron ambos con los pedidos,
el padre Diego le entrego papel, pluma y tinta y volvieron a marcharse. Luego
de beber con dificultad el agua azucarada, con tranquilidad y recogimiento Jimena
escribió una breve carta que llevo consigo cuando partió, el descanso y la paz
del lugar, más los cuidados recibidos dieron más fuerza a su voluntad.
El padre Diego se sentía completamente
inútil poco podía ayudar a esa pobre alma, solo orar por ella y darle su única
posesión un jamelgo viejo pero noble que la ayudaría a llegar a su destino. Además
dibujo un mapa con las indicaciones para llegar al pico Corcadas, que se
encontraba a tres o cuatro horas de camino sin descanso, de todas formas ayudo
a la muchacha a memorizar las indicaciones y las descripciones ya que estaba
empeñada en acompañar a Jimena hasta el final de aquel viaje a pesar del
peligro que implicaba para ella.
- Ya está por amanecer y no vuelve,
la voy a buscar – dijo Demetrius más para sí que para sus amantes.
- No vas a ir – respondió Achlys
enfrentándolo espada en mano.
- ¿De dónde sacaste eso?, ¿Crees que
la puedes ayudar a escapar?
- No lo creo, ya lo hice y no te
dejare que la busques, es lo menos que le debo por el sufrimiento al que ha
sido sometida junto a Evan a través de estos siglos.
- No importa lo que hagas yo siempre
la amare y tarde o temprano será mía –gritó iracundo lanzándose sobre la mujer.
-
Eso no es amor, es obsesión, si
fuera amor te preocuparía que fuera
feliz sin importar con quien –gritó ella atravesándole el abdomen con la espada
cuando el cielo comenzaba a clarear- este mensaje te lo envían los sabios de
Atenas, vienen por todos nosotros.
- Tú no eres más que una pobre mujer
mal amada –dijo con desprecio, el hombre apretando el cuello de la mujer.
- Haz conmigo lo que quieras, pero
déjalos en paz –respondió Achlys al saberse perdida, justo antes que el que
había sido el gran amor de su vida arrancara su corazón palpitante del pecho.
En cuanto cayó la noche Demetrius salió en busca
de Jimena, sin embargo no sabía dónde dirigirse, no tenía acceso a los
pensamientos de Jimena, aquella traidora de Achlys lo había hecho caer en su
truco, le había arrancado la vida demasiado rápido sin saber si la desdichada
en persona había hecho contacto con los sabios o en cuanto tiempo estarían por
ahí, pero que importaba siempre los había evadido con suerte, además la noche
era corta para pensar en algo que posiblemente era otro albur de Achys, no
tendría el valor de ir por esos cazadores y si lo hubiera hecho no habría
regresado viva. Pronto amanecería y debía volver al castillo, Adhara no había ido al
hogar de sus padres en busca de ayuda como él esperaba, de haber tenido tiempo
se habría detenido a eliminar a su familia para que no tuviera donde buscar protección,
pero el tiempo se agotaba y debía encontrar refugio antes que el sol saliera.
En cuanto la noche reinó Jimena y la
muchacha marcharon montadas en el caballo, siguieron las instrucciones del
padre ingresando al bosque de pino albar a espalda de la villa, subieron por el
sendero a la derecha hasta encontrar una
huella que las llevo hacia un tramo de suave ascenso, que las condujo a un
arrollo que siguieron por su derecha
adentrándose en un desfiladero llamado La Hoz Oscura, pasada la quebrada
encontraron dos vías, cogieron la derecha siguiendo su presuroso camino hasta
encontrar la Fuente del Chorro, que marcaba el inicio de un camino que subía a
través de un denso piornar3, del que salieron a unos prados que
cruzaron por el lado izquierdo y en poco tiempo encontraron una amplia canal
por la que ascendieron siguiendo la dirección este por una ladera pedregosa con
fuerte desnivel que las llevo finalmente al pico Corcadas.
El primer rayo de sol daba contra una mujer
sentada entre unas rocas, que ardió en un fuego invisible que la consumió
dejando solo cenizas. Otra mujer más joven sostenía su mano mientras lágrimas
incontenibles corrían por su rostro. Cuando ya el sol estaba en lo alto, la
joven logro reaccionar y cavó con sus
propias manos un agujero en la tierra, colocando en él lo poco que quedaba de
aquella noble joven que tanto dolor había padecido, luego montada en el jamelgo
volvió a la parroquia.
