viernes, 19 de enero de 2018

El hacedor de noticias

Armando Janssen


Capítulo uno

Me encontraba desesperado esa noche en mi oficina del Diario. Recuerdo ese preciso instante cuando experimenté esa fuerte regresión.

Rememorando cuando la causalidad me llevó a pasar por la puerta de la revista, donde advertí un aviso que me llamó profundamente la atención, requerían un joven escritor para cubrir una columna mensual sobre “secretos de la jardinería”. A mis dieciocho años no sabía nada del tema pero igual me postulé, previamente me informé en la Biblioteca Nacional y mecanografié no una, sino tres columnas sobre el tema solicitado, llevé personalmente el sobre a la redacción.

Exactamente treinta y ocho años atrás, cómo había pasado el tiempo.

A la semana me llamaron y comencé al otro día.  Rápidamente vieron mi potencial como periodista y me fueron asignando más trabajo, en pocos años estaba a cargo de dos columnas propias, con un futuro prometedor.

Me gustaba estar en la calle, ahí encontraba las noticias. Fue así como la revista Búsqueda se convirtió en semanario, donde empecé a hacerme popular con el apodo de El hacedor de noticias, por las primicias que lograba y la originalidad de las mismas. Todos se preguntaban acerca de mis fuentes.

Yo, entretanto, trabajaba sin compañeros y utilizaba mi propio sistema.

Había montado una red de delincuencia para obtener esas primicias, la cual fue creciendo rápidamente y de ese modo generaba los titulares a mi antojo.

En 1977, en plena dictadura militar en el Uruguay, el que en las noches me reuniera con un grupo marxista, así como la estrategia que había implementado para adelantarme a los hechos y conseguir noticias que otros no lograban, empezaron a levantar sospechas y esto comenzó a ser un problema, tanto para mí como para el Diario. 

Los militares estaban atentos a toda manifestación en su contra. Algunas cosas publicadas llamaron su atención y empezaron a hostigarme. Mi mentor me aconsejó alejarme del país y me ayudó a conseguir una pasantía en México, en el diario El Sol de Tijuana.

Recordé mi primer artículo en este diario…
La garita de San Isidro (San Diego/Tijuana) es la frontera más congestionada y transitada del mundo, más de 50.000.000 de personas entran a EE.UU. por este puesto fronterizo al año, lo que significa 150.000 cruces diarios.
La gran mayoría son trabajadores estadounidenses de origen  mexicano que viven en Tijuana y trabajan en San Diego y el sur de California.
La logística de la ciudad es poco amigable para los turistas, los servicios son malos, la caminería es pésima, el tránsito es un verdadero infierno y los vendedores te persiguen regateando, sin embargo quienes buscan una vida agitada, con los atractivos shows eróticos, las comidas típicas mexicanas y  los jóvenes en busca de sexo, drogas y alcohol, la hacen muy visitada.
El narcotráfico y el poder van de la mano y lo dirigen todo en Tijuana. La seguridad con la que conviven es mínima, que es la del propio sistema que protege a una fuerza Policial corrupta y asesinos sicarios, que por cien dólares matan a su propia familia.

Sin embargo, Tijuana que tiene una población estimada en 1,500.000, funciona como una ciudad de 6.000.000, dada su cercanía con San Diego, su especial y conflictiva frontera y sus propios atractivos como ciudad fuera de control, donde con dinero y contactos se puede conseguir lo que sea.

Juan Hidalgo / JH / Diario El Sol, Tijuana, México.

Todo se me dio como anillo al dedo en Tijuana para ampliar mis habilidades en el campo de la delincuencia, donde en poco tiempo revalidé mi título como El hacedor de noticias, mis compañeros me envidiaban y mis jefes estaban muy complacidos.

La red de corrupción y delincuencia en la cual me había sumergido y de la que ahora era integrante en Tijuana, iba en paralelo con el reconocimiento de mis logros en el diario, en pocos años contribuí para que el diario El Sol, fuera uno de los de más tiraje de México.

Nombrado Subjefe de Redacción del periódico y corresponsal principal de los países de Latinoamérica desde México, a comienzos del año 2014, me vi tentado por el ofrecimiento del semanario Búsqueda de Montevideo, Uruguay, el diario que me vio nacer, me ofrecían el puesto de Jefe de Redacción.