Pocas horas más tarde, en compañía del padre
Diego, la joven entregaba la carta de la que ella llamaba su señora y veía como
el señor Recarédiz difícilmente contenía las lágrimas mientras su esposa
lloraba desconsoladamente.
-
¿Cómo te llamas muchacha? –preguntó
el hombre, que parecía haber envejecido repentinamente frente a sus ojos,
mientras escuchaban la historia que les relataba el padre Diego.
-
Me llamó Elvira –respondió la
chica con una gran tristeza en el corazón.
-
¿Sabes lo que dice esta carta? –
preguntó nuevamente el hombre.
-
No señor, no sé leer – respondió
la joven
- Aquí dice mi querida niña –habló
la mujer apoyándose en el brazo de su esposo con esfuerzo– padres aquí tienen
una hija que ha perdido a su madre; amiga aquí tienes unos padres que han
perdido a su hija, sean felices como una familia.
En poco tiempo los rumores de lo sucedido
con la hija menor de los Recarédiz, su triste historia y el valor que tuvo para
enfrentar su destino corrió de boca en boca por aquellas tierras, llegando su
historia en pocos días a oídos de Demetrius que abandonado a la idea de que una
vez más había perdido a Adhara, no logro responder cuando los sabios de Atenas
lo enfrentaron junto a sus seguidoras y los enviaron al otro mundo para pesar
sus corazones contra la pluma de Maat.
1. Los inculpados medievales
por delito de violación de mujeres son hombres que pertenecen a todas las
clases sociales, desde nobles hasta siervos y maníacos sexuales. Con todo, hay
que destacar un dato significativo en cuanto al origen social de muchos de los
agresores: el abuso de autoridad y la violencia ética que entraña la existencia
de una relación social y mental de subordinación entre violador y violada, esto
es, parientes, soldados, oficiales públicos, señores.
2. ábside: proviene del griego, significa arco o bóveda. Es
la parte de la iglesia situada en la cabecera. Generalmente tiene planta
semicircular pero puede ser también poligonal. Suele estar cubierto por algún
tipo de bóveda que, en época románica, es de horno o cascarón.
3. piornal: lugar de piornos. El piorno es una especie
arbustiva, que forma extensos matorrales, solo o conviviendo con otros
arbustos, como el enebro rastrero, crecen por encima del nivel de los bosques o
conviviendo con el pino albar.
4. Historia, leyendas y orígenes de vampiros Escrito por
Gerard Mazzitelli: Desde la Grecia Clásica hasta nuestros días se conoce la
leyenda nacida en la antigua Persia: el registro más antiguo que documenta la
existencia de los vampiros es un vaso con el dibujo de un hombre luchando
contra una extraña criatura que intenta succionar su sangre. Más tarde, los
mitos babilónicos incorporaron una extraña deidad que se alimentaba bebiendo la
sangre de los niños: su nombre es Lilitu o "Lilith".
De acuerdo con los textos hebreos, Lilith fue la primera mujer
de Adán, a diferencia de lo manifestado en el Antiguo Testamento bíblico.
Debido a su torpeza, abandonó a su marido y se transformó en la Reina de los
Demonios y de los espíritus malvados.
En China, durante el siglo VI A.C. se encontraron
resonancias de la tradición cultural persa y hebrea. Los mismos antecedentes
fueron hallados por antropólogos en India, Malasia, Polinesia, las tierras
aztecas de México y la zona de Eskimos.
De acuerdo con la mitología azteca, la ofrenda de sangre de
jóvenes víctimas a los dioses garantizaba la fertilidad de la Tierra. Pero,
aunque éste sea otro antecedente, las clásicas historias de vampiros se
originaron en la cuna de la civilización europea... Los antiguos griegos
comenzaron su gesta.
Existen numerosos dioses bebedores de sangre en la mitología
griega y romana, conocidos como Lamiae, Empusae y Striges. Sus nombres fueron
históricamente vinculados con el de brujas, demonios y vampiros. Pero estos
vampiros, aunque bebían sangre humana, eran sólo deidades y no “muertos vivos”.
Se trataba de divinidades capaces de adquirir apariencia humana para poder
seducir a sus víctimas.