La tentación tenía doble atractivo para mí, por un lado significaba regresar a mi país con todas las pompas como Jefe y por otro lado sería el Mesías salvador de Búsqueda, que se encontraba en una situación muy delicada y que yo conocía muy bien, nunca había perdido el contacto con Uruguay.

La paga era similar, la diferencia era lo que recibía en negro por la red de delincuencia que había formado, pero el dinero no me preocupaba, lo tenía de sobra.

Cerraría así, con un broche de oro el final de mi carrera.

Hablé con Guadalupe, mi mujer, y con mis dos hijos, y nos vinimos a Montevideo sin pensarlo demasiado.

Lo que no evalué a causa de mi ego, fue dejar un trabajo ya establecido, para pasarme a otro plagado de problemas y sin fuentes para mis noticias.

Capítulo dos

Ahora era jefe de redacción y responsable directo ante la Directiva del semanario que años atrás fuera número uno de la ciudad.  Las ventas habían decaído muchísimo por distintas razones, la crisis económica del momento, el público que progresivamente iba abandonando el diario papel para pasarse a Internet, los permanentes conflictos gremiales y sindicales, la poca motivación del personal, la escasez de recursos económicos, la competencia y la circunstancia de ser un mercado muy pequeño, y lo fundamental… la falta de noticias.

La directiva me había exigido logros inmediatos desde mi incorporación, yo me dormí pensando que me sería muy fácil, me distraje con el reencuentro de viejos amigos, los partidos de frontón con los antiguos muchachos del barrio y el letargo del propio ritmo de esta ciudad sin noticias por falta de gente, tan diferente al mundillo de Tijuana.

Hasta que pasados los meses llegó el ultimátum. Me pregunté cómo salir del paso y solicité un plazo de tres meses para desarrollar un plan que tenía en mente les dije, pero en verdad solo fue una excusa. 

Ahora restaban solo treinta días del plazo solicitado y estaba igual que al comienzo, nada de nada. Este era el motivo de mi preocupación hoy y el por qué no estaba cenando cómodamente en casa con mi mujer y mis hijos como de costumbre. 

Debía confeccionar una salida, algo que me permitiera salir del paso y frenar el despido anticipado que se me avecinaba.

Capítulo tres

Desperté sobresaltado y me encontré mirando el reloj, eran las 03.31 AM, empapado en sudor y con la cabeza plagada de desesperadas ideas.

Me levanté a oscuras sin despertar a mi mujer, fui al baño en suite, me afeité, duché y vestí, con la luz tenue del baño fui hasta mi mesa de luz en busca de una vieja libreta sin poder evitar observar a mi mujer profundamente dormida, uno de sus senos casi al descubierto asomaba del camisón de una lencería negra muy erótica, su figura se le delineaba entre las sábanas, Guadalupe era una mujer trigueña muy sensual, intensa, de una sonrisa fantástica y piernas infartantes.

La había conocido en México en los primeros años que trabajé en Tijuana y no dudé en hacerla mi mujer. Nuestros dos hijos nacidos en México, María Fernanda y Juan Miguel también dormían.

Arquée las cejas muy preocupado, la libreta no estaba.

Bajé hacia la cocina, comencé a calentar un café y barajé un par de estrategias a seguir para esas ideas desesperadas que interrumpieron mi descanso. Sentía la sentencia a mis espaldas, ya que los directores me habían advertido que contaba con ese último plazo para levantar las ventas y atraer a nuevos clientes y auspiciantes, me quedaba muy poco tiempo.

También me preocupaba no encontrar esa libreta, ¿estaría en la oficina?

Con este único pensamiento y consigna me dirigí al Diario muy temprano, busqué la vieja libreta donde muchos años atrás había llenado con datos de cierta gentuza en Uruguay, la cual me había proporcionado primicias a través de trabajitos, a cambio de compartir por años mi mensualidad, pero no mis logros laborales. La libreta estaba.

Así era como me había ganado el nombre de El hacedor de noticias, logrando mis mejores primicias, condición que había perfeccionado a través de los años en México.

Llamé a tres de los cabecillas que en aquella época me habían proporcionado mejores resultados, constatando que uno de ellos se encontraba preso, otro fallecido y el tercero no estaba en actividad.  Así que por ahí no tenia ninguna posibilidad, debía pensar en otra cosa, darle otro giro a mis necesidades.

Más tarde volví a llamar al que ya no estaba en actividad, el Tano, era quien más me había rendido con aquellos trabajitos y proporcionado tanta información en otros años más generosos. Quedé en verme más tarde en el viejo café de mi antiguo barrio del Paso Molino.

Capítulo cuatro

Al llegar al bar y encontrarme con aquel sujeto tan venido a menos, enseguida comprendí que no me podría proporcionar ninguna ayuda, pero ya que estaba ahí hablaría con él.  El mozo se acercó y el sujeto pidió una grapa doble a las tres de la tarde, sin dejar de mirarlo pedí un capuchino, el mozo se retiró y hasta que no regresó solo hablamos de trivialidades y gente en común del barrio que ya no estaba.

Con las  bebidas en mano y nadie alrededor, ataqué al Tano directamente, diciendo:

—Necesito restaurar ese canal de información que existió entre nosotros.
—¿Qué? No estoy más en esa actividad, Juan, solo estoy para alguna changa o trabajito fácil —me dijo sonriendo y mostrando sus pocos dientes verdes malformados.
—Bueno entonces fabrícame las noticias —dije sin pensar lo que decía apurando mi capuchino.
—¿Puedo tomarme otra, maestro?
Juan asintió y este alzó su mano mostrando al mozo su vaso.
—¿Qué me estás pidiendo que haga? —me dijo el Tano volviendo a sonreír.
Sin medir lo que decía, agregué:
—Es fácil, si las noticias no existen me las tenés que fabricar —saqué un celular del bolsillo, se lo pasé al Tano— Tú prepárate mejorando tu aspecto y condición física que yo en unos días me pongo en contacto contigo.

Me incorporé aclarando:

—Formá un pequeño equipo de confianza, como en las viejas épocas, dos o tres personas serán suficientes. Y no trates de ubicarme, como siempre soy yo quien te contacta, ¿te quedó claro?—Antes de irme saqué unos cientos de mi billetera, los dejé sobre la mesa, el sujeto los tomó rápidamente. Quedé mirándolo, volví a dejar otro par de cientos sobre la mesa y antes que el Tano metiera mano, dije imperativamente:—Para el mozo, Tano, para el mozo.
  
Capítulo cinco

Regresé al Diario sumergido en mis propias palabras, experimentando el temor adelantado de las consecuencias que provocarían estos actos, producto de mi propio miedo.

Permanecí todo el día en el trabajo ordenando ideas, papeles y temas triviales pendientes y cotidianos, la intención era volver temprano a casa para cenar con mi familia.

Estuve muy distante durante el desarrollo de la misma, contestando vagamente alguna que otra cosa que mi mujer e hijos me preguntaban.

Más tarde ya en la cama intenté retomar un libro que hacía días no leía, pasando las páginas sin retener su contenido.  Guadalupe apagó la luz de su lado e intentó buscarme entre las sábanas deslizándose hacia mí, yo no estaba afín de pensar en sexo y me hice el distraído.

Lamenté más tarde no haber hecho el amor, ya que el ejercicio me habría sacado gran parte del peso de un ajetreado día.

Capítulo seis

Al otro día temprano ya en la oficina, encendí la notebook, me serví un café y comencé a leer como todos los días las noticias de los corresponsales en el mundo, entre ellas se destacaba una que aparecía en forma reiterada y que escandalizaba al mundo del deporte, al mundo del fútbol en particular.
Al mismo tiempo recordaba como años atrás junto al Tano, formamos un grupo para proporcionar noticias frescas para vendérselas al periódico, no escatimábamos esfuerzos en realizar robos, estafas, tráfico de drogas, raptos, prostitución, juego clandestino, alcohol y venta de mujeres. Así fui escalando en el periódico hasta hacerme notar.  Todo esto lo perfeccioné en un campo fértil para la delincuencia como Tijuana. Ahora necesitaba rescatar ese submundo para no hundirme más.

Volví a la noticia que más circulaba en todos los medios, tuve la ocurrencia de citar a Rodrigo Restuccia, un joven emprendedor con un buen futuro como periodista y que además conocía muy bien, ya que su padre y yo trabajamos juntos muchos años en el diario, fabricando noticias.

Rodrigo no sabía bien el porqué, pero si algo tenía claro, era que su padre estaba en deuda con Juan.

Todos en la redacción olfateaban que el diario se iba a la ruina, pensaba Rodrigo a instantes de presentarse en su oficina.