Con el paso del tiempo y el aumento de popularidad del
Cristianismo, el valor simbólico de la sangre se incrementó. La comunión del
Espíritu Santo, que incluye beber el vino –símbolo de la sangre de Cristo– y
comer el pan –alegoría de su cuerpo– hizo cobrar incomparable relevancia a este
fluido vital. Además, durante el siglo XI las brujas y los médicos prescribían
sangre de vírgenes para curar enfermedades.
Varias menciones a la presencia de vampiros pueden
encontrarse en libros como El diccionario diabólico, escrito por el obispo de
Cahors, en El Nugis Curialium, de Walter Map, y en la Historia Rerum
Anglicarum, de William de Newburgh.
http://www.linkmesh.com/vampiros/articulos/historia_de_vampiros.php
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ResponderEliminarCon el debido respeto a su autora quiero hacer comentarios referentes a la ortografía del documento porque creo que al ser expuesto al público debe tener cero faltas.
ResponderEliminarFE DE ERRATAS
1) Párrafo 7 dice: […] enfrentando von valor a aquel ser,…
Debería decir: […] enfrentando con valor a aquel ser,…
2) En el diálogo 2 después del párrafo 11 dice: […] la sangre que desato…
Debería decir: […] la sangre que desató…
3) En el diálogo 4 después del párrafo 16 dice: […] pueda reencarnar, tal vez si,…
Debe decir: […] pueda reencarnar, tal vez sí,…
4) En el diálogo 1 después del párrafo 17 dice: […] ver a Velasco que esta…
Debe decir: […] ver a Velasco que está…
5) En el diálogo 4 después del párrafo 17 dice: […] todo habrá acabado y no quedaran…
Debe decir: […] todo habrá acabado y no quedarán…
6) En el párrafo 19 dice: Su carrera la guio…
Debe decir: Su carrera la guió…
7) En el mismo párrafo 19 dice: […] su fino oído escucho los…
Debe decir: […] su fino oído escuchó los…
8) En el párrafo 20 dice: […] escapo del lugar…
Debe decir: […] escapó del lugar…
9) En el párrafo 23 dice: […] se arrodillo…
Debe decir: […] se arrodilló…
10) En el párrafo 24 dice: […] aún así escucho sus suplicas…
Debe decir: […] aún así escuchó sus súplicas…
11) En el mismo párrafo 24 dice: […] el sacerdote escucho…
Debe decir: […] el sacerdote escuchó…
12) En el mismo párrafo 24 dice: […] finalmente termino…
Debe decir: […] finalmente terminó…
13) En el diálogo 3 después del párrafo 24 dice: -Esta a tres horas…
Debe decir: -Está a tres horas…
14) En el diálogo 5 después del párrafo 24 dice: […] y se donde quiero…
Debe decir: […] y sé dónde quiero…
15) En el mismo diálogo 5 después del párrafo 24 dice: […] como asesine a…
Debe decir: […] cómo asesiné a…
16) En el diálogo 8 después del párrafo 24 dice: […] noche caiga me marchare…
Debe decir: […] noche caiga me marcharé…
17) En el mismo diálogo 8 después del párrafo 24 dice: […] orare por Velasco y por mí, si es que Dios aun me escucha.
Debe decir: […] oraré por Velasco y por mí, si es que Dios aún me escucha.
18) En el diálogo 25 dice: […] entrego papel… / […] llevo consigo…
Debe decir: […] entregó papel… / […] llevó consigo…
19) En el párrafo 26 dice: […] dibujo un mapa… / […] ayudo a la muchacha…
Debe decir: […] dibujó un mapa… / […] ayudó a la muchacha…
20) En el diálogo 4 después del párrafo 26 dice: […] no te dejare…
Debe decir: […] no te dejaré…
21) En el diálogo 5 después del párrafo 26 dice: […] la amare…
Debe decir: […] la amaré…
22) En el párrafo 28 dice: […] que las llevo…
Debe decir: […] que las llevó…
23) En el mismo párrafo 28 dice: […] condujo a un arrollo…
Debe decir: […] condujo a un arroyo…
24) En el mismo párrafo 28 dice: […] fuerte desnivel que las llevo…
Debe decir: […] fuerte desnivel que las llevó…
25) En el párrafo 29 dice: […] logro reaccionar…
Debe decir: […] logró reaccionar…
26) En el párrafo 31 dice: […] no logro responder…
Debe decir: […] no logró responder…
FIN
Gracias :-)
ResponderEliminarSigo trabajando en ello