La ansiedad que Juan Hidalgo dejó entrever al citarlo, no podría deberse a otra cosa. Rodrigo no quería pensar en el tema porque temía encontrar la respuesta. Sin embargo debía asumirlo como una realidad. No había otra posibilidad.

Ya estaba resignado, lo iban a despedir.

Capítulo siete

Sin embargo, no lo despidió. Juan le ofreció una corresponsalía temporal en el exterior.
Solo comentó que este era un trabajo especial y que contaba con él, tendría todos los gastos cubiertos. El diario atravesaba una situación muy delicada, me dijo y que en parte con este trabajo, podría estar la salvación del semanario.
Tres días más tarde, Rodrigo estaba a bordo de Japan Airlines con una escala previa en París con Air France, se dirigía a iniciar la misión, sobrevolando tierras  japonesas y  divisando el increíble Monte Fuji con su perfecta copa nevada que parecía un enorme helado de chocolate con un gran copo de crema. Acercándose a destino antes de aterrizar en el aeropuerto de Narita en Tokio, Rodrigo procedió a seguir las instrucciones de Juan abriendo el sobre con su nombre, contenía una carta que decía: 
Querido Rodrigo
Sabés que siempre te he querido y tratado como a un hijo, la amistad con tu padre me hizo prometerle en su lecho de muerte, de que me ocuparía de tu madre, de tu hermana y de vos, tanto en lo afectivo como en lo económico durante estos once años, ahora sos un hombre y necesito confiar en ti.
Mi pellejo y el de todos en el periódico está en juego, necesito que te la juegues por mí en esta oportunidad que te doy, consiguiendo las primicias que necesitamos para levantar esto.
Muchas cosas suceden en el mundo y particularmente en el mundo del fútbol, sobornos de la FIFA, directores en la cárcel, denuncias y denunciantes, el FBI junto a los principales bancos de USA intervinieron las cuentas de estos directores por lavado de dinero, ha saltado todo.
Yo te tiro unas puntas y vos tenés que indagar y hacer rodar las noticias, averigua todo lo que más puedas, vas de parte mía, todos ellos me conocen muy bien y esas puntas son las siguientes:
-   Se dice que Diego Forlán renunció a la selección porque se había cansado del grupo de whatsapp de la selección, y que por la diferencia de hora con Japón no lo dejaban en paz.  Después, se podría haber arrepentido porque se dio cuenta de que eso era más divertido que la play station y que Paz, su mujer, se está cansando de todas estas estupideces, ya que no se siente parte de la farándula del fútbol y carece de afinidad con las esposas de los jugadores.

El boniato Forlán, su padre, me dijo confidencialmente hace unos días, que Diego esta harto de jugar en el Osaka de Japón, porque parece que un japo muy pesado y de gran influencia esta detrás de Paz, su mujer, la cuál estaría embarazada, Diego está hecho un trapo porque no sabe si es de él y no quiere ni alejarse de la casa ni para ir a practicar.

Tenés reservado alojamiento para hoy y mañana en el Hostal Inn de Tokio en Asakusa, pero ya hablé con las mellizas de Ikoma, vos contáctalas, te vas a instalar a su casa y ellas te cuentan el resto, la tienen bien clara, pero te adelanto que ellas saben bien quién es este poderoso japo que está tras Paz…
Ikoma te parecerá que está distante, pero el tren en Japón es muy rápido, Ikoma está a minutos de todo y geográficamente se encuentra en el medio de importantes ciudades del centro de Japón que son: Osaka, Nara y Kyoto, lo que además será un buen punto para moverte y enterarte de todo. De paso podés conocer ese país fascinante.
Las mellizas lo saben todo y tienen toda la info, exprimiles todos esos datos pero no seas confiado, hasta te parecerán muy angelicales, recordá esto: son peso pesado.
Vos abrí bien los ganchos, estate bien despierto y siempre, pero siempre me informas de todo a mi primero, OK?
Te mando un abrazo y métele con todo, que te necesito para levantar el diario.
Juan/JH

Capítulo ocho

Amanecí temprano, preocupado por mi prestigio, quería concluir mi carrera en forma reconocida. Me iba a disponer a levantarme, pero Guadalupe rápida, cruzó su poderoso y sensual muslo sobre mi pierna, inmovilizándome.

¿A dónde vas sin decirme buenos días?
  Buenos días, voy a levantarme, hoy tengo muchas cosas que hacer.
¿Y entre ellas no está hacerme el amor?, me dijo tomándome el pene con una mano y     con la otra me rodeaba el cuello besándolo.
¿Cuánto hace que me estás evitando?
No, no es eso, es que...
Nada de excusas, te conozco y sé lo que necesitas, me dijo mientras llevaba la boca hacia mi miembro.
De veras, déjame chequear el mail y vuelvo,

Guadalupe empezó a suministrarme el sexo oral que a mí me encantaba, acompañado de un buen masaje de genitales y al fin callé, entregado.

Ella me conocía como nadie y sabía cómo ponérmela bien dura.

Cerrando los ojos me olvidé de todo y mi mujer continuó así unos minutos hasta hacerme acabar. Igual que siempre, ella dominaba el arte del sexo oral y del sexo en general, no había forma de negársele nunca. Teníamos una sintonía especial, mucha piel y ella se entregaba por completo, tres componentes que juntos enloquecían a cualquier hombre.

Ahora vete a hacer esas cosas tan importantes que te quiero temprano en casa. Quiero ir al cine a ver la peli nueva de Salma Hayek, que sabes me encanta y después me harás el amor tú, no lo olvides.

Permanecí unos minutos sin moverme en la cama, recuperando fuerzas y volviendo al mundo real, me levanté torpemente y fui al baño. Guadalupe se duchaba con la mampara abierta, su silueta era espectacular para una mujer de su edad, se conservaba muy bien, iba al gimnasio seguido y como buena latina del norte su piel trigueña era firme sin celulitis, pechos no demasiado grandes, pero erguidos y moldeados perfectos con pezones enormes y oscuros, vagina totalmente rasurada con labios bien rojizos, una estupenda y abundante cabellera negra sin canas, dientes perfectamente blancos se destacaban dentro de su boca sensual y provocadora, era una mujer sencilla pero no simple, muy discreta y que siempre sabía cuando desaparecer o aparecer, haciéndomelo todo fácil.

¿Quieres entrar?  preguntó Guadalupe.

Capítulo nueve

Tenia varios mails, pero identifiqué rápidamente uno de Rodrigo dónde me pasaba mucha información interesante para unos buenos titulares, la verdad que mi intuición continuaba dándome buenos réditos, pero en esta ocasión las noticias superaban mis expectativas.
Tomé el celular y envié un whatsapp a Rodrigo, que decía:

Consigue cuánto antes las fuentes de tu relato e imprimimos. Averigua todo lo posible y dile a las mellizas que hoy les envío el dinero y que averigüen quién es el padre. Abrazo

Guadalupe me había dejado con la claridad a la que estaba habituado, renaciendo mi acostumbrada sagacidad y rapidez que utilizaba para el crimen, las ideas venían en abundancia y sin pensarlas yo las distribuía hábilmente.

Envié un mail a mis amigos de Tijuana, que decía:

Julio
Necesito me consigas dos personas de confianza, para realizar las tareas de investigación de costumbre.
Serán por unos pocos días, acá en Montevideo, Uruguay.
Si puedes ser tú uno de ellos, tanto mejor, sabes que confió en ti.
Por favor, que sea cuanto antes.
Dime los nombres y cuando vienen, así les envió los pasajes y hago la reserva de hotel.
Lo demás se los proporciono yo acá.
La paga será la acostumbrada, más todos los gastos.
Un abrazo
JH.

Capítulo diez

Experimenté otra vez esa antigua sensación que me colmaba, me sentía pleno al llevar a cabo esos planes maquiavélicos, todos mis sentidos estaban despiertos.

Mi intuición no me falló, por un lado Rodrigo desde Japón, tratando de descifrar los cabos sueltos que habían surgido de la información que las mellizas de Ikoma le estaban proporcionando.

Y por otro lado acá en Montevideo, tendría al Tano, que junto a Julio y su secuaz me darían las garantías necesarias para rápidamente provocar las noticias que el diario necesitaba, favoreciendo la situación que me acosaba. 

Soy de esa clase de personas que cuando me siento acorralado y comprometido, desarrollo más y más mis ideas perversas, mi agilidad se potencia y mi capacidad de ejecución se multiplica.

En este punto es donde me diferencio de los demás, porque al sentir fluir esa adrenalina que recorre todo mi cuerpo, soy capaz de cualquier cosa.

En realidad, no sabía en que me estaba metiendo…

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